bolivia vuelve a raíces indias
[Monte Reel] Ceremonia indígena para Morales simboliza los nuevos rumbos del país.
Tiahuanaco, Bolivia. Emergiendo a pie de la cima de una colina con antiguas ruinas indias, la figura de Evo Morales se fue destacando como una sucesión de ornamentos ceremoniales: un bastón moldeado que sostenía sobre su cabeza, un colorido sombrero chato, una suelta túnica de patrones antiguos y sandalias rojas que lo acercaron a miles de espectadores a los pies de la ladera.
Fue todo parte de su coronación como el primer presidente indio de Bolivia. La ceremonia fue puramente simbólica, pero Morales tiene el don de hacer que las cosas simbólicas importen.
Para muchos bolivianos, el antiguo cocalero representa el retrasado ascenso al poder de la largo tiempo oprimida mayoría indígena. Para algunos vecinos sudamericanos, simboliza una nueva y unida generación de líderes que enfatizan la independencia regional con respecto a Estados Unidos. Y en Washington, algunos lo ven como una amenaza a la estabilidad regional y un potencial obstáculo para los intereses de Estados Unidos, incluyendo sus programas anti-drogas y los intentos de implementar un pacto comercial a nivel de hemisferio.
El choque entre esas esperanzas y temores garantiza en la práctica que pase lo que pase durante el gobierno de Morales, no será aburrido.
"Desde ahora, la historia de Bolivia se dividirá en dos partes: antes y después de Evo Morales", dijo Gonzalo Chávez, politólogo de la Universidad Católica de La Paz.
Desde que ganara las elecciones el 18 de diciembre, Morales ha empezado a forjarse una imagen pública muy diferente a la de las elites sociales que han dominado el paisaje político hasta el día de hoy.
El sábado Morales reiteró su intención de crear este año una asamblea para reformular la constitución boliviana y crear lo que ve como una sociedad más igualitaria. En los últimos días también ha prometido reducir su salario a la mitad, y dijo que desmantelaría el ministerio de Asuntos Indígenas debido a su inherente racismo.
"El pueblo indígena de Bolivia exige que re-fundemos Bolivia’, dijo Morales a la alegre multitud en las ruinas. "La misma conciencia que ganó las elecciones para nosotros es la conciencia que cambiará nuestra historia".
Un montón de bolivianos no anhela solamente que esos cambios creen un sector social reformado substancialmente, también lo esperan. La victoria de Morales con un margen de casi un 30 por ciento de los votos sugiere que tiene más apoyo público que cualquier otro presidente de la historia moderna de Bolvia, y la economía del país funciona bastante bien, con un 4 por ciento de crecimiento anual y reservas de gas natural sólo inferiores a las venezolanas. Pero las chozas de tejado de paja que salpican las tierras altas de estas ruinas indias sirven como un recordatorio de que Bolivia sigue siendo el país más pobre del continente y las pintadas que tatúan los destartalados edificios de La Paz hacen la crónica de la turbulencia política que ha paralizado o derrocado a cuatro presidentes en los últimos tres años.
Con la elección de Morales, las expectativas son altas, pero también lo son los obstáculos que deberá superar.
El improbable ascenso al poder de Morales comenzó en una choza en el altiplano occidental; de niño, trabajaba como pastor. Cuando era adolescente trabajó haciendo ladrillos, y fue panadero y trompeta en una banda itinerante. Finalmente se asentó en la tropical región de Chapare, donde cultivó coca. Su inicio en la política se produjo cuando era presidente de la federación de cocaleros, que lo opuso a los funcionarios estadounidenses que querían controlar la producción de cocaína de Bolivia, controlando la cantidad de coca producida por los campesinos.
Para Morales, ganarse la enemistad de Estados Unidos conlleva el riesgo de poner en peligro la fuente más importante de ayuda al desarrollo. Un proyecto todavía pendiente, administrado por la Fundación Reto del Milenio [Millenium Challenge Corporation] del gobierno norteamericano, daría a Bolivia 598 millones de dólares para proyectos de carreteras. Se pagaría en tres a cinco años y sería el paquete de ayuda más grande de la organización hasta la fecha. De acuerdo a funcionarios de la organización una de sus principales claves es recompensar lo que el gobierno estadounidense considera buenas políticas. Si los países no satisfacen sus normas, pueden ser suspendidos de participación.
