la guerra en los barrios
[Louise Roug] Ataques sunníes contra chiíes profundizan la división entre los grupos.
Bagdad, Iraq. Los comerciantes estaban silenciosos, las tiendas cerradas. El mercado de Jamiyat Shurta estaba envuelto en silencio. Antes en la mañana, tres panaderos habían sido asesinados, matados silenciosamente cuando preparaban el khubz, un popular pan similar al panqueque.
Pocas horas después, dos pistoleros se abalanzaron sobre un pescadero en otro mercado cercano, y lo acribillaron a balazos antes de desaparecer en la muchedumbre.
A la vuelta de la esquina, unos asaltantes mataron a balazos a un vendedor de bicicletas y a un docente universitario en ataques separados antes esta semana.
Todas las víctimas eran chiíes que vivían o trabajaban en el barrio Dora de Bagdad. En las calles de la capital, los carteles proclaman: "La constitución: Unidad y esperanza".
Pero mientras los iraquíes se preparan para votar sobre la nueva constitución el 15 de octubre, la esperanza y la unidad no están en ninguna parte, y los pistoleros están redefiniendo con sangre el mapa de esta milenaria ciudad.
Una aparente campaña de asesinatos sectarios está ahondando la división entre la mayoría chií del país y la minoría árabe sunní.
Una ola de atentados con bomba en los últimos dos días terminó con la vida de al menos 111 personas en áreas predominantemente chiíes. El viernes un coche-bomba explotó cerca de un mercado abierto en Hillah, al sur de Bagdad, matando al menos a 8 personas e hiriendo a 41, dijo la policía.
En Balad, donde tres atentados coordinados atacaron a comerciantes y clientes el jueves noche, los doctores trabajaron sin parar para salvar a los heridos, que rondaban en los cientos; el viernes, el número de muertes de esos ataques había llegado a 103. La ciudad fue atacada porque es predominantemente chií, dicen muchos vecinos.
Pero también los árabes sunníes se quejan de abusos, incluyendo torturas y asesinatos, diciendo que fuerzas de seguridad iraquíes o impostores frecuentemente secuestran y asesinan a sunníes. En los últimos meses, han aparecido cadáveres en el río Tigris, en un vertedero, y, esta semana, cerca de un parque ferroviario.
El viernes, en la mezquita Umm Qura de la capital, el jeque Ahmed Abdel Ghafour llamó a los sunníes a defenderse a sí mismos de tropas iraquíes sospechosas. "Es mejor que los iraquíes mueran en este templo que torturados, matados y arrojados a las calles", dijo.
En Bagdad, como en el resto del país, las divisiones confesionales se están profundizando y los vecinos están siendo obligados a abandonar sus vecindarios.
El lunes, los insurgentes sacaron a cinco maestros chiíes y su chófer de una escuela en el pueblo de Muelha, a 50 kilómetros al sur de Bagdad, y los mataron a balazos.
El jueves noche, hombres en uniformes de policías llegaron a buscar a siete sunníes en el barrio de Hurriya. La policía descubrió sus cuerpos al día siguiente, arrojados cerca de una vía férrea en Shula, una comuna al noroeste de Bagdad. A los hombres les habían vendado los ojos, esposado y ejecutados.
En Dora, que se extiende sobre 80 kilómetros cuadrados en el borde sur de la capital, una campaña sistemática de intimidación ha cambiado el tejido de este barrio antes diverso, dicen las autoridades.
Jasim Hasan, 63, herrero, dijo que tres tenderos chiíes de su calle en Dora habían empacado y marchado. "Hay dos o tres asesinatos a la semana", dijo Hasan, que ha observado el constante estruendo de los camiones trasladando muebles fuera del barrio.
Las chimeneas gemelas de la planta refinadora arroja una sombra sobre el barrio de clase media, adonde llegó a trabajar una enorme comunidad de cristianos asirios cuando los británicos construyeron la planta en los años cuarenta. En estas calles, los árboles genealógicos se entrelazaban, y cristianos, sunníes y chiíes vivían, y rezaban, juntos.
Pero el año pasado las cosas empezaron a cambiar.
Primero huyeron los cristianos, cuando sus iglesias fueron destruidas por los rebeldes.
Ahora están huyendo los chiíes, abandonando sus casas y negocios. Al menos 150 familias han dejado el barrio; los escaparates son desmontados, los postigos cerrados donde ante había animados mercados. Los camiones de mudanza pasan frente a letreros que proclaman el éxodo en letras garabateadas apresuradamente: "Se Alquila".La huida de los chiíes ha fulminado a la zona. "Con mi trabajo de este mes no podré pagar el alquiler", dijo Hassan, el herrero.
