el lado malo del pop
[Blake Gopnik] En la Galería Corcoran, los comentarios de Andy Warhol sobre una sociedad agotada.
Algunas exposiciones en los museos colocan descargos de responsabilidad sobre el sexo. Otros advierten sobre la violencia en su arte. La impresionante exposición de Andy Warhol que se inaugura hoy en la Galería de Arte Corcoran debería comenzar con un gran letrero que dijera algo así como: "La siguiente exposición puede causar depresión o ansiedad a algunos visitantes -se recomienda discreción".
A pesar de sus colores de chicle y reluciente gráfica comercial de gran parte del arte de Warhol, su visión más amplia es profundamente sombría. Es ese austero apuntalamiento de la ostentación de Warhol lo que da a esta exposición su peso y profundidad.
La gente habla del arte de Warhol como irónico, o cínico, o quizás satírico -todo lo cual implica un cierto grado de humor, o al menos una distancia con respecto de las cosas de las que habla. Yo creo que su proyecto va mucho más allá de eso. Creo que hay una profunda y meditada desesperación. Tomado como un todo, el arte de Warhol parece retratar un mundo tan completamente agotado que ya no quedan esperanzas.
Warhol Legacy' [El Legado de Warhol] está compuesta de obras del Museo Andy Warhol de Pittsburgh, y nuevos empréstitos. Están representadas gran parte de sus series típicas. Están las primeras latas de sopa Campbell, junto con una pila de sus cajas de Brillo gigantes. Están sus renombradas serigrafías de Marilyn, Liz, Jackie y Warhol mismo. Una sala titulada Death and Disaster' muestra los recortes de Warhol de fotos de suicidios, accidentes de carretera, la silla eléctrica y latas de bonito llenas de botulismo. Otras salas se concentran en obras fascinantes -algunas de las mejores de Warhol- que no son tan bien conocidas por el público general: sus pequeñas y lúgubres instantáneas [Polaroids] de pistolas y cuchillos; sus imágenes abstractas' sacadas de las sombras, manchas de Rorschach y camuflaje; sus conmovedores Screen Tests' [Pruebas Cinematográficas], en los que un sujeto tras otro mira en la lente de una cámara de cine durante cuatro largos y desiguales minutos.
Y casi todas las más de 150 piezas de la exposición parecen señalar a una cultura del consumo que, de un modo u otro, se ha derrumbado.
Como señaló el historiador de arte Thomas Crow en un famoso artículo, el lado pop' del arte de Warhol, que se puede creer que es una celebración del consumismo americano, está más que balanceado por su lado trágico. Hay accidentes de coche y suicidios y ejecuciones, incluso un bonito letal, que sugiere que no todo estaba bien en la gran caja que es Estados Unidos.
Inclusive las imágenes más célebres de Warhol no son tanto celebraciones de los valores de Hollywood como constataciones de sus fracasos. Las primeras Marylines de Warhol fueron pintadas justo después de su crisis y suicidio. Las Liz Taylors fueron hechas después de su muy pública enfermedad y muchas aventuras escandalosas, y no la muestran exactamente en su mejor momento. Todas las fotografías de Jackie, de Warhol, que la convirtieron en la primera dama en sus estilosos días de gloria, cuando era el símbolo del optimismo y energía americanos, fueron pintadas después de que hubieran matado a su marido.
Pero el lado verdaderamente trágico de la imaginería de Warhol, hasta en sus peores momentos, es que a pesar de sus conmovedores temas, tiene muy poco poder para llegar a nosotros. Repetidas en innumerables series de todo color y tamaño las pinturas de Warhol son casi zambullidas aleatorias en un flujo de materiales e imágenes que flotan a nuestro lado todos los días. Incluso cuando sus fotografías tienen un valor de shock, es el tipo de shock que uno siente cuando mira fotos en un diario, el tipo de shock del que te olvidas una vez que sales del pabellón de shocks.
La imaginería apropiada de Warhol parece tan pesadamente pre-procesada por la industria de la cultura pop que la ha dejado con el toque de una sencilla de Kraft.
La cultura popular no se limita simplemente a consumir grandes noticias y fama; también devora enteros a sus iconos. El arte de Warhol documenta cómo se disolvieron y digirieron sus significaciones -con sus fotografías como resultado final.
