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nuevas funciones de interpol


[Rebecca Ulam Weiner] Largo tiempo relegada a cazar ladrones de piezas de arte y falsificadores, Interpol ha encontrado una nueva relevancia -y obtenido un sorprendente éxito- en la conducción de la policía global para cazar terroristas.
El 3 de febrero, 23 prisioneros, incluyendo uno de los cerebros del atentado con bomba contra el destructor 2000 USS Cole, así como otros 12 miembros de al Qaeda condenados, escaparon de un centro de detención de la inteligencia militar en Yemen, haciendo un túnel de 14 metros hacia la libertad. Poco después de la fuga, Ronald Noble, secretario general de la organización policiaca internacional, anunció que los escapados "no pueden ser considerados un problema interno de Yemen". Como señaló Noble, los terroristas representan un claro y presente peligro para todos los países.
Interpol -la única organización global contra el crimen y la segunda institución internacional después de Naciones Unidas- movilizó de inmediato a sus agentes en los 184 países miembros para localizar y detener a los hombres donde quiera que se encuentren en el mundo.
Que la cacería esté siendo dirigida por Interpol, una organización más apta para el laborioso trabajo de perseguir a ladrones de piezas de arte y falsificadores, que localizar a terroristas, puede inspirar poca confianza. Durante la mayor parte de su historia -existe desde 1923- Interpol ha sido una burocracia europea ridículamente letárgica, quizás tan famosa por su rol cazando a la imaginaria superbandida Carmen Sandiego, que por su acciones en la vida real. Pero con el crecimiento de amenazas que sobrepasan las fronteras, como el terrorismo y el tráfico ilegal de drogas, armas y seres humanos, Interpol ha adquirido nueva relevancia. Y gracias a un cambio en la dirección y a las ventajas de las nuevas tecnologías, también ha mejorado haciendo su trabajo: conectando unos con otros a sus agentes a través del planeta y con las enormes cantidades de datos relacionados con la delincuencia que ha reunido.
Interpol llega rara vez a primera plana, pero en los últimos cinco años ha sido frecuentemente el cerebro de algunas sensacionales proezas de la policía internacional. Solamente el año pasado, los esfuerzos de la Interpol condujeron a 3.500 detenciones, incluyendo la captura de uno de los criminales de guerra más buscados del mundo, los atacantes de los atentados contra los trenes de Madrid y de los ataques contra el metro de Londres.
Esos esfuerzos le han ganado a Interpol una improbable coalición de partidarios, desde libertarios cívicos hasta halcones conservadores y liberales internacionalistas. El objetivo de Interpol de luchar contra el crimen internacional es por supuesto un concepto relativamente poco controvertido, pero dado que los medios con que lo hace pueden implicar que se deba compartir información sensible entre países como Estados Unidos y Siria, Colombia o Irán -todos ellos miembros de Interpol-, ese extendido entusiasmo es sorprendente. Incluso el gobierno de Bush, difícilmente conocido por su adhesión al multilateralismo o al derecho internacional, ha apoyado a Interpol. El presidente Bush la mencionó en dos discursos oficiales; John Ashcroft fue el primer fiscal general estadounidense en visitar su sede en Lyon, Francia; y Estados Unidos respaldó el aumento de un 50 por ciento del presupuesto de Interpol para los pasados cinco años.
En esos cinco años, la organización se ha convertido en un participante clave en la guerra global contra el terrorismo y ha entregado un modelo de un modo diferente de pensar sobre las leyes internacionales y su implementación.
Creada después de la Primera Guerra Mundial, Interpol ha estado históricamente ocultada por la oscuridad y la intriga. Después de una breve absorción por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, Interpol pasó las siguientes décadas en las líneas laterales de la Guerra Fría, debido a su torpe metabolismo institucional y su estricta evitación de delitos que pudieran ser considerados políticos (el terrorismo, por ejemplo). Ronald Noble llegó a Lyon para encontrar a una organización policiaca global que sólo abría durante la semana, de 8 a 6. Las órdenes de captura, el equivalente global de All Points Bulletins de los criminales más buscados, eran enviadas por correo de tercera clase, y a menudo tardaban meses en llegar. Eso era en 2000.
