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sexo para super casados


[Robin Abcarian] Pequeña y acogedora sex shop en Venecia, California.
A esta parte de la ciudad no la llamarían nunca chic. Pero el Boulevard de Mar Vista de Venice tiene todo lo necesario: sexo, muerte, comida y unos fantásticos vaqueros. El terreno entre el boulevard Gran Vista y el Lincoln pertenece a la clásica imagen comercial de Los Angeles: monótona y fascinante, donde sus optimistas estallidos de energía empresarial alternan con sus empresas decrépitas y agonizantes. En coche todo pasa como un borrón. A pie, vive.
Una nueva boutique llamada Anonymous aposta sus maniquíes como soldados a cada lado de la acera todos los días, obligando a los transeúntes a mirar su mercadería. Gallegos Mexican Deli, una respatable tienda familiar de comidas para llevar, se mudó aquí desde Santa Mónica hace unos años. (La pérdida de Santa Mónica es el pan de Mar Vista. Eso nunca ocurre). Una manzana más lejos un brillante ataúd rosado llama a los clientes al California Casket Co.
También está Freddy and Eddy, apretujada entre Coiffures de Paree y Global Coach, un parque de coches usados. Freddy and Eddy es una pequeña y misteriosa tienda que es fácil pasar desapercibida. Pero es a propósito.
Su fachada de ladrillos tiene dos puertas principales y dos escaparates. Las ventanas tienen siempre las cortinas corridas, y las puertas están siempre cerradas. ‘Freddy and Eddy', dice un letrero colgando del tejado. "Donde vienen las parejas". Esta sintaxis hace surgir sospechas de inmediato. Freddy y Eddy adornan el letrero, dibujados en el letrero con porcinos nasones. Freddy, el hombre, ríe. Eddy, la mujer, tiene una expresión perpleja. Planeando sobre ellos hay una gigante valla publicitaria del nuevo espectáculo de Martha Stewart, ‘Martha Unsifted'. De algún modo, la imagen de que la mala, mala diva americana de la domesticidad planee como una dominatrix sobre Freddy y Eddy es simplemente deliciosa. Eso es porque Freddy and Eddy es una sex shop. Para parejas. Los dueños, Ian Denchasy (Freddy) y su esposa, Alicia (Eddy), se han puesto como misión mejorar los matrimonios americanos. Han estado juntos durante 17 años, explican, y quieren que tu matrimonio sean tan satisfactorio como el de ellos: ‘Quiero decir, mírala", dijo Ian, cogiendo a Alicia y sentándola en su regazo. "¡Está fantástica!"
A excepción de sus bulliciosas libidos, los Denchasys son como toda familia trabajadora con un niño de seis. "Somos muy apocados", dijo Ian. "No tengo ni tatuajes ni piercings".
La familia vive detrás de una valla de estacas blancas en una frondosa y tranquila calle cerca de su tienda. A Ian y Alicia les encanta cocinar, les encanta entretener. Y les encanta... bueno, manifestar la misma pasión que sintieron cuando se conocieron. De hecho, el miedo a perder esa pasión es cómo empezó su negocio, cómo los Denchasys terminaron abandonando sus cómodos trabajos como instructor de ordenadores en una escuela básica local (él) y como asistente legal en un bufete de abogados local (ella) y se convirtieron en proponente del sexo desenfrenado para los muy casados.
A principios de año abrieron su pequeña tienda erótica a la vuelta de la esquina.
Al principio, las mujeres mayores que eran clientes de Coiffures de Paree al lado estaban escandalizadas, dijo Danny Hernández, que ha gestionado el salón de belleza con su hermana durante más de 50 años. "No podían creerlo", dijo Hernández. "Y yo estaba sorprendida de lo bien que marchaba su negocio. Pero les dije: ‘Así son las cosas hoy. Es la época".
También los Denchasys estaban sorprendidos. Este inesperado giro de sus vidas tiene su origen en una cita que ocurrió hace cuatro años y medio, cuando Kealii, su hijo, estaba aprendiendo a caminar. Alicia estaba en su trabajo; Ian estaba en casa con un cuarteto de mamás y sus críos. "A veces las mujeres se ponen tontorronas cuando tienen una audiencia masculina", dijo Ian, "y empezaron a hacerme preguntas sobre sexo".
