espías en bagdad
[Borzou Daragahi] El servicio de inteligencia empieza de cero después de la purga de los agentes de la época de Hussein.
Bagdad, Iraq. Formaban una pareja inverosímil. Uno era un alegre agente de inteligencia kurdo, el otro un residente de Faluya con lazos con la resistencia.
Sin embargo, dos veces a la semana durante meses el general Hussain Ali Kamal, director del servicio de espionaje del ministerio del Interior almorzaba con un robusto hombre en sus veinte con el nombre en clave de Muslah, o el reformador, que llevaba a menudo una túnica dishdasha árabe tradicional.
"¿Qué hizo Saddam Hussein por Iraq?", dijo Kamal al antiguo miembro del Partido Baaz de Hussein, tratando de convencerlo de que tomara partido por el nuevo gobierno iraquí. "Los iraquíes no tenemos nada".
Eso es verdad, reconoció Muslah. "Pero tenemos que luchar contra los americanos. Los americanos nos han ocupado", dijo Kamal.
"Pero los americanos se marcharán", contrarrestó Kamal, "y tenemos que reconstruir el país".
Ese era el tenor de las conversaciones, dos veces a la semana durante meses. "Era el trabajo más entretenido que he tenido" dijo Kamal, que finalmente consiguió el gran dato que esperaba.
La victoria de Kamal resultaría fatal para Muslah.
Kamal no tenía que mirar demasiado lejos para ver lo que pasaba a los que trabajaban para la nueva red de inteligencia de Iraq. La pared de su oficina está empapelada con las fotografías de color de 20 agentes asesinados el año pasado, un recordatorio de que los recursos de inteligencia a menudo aparecen muertos cuando las operaciones son estropeadas y las fachadas descubiertas.
En el mundo de dishdaya y puñal de la inteligencia de Oriente Medio, el nuevo aparato de espionaje de Iraq tiene un vacilante inicio, desjarretado por la falta de experiencia, superada por infiltrados de sus rivales dentro y fuera de Iraq y leales a múltiples jefes.
"Estamos haciendo frente al mismo tipo de dificultades que todas las fuerzas de seguridad iraquíes", dijo el general Mohammed Shahwani, director del Servicio de Inteligencia Nacional Iraquí, en una entrevista en su espacioso despacho en la Zona Verde. "Los problemas que tenemos tienen todo que ver con descubrir modos de infiltración".
El complejo de órganos de inteligencia y redes de espías de Hussein, conocido comúnmente como Mukhabarat, inspiraba temor en Iraq y en el extranjero. Sus 50.000 o más operativos eran conocidos por su crueldad y profesionalismo así como por su alcance, que se extendía a Europa, donde una vez casi asesinaron al líder exiliado Iyad Allawi, que se convirtió en primer ministro después de Hussein.
Con la mayoría de sus antiguos agentes de inteligencia escondidos, en la resistencia o demasiado radioactivos políticamente como para ser aproximados, la reconstrucción de los servicios de espionaje de Iraq ha significado en gran parte partir de cero.
"Puedo coger a un artillero del antiguo régimen y montarlo en un tanque", dijo Babekir Zebari, jefe del estado mayor del ministerio de Defensa. "¿Cómo puedo coger a un agente de inteligencia y ponerlo a hacer el mismo trabajo?"
Los servicios de espionaje de Iraq fueron desmantelados en abril de 2003 con la disolución del régimen de Hussein. Eso, dicen algunos críticos, fue uno de los más grandes errores cometidos por el ex administrador civil norteamericano de Iraq, L. Paul Bremer III. Otro puede haber sido su decisión de mantener al servicio de inteligencia iraquí realizando sus propias operaciones.
Algunos funcionarios iraquíes han seguido el ejemplo de Irán. En los años de después de la revolución de Irán en 1970, el gran ayatollah Rohullah Khomeini optó por retener e incluso a modernizar al grueso del servicio de inteligencia del Shah Reza Pahlavi. La agencia sucesora se ha convertido en una de las agencias de operaciones de servicios clandestinos más temidas del mundo.
"Deberíamos haber dado amnistía a todo el mundo, excepto a los criminales", dijo Jounadam Kanna, un legislador iraquí y líder de un partido político cristiano.