Desde la elección, las discursos de Morales han sido generalmente moderados y nada de fanáticos: Sobre la erradicación de la coca sugirió hace poco su disposición a aceptar los límites actuales a la producción a la espera de un estudio sobre el mercado legal de la coca, que puede ser masticada como estimulante y usada en medicinas tradicionales. Ha continuado exigiendo la nacionalización de las reservas de petróleo y de gas natural del país, pero ha apaciguado la preocupación de inversores internacionales prometiendo que no expropiará los capitales extranjeros. Sobre el comercio dijo a periodistas esta semana que no excluye completamente la idea de un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la región andina.
Al mismo tiempo, Morales ha enfatizado su intención de reducir la dependencia de Bolivia con respecto a Estados Unidos, y desde las elecciones ha cortejado asociaciones económicas durante sus visitas a Venezuela, Cuba, Europa y China. Morales debe también contender con demandas de manifestantes que sacaron de sus cargos a dos presidentes en 2003 y 2005 y que probablemente no se contentarán si Morales no cumple sus promesas más importantes.
"Creo que tendrá margen a nivel local, pero entre los movimientos sociales, que están tan politizados, podría ser menor", dijo Juan Manuel Arbona, profesor en el Instituto Bryn Mawr, de las afueras de Filadelfia, que vive y estudia de momento en El Alto, un ciudad cercana a La Paz que se ha convertido en el principal foco de protestas en los últimos años.
Eugenio Rojas, un dirigente indio aymará y alcalde de Achacachi, una ciudad al norte de La Paz, dijo que Morales no debe pensar que es inmune del mismo tipo de descontento que derrocó a otros presidentes anteriores.
"Si no nacionaliza las industrias y cambia la estructura de gobierno, los movimientos sociales continuarán las manifestaciones", dijo.
Ahora el ánimo predominante en las calles se parece mucho al de Justoforra Avircata, 46, que ondeaba una bandera boliviana mientras esperaba que los sacerdotes indios hicieran sus ofrendas a la Pachamama frente a Morales en las ruinas.
"Ahora mismo estoy muy orgulloso de ser boliviano", dijo Avircata, maestro, de Jesús de Machaqa. "Hemos sufrido tanto tiempo, y finalmente tenemos un presidente que está conectado con el pueblo, que es uno de nosotros".
Para muchos bolivianos, el antiguo cocalero representa el retrasado ascenso al poder de la largo tiempo oprimida mayoría indígena. Para algunos vecinos sudamericanos, simboliza una nueva y unida generación de líderes que enfatizan la independencia regional con respecto a Estados Unidos. Y en Washington, algunos lo ven como una amenaza a la estabilidad regional y un potencial obstáculo para los intereses de Estados Unidos, incluyendo sus programas anti-drogas y los intentos de implementar un pacto comercial a nivel de hemisferio.
El choque entre esas esperanzas y temores garantiza en la práctica que pase lo que pase durante el gobierno de Morales, no será aburrido.
"Desde ahora, la historia de Bolivia se dividirá en dos partes: antes y después de Evo Morales", dijo Gonzalo Chávez, politólogo de la Universidad Católica de La Paz.
Desde que ganara las elecciones el 18 de diciembre, Morales ha empezado a forjarse una imagen pública muy diferente a la de las elites sociales que han dominado el paisaje político hasta el día de hoy.
El sábado Morales reiteró su intención de crear este año una asamblea para reformular la constitución boliviana y crear lo que ve como una sociedad más igualitaria. En los últimos días también ha prometido reducir su salario a la mitad, y dijo que desmantelaría el ministerio de Asuntos Indígenas debido a su inherente racismo.
"El pueblo indígena de Bolivia exige que re-fundemos Bolivia’, dijo Morales a la alegre multitud en las ruinas. "La misma conciencia que ganó las elecciones para nosotros es la conciencia que cambiará nuestra historia".
