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muerte de una animadora 2


La muerte de una chica de 14, Ashley Burns, muestra porqué la animación, con todos sus cabriolas y vuelos acrobáticos, es un deporte peligroso.
Las barras de animación han remontado en popularidad. De acuerdo a la Asociación de Fabricantes de Artículos Deportivos [Sporting Goods Manufacturers Association] hoy participan en equipos de animación de aficionados unos 4.1 millones de personas en todo el país. Desde 1998, han crecido más rápido que el fútbol, y más rápido que cualquier deporte de equipo -incluyendo al fútbol y al baloncesto y el hockey sobre césped-, independientemente de que el Título IX de la ley de la igualdad de géneros abriera en 1972 otros deportes para las niñas.
"La animación ha aumentado en popularidad en los últimos 20 años, y se debe en realidad a un aumento de los niveles de atletismo", dice Lisa Moskow, la certificadora regional de seguridad de la Asociación Americana de Asesores y Coaches de Animación [American Association of Cheerleading Coaches and Advisors], una asociación nacional para la seguridad en los equipos de animación. Después de que en los años ochenta muchas escuelas secundarias en el país redujeran drásticamente sus programas de gimnasia por razones de responsabilidad jurídica, los gimnastas dejados de lado se incorporaron en los equipos de animación, obligando a las porristas tradicionales a mejorar sus habilidades gimnásticas para participar en los equipos. Muchos recurrieron a los gimnasios privados para aprender esas habilidades y los gimnasios privados pudieron entonces capitalizar el fenómeno en los años noventa y se convirtieron en gimnasios especializados en equipos de animación. Además de entrenar a los equipos locales, estos gimnasios de porristas crearon equipos estelares para competir unos con otros. "Con la introducción de los programas estelares y después de lograr que elevaran su nivel de prestación, el concepto se extendió a los programas de las escuelas secundarias que querían hacer algunas de las mismas cosas", dice Jim Lord, presidente de la asociación de animación. "La tasa de lesiones en la animación creció debido al hecho de que la animación pasó de ser no atlética, o apenas atlética, a atlética".
Mientras que los torneos han hecho subir la popularidad de la animación y la han transformado de una actividad estacional en una de entrenamientos intensivos durante todo el año, también han inspirado un examen de conciencia. El informe de 2004 del Centro Nacional de Investigación sobre Lesiones Catastróficas en el Deporte [National Center for Catastrophic Sports Injury Research] plantea la pregunta sobre cuál es la función de la animación. "¿Es una actividad que dirige los vítores de los espectadores, o es un deporte? Si la respuesta es que debe entretener a la audiencia y participar en torneos con otros equipos de animación, entonces debe haber directivas en torno a la seguridad", concluye el informe.
Pero, ¿quién va a tomar la iniciativa? ¿A nivel de escuelas secundaria, deberían hacerlo las escuelas individuales, que ya tienen dificultades debido a problemas presupuestarios, o un órgano nacional con suficiente autoridad para que los equipos y sus escuelas acaten sus reglas de seguridad? Ahora mismo, ninguna de las dos cosas parece probable. "La animación atraviesa por un período de caos", dice Susan Loomis, coordinadora de equipos para la Federación Nacional de Asociaciones de Escuelas Secundarias [National Federation of High School Associations], una organización que se ocupa de las directivas deportivas a nivel nacional.