Junto con el Mukhabarat de Iraq desaparecieron agentes con décadas de experiencia en los servicios clandestinos. En realidad, funcionarios norteamericanos e iraquíes sospechan que muchos de los antiguos operativos de Hussein se han unido a la resistencia, contribuyendo con sus habilidades al espionaje, la infiltración y la subversión. Los esfuerzos por reincorporar a algunos de ellos a sus antiguos trabajos se han convertido en un tema políticamente delicado en un Iraq crecientemente dominado por las tensiones entre la mayoría chií y la minoría árabe sunní.
"Casi todos los iraquíes con alguna experiencia previa en los servicios de inteligencia son árabes sunníes, lo que aumenta el riesgo de penetración del nuevo aparato de seguridad por los insurgentes", dijo Wayne White, ex agente de inteligencia del ministerio de Asuntos Exteriores que trabajó en Iraq.
El sistema de espionaje del gobierno iraquí interino es una operación de tres puntales, montada en gran parte por agentes norteamericanos y británicos, a los que los agentes de inteligencia iraquíes llaman "los amigos"; incluye al servicio nacional de inteligencia de Shahwani así como ramas de la inteligencia de los ministerios de Defensa y del Interior.
Los directores de los tres servicios coordinan sus actividades a través de un grupo paraguas llamado Comisión de Coordinación de la Inteligencia Nacional, presidida por Mowaffak Rubaie, asesor de seguridad nacional, ex doctor y activista chií que pasó años en Inglaterra después de ser encarcelado y torturado por el régimen de Hussein.
En los buenos días, los servicios de ocupaban de las minucias del recabamiento de información así como de infiltración, antiterrorismo, anti-insurgencia y operaciones de contraespionaje.
"No tenemos cárceles ni autoridad para detener a nadie", dijo el director de la inteligencia nacional, Shahwani. "Nuestras informaciones nos llevan a sospechosos que pueden ser detenidos por el ministerio del Interior".
Funcionarios iraquíes reconocen que el aparato de recabamiento de inteligencia del país consiste en su mayor parte en vigilancia pasiva, con algunos informantes -como Muslah- en ciudades y pueblos en Iraq, donde reciben datos discretamente.
La naciente red de inteligencia ha sido incapaz de penetrar los complejos vínculos tribales que unen a la resistencia y mantienen sus operaciones internas en un misterio.
Las agencias de espionaje pueden enviar a fisgones a tomar apuntes en las mezquitas, pero son incapaces de infiltrar las células de rebeldes que usan las mezquitas para misiones de reclutamiento.
"Tenemos buenos operativos en la calle y ellos saben cómo recabar información, y podemos seguir a cualquiera", dijo el coronel Ali Fadhel Obeid, uno de los muchos y enérgicos jóvenes iraquíes que son comandantes en el nuevo ejército. "Pero no somos lo suficientemente buenos como para realizar operaciones".
Eso es lo que hacía de Muslah un recurso de inteligencia tan valioso. Era un contacto impresionante: un respetado miembro de la tribu Dulaimi, que se piensa dirige a la resistencia, así como un hombre con lazos con un oscuro grupo rebelde llamado Asadullah, o los Leones de Dios.
Otra fuente dijo que se trataba de un joven tolerante que podría traicionar a su clan y a los insurgentes por el nuevo Iraq. A través de intermediarios Kamal invitó a Muslah a su oficina.
Muslah era ancho de espaldas y alto, un tipo duro a fines de la veintena que ya tenía dos esposas. Kamal apeló a su virilidad.
"Mira a Saddam", dijo Kamal con desprecio. "Saddam era un cobarde. Hasta sus hijos eran más honorables que él. Al menos, ellos pelearon y murieron".
Los objetivos de Kamal eran obvios; los de Muslah, más turbios. Quizás quería creer que había un lugar para él en el nuevo Iraq.
"Cuando seamos estables y capaces de construir nuestras propias fuerzas de seguridad, tendrás un papel en la lucha contra los verdaderos terroristas", le dijo Kamal. "Algún día los americanos se marcharán y tendremos que gobernar el país".
Muslah empezó a ceder. Empezó a llegar con pequeños datos, en pequeñas notas firmadas con su nombre en clave.
