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atacan a disidentes en cuba


[Frances Robles] Arrecian los ataques a disidentes cubanos.
Docenas de cubanos gritando insultos y agitando los puños en alto rodearon hace pocos días al disidente Guillermo Fariñas exigiendo saber si tendría el valor de denunciar a Fidel Castro delante de ellos.
Pálido y tembloroso, el psicólogo y periodista se arrodilló en una calle de Santa Clara, su ciudad natal, en la parte central de Cuba.
"Me arrodillé y dije `¡Abajo Fidel!’" afirmó Fariñas, de 43 años, en una entrevista telefónica desde Cuba. "Empezaron a darme patadas y puñetazos que me dejaron lleno de magulladuras. Se detuvieron cuando se dieron cuenta de que no iba a perder mi dignidad y que no iba a decir cosas que no sentía".
Fariñas había sido víctima de una vieja táctica del gobierno cubano que se ha vuelto a poner de moda: los ‘actos de repudio’, los ataques que turbas de partidarios de Castro realizan contra los críticos del gobierno. Se usaron por primera vez cuando el puente del Mariel que trajo más de 125,000 refugiados al sur de la Florida. Los disidentes de la isla dicen que sólo en los últimos seis meses ha habido más de 50 de esos ataques contra ellos.
Aunque el gobierno los describe como actos espontáneos de simpatizantes de la revolución y convencidos socialistas, los observadores del escenario cubano dicen que son parte de una campaña represiva organizada por el gobierno para mantener a raya la oposición. Los disidentes también han reportado desalojos, detenciones, actos de violencia, 40 arrestos y algunas confrontaciones con grupos semioficiales de matones conocidos como Brigadas de Respuesta Rápida.
La avalancha de ataques contra los disidentes subraya lo tormentoso de la época en Cuba en la que el gobierno afronta una economía frágil y se esfuerza por frenar la corrupción mientras un creciente número de personas trata de escapar hacia el exterior. Los expertos dicen que también pudiera ser una respuesta al crecimiento de la disidencia. Un reporte de diciembre del Instituto Internacional Republicano se refiere a 1805 actos de desobediencia civil en el 2004 en comparación con 959 en el 2002.
"Estamos viendo niveles de opresión que no hemos visto en Cuba desde hace 20 años", dijo Caleb McCarry, el coordinador de la transición de Cuba en el Departamento de Estado. "Es una clara indicación de que la dictadura le tiene miedo al pueblo cubano".
Ramón Colás, un antiguo disidente que ahora vive en Mississippi, dijo que cinco bibliotecas independientes --donde los cubanos pueden encontrar libros no aprobados por el gobierno-- han sido objeto de actos de repudio en los últimos dos meses.
En octubre, la Iglesia Católica denunció un ataque contra uno de diáconos, que fue golpeado camino de su iglesia. Y Juan Carlos González, un disidente ciego, dijo que sólo en septiembre había sido objeto de 15 actos de repudio.
Los disidentes dijeron que aunque nadie ha muerto, varios han sido lesionados y han sufrido fracturas.
"Todos estos actos son organizados por el gobierno. Uno puede encontrar carros de la policía a tres o cuatro cuadras", dijo el disidente Carlos Ríos, que alega haber sido golpeado por una turba el 27 de agosto. "Tratan de provocarlo a uno para decir algo como `¡Abajo Fidel!’ para poder meterlo en la cárcel por seis meses". La ola de ataques contra los opositores del gobierno empezó el 14 de julio, cuando disidentes se reunieron para conmemorar el desastre de 1994 en el que 37 personas que trataban de huir en un remolcador murieron al ser atacadas por navíos del gobierno cubano. El gobierno movilizó cientos de personas para romper el acto de julio y más de una docena de disidentes fueron arrestados.
Dos semanas más tarde, Castro mencionó el incidente en uno de sus discursos.
"El pueblo, más irritado que nunca por estos descarados actos de traición, intervino con fervor patriótico y no permitió que ni un solo mercenario se moviera", dijo. "Y esto es lo que va a suceder cada vez que estos traidores y mercenarios vayan un milímetro más allá de lo que nuestro pueblo revolucionario está dispuesto a aceptar".
Los activistas de los derechos humanos dicen que el discurso le dio luz verde a los miembros del Partido Comunista de Cuba y la Seguridad del Estado para incrementar la persecución de los disidentes.
"Un grupo de disidentes se iba a reunir pero nosotros no vamos a permitir eso ni los lunes ni los martes ni los miércoles", le dijo en octubre José Enrique Oliva, un delegado del Partido Comunista, a la agencia de noticias EFE mientras interrumpía una reunión del grupo opositor Arco Iris Progresista.
Ciertamente que el aumento de la represión palidece en comparación con la recogida contra opositores del gobierno que se hizo en el 2003. Aquel año, Castro mandó encarcelar a 75 activistas políticos y los condenó a décadas de prisión. Posteriormente, 14 de ellos fueron puestos en libertad por razones de salud.
En respuesta al aumento de su actividad, ahora el gobierno está desarrollando una campaña para desprestigiar a sus opositores. Programas de TV del gobierno repiten incesantemente que los disidentes son mercenarios pagados por grupos exiliados en EEUU y diplomáticos norteamericanos en La Habana.
La Sección de Intereses de Cuba en Washington y los representantes de la prensa internacional en el Ministerio de Relaciones Exteriores en La Habana no devolvieron nuestras llamadas en busca de comentario.
"No hay ningún país en el mundo donde los mercenarios del imperio disfruten de los privilegios que tienen en Cuba", dijo Castro en el discurso de julio. "La supuesta disidencia u oposición en Cuba no existe a no ser en la febril imaginación de la mafia cubanoamericana y de los burócratas de la Casa Blanca y el Departamento de Estado".
Pero la táctica del gobierno pudiera estar resultando contraproducente. Una semana después del acto de repudio contra unos 30 miembros de las Damas de Blanco --esposas, hijas y madres de opositores políticos encarcelados-- el número de mujeres participantes en la marcha semanal del grupo más que se duplicó.
"Pensaron que eso iba a silenciar a la oposición", dijo Miriam Leiva, que forma parte del grupo, en una llamada por teléfono desde La Habana. "Pensaban que nadie se iba a enterar así que decidimos salir a la calle. Y no nos hemos detenido".
Los activistas de los derechos humanos en Cuba dicen que aunque los actos de repudio están creciendo en número e intensidad, también conllevan algunas buenas noticias. Los vecinos que anteriormente participaban en esos ataques, por ejemplo, ahora casi nunca intervienen en los mismos.
"Esa gente estaba con el partido (Comunista)", dijo Ernesto Roque, un periodista independiente que dijo haber sido maltratado recientemente por una turba del gobierno. "Son comunistas viejos, retirados. Les cuesta trabajo encontrar a un joven que participe en esas cosas. Estoy convencido de que, por lo menos la juventud, no está interesada en eso. Es una buena señal".
Pero Fariñas, el psicólogo convertido en periodista independiente, dijo que, a pesar de todo, los disidentes viven con miedo.
"Me han encarcelado tres veces y me han golpeado", dijo Fariñas. "Por supuesto que tengo miedo".

22 de enero de 2006

©miami herald

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