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hermanastro de hussein en torturas


[Richard Boudreaux] Mientras la mayoría de los acusados están ausentes, dos mujeres declaran ante el tribunal que Barzan Ibrahim Hasan las torturó.
Bagdad, Iraq. Mientras Saddam Hussein y otros acusados clave boicoteaban su juicio, dos mujeres declararon el miércoles que el ex jefe de inteligencia del dictador había supervisado y participado en sesiones de tortura durante las cuales fueron desnudadas, sometidas a descargas eléctricas, colgadas del techo, y golpeadas.
Las declaraciones fueron las más espeluznantes hasta el momento ante el tribunal en el que las diatribas de los acusados a menudo han empañado los relatos de las víctimas sobre sus crímenes. Hasta el momento fue el testimonio más perjudicial en el drama de tribunal contra Barzan Ibrahim Hasan, hermanastro de Hussein, que empezó en octubre.
Una mujer dijo que Hasan la había sometido a un simulacro de ejecución, disparando una pistola cerca de su cabeza antes de golpearla con ella hasta dejarla inconsciente. La otra dijo que el jefe del servicio de inteligencia la había pateado en el pecho, rompiéndole una costilla. Las dos describieron sus humillaciones con voces rápidas y agudas, detrás de una cortina para ocultar sus identidades.
"La tortura fue un cuarto del sufrimiento", dijo la primera mujer, su voz ahogada en llanto sobre acontecimientos de hace 25 años. "Desnudarnos fueron los otros tres cuartos".
Hussein, Hasan, tres de los otros seis acusados y todo el equipo de los abogados de la defensa se negaron a comparecer ante el tribunal en protesta contra lo que consideran prejuicios del nuevo presidente del tribunal.
El domingo, en su primera sesión como presidente, Raouf Rasheed Abdel Rahman hizo desalojar a Hasan y a un abogado de la defensa por gritar, provocando la retirada de los otros abogados, Hussein, el ex vice-presidente Taha Ramadan y Awad Hamed Bandar, ex presidente del Tribunal Revolucionario.
De los restantes cuatros acusados, funcionarios menos conocidos del proscrito Partido Baath, uno se unió al boycot y permaneció en su celda mientras se reanudaba la sesión el miércoles tras dos días de receso. Seis abogados nombrados por el tribunal substituyeron al equipo de la defensa.
El abogado jefe de Hussein, Khalil Dulaimi, dijo que el boycot continuaría a menos que el presidente del tribunal fuera removido del banquillo. Dulaimi lo llamó "enemigo de mi cliente", observando que Abdel Rahman había estado en la cárcel durante el gobierno de Hussein por ser miembro de un grupo nacionalista kurdo prohibido.
Los reos están acusados del asesinato de más de 40 hombres y niños de Dujayl, una aldea predominantemente chií, en un castigo colectivo por el intento de asesinato contra Hussein en 1982. El juicio es el primero de los muchos a que someterá el tribunal a Hussein después de su derrocamiento por tropas estadounidenses en 2003.
Entre otras cosas, los fiscales están tratando de probar que Hasan, entonces a cargo de la temida policía secreta Mukhabarat, supervisó las detenciones de las víctimas junto con otros cientos de personas de Dujayl que sobrevivieron cuatro años de torturas y cárcel.
En un testimonio el año pasado, Hasan reconoció que él había investigado el atentado contra la vida de Hussein, pero insistió en que él no tenía autoridad sobre la policía de seguridad que realizó las detenciones. Negó haber participado en los interrogatorios.
Sin embargo, dos testigos previos lo acusaron de participar en sesiones de tortura, y el desgarrador testimonio del miércoles parece reforzar el caso de la fiscalía.
Se dice hace tiempo que Hasan utilizó a la policía secreta como un instrumento de barbarie contra enemigos sospechosos del gobierno. Pero las mujeres que declararon el miércoles fueron las primeras en acusar a Hasan en el tribunal de haberlas maltratado personalmente.
Las dos dijeron que fueron detenidas a los días del intento de asesinato y llevadas al edificio del servicio de inteligencia de Bagdad, uno de los varios centros de detención donde ellas y otros vecinos de Dujayl pasarían los siguientes cuatro años.