Pero días después de la decapitación de un guardia americano, Muslah llegó con un gran dato: los nombres y localizaciones de miembros de la célula insurgente responsable. Lo que es más, le dijo a Kamal dónde los podía detener de inmediato.
La operación estaba destinada al fracaso desde el principio. Las fuerzas iraquíes no estaban a la altura de la tarea y tuvieron que llamar a las tropas americanas en su ayuda. Los americanos llegaron demasiado pronto.
"Estudiamos las informaciones que teníamos", dijo Kamal. "Les dije que atacaran el lugar a una hora específica porque entonces estarían reunidos todos los terroristas. Pero se adelantaron y no pudimos agarrar a todo el grupo".Los que escaparon sospecharon que había un soplón entre sus filas. Días después, sorprendieron a Muslah en la carretera hacia Taji, al norte de Bagdad, y lo decapitaron.
"Consideramos a Muslah como un mártir", dijo Kamal en una entrevista en el séptimo piso de la enorme sede del ministerio del Interior.
"Aunque era un baazista, nos era leal", dijo pensativo. "Que Dios se apiade de él. Él entendía".
Los americanos también han luchado por resolver el puzzle de la inteligencia iraquí. Sin embargo, los esfuerzos de los militares americanos han sido cualquier cosa menos secretos.
Hace poco, cerca de Baquba un batallón de la 42 División de Infantería irrumpió en un pueblo rural en Humvees blindados para verificar informes de que tres furgonetas habían trasladado hasta allá a insurgentes unos días antes.
Los soldados acordonaron la plaza del pueblo en As Sadah y empezaron a repartir caramelos entre los niños, mientras agentes de inteligencia estrujaban a los tenderos sobre los insurgentes.
"Aquí no hay resistencia", dijo Ali Iskander, 30, a un soldado parado frente a una choza que hace las veces de ferretería.
"Bueno, dinos si ves algo", le dijo el frustrado agente de inteligencia a Iskander y los aldeanos que se habían congregado.
Menos de 20 minutos después, los americanos se marcharon del pueblo.
"Nadie va a delatar a sus vecinos frente a todo el pueblo", dijo el agente de inteligencia, que pidió que no se publicara su nombre debido a la naturaliza delicada de su trabajo.
Sin embargo los militares americanos han demostrado ser capaces de utilizar tecnología de información. Usando yuxtaposiciones y bases de datos informáticos, por ejemplo, los militares han trazado el modus operandi de los insurgentes para colocar coches-bomba. Las ubicaciones de las células insurgentes conocidas -dónde vivían y trabajaban sus miembros- fueron yuxtapuestas sobre mapas que mostraban las explosiones de coches-bomba e informes de actividades sospechosas.
Descubrieron que los coches-bomba que afligían a Bagdad eran probablemente montados dentro de un radio de 10 kilómetros de dónde era detonados. Ubicaron 12 ubicaciones sospechosas, que fueron allanadas por soldados iraquíes y norteamericanos. Como resultado, dicen oficiales militares americanos, el número de atentados con coches-bomba en la capital se redujo a la mitad entre mayo y junio.
Funcionarios norteamericanos e iraquíes han acusado a Siria, Arabia Saudí, Turquía y especialmente Irán de enviar una avalancha de agentes de inteligencia a Iraq, y de lanzar ofensivas clandestinas. Los iraquíes también dicen que están demasiado ocupados luchando contra la resistencia para hacer frente a esas campañas.
"Ahora mismo la mayoría de nuestras fuerzas están tratando de establecer la seguridad, mientras que no tenemos suficientes tropas", dijo Zebari, el ministro de Defensa, un canoso miliciano kurdo pershmerga que trabajó con los americanos como comandante de la provincia kurda de Dohuk durante la invasión de 2003. "Todavía tenemos carencias en cuanto a la inteligencia".
Sin embargo, a veces, los iraquíes pueden señalar con orgullo golpes de inteligencia. En un caso todavía secreto, un líder insurgente iraquí se ocultaba en un país vecino cuando recibió un mensaje, supuestamente de otro miliciano. Vuelve a la frontera de inmediato, decía, para ayudar a realizar una importante operación.
Pero cuando el ex operativo del aparato de seguridad de Hussein volvió a Bagdad, lo estaban esperando las autoridades iraquíes. El sospechoso fue detenido rápidamente y esta vez, dijo Rubaie, "lo hicimos protegiendo completamente nuestras fuentes".
