precio de la libertad en marruecos
[Craig Whitlock] Riñas con el rey pone a prueba libertades en Marruecos.
Sale, Marruecos. En este país norafricano la monarquía se remonta al siglo 9 y ha sobrevivido invasiones extranjeras, guerras civiles y conspiraciones comunistas. Ahora hace frente a una nueva amenaza: una abuela que predica la no-violencia y la democracia.
Esta semana los fiscales marroquíes deben continuar un juicio criminal contra Nadia Yassine, líder de Justicia y Caridad, un movimiento islámico clandestino que es cada vez más agresivo a la hora de criticar al gobierno del Rey Mohammed VI. Yassine, 47, estaba encargada hasta junio de criticar públicamente a la monarquía después de que afirmara en una entrevista en un diario que el país estaría mejor con una república que con un reinado.
"No creo que desaparezcamos porque ya no tengamos rey", dijo entonces Yassine. Podría ser condenada a tres o cinco años de prisión y una fuerte multa si es declarada culpable.
Aunque los comentarios de Yassine se hacen eco de observaciones que ha hecho muchas veces, su declaración tocó un nervio sensible en el palacio real que, como los gobiernos de muchos otros países musulmanes, está tratando de mantenerse en el poder frente a las presiones para adoptar la democracia.
Desde su ascenso al trono en 1999, Mohammed ha transformado a su país aprobando elecciones parlamentarias, una sólida prensa y derechos iguales para las mujeres, dando a los marroquíes más libertad que cualquiera de sus vecinos árabes en África del Norte y Oriente Medio. Esos cambios también han dado nueva vida a grupos de oposición largo tiempo reprimidos que están exigiendo al rey más concesiones, aunque no creen necesariamente en una democracia al estilo occidental.
Como resultado, los marroquíes están a la espera de quién ganará la última batalla entre Mohammed y Yassine, cuyas familias han reñido y dominado la política del país durante décadas.
Yassine no ha mostrado signos de retroceder. Cuando compareció ante el tribunal el verano pasado en Rabat, la capital, se dirigió a los tribunales con un pedazo de cinta adhesiva sobre su boca, adornada por un X roja. Era seguida por una enorme cantidad de seguidores. Más de 150 abogados se ofrecieron voluntariamente para defender su derecho a la libertad de expresión.
Desde entonces ha iniciado una página en internet, que actualiza en tres idiomas -francés, inglés y árabe. La gente que la conoce dice que está casi ansiosa de que la metan en la cárcel y así convertirse en una mártir política de su causa.
"Rechazo el tabú del silencio", dijo en una entrevista el mes pasado en su casa aquí en Sale, una ciudad de 400 mil habitantes al otro lado del río Bou Regreg, de Rabat. "Rehúso pagar con mi libertad".
Para la constitución marroquí es un delito criticar o insultar al rey, cuyo linaje se remonta al profeta Mahoma. Las autoridades dicen que han tolerado durante mucho tiempo los exhabruptos de Yassine, pero que esta vez ha ido demasiado lejos.
"En algunos países, tú puedes hablar sobre los valores republicanos", dice Nabil Benabdallah, el ministro de comunicaciones marroquí. "Aquí, tenemos valores monárquicos, y ella está transgrediendo esos valores".
Aunque su juicio ha atraído la atención internacional como una prueba de la seriedad de Marruecos en cuanto a la libertad de expresión y la democracia, ha arrojado menos luz sobre Yassine, una complicada figura cuya dedicación a los derechos del individuo son cuestionadas por mucha gente aquí.
Ella se define a sí misma como una feminista y partidaria de la democracia cuyo movimiento Justicia y Caridad ha jurado ser no violento. Pero Justicia y Caridad también predica el establecimiento de un estricto estado islámico y se ha opuesto enérgicamente a muchos de los cambios democráticos que se han introducido durante el reinado de Mohammed, tales como el nuevo código familiar que otorga más derechos a las mujeres.
Justicia y Caridad fue fundado por el padre de Yassine, Abdessalam Yassine, un clérigo que adhiere a la rama sufí del islam y que ha expresado su admiración por la revolución iraní y ha sido llamado la versión marroquí del ayatollah Ruhollah Khomeini. Al movimiento le está prohibido participar en la política nacional, pero su existencia es tolerada por el gobierno y es considerado quizás la fuerza popular más poderosa del país.