El capitán de policía Sari Dulaimi, que está a cargo de la seguridad en el vecindario, dijo: "El ataque contra la panadería es otro ejemplo del tipo de violencia que tenemos en el área". Hace poco, dijo, mataron a 10 peluqueros, "y todo sigue igual".
Con poco dinero del gobierno, para cubrir Dora hay sólo una comisaría de policía completamente operacional.
La otra comisaría de la zona ha sido "atacada tantas veces que casi no funciona", dijo Dulaimi. "Rara vez patrullamos en Dora".
Las tropas americanas asignadas al área también han sufrido violentos ataques. Desde el 15 de septiembre, han muerto al menos 7 soldados americanos.
Cuando las fuerzas de seguridad americanas y iraquíes empezaron a allanar en otros barrios de Bagdad este año, los insurgentes simplemente se mudaron a Dora, dijo la policía.
"En esos lugares vivía una buena cantidad de partidarios de Saddam y una vez que los rebeldes..., se unieron a ellos, en Dora empezamos a ver esos incidentes", dijo el capitán de policía Khudayir Mohammed.
Lo que hace atractivo al barrio a ojos de los insurgentes, dice la policía, es su tamaño, su proximidad al centro de Bagdad, una red de caminos secundarios que conducen al llamado Triángulo Sunní y una abundancia de granjas que pueden ser usadas como escondites de los insurgentes.
Las familias están huyendo, dijo, "escapando de la zona de guerra en que se ha convertido Dora".
Como consecuencia, los precios de las casas se han caído en picado.
"Nosotros, los corredores, tenemos muchas más casas a la venta o alquiler que lo normal", dijo Naji Salam, 55, una agente inmobiliaria de Dora, que compraba el pan en la panadería atacada el jueves, que también piensa mudarse.
La corredora de propiedades Rasool Alazawi dijo que tenía más de 20 casas a la venta y más de 30 en alquiler, "pero no hay nadie que quiera comprar o alquilar".
Las casas que antes se vendían por más de 130.000 dólares, se están vendiendo a la mitad de ese precio, dijo. Son los barrios más ricos los que están siendo abandonados.
En un área residencial cerca del mercado, un taxista desviaba combustible de su coche para alimentar su pequeño generador. Los tenderos que habían mantenido retratos de clérigos chiíes en sus vitrinas han sido asesinados, dijo el taxista, que se negó a dar su nombre o afiliación religiosa porque dijo que tenía miedo de las represalias.
"Muchos residentes de Dora han decidido mudarse", dijo, agregando que algunos se han marchado a zonas más seguras de Bagdad. Otros, sin embargo, han tomado medidas más drásticas. "Nuestro vecinos, que vivían detrás de nuestra casa, se han marchado de Iraq".
1 de octubre de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Pocas horas después, dos pistoleros se abalanzaron sobre un pescadero en otro mercado cercano, y lo acribillaron a balazos antes de desaparecer en la muchedumbre.
A la vuelta de la esquina, unos asaltantes mataron a balazos a un vendedor de bicicletas y a un docente universitario en ataques separados antes esta semana.
Todas las víctimas eran chiíes que vivían o trabajaban en el barrio Dora de Bagdad. En las calles de la capital, los carteles proclaman: "La constitución: Unidad y esperanza".
Pero mientras los iraquíes se preparan para votar sobre la nueva constitución el 15 de octubre, la esperanza y la unidad no están en ninguna parte, y los pistoleros están redefiniendo con sangre el mapa de esta milenaria ciudad.
Una aparente campaña de asesinatos sectarios está ahondando la división entre la mayoría chií del país y la minoría árabe sunní.
Una ola de atentados con bomba en los últimos dos días terminó con la vida de al menos 111 personas en áreas predominantemente chiíes. El viernes un coche-bomba explotó cerca de un mercado abierto en Hillah, al sur de Bagdad, matando al menos a 8 personas e hiriendo a 41, dijo la policía.
En Balad, donde tres atentados coordinados atacaron a comerciantes y clientes el jueves noche, los doctores trabajaron sin parar para salvar a los heridos, que rondaban en los cientos; el viernes, el número de muertes de esos ataques había llegado a 103. La ciudad fue atacada porque es predominantemente chií, dicen muchos vecinos.
Pero también los árabes sunníes se quejan de abusos, incluyendo torturas y asesinatos, diciendo que fuerzas de seguridad iraquíes o impostores frecuentemente secuestran y asesinan a sunníes. En los últimos meses, han aparecido cadáveres en el río Tigris, en un vertedero, y, esta semana, cerca de un parque ferroviario.
El viernes, en la mezquita Umm Qura de la capital, el jeque Ahmed Abdel Ghafour llamó a los sunníes a defenderse a sí mismos de tropas iraquíes sospechosas. "Es mejor que los iraquíes mueran en este templo que torturados, matados y arrojados a las calles", dijo.
