interpretación de fray tormenta
La improvisada cirugía era necesaria para una secuencia acrobática de ‘Nacho Libre’, su última aventura cinematográfica. Eso es lo que me pasa por ser un actor exitoso en Hollywood, con la tendencia a lanzarme de cabeza a la acción, literalmente.
"Soy delicado, como una pieza de porcelana", dice Black, con cuyo volumen y pecho de barril evoca más a la Gran Muralla que a un vaso de la dinastía Ming. "Salté de cabeza... y caí encima de unas personas y me pegué con una silla. Me rompí el ojo. Fue divertido: me dieron tres días de vacaciones. Quedé con una cicatriz para toda la vida -la cicatriz no va a desaparecer. Pero es parte del trabajo".
Es divertido el tipo, Black, y a su manera, sorprendentemente ágil y atlético -que es algo que ya sabes si lo viste hacer esos honrados solos de guitarra en ‘Alta fidelidad’ [High Fidelity] y ‘Escuela de rock’ [School of Rock]. Deben ser simplemente las cualidades que necesita para el sólido papel del título en ‘Nacho Libre’, una magulladora comedia que el director Jared Hess (‘Napoleón Dinamita’) y un equipo mexicano-americano rodaron aquí el otoño pasado. La película de Paramount Pictures, que produce Nickelodeon Movies, con la productora de Black, Black and White Productions, debe llegar a las salas este verano.
Recién terminada su aparición en la mantecosa película de acción de Peter Jackson, el remake de ‘King Kong’, Black aparece en ‘Nacho Libre’ como otro tipo de fogoso púgil que arriesga la vida, y la anatomía, en la lucha por conseguir sus sueños obsesivamente poco convencionales. Es Ignacio (alias de Nacho), un pinche de cocina mexicano-noruego y seminarista en un orfelinato mexicano, con un corazón de oro puro y una cintura de auténtica celulitis.
Naturalmente, surgen varias complicaciones y cuando se amenaza con cerrar el orfelinato, Nacho se pone una máscara y sale a ganar dinero como luchador, un practicante del estilo todo-es-posible de la lucha libre profesional mexicana. Black describe a su personaje como "un poco vano, pero también es inocente y cariñoso".
La lucha libre ha sido toda la vida parte del mobiliario de la cultura popular mexicana, que alcanzó su cenit comercial y creativo entre los años cuarenta y principios de los ochenta. Eso fue cuando personalidades de la lucha libre como el Santo y Blue Demon gobernaban en el ring y un montón de películas de Cine Luchador transformaron ese ‘deporte’ marginal en una subcultura con todas las de la ley. (‘Nacho Libre’ está escenificada en los días de gloria de la lucha libre en los años setenta). Varias de estas películas fueron obras maestras del camp, y sus melodramáticos guiones incluían a menudo un elemento más o menos sincero de lucha personal, en la que el heroico luchador se enfrenta a malvados adversarios y a un esquivo destino.
Y aunque el rol protagonista de ‘Nacho Libre’ lo tiene un no-latino, que calcula su vocabulario español en unas cuarenta palabras, los directores dicen que su película ofrece una mirada razonablemente respetuosa, aunque cómica, de la cultura popular mexicana. "No queríamos hacer una producción gringa de Hollywood", dice la co-productora, Julia Pistor.
Incluso admitiendo el inherente absurdo de la lucha libre, las bobas premisas de ‘Nacho Libre’ podrían ser vistas como cocinadas después de varios mescales más de los necesarios. Pero no es así. Se inspira libremente en un sacerdote mexicano de carne y hueso que, durante más de veinte años, llevó una doble vida como el luchador apodado Fray Tormenta, llegando a participar en unas cuatro mil luchas. Parte del dinero que ganó lo destinó a un financiar el orfelinato que dirigía.
Aunque el equipo de ‘Nacho Libre’ se reunió con Fray Tormenta, que todavía vive cerca de Ciudad de México, no era la idea hacer una "biografía", dice Mike White, co-guionista de la película y socio de producción de Black. "Es divertido", dice White. "Estamos haciendo una película sobre algo que aquí nos parece completamente falaz, y en México es completamente auténtico".
Aunque las convenciones de la lucha libre -elaboradas maniobras de lucha cuerpo a cuerpo, chillonas capas y máscaras, enanos luchadores- son menos conocidas en este lado de la frontera, la lucha libre ha logrado poco a poco una ferviente audiencia en Estados Unidos. Black es uno de sus devotos. "Yo conocía a luchadores mexicanos", dice, en una pausa entre escenas bajo el aplastante sol de Oaxaca, mientras un asistente carda su largo y desgreñado pelo y lo ordena para pelear. "Se veían chévere, pero no había estado nunca en un match. Hay un montón de llaves impresionantes. Pero mirar el teatro es también divertido".
En la película, lo único más teatral que los lanzamientos de la lucha libre es el dramático telón de fondo mexicano. Gran parte de ‘Nacho Libre’ está siendo rodada en este majestuosamente bello rincón del sur de México, a unas seis horas de Ciudad de México. Estimado por su rica cultura indígena, el estado de Oaxaca es también una de las grandes mecas culinarias de México. "Ha sido una lucha mantener un peso de púgil", dice Black, despachándose un elote, untado con mayonesa. "En gran parte de la película me veo sin camisa. La gordura es divertida".