En Massachusetts, como en muchos otros estados, la animación en las escuelas secundarias no está regulada de ningún modo significativo. Si fuera regulada por la Asociación Atlética Interescolar de Massachusetts MIAA [Massachusetts Interscholastic Athletic Association], que regula estrictamente deportes como el fútbol, el golf, y la natación, la animación debería contar, entre otras cosas, con entrenadores capacitados. En lugar de eso, en 1977, la animación se convirtió en terreno de la Asociación de Administradores de Escuelas Secundarias de Massachusetts [Massachusetts Secondary Schools Administrators Association], la asociación profesional para directores de escuelas secundarias que supervisa a clubes no-atléticos, como el equipo de debate y centros de alumnos y que considera a la animación una actividad estudiantil, no un deporte. "El director de educación física de la MIAA no quieren saber nada de eso", dice Jerry Silverman, subdirector de la asociación de directores, que está a cargo de la animación. Antes de 1977, dice, la animación no contaba con ningún tipo de reglamento.
Ya que la animación en las escuelas secundarias en este estado no está regulada por la MIAA, tampoco está sujeta a la supervisión de la Federación Nacional de Asociaciones de Escuelas Secundarias [National Federation of High School Associations] que define las reglas del atletismo a nivel nacional y que ha establecido algunas para la animación. Aunque Silverman dice que Massachusetts acata voluntariamente las reglas de la federación, Loomis, coordinadora de equipos de la federación, duda que esas normas se apliquen. "Un montón de gente dice que ellos acatan las reglas de Federación Nacional", dice. "Pero no creo que la asociación de directores la implemente, a menos que lo hagan de coach en coach y sobre la base de denuncias".
Además de eso, las escuelas individuales no están obligadas a pertenecer a la MSSAA para la animación (sólo unas 200 de las escuelas secundarias públicas del estado pertenecen a ella) -e, incluso entonces, pueden organizar "actividades" del modo que quieran. Así, por ejemplo, el programa de animación de fútbol de la Escuela Secundaria Brockton lo considera un deporte, dependiente del departamento de educación física e independiente de la asociación de directores, pero en la Escuela Secundaria Concord-Carlisle, es una actividad curricular no atlética (junto con la olimpíada de ciencias y los tribunales de debates) que pertenece a la asociación de directores y no está vinculada al departamento de educación física.
Al final, este caos burocrático coloca a las animadoras en mayor riesgo que una pirámide de tres personas de altura. "La animación no es peligrosa en sí misma", dice Lord, de la asociación de coaches. "Si nos aseguramos de que todos los coaches sean calificados, entonces desaparecerá la gran mayoría de las lesiones que se derivan de la negligencia y nos quedaremos solamente con la realidad, que es donde se corren riesgos en el atletismo".
Su organización proporciona cursos de certificación de seguridad para entrenadores de porristas, y la federación nacional ofrece programas de educación. Pero a menos que se exija que los coaches cumplan con ciertas normas, dicen los expertos, eso no va a ocurrir.
"La animación no reporta dinero, así que a menudo no hay demasiado en el presupuesto como para pagar a un coach de animación, y muchos menos para pagarles un entrenamiento en seguridad", dice Moskow, el certificador regional de seguridad para coaches. Loomis, de la Federación Nacional de Asociaciones de Escuelas Secundaria, está de acuerdo: "Los coaches de animación están en el escalón más bajo de la pirámide". Cuando siguen cursos o asisten a congresos, a menudo tienen que pagarlo de su bolsillo, dice, y agrega: "Los entrenadores de fútbol no tienen que hacer eso".