Noam N. Levey en Baquba contribuyó a este reportaje.
19 de septiembre de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Sin embargo, dos veces a la semana durante meses el general Hussain Ali Kamal, director del servicio de espionaje del ministerio del Interior almorzaba con un robusto hombre en sus veinte con el nombre en clave de Muslah, o el reformador, que llevaba a menudo una túnica dishdasha árabe tradicional.
"¿Qué hizo Saddam Hussein por Iraq?", dijo Kamal al antiguo miembro del Partido Baaz de Hussein, tratando de convencerlo de que tomara partido por el nuevo gobierno iraquí. "Los iraquíes no tenemos nada".
Eso es verdad, reconoció Muslah. "Pero tenemos que luchar contra los americanos. Los americanos nos han ocupado", dijo Kamal.
"Pero los americanos se marcharán", contrarrestó Kamal, "y tenemos que reconstruir el país".
Ese era el tenor de las conversaciones, dos veces a la semana durante meses. "Era el trabajo más entretenido que he tenido" dijo Kamal, que finalmente consiguió el gran dato que esperaba.
La victoria de Kamal resultaría fatal para Muslah.
Kamal no tenía que mirar demasiado lejos para ver lo que pasaba a los que trabajaban para la nueva red de inteligencia de Iraq. La pared de su oficina está empapelada con las fotografías de color de 20 agentes asesinados el año pasado, un recordatorio de que los recursos de inteligencia a menudo aparecen muertos cuando las operaciones son estropeadas y las fachadas descubiertas.
En el mundo de dishdaya y puñal de la inteligencia de Oriente Medio, el nuevo aparato de espionaje de Iraq tiene un vacilante inicio, desjarretado por la falta de experiencia, superada por infiltrados de sus rivales dentro y fuera de Iraq y leales a múltiples jefes.
"Estamos haciendo frente al mismo tipo de dificultades que todas las fuerzas de seguridad iraquíes", dijo el general Mohammed Shahwani, director del Servicio de Inteligencia Nacional Iraquí, en una entrevista en su espacioso despacho en la Zona Verde. "Los problemas que tenemos tienen todo que ver con descubrir modos de infiltración".
El complejo de órganos de inteligencia y redes de espías de Hussein, conocido comúnmente como Mukhabarat, inspiraba temor en Iraq y en el extranjero. Sus 50.000 o más operativos eran conocidos por su crueldad y profesionalismo así como por su alcance, que se extendía a Europa, donde una vez casi asesinaron al líder exiliado Iyad Allawi, que se convirtió en primer ministro después de Hussein.
Con la mayoría de sus antiguos agentes de inteligencia escondidos, en la resistencia o demasiado radioactivos políticamente como para ser aproximados, la reconstrucción de los servicios de espionaje de Iraq ha significado en gran parte partir de cero.
"Puedo coger a un artillero del antiguo régimen y montarlo en un tanque", dijo Babekir Zebari, jefe del estado mayor del ministerio de Defensa. "¿Cómo puedo coger a un agente de inteligencia y ponerlo a hacer el mismo trabajo?"
Los servicios de espionaje de Iraq fueron desmantelados en abril de 2003 con la disolución del régimen de Hussein. Eso, dicen algunos críticos, fue uno de los más grandes errores cometidos por el ex administrador civil norteamericano de Iraq, L. Paul Bremer III. Otro puede haber sido su decisión de mantener al servicio de inteligencia iraquí realizando sus propias operaciones.
Algunos funcionarios iraquíes han seguido el ejemplo de Irán. En los años de después de la revolución de Irán en 1970, el gran ayatollah Rohullah Khomeini optó por retener e incluso a modernizar al grueso del servicio de inteligencia del Shah Reza Pahlavi. La agencia sucesora se ha convertido en una de las agencias de operaciones de servicios clandestinos más temidas del mundo.
"Deberíamos haber dado amnistía a todo el mundo, excepto a los criminales", dijo Jounadam Kanna, un legislador iraquí y líder de un partido político cristiano.