Un montón de bolivianos no anhela solamente que esos cambios creen un sector social reformado substancialmente, también lo esperan. La victoria de Morales con un margen de casi un 30 por ciento de los votos sugiere que tiene más apoyo público que cualquier otro presidente de la historia moderna de Bolvia, y la economía del país funciona bastante bien, con un 4 por ciento de crecimiento anual y reservas de gas natural sólo inferiores a las venezolanas. Pero las chozas de tejado de paja que salpican las tierras altas de estas ruinas indias sirven como un recordatorio de que Bolivia sigue siendo el país más pobre del continente y las pintadas que tatúan los destartalados edificios de La Paz hacen la crónica de la turbulencia política que ha paralizado o derrocado a cuatro presidentes en los últimos tres años.
Con la elección de Morales, las expectativas son altas, pero también lo son los obstáculos que deberá superar.
El improbable ascenso al poder de Morales comenzó en una choza en el altiplano occidental; de niño, trabajaba como pastor. Cuando era adolescente trabajó haciendo ladrillos, y fue panadero y trompeta en una banda itinerante. Finalmente se asentó en la tropical región de Chapare, donde cultivó coca. Su inicio en la política se produjo cuando era presidente de la federación de cocaleros, que lo opuso a los funcionarios estadounidenses que querían controlar la producción de cocaína de Bolivia, controlando la cantidad de coca producida por los campesinos.
Para Morales, ganarse la enemistad de Estados Unidos conlleva el riesgo de poner en peligro la fuente más importante de ayuda al desarrollo. Un proyecto todavía pendiente, administrado por la Fundación Reto del Milenio [Millenium Challenge Corporation] del gobierno norteamericano, daría a Bolivia 598 millones de dólares para proyectos de carreteras. Se pagaría en tres a cinco años y sería el paquete de ayuda más grande de la organización hasta la fecha. De acuerdo a funcionarios de la organización una de sus principales claves es recompensar lo que el gobierno estadounidense considera buenas políticas. Si los países no satisfacen sus normas, pueden ser suspendidos de participación.
Desde la elección, las discursos de Morales han sido generalmente moderados y nada de fanáticos: Sobre la erradicación de la coca sugirió hace poco su disposición a aceptar los límites actuales a la producción a la espera de un estudio sobre el mercado legal de la coca, que puede ser masticada como estimulante y usada en medicinas tradicionales. Ha continuado exigiendo la nacionalización de las reservas de petróleo y de gas natural del país, pero ha apaciguado la preocupación de inversores internacionales prometiendo que no expropiará los capitales extranjeros. Sobre el comercio dijo a periodistas esta semana que no excluye completamente la idea de un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la región andina.
Al mismo tiempo, Morales ha enfatizado su intención de reducir la dependencia de Bolivia con respecto a Estados Unidos, y desde las elecciones ha cortejado asociaciones económicas durante sus visitas a Venezuela, Cuba, Europa y China. Morales debe también contender con demandas de manifestantes que sacaron de sus cargos a dos presidentes en 2003 y 2005 y que probablemente no se contentarán si Morales no cumple sus promesas más importantes.
"Creo que tendrá margen a nivel local, pero entre los movimientos sociales, que están tan politizados, podría ser menor", dijo Juan Manuel Arbona, profesor en el Instituto Bryn Mawr, de las afueras de Filadelfia, que vive y estudia de momento en El Alto, un ciudad cercana a La Paz que se ha convertido en el principal foco de protestas en los últimos años.
Eugenio Rojas, un dirigente indio aymará y alcalde de Achacachi, una ciudad al norte de La Paz, dijo que Morales no debe pensar que es inmune del mismo tipo de descontento que derrocó a otros presidentes anteriores.
"Si no nacionaliza las industrias y cambia la estructura de gobierno, los movimientos sociales continuarán las manifestaciones", dijo.
Ahora el ánimo predominante en las calles se parece mucho al de Justoforra Avircata, 46, que ondeaba una bandera boliviana mientras esperaba que los sacerdotes indios hicieran sus ofrendas a la Pachamama frente a Morales en las ruinas.
"Ahora mismo estoy muy orgulloso de ser boliviano", dijo Avircata, maestro, de Jesús de Machaqa. "Hemos sufrido tanto tiempo, y finalmente tenemos un presidente que está conectado con el pueblo, que es uno de nosotros".
22 de enero de 2006
©washington post
©traducción mQh
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