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sentencias creativas


[Vincent J. Schodolski] El juez podrá optar por humillarte.
Los Angeles, Estados Unidos. Hay una canción en la liviana ópera de Gilbert y Sullivan, ‘El Mikado’, en la que el personaje del título revela que uno de sus objetivos es "hacer que el castigo se ajuste al crimen". Parece que varios jueces del país comparten ese objetivo.
En varias jurisdicciones y por varios delitos, los jueces han determinado que algunos individuos pasen la noche en el bosque, actúen como guardias de escolares para cruzar la calle, pararse en calles transitadas con letreros colgando del cuello proclamando sus delitos e incluso mirar la película sobre neo-nazis violentos, ‘American History X’.
Algunos de los jueces involucrados dicen que han dictado esas sentencias para hacer que los delincuentes comprendan mejor el daño que han causado o que pudieron haber causado.
Este mes, una mujer de Arkansas que chocó contra un bus escolar detenido y causó la muerte de un niño fue condenada a pasar un día al año en la cárcel los próximos diez años, y la fecha debe coincidir con la fecha en que murió el niño.
"La única razón para la aplicación continuada de estas sentencias es que estamos teniendo éxito", dijo Michael Cicconetti, juez de Painesville, Ohio, que ha dictado un montón de sentencias semejantes. "A esa gente no la volvemos a ver. Para alguna gente la cárcel no significa nada. Para ellos es tres comidas calientes y un catre".
Hace poco Cicconetti trató el caso de un hombre que fue condenado por pedir dinero en la calle para veteranos inválidos pero se guardaba el dinero.
Cicconetti dijo que le había costado determinar quién era la víctima de este delito y que decidió que eran los veteranos que no recibían el dinero. Así que sentenció al hombre a visitar a los veteranos en sus casas de reposo, llevándoles cosas para comer y pasar el tiempo con ellos.
"Le llevarán los agentes de libertad vigilada", dijo Cicconetti. "Yo compraré caramelos de mis propios bolsillos".
James Cohen, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Fordham, dijo que la sentencia de dictar sentencia "vergonzantes" existe desde hace unos quince años, pero agregó que ese tipo de castigos son tradicionales en Estados Unidos.
"Hay una larga, larga historia de sentencias que avergüenzan a la gente", dijo Cohen, observando la práctica colonial de colocar a la gente cepos en la plaza de los pueblos.
Dijo que esos castigos pueden haberse convertido en más corrientes porque hay menos interés en los programas de rehabilitación de delincuentes.

Se Espera Que Cambien Sus Vidas
Pero algunos dicen que no es simplemente un intento de castigar o avergonzar al delincuente, sino una experiencia educativa que puede cambiar sus vidas.
Tom Jacobs, un fiscal de Arizona jubilado, dijo que había dictado sentencias similares cuando era juez en un tribunal familiar.
"Hay espacio para sentencias creativas si sirve los propósitos de la rehabilitación o de educación de la opinión pública", dijo Jacobs.
Jacobs observó que un juez de Charlotte sentenció a un delincuente juvenil que había formado parte de un grupo que causó daños a su escuela por un valor de 60 mil dólares, a portar un letrero colgando del cuello que decía: "Soy una delincuente juvenil". También tuvo que ayudar a pagar los daños.
Jacobs dijo que había obligado a varios delincuentes juveniles que habían cometido crímenes violentos a mirar la película de 1988 ‘American History X’ y a escribir un informe sobre la película.
La película gira sobre un neo-nazi que sale de la prisión después de cumplir una condena por asesinato. Decide renunciar a su pasado de violencia y trata de impedir que su hermano menor caiga en las garras del racismo y la violencia.
No todos aprueban este tipo de sentencias.
"No las apruebo necesariamente", dijo Gino Di Vito, un juez de la corte de apelaciones de Illinois jubilado y autor de la guía anual de sentencias del estado. "No creo que con eso cambies el carácter de la gente".
Dijo que los tribunales tendían a evitar las sentencias humillantes.

Visiones Opuestas Sobre la Humillación
"Una cosa es imponer la libertad condicional y como condición hacer que una persona haga algo educativo", dijo. "Ese tipo de sentencias no es inherentemente humillante".
Pero el objetivo de algunas sentencias de los jueces es precisamente causar vergüenza.
En 2003, Cicconetti ordenó a dos chicos de 19 que habían desfigurado una estatua del Niño Dios robada del retablo de natividad de una iglesia a pasearse por la calle en Fairport Harbor, Ohio, con un burro cubierto con carteles donde pedían perdón por sus acciones. Fue citado en varios boletines de prensa locales diciendo que quería causar algún grado de humillación pública a los dos delincuentes, Jessica Lange y Brian Patrick.
Cicconetti dijo que había empezado a dictar sentencias alternativas hace algunos años, empezando con gente condenada por conducir a alta velocidad en áreas escolares. Los hizo trabajar como guardias de cruce para que vieran con sus propios ojos a quiénes habían puesto en peligro.
"Ninguno de ellos ha vuelto a cometer otro delito", dijo Cicconetti.
Otra manera de educar a los delincuentes son las sentencias con una "prueba de su propia medicina".
Cuando Michelle Murray, 26, se declaró culpable de llevar a 35 gatitos a dos parques para abandonarlos -causando la muerte de 9 de ellos- Cicconetti la condenó a pasar una noche a la intemperie en el bosque. Sin embargo, la noche estaba tan fría que, después de cuatro horas, Murray fue llevada de vuelta a su celda con calefacción.
Cicconetti dijo que no está seguro de si es un pionero de las sentencias creativas. Esas sentencias son dictadas por jueces "casi todos los días", dijo.
Y, como Cohen de Fordham, Cicconetti dijo que el elemento de humillación en el castigo tiene raíces profundas en la historia estadounidense.
"Se remonta a los castigos de alquitranar y emplumar a los delincuentes", dijo.

3 de enero de 2006

Se puede escribir al autor a: vschodolski@tribune.com

©chicago tribune
©traducción mQh

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