Cualquier padre puede contar cómo se desarrolló la conversación: Ian estaba desolado porque su vida sexual después del bebé había decaído. Las mamás pensaban que él se veía bastante activo (al menos en comparación con ellas) y lo que es más, ellas también estaban demasiado cansadas como para cualquier intimidad física de todos modos.
La conversación marcó profundamente a Ian. Él no estaba simplemente preocupado de que su esposa estuviera compartiendo la actitud displicente de las otras mamás hacia el sexo; él estaba, como dijo, "completamente traumatizado". Se preguntaba si acaso Alicia sentía lo mismo que esas mamás.
En una palabra, sí. "Yo estaba abrumada con nuestro primer hijo y asegurándome de que todo saliera perfecto", dijo Alicia. "Nuestra relación fue aplazada".
Ian se zambulló en el mundo de las revistas de mujeres. Las revistas aconsejaban paciencia; la suya se estaba agotando. "Sinceramente, esto suena terrible", dijo Ian, "pero yo me preguntaba: ¿Así va a ser lo que queda de nuestro matrimonio?"
Alicia estaba conmocionada. "Yo pensé: ‘Ah, claro, por supuesto. Lo lamento. Vamos a hacer algo'".
Ian propuso que empezaran un sitio en internet sobre temas sexuales para divertirse. Lo llamarían Freddy and Eddy (sus personajes favoritos de la película ‘Frenos Rotos, Coches Locos' [Used Cars]). Reseñarían videos y tratarían productos destinados a mejorar sus vidas sexuales, y sólo sería para ellos.
"Y entonces", dijo Ian, "la gente empezó a visitar el sitio y nos enviaban e-mails, y yo diría: ‘¿Quién eres tú?' y ellos me dirían: ‘Estamos en el mismo bote. Nos gustó tu reseña. ¿Podemos recibir una copia?'"
Así nació el negocio. Los Denchasys ganan ahora más dinero que cuando recibían un salario, ofreciendo juguetes sexuales y reseñas de productos a una audiencia sedienta. Pasan seis horas al día en su tienda, rellenando pedidos de internet, que sólo vende productos que han sido reseñados en un lenguaje popular, pero directo.
Los fines de semana reciben hasta cinco parejas al día en citas personales.
La tienda, diseñada para no llamar la atención, tiene cuatro habitaciones, incluyendo un cómodo recibidor con sofás, un televisor y montones de libros sobre sexualidad. "Colocamos una tele porque a nuestros hijos les encanta Cartoon Network", dijo Ian.
A un lado un "cuarto de juguetes' con todos los artículos imaginables, muchos de ellos "seguros como lavavajillas". Hay unas barras para hacer striptease, que se pliegan para ser guardadas. Otro cuarto tiene una cama con algunos artefactos kinkis. Todo está en exhibición, y no al uso. "Las puertas están cerradas", dijo Alicia, "así que si no te sientes bien mirando esas cosas, no tienes por qué hacerlo".
Ahora, parece, está llegando el momento de gloria de la pareja. El 6 de octubre comenzarán una columna publicitaria, ‘Behind Our White Picket Fence' [Detrás de Nuestra Valla Blanca], en el semanario L.A. Weekly, de Los Angeles, en la rúbrica ‘Best of Los Angeles'. Servirá como la página de introducción a la publicación de una sección de anuncios sobre temas adultos, dijo Paul Sánchez, auditor de L.A. Weekly, que reclutó a la pareja. "Queremos desmitificar algo que se ha convertido en una gran industria en California", dijo Sánchez. "Hay montones de personas que compran y usan estos productos y no saben bien cómo hacerlo. Estos artículos no son comprados solamente por gigantes calvos llenos de tatuajes, piercings y corsés. No es algo escabroso".
El programa ‘Sex Files' del Discovery Channel de Canadá ha filmado un segmento sobre la satisfacción sexual donde participan los Denchasys. El programa de televisión ‘Blind Date' ha filmado varios de los encuentros de parejas en la tienda.
Y quizás la prueba más concluyente de que los Denchasys han llegado, es que hace poco rechazaron aparecer en un programa de un canal porque, dijo Ian, estaban cansados de ser presentados como "los pervertidos del barrio".
Pervertidos nunca. Del barrio, sí.

2 de octubre de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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