La primera mujer dijo que Hasan se había interesado especialmente en ella.
"Al fin te trajeron", le dijo antes de ser llevada para ser interrogada a la Sala de Operaciones del edificio, una sala de torturas con palmetas eléctricas, mangueras de goma, cadenas y sangre en el piso.
Hasan, dijo, sólo quería una cosa: que confesara que pertenecía al Partido Islámico Dawa, entonces un grupo chií prohibido con lazos con Irán.
"Le dije que era inocente", dijo.
Al día siguiente Hasan entró a la Sala de Operaciones blandiendo un arma, recordó. La mujer dijo que había sido obligada a desnudarse.
"Tengo una pistola muy buena para ti", le dijo Hasan. "Entonces disparó y me golpeó en la cabeza. Me desmayé".
Sus torturadores no habían terminado, declaró. Al día siguiente la colgaron por las muñecas a un ventilador en el techo, le pusieron un enema químico que le causó dolor en todo el cuerpo y la dejaron ahí durante cuatro horas, dijo. Hacia el fin de los interrogatorios cinco días después, agregó, tenía un brazo roto.
Desde detrás de la cortina, las palabras de la mujer agolpándose demasiado rápido como para que los estenógrafos del tribunal pudieran transcribirlas. Sonaba agitada. "Cálmese", le dijo el juez.
En una breve interrogatorio cruzado, el abogado de Hasan nombrado por el tribunal, preguntó si estaba segura de que el funcionario al que había visto era Hasan. "Después de todo lo que le pasó, no podría haber tenido tan buena memoria", dijo el abogado al juez.
"¿Cree que soy extranjera?", preguntó la mujer. "Yo soy iraquí. Lo había visto en televisión".
Y los guardias, que llamaban a su jefe por su nombre de pila, dijeron: "Señor Barzan, esta es la prisionera", declaró.
La segunda mujer describió una letanía de horrores similar, que dijo que tenían por objetivo obligarla a hacer una declaración de que su hermano era un activista del partido Dawa.
Sus interrogadores le dijeron a los guardias que le "dieran unos pendientes", dijo, refiriéndose a los cables con pinzas de contacto que producían descargas eléctricas en su cuerpo. En un momento, mientras estaba suspendida por las muñecas, Hasan entró e instruyó a sus torturadores que la colgaran cabeza abajo, dijo.
"Luego me dio tres patadas en el pecho", dijo.
Interrogada por el abogado de Hasan sobre si tenía prueba de las lesiones, replicó agriamente que estaba dispuesta a que la examinara un doctor. "Todavía tengo cosas rotas en mi pecho", dijo.
Otros tres testigos declararon el miércoles, incluyendo a un hombre que era de la milicia del Partido Baaz en Dujayl. Dijo que el vice-presidente Ramadan había dado órdenes de destruir con excavadoras los frutales y palmares de Dujayl como parte de un castigo sistemático de la aldea.
El tribunal debe todavía oír las evidencias de la participación directa de Hussein en la represión. Pero los fiscales dicen que piensan presentar evidencias documentales de que firmó sentencias de muerte ejecutadas sumariamente por el Tribunal Revolucionario de Bandar. Dos testigos cuyos familiares fueron asesinados dijeron el miércoles que habían visto esos documentos.
El juez Abdel Rahman ordenó el cierre de la sesión durante media hora para discutir el boycot de los reos. Funcionarios del tribunal no dijeron ni quién había asistido ni qué pasó.
"El juez realmente no tiene demasiadas opciones, excepto seguir adelante", dijo Jonathan Drimmer, ex investigador de crímenes de guerra del ministerio de Justicia estadounidense. "Si hubiese ordenado que el juicio fuera postergado debido a que Saddam y los otros se niegan a asistir, podríamos no volver a verlo nunca más en el tribunal".
Pero si el juicio continúa sin la presencia de los acusados, agregó, "es difícil no preocuparse de la honestidad del proceso. El continuado caos está lejos de lo que quisieras ver en un caso histórico como este".

2 de febrero de 2006

©los angeles times
©traducción mQh

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