A diferencia de muchas películas escenificadas en México, ‘Nacho Libre’ aspira a una verdadera sensibilidad bicultural. La mayoría de sus papeles principales y secundarios son talentos mexicanos y mexicano-americanos: Ana de la Reguera, como la angelical y joven monja, Sor Encarnación, que enseña en el orfelinato; Héctor Jiménez, como el socio luchador de Nacho y fiel compinche, Esqueleto; Carla Jiménez, como la mimada niña rica con una insatisfecha pasión por Esqueleto; Richard Montoya, del grupo de teatro bufo de Los Angeles, Culture Clash, como el principal rival de Nacho por la amistad y favores románticos de la bella Sor Encarnación; y los ‘Hermanos Galindo’, una dupla de luchadores seudo-hermanos de Oaxaca.
"No es simplemente una película de Jack Blackk, en la que él es el motor de la comedia", dice White, que trabajó en el guión con Hess y la esposa y colaboradora de Hess, Jerusha Hess. "Jack es realmente un elemento divertido entre otros muchos elementos. Este es un mundo al que te quieres meter y vivir con o sin Jack como protagonista".
White compara la descripción que se hace en la película del México provincial, con sus pintorescos pueblecitos y panoramas tachonados de cactus, con el afectuoso y juguetón modo con que apareció el Idaho de pueblos pequeños en ‘Napoleón Dinamita’. "No queremos hacer ‘Tres amigos’, en el que la fuente de la comedia proviene de estereotipos o películas que has visto antes", dice White.
Black no es la única razón de ser de la película. Pero nadie que visitara el plató este otoño pasado pasaría desapercibida su presencia, imponente como de boca de incendio, dando zancadas con el pecho desnudo y con mallas de luchador, rojas y azules, botas blancas y un mostacho de lápiz de ídolo de matiné. Para prepararse para el papel, dice Black, entrenó con un luchador en Los Angeles que "me enseñó a dar palizas" y cómo "usar las cuerdas para volar a tope".
Interrogado sobre su técnica favorita, Black achica los ojos y una maliciosa sonrisa cruza su cara. "Me gusta el abrazo de la serpiente pitón. ¡Ay del que dude de la furia del temible estrujón de la pitón!" Pero Black confiesa que algunas de las cosas más pesadas de la película -lanzarse de precipicios, ser engullido por las llamas- se lo deja a sus dobles especialistas, uno de los cuales, durante el rodaje, se quebró tres costillas.
Luchando Contra el Miedo... A los Saltamontes
Mientras Black se prepara para otra escena en la que un desconsolado Nacho se ha metido al desierto a la búsqueda de su alma, hace de tripas corazón para intentar una de las comidas características de Oaxaca: chapulines, o saltamontes. "Para mí, toda esta película ha consistido en enfrentarme a mis temores", dice. "Hoy me voy a enfrentar con uno de mis peores miedos: comer saltamontes".
White, Pistor y otros miembros del equipo que se han refugiado del sol debajo de una tienda de plástico blanco, ríen solapadamente de las palabras de Black. En la ladera de una colina, a unos cientos de metros de distancia, montones de gente de un pueblo cercano se han acercado a mirar el rodaje. A nadie del equipo o del personal de seguridad parece importarle -un reflejo del ambiente exuberante, pero bajo en tensión, que el equipo atribuye a la genial influencia de Black y Hess.
Desgarbado, con aspecto de cigüeña, en shorts y camisa a cuadros, Hess corretea por la rocosa colina donde se están filmando las escenas del día, esquivando los cactus y las boñigas de burro. Visibles en una cima directamente al otro lado del asoleado valle, están las desteñidas ruinas del antiguo sitio indio de Yagul. "Es muy pintoresco, y es una parte muy bonita de México", dice Hess, que aprendió a hablar fluidamente español cuando vivía como misionero mormón en Venezuela, hace algunos años.
Hess se ha cautivado con "toda la estética y las vibraciones" de la lucha libre. Pero mientras el deporte está arropado con míticas personalidades y heroicos encuentros entre técnicos y rudos, los luchadores no poseen cualidades sobrehumanas, recalca Hess. En lugar de eso, su atractivo se deriva de sus triunfos y derrotas de carne y hueso, y es esta cualidad demasiado humana la que ayuda al personaje de Nacho a adquirir vida en la pantalla, cree Hess. "Creo que es poco realista cuando los personajes de una película tienen un solo objetivo", dice Hess. "Nacho tiene un montón de características. Tiene un montón de aventuras como las de Don Quijote".
Hess se excusa cortésmente y corre a hablar con su equipo. El sol está empezando a deslizarse detrás de las montañas, y todavía hay que rodar algo más. "¿Ya tienes la primicia?", pregunta Black a un periodista. "La única que vas a tener es cuando me veas comer saltamontes".
Cuando termine de rodar la película, dice Black, va a necesitar vacaciones para "recuperarme de los golpes y cardenales". En cuanto a ‘Nacho Libre’, además de la película, ya se está trabajando en un videojuego. ¿Habrá también figuritas de acción, o quizás versiones de lucha libre de los viejos Rock ’Em Sock ’Em Robots?
"Debería haber una figurita de Galindo", dice Hess, refiriéndose al equipo de luchadores. "Esos tipos son alucinantes".
22 de enero de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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