Muchos activistas pro-democracia en Marruecos temen que los Yassine no tenga intención de participar en una democracia multi-partidista. En la elite secular de Marruecos existen abiertas preocupaciones de que si Justicia y Caridad llega al poder, prohibiría inmediatamente el alcohol, obligaría a las mujeres a cubrirse con velos y anularía algunas de las otras libertades que hacen del país uno de los más moderados del mundo árabe.
Algunos que han luchado con dedicación por la emergente democracia marroquí dicen que apretar los dientes durante el juicio de Yassine.
"Es realmente irritante para la gente que ha luchado por los derechos de la mujer y la democracia", dice Latifah Ibabdi, presidente de la Unión para la Acción Feminista, un grupo de Rabat que ha tenido conflictos con Justicia y Caridad. "Ella sabe que el nuevo rey quiere avanzar hacia la democracia, pero no es ahí adonde quieren ir los fundamentalistas. En lo esencial, lo que ellos quieren es un estado islámico. Quieren que en Marruecos gobiernen los ayatollahs. No podemos admitirlo".
Otra persona con sentimientos encontrados es Abdelaziz Koukas, editor de al-Ousbouia al-Jadida, que entrevistó a Yassine el año pasado y publicó los comentarios que los pusieron a ambos en problemas con la ley. Él es uno de los acusados en el juicio de Yassine.
En una entrevista en un bar en Casablanca, dijo que no lamentaba haber dado espacio a Yassine para que expresara sus opiniones. "Son fundamentalistas, pero se supone que la democracia debe tolerar todas opiniones", dijo. "Suprimir las opiniones es todavía más peligroso".
Koukas miró su vaso de cerveza mientras reflexionaba sobre las perspectivas de que llegara al poder un movimiento islámico. "Si el jeque Yassine llegara al poder, no podríamos estar aquí", dijo. "No podríamos mirar a las mujeres. Si los fundamentalistas llegan al poder, nosotros, los periodistas, perderemos nuestras libertades".
Incluso los líderes del partido islámico de Marruecos permitido oficialmente abrigan dudas sobre Justicia y Caridad.
Abdelkader Amara, jefe parlamentario del Partido Justicia y Desarrollo, dijo que Yassine y su movimiento han evitado trabajar dentro del sistema cada vez más democrático de Marruecos.
"La gente quiere saber cuál es su programa", dice Amaera. "Para ser honestos, en el campo religiosos yo soy de la misma casa. Pero hasta ahora, no entiendo qué es lo que quieren".
Los Yassine han estado desafiando a los reyes marroquíes durante más de treinta años. En 1974, Abdessalam Yassine cometió el atrevido acto de escribir una carta pública de 120 páginas al rey Hassan II, cuestionando la legitimidad de su derecho al trono y le advirtió de un venidero "diluvio" islámico que lo sacaría del poder.
El reto fue considerado tan peregrino que Hassan, conocido por usar la tortura y la represión para mantenerse en el poder, hizo que Yassine fuera declarado demente y encerrado en un manicomio. Yassine estuvo encerrado o bajo arresto domiciliario durante la mayor parte del siguiente cuarto de siglo.
Tras la muerte de Hassan en 1999, Mohammed perdonó a varios conocidos presos políticos y ordenó la liberación de Yassin. Si Yassine se lo agradeció, no dio muestras de ello. En lugar de eso, volvió a tomar la pluma y envió otra carta al palacio. "A quien concierna", comenzaba, antes de acusar a Hassan de haber robado 50 billones de dólares al pueblo marroquí y exigiendo que el nuevo rey los devolviera.
Mohammed ignoró la carta y en lugar de eso recogió manifestaciones de apoyo en casa y en el extranjero por impulsar una nueva apertura política, incluyendo la creación de una comisión que investigó las violaciones de los derechos humanos durante el reinado de su padre. Pero las muestras de tolerancia no han apaciguado a los Yassine, que han mantenido sus críticas. Nadia Yassine se convirtió en la cara pública de Justicia y Caridad.