Noble, un ex fiscal federal estadounidense que sirvió en posiciones de alto nivel en el ministerio de Justicia y de Hacienda y que está acostumbrando a trabajar 16 horas diarias, es el primer secretario general estadounidense. En gran medida, es él quien ha dirigido la transformación de Interpol de ser "una colonia de retiro para agentes de policía" a lo que es hoy.
Ya en 2000 Noble reconoció que Interpol se volvería obsoleta a menos que hiciera del terrorismo parte de sus tareas. Creía que la vieja política de la agencia, de eludir el terrorismo, estaba fundada en un malentendido en cuanto a qué es el terrorismo. "Nadie va a negar que el terrorismo tiene aspectos políticos", dice. "Pero el terrorismo es en primerísimo lugar un delito. ¿Cómo puede la policía, y por tanto Interpol, no estar involucrada, y en realidad dirigir la lucha contra el terrorismo?" Si habían todavía algunas dudas residuales, la destrucción del World Trade Center terminó con ellas. Desde el 11 de septiembre de 2001, dice Noble, "en Interpol no se han apagado nunca las luces".
Resultó que Interpol estaba bien preparada para el trabajo antiterrorista. La agencia no tiene agentes secretos y no puede efectuar detenciones -y ha sido siempre una red de investigación de apoyo, que recoge, analiza y difunde información a agentes de policía de sus países miembros. Interpol se especializa en coleccionar datos -que, como observó la Comisión del 11-9, son claves en la lucha contra el terrorismo.
La agencia ha mejorado en su recolección de datos, y ha aprendido a utilizar los recientes avances de la información tecnológica. En 2002, Interpol introdujo un sistema policial global de comunicaciones, electrónico y moderno, llamado I-24/7. El nuevo sistema permite que los países miembros envíen alertas sobre terroristas, fugitivos, personas desaparecidas, o amenazas con armas en todo el mundo y proporciona acceso a bases de datos que contienen millones de archivos criminales, perfiles de ADN, huellas dactilares e informes de inteligencia.
Por supuesto, la tecnología es tan útil como la gente que la usa, pero el nuevo sistema ya ha demostrado su valor. En diciembre, ayudó a llevar a su conclusión una persecución de casi cuatro años de uno de los criminales de guerra más buscados del planeta, el general del ejército croata Ante Gotovina, en un lujoso balneario en las Islas Canarias. Gotovina se inscribió en su hotel con un pasaporte croata falso que apareció en la nueva base de datos internacional de Interpol, de documentos de viaje robados. Según la estimación más reciente, hay más de 10 millones de documentos de viaje en la base de datos, así como perfiles de más de 9300 sospechosos de terrorismo, 250 mil fotografías de pedófilos y pornógrafos, y más de 30 mil fotografías de piezas de arte robadas.
El I-24/7 permite a los agentes de policía a cientos de kilómetros de distancia coordinar prohibiciones internacionales. "Cuando tienes un adversario hábil y astuto, que se adapta a usar tecnología comercial normal, tener un sistema que permite el movimiento de información 24/7 puede ayudar a adaptarse al gobierno", dice Glen Ware, director de la consultora de riesgos Diligence LLC.
Las órdenes de captura toman ahora horas, en lugar de meses, en ser distribuidas. La detención de Gotovina en diciembre fue solicitada por una orden de captura, y de acuerdo al FBI, una orden de captura ayudó recientemente a la captura de Aswat Haroon Rashid -el terrorista británico del que se sospecha que fue el cerebro de los atentados de Londres- y de Qussama Kassir, el terrorista sueco que se llama a sí mismo un sicario de Osama bin Laden. Desde 2000, el número general de detenciones realizadas sobre la base de las alertas y órdenes de captura de Interpol ha aumentando en un 600 por ciento.