En Bagdad, como en el resto del país, las divisiones confesionales se están profundizando y los vecinos están siendo obligados a abandonar sus vecindarios.
El lunes, los insurgentes sacaron a cinco maestros chiíes y su chófer de una escuela en el pueblo de Muelha, a 50 kilómetros al sur de Bagdad, y los mataron a balazos.
El jueves noche, hombres en uniformes de policías llegaron a buscar a siete sunníes en el barrio de Hurriya. La policía descubrió sus cuerpos al día siguiente, arrojados cerca de una vía férrea en Shula, una comuna al noroeste de Bagdad. A los hombres les habían vendado los ojos, esposado y ejecutados.
En Dora, que se extiende sobre 80 kilómetros cuadrados en el borde sur de la capital, una campaña sistemática de intimidación ha cambiado el tejido de este barrio antes diverso, dicen las autoridades.
Jasim Hasan, 63, herrero, dijo que tres tenderos chiíes de su calle en Dora habían empacado y marchado. "Hay dos o tres asesinatos a la semana", dijo Hasan, que ha observado el constante estruendo de los camiones trasladando muebles fuera del barrio.
Las chimeneas gemelas de la planta refinadora arroja una sombra sobre el barrio de clase media, adonde llegó a trabajar una enorme comunidad de cristianos asirios cuando los británicos construyeron la planta en los años cuarenta. En estas calles, los árboles genealógicos se entrelazaban, y cristianos, sunníes y chiíes vivían, y rezaban, juntos.
Pero el año pasado las cosas empezaron a cambiar.
Primero huyeron los cristianos, cuando sus iglesias fueron destruidas por los rebeldes.
Ahora están huyendo los chiíes, abandonando sus casas y negocios. Al menos 150 familias han dejado el barrio; los escaparates son desmontados, los postigos cerrados donde ante había animados mercados. Los camiones de mudanza pasan frente a letreros que proclaman el éxodo en letras garabateadas apresuradamente: "Se Alquila".La huida de los chiíes ha fulminado a la zona. "Con mi trabajo de este mes no podré pagar el alquiler", dijo Hassan, el herrero.
El capitán de policía Sari Dulaimi, que está a cargo de la seguridad en el vecindario, dijo: "El ataque contra la panadería es otro ejemplo del tipo de violencia que tenemos en el área". Hace poco, dijo, mataron a 10 peluqueros, "y todo sigue igual".
Con poco dinero del gobierno, para cubrir Dora hay sólo una comisaría de policía completamente operacional.
La otra comisaría de la zona ha sido "atacada tantas veces que casi no funciona", dijo Dulaimi. "Rara vez patrullamos en Dora".
Las tropas americanas asignadas al área también han sufrido violentos ataques. Desde el 15 de septiembre, han muerto al menos 7 soldados americanos.
Cuando las fuerzas de seguridad americanas y iraquíes empezaron a allanar en otros barrios de Bagdad este año, los insurgentes simplemente se mudaron a Dora, dijo la policía.
"En esos lugares vivía una buena cantidad de partidarios de Saddam y una vez que los rebeldes..., se unieron a ellos, en Dora empezamos a ver esos incidentes", dijo el capitán de policía Khudayir Mohammed.
Lo que hace atractivo al barrio a ojos de los insurgentes, dice la policía, es su tamaño, su proximidad al centro de Bagdad, una red de caminos secundarios que conducen al llamado Triángulo Sunní y una abundancia de granjas que pueden ser usadas como escondites de los insurgentes.
Las familias están huyendo, dijo, "escapando de la zona de guerra en que se ha convertido Dora".
Como consecuencia, los precios de las casas se han caído en picado.
"Nosotros, los corredores, tenemos muchas más casas a la venta o alquiler que lo normal", dijo Naji Salam, 55, una agente inmobiliaria de Dora, que compraba el pan en la panadería atacada el jueves, que también piensa mudarse.
La corredora de propiedades Rasool Alazawi dijo que tenía más de 20 casas a la venta y más de 30 en alquiler, "pero no hay nadie que quiera comprar o alquilar".
Las casas que antes se vendían por más de 130.000 dólares, se están vendiendo a la mitad de ese precio, dijo. Son los barrios más ricos los que están siendo abandonados.
En un área residencial cerca del mercado, un taxista desviaba combustible de su coche para alimentar su pequeño generador. Los tenderos que habían mantenido retratos de clérigos chiíes en sus vitrinas han sido asesinados, dijo el taxista, que se negó a dar su nombre o afiliación religiosa porque dijo que tenía miedo de las represalias.
"Muchos residentes de Dora han decidido mudarse", dijo, agregando que algunos se han marchado a zonas más seguras de Bagdad. Otros, sin embargo, han tomado medidas más drásticas. "Nuestro vecinos, que vivían detrás de nuestra casa, se han marchado de Iraq".
1 de octubre de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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