"Mi padre nunca tuvo nada personal con Hassan II. El problema era nuestra historia musulmana", explicó Nadia Yassine en su casa. "Los monarcas bajo los que vivimos representan la autocracia contra la que estamos luchando. Nuestro problema es con su filosofía política. No hay nada personal en ello".
Desde que empezara el juicio, Yassin ha obtenido apoyo de algunos círculos inesperados.
Marruecos ha sido durante largo tiempo uno de los aliados más fiables de Estados Unidos en el mundo musulmán. Desde los secuestros del 11 de septiembre de 2001, las agencias contraterroristas de Marruecos y Estados Unidos se han convertido en estrechos colaboradores, y los dos países firmaron un acuerdo de libre comercio que fue implementado el mes pasado. Sin embargo, el ministerio de Relaciones Exteriores reprochó al gobierno marroquí después del primer juicio de Yassine, publicando una declaración diciendo que le "preocupaba" el caso, agregando: "La medida contradice muchos de los importantes avances de Marruecos en la promoción de los derechos humanos".
Gregory W. Sullivan, portavoz del Buró de Asuntos de Oriente Próximo del ministerio de Relaciones Exteriores, dijo que la agencia estaba siguiendo estrechamente el caso. "Estamos preocupados de lo que la detención de Nadia Yassine pueda representar para el futuro de las reformas y las libertades de prensa y de expresión en Marruecos", dice.
Yassine ha encontrado otro aliado en un primo del rey, el príncipe Moular Hicham, un egresado de Princeton que es el segundo en la línea de sucesión al trono. En una carta abierta proclamó su "completa solidaridad" con su defensa, aunque rechaza sus puntos de vista políticos. "La supervivencia de la monarquía misma dependerá en última instancia de su capacidad de capear las opiniones adversas, por radicales que sean", escribió.
Esta semana los fiscales marroquíes deben continuar un juicio criminal contra Nadia Yassine, líder de Justicia y Caridad, un movimiento islámico clandestino que es cada vez más agresivo a la hora de criticar al gobierno del Rey Mohammed VI. Yassine, 47, estaba encargada hasta junio de criticar públicamente a la monarquía después de que afirmara en una entrevista en un diario que el país estaría mejor con una república que con un reinado.
"No creo que desaparezcamos porque ya no tengamos rey", dijo entonces Yassine. Podría ser condenada a tres o cinco años de prisión y una fuerte multa si es declarada culpable.
Aunque los comentarios de Yassine se hacen eco de observaciones que ha hecho muchas veces, su declaración tocó un nervio sensible en el palacio real que, como los gobiernos de muchos otros países musulmanes, está tratando de mantenerse en el poder frente a las presiones para adoptar la democracia.
Desde su ascenso al trono en 1999, Mohammed ha transformado a su país aprobando elecciones parlamentarias, una sólida prensa y derechos iguales para las mujeres, dando a los marroquíes más libertad que cualquiera de sus vecinos árabes en África del Norte y Oriente Medio. Esos cambios también han dado nueva vida a grupos de oposición largo tiempo reprimidos que están exigiendo al rey más concesiones, aunque no creen necesariamente en una democracia al estilo occidental.
Como resultado, los marroquíes están a la espera de quién ganará la última batalla entre Mohammed y Yassine, cuyas familias han reñido y dominado la política del país durante décadas.
Yassine no ha mostrado signos de retroceder. Cuando compareció ante el tribunal el verano pasado en Rabat, la capital, se dirigió a los tribunales con un pedazo de cinta adhesiva sobre su boca, adornada por un X roja. Era seguida por una enorme cantidad de seguidores. Más de 150 abogados se ofrecieron voluntariamente para defender su derecho a la libertad de expresión.
Desde entonces ha iniciado una página en internet, que actualiza en tres idiomas -francés, inglés y árabe. La gente que la conoce dice que está casi ansiosa de que la metan en la cárcel y así convertirse en una mártir política de su causa.
"Rechazo el tabú del silencio", dijo en una entrevista el mes pasado en su casa aquí en Sale, una ciudad de 400 mil habitantes al otro lado del río Bou Regreg, de Rabat. "Rehúso pagar con mi libertad".
