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cartas de frida kahlo


El sello español Lumen lanza el volumen ‘Ahí les Dejo mi Retrato'. La crítica argentina Raquel Tibol, ex secretaria de Diego Rivera, reúne en un libro correspondencia inédita, notas y poemas de la artista mexicana. A poco más de 50 años de su muerte, el conjunto permite armar una suerte de autobiografía de la Kahlo, un viaje por su universo más personal.
Noviembre, 1931. Frida Kahlo y Diego Rivera se encuentran en Nueva York. El muralista mexicano prepara una retrospectiva que será inaugurada un mes después en el MOMA. Es una gran oportunidad para él, pero su esposa no se siente a gusto. "La high society de aquí me cae muy gorda y siento una poca de rabia contra todos estos ricachones de aquí, pues he visto a miles de gentes en la más terrible miseria, sin comer y sin tener dónde dormir (...) es espantoso ver a los ricos haciendo de día y de noche parties, mientras se mueren de hambre miles y miles...", escribe en su diario.
He ahí una muestra de la sensibilidad de Frida Kahlo, acaso la artista más sugerente y sugestiva de la plástica mexicana. A poco más de 50 años de su muerte, por primera vez un libro reúne las cartas, anotaciones y poemas escritos por ella. Un mosaico de confesiones que arman una especie de autobiografía en fragmentos, de viaje por su universo íntimo.
‘Ahí les Dejo mi Retrato' se titula la edición, que sale a librerías españolas esta semana con el sello Lumen. El conjunto fue preparado por Raquel Tibol, crítica argentina, ex secretaria de Diego Rivera.

No Me Muero Fácilmente
La historia del libro se remonta a 1953, cuando Raquel Tibol le propuso a Frida trabajar en unas memorias. Ella aceptó, pero para entonces su salud -los estragos del accidente que sufrió en la adolescencia más los abortos, el exceso de droga y alcohol- estaba muy afectada. Un año después, el 13 de julio de 1954, a los 47 años, "la mejor pintora mexicana", como decía Rivera, murió producto de una bronconeumonía.
Los apuntes que logró tomar Raquel Tibol fueron el punto de partida de la edición. A estos se añaden cartas, varias de ellas inéditas, poemas y notas. En el conjunto asoman permanentes referencias a su familia y amigos, algunos juicios rotundos sobre André Breton y los surrealistas -"esas cucarachas viejas", les llama-, pero la figura omnipresente es Rivera, con quien vivió una intensa y tortuosa historia de amor.
Nacida en Coyoacán en 1907, a los siete años Frida contrajo poliomielitis y a los 18 sufre un accidente en tranvía que le imposibilitará para siempre ser madre. Por entonces conoce a Rivera, ya convertido en la figura central del muralismo mexicano, y en 1929 se casan.
Tres años después, en Detroit, Frida se embaraza y sufre el primero de numerosos abortos. "Tenía tanta ilusión yo de tener un Dieguito chico que lloré mucho, pero ya que pasó no hay más remedio que aguantarme... En fin, hay miles de cosas que andan en el misterio más completo. De todos modos tengo suerte de gato, pues no me muero tan fácilmente", anota en una de las cartas.
La pareja se separaría en 1934, cuando Frida descubre que Rivera le ha sido infiel con su hermana Cristina. Diego se casa entonces con la modelo Guadalupe Marín, pero la unión sólo dura hasta 1940. El muralista y la Kahlo contraen matrimonio otra vez.
"El asunto con Guadalupe me hace vomitar. Es una verdadera hija de puta. Está furiosa porque me volveré a casar con Diego; todo cuanto hace es tan sucio y bajo que a veces siento como que quiero regresar a México y matarla. Me tiene sin cuidado pasar el resto de mis días en prisión", escribe en octubre de 1940 desde Nueva York, donde se somete a un tratamiento médico. En los siguientes años Frida será operada una docena de veces, pero nada podrá rehabilitar su delibitado organismo.

12 de septiembre de 2005
©tercera

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