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caos en escuela modelo


[Erika Hayasaki] Una recién abierta escuela modelo en Los Angeles, tiene Macs, un chef de cocina y un estudio de ballet. También tiene drogas, armas, y pandillas en el patio.
Cuando tocó un objeto liso metido entre un montón de sillas en la recién inaugurada escuela secundaria del distrito de escuelas unificadas de Los Angeles, la administradora Maureen Cologne pensó que había tropezado con un celular perdido hace dos semanas. Pero en lugar de eso, durante la revisión casual del aula, cuarenta estudiantes la vieron sacar una pistola cargada.
"Lo terrible", dijo Cologne en una entrevista la semana pasada, "es ¿por qué?"
En la mayoría de las escuelas secundarias urbanas, el incidente habría sido considerado una anomalía en un año escolar de otro modo normal. Pero desde que la Escuela Secundaria Nº1 del Área Sur de Los Angeles abriera sus puertas en julio en el viejo Santee Dairy justo al sur de la ciudad, nada ha sido normal.
Durante la primera semana, cuando el personal abrió al azar cinco escuelas pequeñas en el prístino campus, con poco o nada de orientación, había más caos fuera. Al segundo día de clases, alguien disparó frente a la escuela. Un día después, un alumno fue detenido frente al campus, después de clases, con un rifle de asalto AK-47. La policía del campus dijo que los estudiantes atacaron a los agentes y trataron de robarles sus armas durante una riña en el almuerzo hace tres meses. Y los estudiantes dijeron que la policía los atacó con spray pimienta cuando trataban de evitar el tumulto.
La escuela se ha ganado una dudosa reputación: Ocupa el primer lugar entre las escuelas secundarias de la comuna en cuanto a delincuencia, con 218 informes desde que empezara, incluyendo robos, atracos y posesión de armas.
"Hemos retirado cuchillos y manopla de hierro. Hemos sorprendido a niños vendiendo anfetamina en las aulas", dice la agente de policía Verónica Pérez, que ha sido estacionada en el campus de 2900 alumnos desde que abriera el campus. "Somos la escuela más movida de la comuna, y sólo hay dos agentes en todo el campus".
El inspector Roy Romer y funcionarios del distrito habían esperado que la vanguardista escuela, con su piscina caldeada, pista de caucho, estudio de ballet, una cocina de chef completamente equipada y brillantes ordenadores Macintosh, se convertiría en el orgullo del distrito. Debía mitigar el hacinamiento y servir de modelo para formar pequeñas comunidades de la enseñanza, una iniciativa de reforma destinada a aumentar los logros estudiantiles y las tasas de graduación en todas las secundarias de la comuna.
"Durante tres años, esta fue la bandera de la que habló Romer", dijo David Tokofsky, miembro de la Comisión de Educación. "Era su sueño, y se ha convertido en una pesadilla".
Romer dijo que el distrito estaba tratando de abrir nuevas escuelas a pesar de importantes obstáculos. Cambiar la cultura del campus y en la comunidad, dijo, "es un proceso lento y difícil".
"Abrir una nueva escuela es un reto", dijo Romer. "Hacerlo con el tipo de intranquilidad que tenemos entre estos jóvenes es también un reto. Pero eso no significa que no debamos hacerlo".
Las fronteras de asistencia son parte del problema de la Escuela Secundaria Nº1 del Área Sur de Los Angeles, que acoge a estudiantes de algunos de los barrios más peligrosos de la ciudad en torno a las secundarias de Belmont, Jefferson, Manual Arts y Fremont. La policía dice que los jóvenes deben cruzar más de cincuenta territorios de pandillas antes de llegar a la escuela. Hay 18 pandillas documentadas activas en el campus y, según miembros del personal, cada una lucha por reconocimiento y por un sitio en el patio.
Los estudiantes portan armas porque "tienen que atravesar por territorios de otros para llegar y volver de la escuela", dice el decano David Hickman. "El distrito no nos preguntó nunca, a los que conocemos la situación en el terreno, cómo construir una escuela".