Incluso cuando Warhol mismo ha tomado la fotografía en la que se basa un retrato en serigrafía, como en la implacable avalancha de encargos que recibió de personajes como Cheryl Tiegs y Debbie Harry, existe la fuerte sensación de que la modelo se ha convertido simplemente en un producto intercambiable más producido por los warholitas en la Factory. El valor de esos retratos, y quizás también de las modelos, depende del prestigio de marca que les otorga la característica técnica y color de Warhol. Lo más triste de todo es imaginar que esas modelos pagaron algo así como 35.000 dólares cada una para convertirse en una parte de la línea de producción de otro. Por el mismo dinero te habrías convertido en una cajita de Pez.
No está claro que los modelos casi intercambiables de Warhol deban tener más significado -para él, para nosotros, incluso para ellos mismos- que los diferentes tipos de zapatos que dibujó en su carrera previa como artista comercial.
En el arte de Warhol, quiero decir, la cultura popular no se queda corta sólo cuando se ve que fracasa -en sus suicidios y accidentes y asesinatos. También fracasa cuando tiene éxito. Como han sugerido multitud de estudios, la premisa fundamental del consumismo -que la felicidad se acompaña de riqueza y propiedad- es un fracaso desde el principio. Las inquietamente vacías mercaderías descritas en el arte de Warhol, y producidas por este, se pueden interpretar como ilustraciones de ese fracaso.
En esta exposición hay solo raros momentos en que no estamos frente a frente a las omnipresentes fauces del consumismo. En la única sala con fotografías (casi) abstractas, vemos a Warhol buscando una imaginería tan intranscendente, tan indiferente con lo que dice, que puede resistir la atracción de fuerzas externas.
Las imágenes casi indescifrables de sombras aleatorias proyectadas sobre una pared parecen tan banales e incidentales que logran flotar libres de cualquier uso que el mundo exterior pudiera darles.
Lo mismo se puede decir de una serie de "abstracciones" en que Warhol basó sus motivos de camuflaje normales. Después de todo, la falta de determinación es de lo que va el camuflaje: Su objetivo explícito es seguir sin ser visto ni visible, evitar cristalizarse en algún tipo de imagen con significado, incluso reconocible. Las pinturas de camuflaje de Warhol son iconos de la falta de significado.
Las pinturas de Warhol que imitan las manchas de Rorschach tienen la misma fuerza. Están construidas en torno a motivos que están absolutamente desprovistos de significación hasta que alguien los lee.
Esto hace de ellas exactamente el opuesto de las imágenes de famosos de Warhol, que han sido atiborradas de significados -aunque sólo del tipo más superficial- mucho antes de que el artista los obtuviera.
Pero es en esos cuatro minutos de Screen Tests', que están al final de la exposición en la Corcoran, que se siente que han escapado del pre-empaquetamiento y pre-procesamiento de la cultura popular. Sus modelos, famosos o no, parecen poseer algún tipo de poder y autenticidad que no depende de los roles que han tomado en el mundo exterior. Esos cortos son tan francos en su técnica directa de apuntar y rodar, sus contenidos son tan deliberadamente desprovistos de estilo y fantasía, que parecen que dejan que los modelos, por unos minutos al menos, se retiren de la cultura del consumismo, el espectáculo y la presentación de sí mismo. Los Screen Tests' son algo aburridos, y sus modelos se ven aburridos. Pero existe la sensación de que el retiro en el tedio puede proporcionar un refugio a la participación en un bullente mundo social que engulle tu individualidad.
Es un pálido reflejo de la vida, y no estoy seguro de que me convenza. Si hay placer en las cosas -y los que amamos el arte mejor pensamos que lo hay-, es difícil hacerlo sin consumir algo, y la cultura que conlleva. Sin embargo, una visión de Warhol como un asceta radical hace más sentido, en esta exposición, que una que lo presente como el afortunado y bienaventurado demente de la cultura de masas.
Asegúrate de tomar tu Prozac antes de visitar la exposición.