Para la constitución marroquí es un delito criticar o insultar al rey, cuyo linaje se remonta al profeta Mahoma. Las autoridades dicen que han tolerado durante mucho tiempo los exhabruptos de Yassine, pero que esta vez ha ido demasiado lejos.
"En algunos países, tú puedes hablar sobre los valores republicanos", dice Nabil Benabdallah, el ministro de comunicaciones marroquí. "Aquí, tenemos valores monárquicos, y ella está transgrediendo esos valores".
Aunque su juicio ha atraído la atención internacional como una prueba de la seriedad de Marruecos en cuanto a la libertad de expresión y la democracia, ha arrojado menos luz sobre Yassine, una complicada figura cuya dedicación a los derechos del individuo son cuestionadas por mucha gente aquí.
Ella se define a sí misma como una feminista y partidaria de la democracia cuyo movimiento Justicia y Caridad ha jurado ser no violento. Pero Justicia y Caridad también predica el establecimiento de un estricto estado islámico y se ha opuesto enérgicamente a muchos de los cambios democráticos que se han introducido durante el reinado de Mohammed, tales como el nuevo código familiar que otorga más derechos a las mujeres.
Justicia y Caridad fue fundado por el padre de Yassine, Abdessalam Yassine, un clérigo que adhiere a la rama sufí del islam y que ha expresado su admiración por la revolución iraní y ha sido llamado la versión marroquí del ayatollah Ruhollah Khomeini. Al movimiento le está prohibido participar en la política nacional, pero su existencia es tolerada por el gobierno y es considerado quizás la fuerza popular más poderosa del país.
Muchos activistas pro-democracia en Marruecos temen que los Yassine no tenga intención de participar en una democracia multi-partidista. En la elite secular de Marruecos existen abiertas preocupaciones de que si Justicia y Caridad llega al poder, prohibiría inmediatamente el alcohol, obligaría a las mujeres a cubrirse con velos y anularía algunas de las otras libertades que hacen del país uno de los más moderados del mundo árabe.
Algunos que han luchado con dedicación por la emergente democracia marroquí dicen que apretar los dientes durante el juicio de Yassine.
"Es realmente irritante para la gente que ha luchado por los derechos de la mujer y la democracia", dice Latifah Ibabdi, presidente de la Unión para la Acción Feminista, un grupo de Rabat que ha tenido conflictos con Justicia y Caridad. "Ella sabe que el nuevo rey quiere avanzar hacia la democracia, pero no es ahí adonde quieren ir los fundamentalistas. En lo esencial, lo que ellos quieren es un estado islámico. Quieren que en Marruecos gobiernen los ayatollahs. No podemos admitirlo".
Otra persona con sentimientos encontrados es Abdelaziz Koukas, editor de al-Ousbouia al-Jadida, que entrevistó a Yassine el año pasado y publicó los comentarios que los pusieron a ambos en problemas con la ley. Él es uno de los acusados en el juicio de Yassine.
En una entrevista en un bar en Casablanca, dijo que no lamentaba haber dado espacio a Yassine para que expresara sus opiniones. "Son fundamentalistas, pero se supone que la democracia debe tolerar todas opiniones", dijo. "Suprimir las opiniones es todavía más peligroso".
Koukas miró su vaso de cerveza mientras reflexionaba sobre las perspectivas de que llegara al poder un movimiento islámico. "Si el jeque Yassine llegara al poder, no podríamos estar aquí", dijo. "No podríamos mirar a las mujeres. Si los fundamentalistas llegan al poder, nosotros, los periodistas, perderemos nuestras libertades".
Incluso los líderes del partido islámico de Marruecos permitido oficialmente abrigan dudas sobre Justicia y Caridad.
Abdelkader Amara, jefe parlamentario del Partido Justicia y Desarrollo, dijo que Yassine y su movimiento han evitado trabajar dentro del sistema cada vez más democrático de Marruecos.
"La gente quiere saber cuál es su programa", dice Amaera. "Para ser honestos, en el campo religiosos yo soy de la misma casa. Pero hasta ahora, no entiendo qué es lo que quieren".