Dan Isaacs, jefe de operaciones de L.A. Unified, dijo que la principal preocupación del distrito es "construir escuelas donde haya terrenos y donde exista un factor de densidad".
Durante años, debido al hacinamiento, los alumnos del área de Santee han soportado largos trayectos a escuelas fuera de sus barrios. Otros asistían a campus locales atiborrados de estudiantes. Isaacs dijo que las pandillas existen en toda la ciudad, y que es casi imposible construir escuelas en terrenos que no toque el territorio de alguna pandilla.
"Es como decir: ‘¿Debemos construir escuela en lugares sin supermercados?’", dijo Isaacs. "No es un problema que podamos solucionar".

Hace dos semanas, después de clases, un estudiante fue apuñalado en el Burger King al otro lado de la calle. El lunes, a la hora de almuerzo, la policía roció por error con spray pimienta a un decano mientras trataba de impedir una pelea entre pandilleros.
La semana pasada, un conserje con una botella de limpiador naranja, borró graffiti de una escalera recién pintada. Los alumnos también han atacado las elegantes mesas de picnic, protegidas con parasoles, de la escuela, los letreros de la academia de modelos y muchos de sus nuevos y brillantes libros de texto.
Cuando abrió, la escuela no tenía una guía definiendo emergencias e instrucciones curriculares. Los profesores y directores redactaron una a toda prisa en medio de la confusión.
Durante un almuerzo reciente, la agente Pérez detectó a un niño con un collar con las iniciales de su equipo de etiqueteros. Muchos etiqueteros no solamente rocían graffiti, dijo Pérez; también usan armas.
"No lo vamos a tolerar aquí", le dijo Pérez al niño, arrancándoselo del cuello. "Esas no son tus iniciales"
El co-director, Vince Carbino, que es conocido por dar su número de celular a los estudiantes, se acercó. Le dijo a Pérez que había recibido siete llamadas durante el fin de semana advirtiéndole sobre posibles incidentes en el campus. Esos datos, dijo, ayudaron a que la policía hiciera algunas detenciones en el caso del niño apuñalado en el Burger King.
A pesar de estas tácticas, Pérez y los otros quieren que el distrito destine más agentes al campus.
"Están tan centrados en comunidades de enseñanza pequeñas", dijo Pérez, "que no se dan cuenta de que el énfasis debe estar puesto en la seguridad".
Isaacs dijo que el distrito proporciona mucho respaldo. Además de los dos agentes destinados en el campus, cuatro agentes motorizados patrullan sus perímetros. Dijo que la escuela también recibe apoyo de la División Newton del Departamento de Policía de Los Angeles.
"Lo que ocurre en una comunidad a veces se derrama también en la escuela", dice Isaacs. "Nuestros alumnos están más seguros que en las comunidades donde viven".
Cuando la escuela abrió sus puertas, profesores y administradores recibieron escaso adiestramiento en la creación de escuelas pequeñas. El personal buscó apresuradamente un modo de crear cinco mini-campus con identidades diferentes a partir de una enorme escuela que no tenía identidad.
Para la co-directora Brenda Morton, crear una cultura escolar segura ha sido un baile difícil y su coreografía cambia constantemente.
Aunque los estudiantes son divididos en grupos, se reúnen a la hora de almuerzo. En diciembre, varias riñas a la hora de almuerzo terminaron con 34 estudiantes detenidos y 10 hospitalizados. Para sofocar las peleas, los administradores dividieron el almuerzo en dos períodos de 35 minutos cada uno, de modo que se congreguen menos alumnos en el patio al mismo tiempo.
Pero debido a que los estudiantes se saltaban las clases para ir a los dos períodos de almuerzo, los administradores volvieron a cambiar el programa, para tener más tiempo entre almuerzos. Ahora el primer almuerzo empieza a las nueve cuarenta de la mañana.