El Legado de Warhol: Selecciones del Museo Andy Warhol hasta el 20 de febrero de 2006 en la Corcoran Gallery of Art, 500 17th St. NW. Llame al 202-639-1700 o visite http://www.corcoran.org/
24 de septiembre de 2005
©washington post
©traducción mQh
A pesar de sus colores de chicle y reluciente gráfica comercial de gran parte del arte de Warhol, su visión más amplia es profundamente sombría. Es ese austero apuntalamiento de la ostentación de Warhol lo que da a esta exposición su peso y profundidad.
La gente habla del arte de Warhol como irónico, o cínico, o quizás satírico -todo lo cual implica un cierto grado de humor, o al menos una distancia con respecto de las cosas de las que habla. Yo creo que su proyecto va mucho más allá de eso. Creo que hay una profunda y meditada desesperación. Tomado como un todo, el arte de Warhol parece retratar un mundo tan completamente agotado que ya no quedan esperanzas.
Warhol Legacy' [El Legado de Warhol] está compuesta de obras del Museo Andy Warhol de Pittsburgh, y nuevos empréstitos. Están representadas gran parte de sus series típicas. Están las primeras latas de sopa Campbell, junto con una pila de sus cajas de Brillo gigantes. Están sus renombradas serigrafías de Marilyn, Liz, Jackie y Warhol mismo. Una sala titulada Death and Disaster' muestra los recortes de Warhol de fotos de suicidios, accidentes de carretera, la silla eléctrica y latas de bonito llenas de botulismo. Otras salas se concentran en obras fascinantes -algunas de las mejores de Warhol- que no son tan bien conocidas por el público general: sus pequeñas y lúgubres instantáneas [Polaroids] de pistolas y cuchillos; sus imágenes abstractas' sacadas de las sombras, manchas de Rorschach y camuflaje; sus conmovedores Screen Tests' [Pruebas Cinematográficas], en los que un sujeto tras otro mira en la lente de una cámara de cine durante cuatro largos y desiguales minutos.
Y casi todas las más de 150 piezas de la exposición parecen señalar a una cultura del consumo que, de un modo u otro, se ha derrumbado.
Como señaló el historiador de arte Thomas Crow en un famoso artículo, el lado pop' del arte de Warhol, que se puede creer que es una celebración del consumismo americano, está más que balanceado por su lado trágico. Hay accidentes de coche y suicidios y ejecuciones, incluso un bonito letal, que sugiere que no todo estaba bien en la gran caja que es Estados Unidos.
Inclusive las imágenes más célebres de Warhol no son tanto celebraciones de los valores de Hollywood como constataciones de sus fracasos. Las primeras Marylines de Warhol fueron pintadas justo después de su crisis y suicidio. Las Liz Taylors fueron hechas después de su muy pública enfermedad y muchas aventuras escandalosas, y no la muestran exactamente en su mejor momento. Todas las fotografías de Jackie, de Warhol, que la convirtieron en la primera dama en sus estilosos días de gloria, cuando era el símbolo del optimismo y energía americanos, fueron pintadas después de que hubieran matado a su marido.
Pero el lado verdaderamente trágico de la imaginería de Warhol, hasta en sus peores momentos, es que a pesar de sus conmovedores temas, tiene muy poco poder para llegar a nosotros. Repetidas en innumerables series de todo color y tamaño las pinturas de Warhol son casi zambullidas aleatorias en un flujo de materiales e imágenes que flotan a nuestro lado todos los días. Incluso cuando sus fotografías tienen un valor de shock, es el tipo de shock que uno siente cuando mira fotos en un diario, el tipo de shock del que te olvidas una vez que sales del pabellón de shocks.
La imaginería apropiada de Warhol parece tan pesadamente pre-procesada por la industria de la cultura pop que la ha dejado con el toque de una sencilla de Kraft.
La cultura popular no se limita simplemente a consumir grandes noticias y fama; también devora enteros a sus iconos. El arte de Warhol documenta cómo se disolvieron y digirieron sus significaciones -con sus fotografías como resultado final.
Incluso cuando Warhol mismo ha tomado la fotografía en la que se basa un retrato en serigrafía, como en la implacable avalancha de encargos que recibió de personajes como Cheryl Tiegs y Debbie Harry, existe la fuerte sensación de que la modelo se ha convertido simplemente en un producto intercambiable más producido por los warholitas en la Factory. El valor de esos retratos, y quizás también de las modelos, depende del prestigio de marca que les otorga la característica técnica y color de Warhol. Lo más triste de todo es imaginar que esas modelos pagaron algo así como 35.000 dólares cada una para convertirse en una parte de la línea de producción de otro. Por el mismo dinero te habrías convertido en una cajita de Pez.