Los Yassine han estado desafiando a los reyes marroquíes durante más de treinta años. En 1974, Abdessalam Yassine cometió el atrevido acto de escribir una carta pública de 120 páginas al rey Hassan II, cuestionando la legitimidad de su derecho al trono y le advirtió de un venidero "diluvio" islámico que lo sacaría del poder.
El reto fue considerado tan peregrino que Hassan, conocido por usar la tortura y la represión para mantenerse en el poder, hizo que Yassine fuera declarado demente y encerrado en un manicomio. Yassine estuvo encerrado o bajo arresto domiciliario durante la mayor parte del siguiente cuarto de siglo.
Tras la muerte de Hassan en 1999, Mohammed perdonó a varios conocidos presos políticos y ordenó la liberación de Yassin. Si Yassine se lo agradeció, no dio muestras de ello. En lugar de eso, volvió a tomar la pluma y envió otra carta al palacio. "A quien concierna", comenzaba, antes de acusar a Hassan de haber robado 50 billones de dólares al pueblo marroquí y exigiendo que el nuevo rey los devolviera.
Mohammed ignoró la carta y en lugar de eso recogió manifestaciones de apoyo en casa y en el extranjero por impulsar una nueva apertura política, incluyendo la creación de una comisión que investigó las violaciones de los derechos humanos durante el reinado de su padre. Pero las muestras de tolerancia no han apaciguado a los Yassine, que han mantenido sus críticas. Nadia Yassine se convirtió en la cara pública de Justicia y Caridad.
"Mi padre nunca tuvo nada personal con Hassan II. El problema era nuestra historia musulmana", explicó Nadia Yassine en su casa. "Los monarcas bajo los que vivimos representan la autocracia contra la que estamos luchando. Nuestro problema es con su filosofía política. No hay nada personal en ello".
Desde que empezara el juicio, Yassin ha obtenido apoyo de algunos círculos inesperados.
Marruecos ha sido durante largo tiempo uno de los aliados más fiables de Estados Unidos en el mundo musulmán. Desde los secuestros del 11 de septiembre de 2001, las agencias contraterroristas de Marruecos y Estados Unidos se han convertido en estrechos colaboradores, y los dos países firmaron un acuerdo de libre comercio que fue implementado el mes pasado. Sin embargo, el ministerio de Relaciones Exteriores reprochó al gobierno marroquí después del primer juicio de Yassine, publicando una declaración diciendo que le "preocupaba" el caso, agregando: "La medida contradice muchos de los importantes avances de Marruecos en la promoción de los derechos humanos".
Gregory W. Sullivan, portavoz del Buró de Asuntos de Oriente Próximo del ministerio de Relaciones Exteriores, dijo que la agencia estaba siguiendo estrechamente el caso. "Estamos preocupados de lo que la detención de Nadia Yassine pueda representar para el futuro de las reformas y las libertades de prensa y de expresión en Marruecos", dice.
Yassine ha encontrado otro aliado en un primo del rey, el príncipe Moular Hicham, un egresado de Princeton que es el segundo en la línea de sucesión al trono. En una carta abierta proclamó su "completa solidaridad" con su defensa, aunque rechaza sus puntos de vista políticos. "La supervivencia de la monarquía misma dependerá en última instancia de su capacidad de capear las opiniones adversas, por radicales que sean", escribió.
12 de febrero de 2006
©washington post
©traducción mQh
1 comentario
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El secretario general del partido Istiqlal, Abbas el Fassi, ganador de las elecciones legislativas del viernes en Marruecos, en las que derrotó a los islamistas moderados del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), considera que "el Islam no es monopolio de nadie".
El Fassi aseguró que "el Islam de nuestros ancestros, que ha durado siglos, que heredamos hoy, es el Islam de la tolerancia, de los derechos humanos, de la solidaridad". ¿A quién quiere engañar? El islam es el islam que vulnera los derechos humanos y que practica una absoluta falta de tolerancia con las otras confesiones religiosas. No nos dejemos engañar.
También debería hablar de la ancestral costumbre marroquí de la compra de votos.
La democracia y el islam no son compatibles, el islam no considera iguales en derechos y deberes a todos los ciudadanos (independientemente de su sexo o creencia religiosa, por ejemplo).