Junto con el Mukhabarat de Iraq desaparecieron agentes con décadas de experiencia en los servicios clandestinos. En realidad, funcionarios norteamericanos e iraquíes sospechan que muchos de los antiguos operativos de Hussein se han unido a la resistencia, contribuyendo con sus habilidades al espionaje, la infiltración y la subversión. Los esfuerzos por reincorporar a algunos de ellos a sus antiguos trabajos se han convertido en un tema políticamente delicado en un Iraq crecientemente dominado por las tensiones entre la mayoría chií y la minoría árabe sunní.
"Casi todos los iraquíes con alguna experiencia previa en los servicios de inteligencia son árabes sunníes, lo que aumenta el riesgo de penetración del nuevo aparato de seguridad por los insurgentes", dijo Wayne White, ex agente de inteligencia del ministerio de Asuntos Exteriores que trabajó en Iraq.
El sistema de espionaje del gobierno iraquí interino es una operación de tres puntales, montada en gran parte por agentes norteamericanos y británicos, a los que los agentes de inteligencia iraquíes llaman "los amigos"; incluye al servicio nacional de inteligencia de Shahwani así como ramas de la inteligencia de los ministerios de Defensa y del Interior.
Los directores de los tres servicios coordinan sus actividades a través de un grupo paraguas llamado Comisión de Coordinación de la Inteligencia Nacional, presidida por Mowaffak Rubaie, asesor de seguridad nacional, ex doctor y activista chií que pasó años en Inglaterra después de ser encarcelado y torturado por el régimen de Hussein.
En los buenos días, los servicios de ocupaban de las minucias del recabamiento de información así como de infiltración, antiterrorismo, anti-insurgencia y operaciones de contraespionaje.
"No tenemos cárceles ni autoridad para detener a nadie", dijo el director de la inteligencia nacional, Shahwani. "Nuestras informaciones nos llevan a sospechosos que pueden ser detenidos por el ministerio del Interior".
Funcionarios iraquíes reconocen que el aparato de recabamiento de inteligencia del país consiste en su mayor parte en vigilancia pasiva, con algunos informantes -como Muslah- en ciudades y pueblos en Iraq, donde reciben datos discretamente.
La naciente red de inteligencia ha sido incapaz de penetrar los complejos vínculos tribales que unen a la resistencia y mantienen sus operaciones internas en un misterio.
Las agencias de espionaje pueden enviar a fisgones a tomar apuntes en las mezquitas, pero son incapaces de infiltrar las células de rebeldes que usan las mezquitas para misiones de reclutamiento.
"Tenemos buenos operativos en la calle y ellos saben cómo recabar información, y podemos seguir a cualquiera", dijo el coronel Ali Fadhel Obeid, uno de los muchos y enérgicos jóvenes iraquíes que son comandantes en el nuevo ejército. "Pero no somos lo suficientemente buenos como para realizar operaciones".
Eso es lo que hacía de Muslah un recurso de inteligencia tan valioso. Era un contacto impresionante: un respetado miembro de la tribu Dulaimi, que se piensa dirige a la resistencia, así como un hombre con lazos con un oscuro grupo rebelde llamado Asadullah, o los Leones de Dios.
Otra fuente dijo que se trataba de un joven tolerante que podría traicionar a su clan y a los insurgentes por el nuevo Iraq. A través de intermediarios Kamal invitó a Muslah a su oficina.
Muslah era ancho de espaldas y alto, un tipo duro a fines de la veintena que ya tenía dos esposas. Kamal apeló a su virilidad.
"Mira a Saddam", dijo Kamal con desprecio. "Saddam era un cobarde. Hasta sus hijos eran más honorables que él. Al menos, ellos pelearon y murieron".
Los objetivos de Kamal eran obvios; los de Muslah, más turbios. Quizás quería creer que había un lugar para él en el nuevo Iraq.
"Cuando seamos estables y capaces de construir nuestras propias fuerzas de seguridad, tendrás un papel en la lucha contra los verdaderos terroristas", le dijo Kamal. "Algún día los americanos se marcharán y tendremos que gobernar el país".
Muslah empezó a ceder. Empezó a llegar con pequeños datos, en pequeñas notas firmadas con su nombre en clave.
Pero días después de la decapitación de un guardia americano, Muslah llegó con un gran dato: los nombres y localizaciones de miembros de la célula insurgente responsable. Lo que es más, le dijo a Kamal dónde los podía detener de inmediato.