No está claro que los modelos casi intercambiables de Warhol deban tener más significado -para él, para nosotros, incluso para ellos mismos- que los diferentes tipos de zapatos que dibujó en su carrera previa como artista comercial.
En el arte de Warhol, quiero decir, la cultura popular no se queda corta sólo cuando se ve que fracasa -en sus suicidios y accidentes y asesinatos. También fracasa cuando tiene éxito. Como han sugerido multitud de estudios, la premisa fundamental del consumismo -que la felicidad se acompaña de riqueza y propiedad- es un fracaso desde el principio. Las inquietamente vacías mercaderías descritas en el arte de Warhol, y producidas por este, se pueden interpretar como ilustraciones de ese fracaso.
En esta exposición hay solo raros momentos en que no estamos frente a frente a las omnipresentes fauces del consumismo. En la única sala con fotografías (casi) abstractas, vemos a Warhol buscando una imaginería tan intranscendente, tan indiferente con lo que dice, que puede resistir la atracción de fuerzas externas.
Las imágenes casi indescifrables de sombras aleatorias proyectadas sobre una pared parecen tan banales e incidentales que logran flotar libres de cualquier uso que el mundo exterior pudiera darles.
Lo mismo se puede decir de una serie de "abstracciones" en que Warhol basó sus motivos de camuflaje normales. Después de todo, la falta de determinación es de lo que va el camuflaje: Su objetivo explícito es seguir sin ser visto ni visible, evitar cristalizarse en algún tipo de imagen con significado, incluso reconocible. Las pinturas de camuflaje de Warhol son iconos de la falta de significado.
Las pinturas de Warhol que imitan las manchas de Rorschach tienen la misma fuerza. Están construidas en torno a motivos que están absolutamente desprovistos de significación hasta que alguien los lee.
Esto hace de ellas exactamente el opuesto de las imágenes de famosos de Warhol, que han sido atiborradas de significados -aunque sólo del tipo más superficial- mucho antes de que el artista los obtuviera.
Pero es en esos cuatro minutos de Screen Tests', que están al final de la exposición en la Corcoran, que se siente que han escapado del pre-empaquetamiento y pre-procesamiento de la cultura popular. Sus modelos, famosos o no, parecen poseer algún tipo de poder y autenticidad que no depende de los roles que han tomado en el mundo exterior. Esos cortos son tan francos en su técnica directa de apuntar y rodar, sus contenidos son tan deliberadamente desprovistos de estilo y fantasía, que parecen que dejan que los modelos, por unos minutos al menos, se retiren de la cultura del consumismo, el espectáculo y la presentación de sí mismo. Los Screen Tests' son algo aburridos, y sus modelos se ven aburridos. Pero existe la sensación de que el retiro en el tedio puede proporcionar un refugio a la participación en un bullente mundo social que engulle tu individualidad.
Es un pálido reflejo de la vida, y no estoy seguro de que me convenza. Si hay placer en las cosas -y los que amamos el arte mejor pensamos que lo hay-, es difícil hacerlo sin consumir algo, y la cultura que conlleva. Sin embargo, una visión de Warhol como un asceta radical hace más sentido, en esta exposición, que una que lo presente como el afortunado y bienaventurado demente de la cultura de masas.
Asegúrate de tomar tu Prozac antes de visitar la exposición.
El Legado de Warhol: Selecciones del Museo Andy Warhol hasta el 20 de febrero de 2006 en la Corcoran Gallery of Art, 500 17th St. NW. Llame al 202-639-1700 o visite http://www.corcoran.org/
24 de septiembre de 2005
©washington post
©traducción mQh
1 comentario
Pajara Pinta -
Aqui en NY empieza otra expo *no recuerdo donde* de el. en 2007 es el 20 aniversario de su muerte asi que creo que empiezan desde ahora las exhibiciones de el por ese motivo...
Por cierto sus precios se estan llendo al cielo! Asi que ahora su arte se ha vuelto producto de consumo a una escala impresionante
*dato cultural consumista*