Porristas y entrenadores a nivel escolar entrenan ferozmente. En un ensayo de cuatro horas en la Universidad del Nordeste [Northeastern University] en noviembre pasado, las 24 porristas de Huskies están repitiendo su rutina para el torneo nacional en abril. Jaclyn Bent está doblada en el piso del gimnasio, chillando, agarrándose la nuca, frotándose el medio de su espalda. La estudiante de tercer año acaba ser lanzada demasiado alto en el aire, y cayó feo. "Te salen chichones y cardenales todo el rato", dice la chica de 20 después de secarse las lágrimas.
"Realmente la gente subestima la animación", dice la estudiante de segundo año Kristina Chianese, capitana del equipo. "Algunas de las atletas más locas, jugadores de fútbol y de baloncesto, intentan lo más difícil y entonces les dicen: ‘No puedo creer que hagas eso’. Nuestro equipo es mitad chicas y mitad chicos, y los tipos se pasan en el gimnasio más tiempo que todos los otros, más tiempo de los que son considerados atletas y que les pagan por ir a la escuela. Nosotros no tenemos becas, y trabajamos más duro que todos los demás".
Y no reciben el respeto que reciben los que juegan en la cancha. La Universidad del Nordeste tiene el programa de animación para la División I de más prestigio del estado, y en los últimos diez años ha estado entre las primeras cinco, y en 2002 ganó el campeonato nacional, el Super Tazón de la animación. "Para nosotros, ganarle a las escuelas del Sur fue increíble", dice Lorrie Wright, directora de coaches durante los últimos 23 años. "Allá en el sur es importante. Ofrecen becas; dependen del departamento de educación física; es una gran cosa". En el Nordeste, la animación era hasta hace dos años una actividad estudiantil, cuando se convirtió en un club deportivo. "El único beneficio que obtenemos es el tiempo de prácticas en el gimnasio", dice Wright, "pero, después de todo, esos son los equipos universitarios".
Del mismo modo que no hay un único órgano nacional de regulación para la animación en las escuelas secundarias, tampoco existe nada para las porristas universitarias. "No es un deporte de la NCAA", dice Sheely, manager de viaje y seguros de la NCAA. "Nosotros no definimos ninguna de las reglas y no somos un organismo regulador como lo somos en otros deportes".
El programa de seguros para lesiones catastróficas de la NCAA para atletas-estudiantes, sin embargo, ofrece cobertura a las porristas, y la organización está analizando los costes de su tratamiento. Después de que su asegurador, la Mutual de Omaha, constatara que las lesiones de animación representaban un 25 por ciento de las reclamaciones por lesiones catastróficas desde 1998, la NCAA decidió hacer algo. Con la animación, dice Sheely, "cuando no se supervisa adecuadamente, es cuando se empiezan a ver lesiones". Y así, para agosto de 2006, para tener la cobertura de la Mutual de Omaha, la NCAA exigirá que todos los equipos de colegios sean supervisados por un entrenador con certificación de seguridad de la Asociación Americana de Asesores y Coaches de Animación. La medida es un intento de reducir las lesiones debidas a negligencia de los coaches, pero no removerá el riesgo de lesiones graves, como parálisis, o incluso la muerte.
Aunque, en tanto que club deportivo, el equipo de la Nordeste es parte del departamento de educación física, el dinero sigue siendo un problema. "Nadie quería asegurarnos, porque nadie quería pagarnos", dice Wright. Ella reparte su salario con sus dos asistentes de preparación -embolsándose ella misma unos seis mil dólares al año- y tiene un presupuesto de 17 mil dólares. "En el fútbol eso sería un millón. Es muy frustrante", dice. Wright termina recolectando dinero para todo, incluyendo las colchonetas de cinco mil dólares que impiden que sus porristas se rompan la nuca. "Trabajamos al menos 30 horas a la semana, si no más. Sin beneficios, nada".
Mientras que las colchonetas pueden ayudar a amortiguar las caídas, muchas universidades adoptan otro enfoque, más controvertido, para limitar las lesiones: Han incorporado restricciones de peso para las chicas porristas, ostensiblemente para proteger a las porristas que las levantan y lanzan al aire. En muchas escuelas, el límite se fijó en unos 54 kilos. En la Nordeste, sólo hay límites de peso para las ‘aviadoras’, esas mujeres que son lanzadas al aire, que no pueden pesar más de 61 kilos. Muchos dicen que esas restricciones de peso son la causa de desórdenes alimentarios que a menudo sufren las porristas. "Cuando me doy cuenta de que una chica no está comiendo o que va a los lavabos, encaro el asunto", dice Wright.
Los chicos de la animación tienen sus propios problemas. En 2004, un animador de la Academia de la Fuerza Aérea en Colorado fue sorprendido tomando esteroides. "He oído de un montón de tipos que toman esteroides", dice Rob di Vincenzo, 20, un estudiante entrante del Emerson College que está tratando de hacerse con un lugar en Pro X, un equipo de animación profesional a nivel nacional que realiza cabriolas extremas. "Ocurre. Pero es un secreto".
A pesar de los riesgos, las porristas probablemente continuarán haciendo lo que piensan que deben hacer en el deporte que aman. "Dientes quebrados, concusiones, clavícula quebrada -una lesión tras otra y otra que sólo esperan que ocurran", dice Di Vincenzo.
"Es definitivamente peligroso", accede Chianese, la capitana de las porristas de la Nordeste. "Le puede pasar a cualquiera".
De regreso en el gimnasio de la Nordeste, la estruendosa base de Metallica anima a las porristas de Huskie. Las mujeres caen de pirámides de tres personas de altura -a veces de cabeza, a veces de espalda. Un tipo, frotándose el pecho furiosamente después de golpearse debido a un error de un compañero de su equipo, camina en círculos profiriendo blasfemias. Otro tira violentamente la camiseta al suelo y sale dando zancadas, sólo para volver con dos bolsas de hielo, que él y un compañero se pegan a sus espaldas.

8 de enero de 2006


©boston globe
©traducción mQh

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