Después de que los estudiante se pelearan en los servicios, los directores decidieron echar cerrojo a las aulas durante las clases. Ahora, los adultos escoltan a los alumnos que necesitan ir a los servicios, pero sólo cuando se trata de emergencias.
Los directores de las cinco comunidades de aprendizaje pequeñas están construyendo lentamente grupos semi-autónomos, cada uno con 20 a 30 maestros, y de 600 a 700 alumnos.
Los directores se han apoderado cada uno de un ala de la escuela, convirtiendo en algunos casos las aulas en oficinas, cada una con sus propios oficinistas, psicólogo y director.
"Cada uno tenía que empezar su propio territorio, incluyendo profesores y alumnos", dijo la administradora Cologne. Ella es la directora del servicio público de la escuela y de la academia de justicia social, en la que más de la mitad de los profesores están recién empezando su carrera. El vestíbulo de su academia está decorado con carteles diseñados por los estudiantes que dicen: "Paz entre Negros y Morenos" y "¿Por Qué Peleamos?"
La idea detrás de las pequeñas comunidades de aprendizaje es que los estudiantes permanezcan en sus secciones del campus, siguiendo clases con el mismo grupo de profesores para sus trayectos en la escuela secundaria. Sin embargo, en la secundaria del Área Sur de Los Angeles, muchos jóvenes están cambiándose de academia porque necesitan cursos que no pueden seguir en sus escuelas pequeñas.
El campus sigue estando atiborrado. Abrió como una escuela de todo el año, y no hay planes inmediatos de cambio. La Comisión de Educación aprobó un plan la semana pasada para abrir ocho escuelas semi-privadas en el área. Espera que con el plan se alivie la matrícula.
"Es un trayecto, es un proceso", dijo el co-director Morton. "Todavía estamos en su infancia".
El estudiante de segundo Jilman Gómez, 15, está frustrado con el nuevo sistema. Dijo que se había matriculado en la misma clase de historia mundial que ya había aprobado con A el semestre pasado. También se matriculó en una clase de inglés a un nivel más bajo del que necesita.
"Está malo", dijo. "Deberías poder seguir las clases que realmente necesitas".

Los estudiantes de la academia de alta costura y diseño de Jan Hackett, provienen de siete escuelas medias y 22 escuela secundarias.
"No creo que ellos reconocieran que esta escuela era de ellos", dice. "Este era simplemente un lugar adonde eran enviados".
Hackett pasó doce años en la Escuela Secundaria Taft en Woodland Hills.
"En toda mi carrera no he visto tan complejo y tan difícil como esto".
A pesar de los retos, Hackett cree que el concepto está empezando a funcionar. Está delirante con su clase de diseño, equipada con máquinas de coser nuevas y una mesa de costura, y su clase con 40 portátiles Mac. Conoce por su nombre a la mayoría de sus 600 alumnos.
"Tengo una confianza total en este proyecto", dice Hackett.
Kennetta Bradley, 15, también cree en él. Fue transferida de escuela el año pasado desde una la cercana secundaria de Jefferson después de que la golpearan en la cabeza con una botella y lanzada al suelo durante una serie de disturbios que estallaron en ese campus en la primavera pasada.
En diciembre, cuando estallaron peleas en su nueva escuela, Bradley fue rociada con spray pimienta cuando estaba parada en el hueco de la escalera.
"Lo recibí en mis pulmones, en mis ojos, en mi nariz", dice. "La cara se me puso roja. Tuve miedo".
Después su madre le preguntó: "¿Quieres seguir yendo allá a pesar de todas esas peleas?"
Bradley pensó sobre el estilo moderno del campus, con sus servicios limpios y sus orientadores que la ayudaron a matricularse en cursos extra-académicos. Pensó en lo que se divertía en la academia de viaje y de artes culinarias. Pensó en sus maestros, que la ayudaron más que los suplentes rotativos de Jefferson.
Bradley le dijo a su madre que quería quedarse, y recordaba siempre que si estallaba alguna pelea violenta, "simplemente tienes que mantener la distancia".

12 de marzo de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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