La operación estaba destinada al fracaso desde el principio. Las fuerzas iraquíes no estaban a la altura de la tarea y tuvieron que llamar a las tropas americanas en su ayuda. Los americanos llegaron demasiado pronto.
"Estudiamos las informaciones que teníamos", dijo Kamal. "Les dije que atacaran el lugar a una hora específica porque entonces estarían reunidos todos los terroristas. Pero se adelantaron y no pudimos agarrar a todo el grupo".Los que escaparon sospecharon que había un soplón entre sus filas. Días después, sorprendieron a Muslah en la carretera hacia Taji, al norte de Bagdad, y lo decapitaron.
"Consideramos a Muslah como un mártir", dijo Kamal en una entrevista en el séptimo piso de la enorme sede del ministerio del Interior.
"Aunque era un baazista, nos era leal", dijo pensativo. "Que Dios se apiade de él. Él entendía".
Los americanos también han luchado por resolver el puzzle de la inteligencia iraquí. Sin embargo, los esfuerzos de los militares americanos han sido cualquier cosa menos secretos.
Hace poco, cerca de Baquba un batallón de la 42 División de Infantería irrumpió en un pueblo rural en Humvees blindados para verificar informes de que tres furgonetas habían trasladado hasta allá a insurgentes unos días antes.
Los soldados acordonaron la plaza del pueblo en As Sadah y empezaron a repartir caramelos entre los niños, mientras agentes de inteligencia estrujaban a los tenderos sobre los insurgentes.
"Aquí no hay resistencia", dijo Ali Iskander, 30, a un soldado parado frente a una choza que hace las veces de ferretería.
"Bueno, dinos si ves algo", le dijo el frustrado agente de inteligencia a Iskander y los aldeanos que se habían congregado.
Menos de 20 minutos después, los americanos se marcharon del pueblo.
"Nadie va a delatar a sus vecinos frente a todo el pueblo", dijo el agente de inteligencia, que pidió que no se publicara su nombre debido a la naturaliza delicada de su trabajo.
Sin embargo los militares americanos han demostrado ser capaces de utilizar tecnología de información. Usando yuxtaposiciones y bases de datos informáticos, por ejemplo, los militares han trazado el modus operandi de los insurgentes para colocar coches-bomba. Las ubicaciones de las células insurgentes conocidas -dónde vivían y trabajaban sus miembros- fueron yuxtapuestas sobre mapas que mostraban las explosiones de coches-bomba e informes de actividades sospechosas.
Descubrieron que los coches-bomba que afligían a Bagdad eran probablemente montados dentro de un radio de 10 kilómetros de dónde era detonados. Ubicaron 12 ubicaciones sospechosas, que fueron allanadas por soldados iraquíes y norteamericanos. Como resultado, dicen oficiales militares americanos, el número de atentados con coches-bomba en la capital se redujo a la mitad entre mayo y junio.
Funcionarios norteamericanos e iraquíes han acusado a Siria, Arabia Saudí, Turquía y especialmente Irán de enviar una avalancha de agentes de inteligencia a Iraq, y de lanzar ofensivas clandestinas. Los iraquíes también dicen que están demasiado ocupados luchando contra la resistencia para hacer frente a esas campañas.
"Ahora mismo la mayoría de nuestras fuerzas están tratando de establecer la seguridad, mientras que no tenemos suficientes tropas", dijo Zebari, el ministro de Defensa, un canoso miliciano kurdo pershmerga que trabajó con los americanos como comandante de la provincia kurda de Dohuk durante la invasión de 2003. "Todavía tenemos carencias en cuanto a la inteligencia".
Sin embargo, a veces, los iraquíes pueden señalar con orgullo golpes de inteligencia. En un caso todavía secreto, un líder insurgente iraquí se ocultaba en un país vecino cuando recibió un mensaje, supuestamente de otro miliciano. Vuelve a la frontera de inmediato, decía, para ayudar a realizar una importante operación.
Pero cuando el ex operativo del aparato de seguridad de Hussein volvió a Bagdad, lo estaban esperando las autoridades iraquíes. El sospechoso fue detenido rápidamente y esta vez, dijo Rubaie, "lo hicimos protegiendo completamente nuestras fuentes".
Noam N. Levey en Baquba contribuyó a este reportaje.
19 de septiembre de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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