Mientras que el poder y utilidad de un sistema como este parece innegable, hay preocupaciones sobre su abuso. Douglas McNabb, un abogado del bufete de defensa criminal internacional McNabb Associates, cuestiona la conveniencia de enviar información clasificada a Lyon. "Algunos de los países miembros son precisamente los países que tú no quieres que vean esa información", dice. Dependiendo de en qué manos caiga, la información puede ser fácilmente usada tanto para filtrarla hacia los criminales como para llevarlos a justicia. Tampoco está nada de claro si los agentes de policía de Cuba o Irán interpretan de la misma manera las normas en torno a las evidencias -o, en primer lugar, sobre lo que constituye un delito- que los agentes en Estados Unidos.
Sin embargo, a través del espectro político, los expertos parecen estar relativamente despreocupados sobre los abusos potenciales. "La gente que está involucrada en las actividades de Interpol saben de qué se trata y hay un montón de cosas que no dirán a Interpol", dice James Carafano, de la Heritage Foundation, un laboratorio ideológico. "Pero si estás tratando de obtener información sobre delincuentes específicos y distribuirla a otros países, funciona perfectamente bien". Ware está de acuerdo. "Interpol ha sido conocida siempre como muy conservadora en este terreno", dice. "Son medidos en sus juicios".
Pues por más que enfatice el acceso y la inclusión, Interpol deja intencionadamente en manos de sus países miembros la toma de decisiones y la adopción de medidas. Cada país ‘posee’ la información que hace disponible para el sistema, y puede decidir quién puede consultarla. Noble señala que "Estados Unidos envía regularmente información a Interpol de la que está excluida Irán, por ejemplo, e Irán puede enviar información de la que está excluida Estados Unidos". Esa selectividad, dice, es igual para todas las agencias de policía: "¿Comparte el FBI todas sus informaciones con Interpol? No. ¿La comparte con otras agencias policiales nacionales y locales? Claro que no".
Los países miembros confían que Interpol custodie la información que le envían. Lo que es más, han habido algunos sorprendentes actos de administración que sugieren líneas políticas de demarcación que no siempre se aplican en el contexto policial. A Noble le agrada señalar que "Libia fue el primer país en el mundo en emitir una orden de captura de Osama bin Laden" -en conexión con atentados terroristas que había ayudado a organizar allá- "en una época en que Libia era el archienemigo de Estados Unidos". ¿Cuál fue el primer país que emitir una orden de captura para el miembro de al Qaeda, Abu Musab al-Zarqawi? Argelia.
Interpol parece ser la organización internacional que todo el mundo quiere. Los liberales aprecian su enfoque multilateral, los conservadores la respetan por su autonomía. "Interpol no determina políticas; no dice a la gente lo que deben o pueden hacer", dice Carafano. "No trata de suplantar la soberanía de los estados; eleva la soberanía haciendo más fuerte a los estados fuertes".
Sobre todo, dice Noble, "Interpol es una organización que fue creada por la policía y su objetivo es servir al público". Peter Andreas, co-autor del libro de próxima aparición ‘Policing the Globe: Criminalization and Crime Control in International Relations’, está de acuerdo. "Se subestima el grado en que hay una subcultura policial de la ley internacional", dice. "Un poli es un poli es un poli". Puede no recibir demasiada atención de la prensa o de los políticos, pero Andreas cree que hay un grado considerable de cooperación internacional de las policías".
De este modo, Interpol es un excelente ejemplo de lo que Anne-Marie Slaughter, decano de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton, describe como "una red trans-gubernamental", en la que funcionarios de gobierno que comparten una orientación profesional común colaboran unos con otros por sobre las fronteras sobre bases voluntarias e informales.
Lo que hace de esta red transgubernamental distinta un modelo de policía internacional, dice, es que es "más flexible, más rápida de establecer y desarrollar, y de reformar, y mucho menos burocrática" que instituciones como Naciones Unidas o la Organización Mundial de la Salud. Al reunir a funcionarios cuya lealtad a su profesión puede ser mayor que su lealtad a una nacionalidad o partido político particulares, Interpol fomenta lo multilateral. Pero al proveerlos con las herramientas para colaborar sin exigirles que se adapten, Interpol respeta su soberanía. O como lo dijo el policía del estado de Massachusetts, Frank Saunders, "nosotros usamos Interpol cuando la necesitamos; y ellos nos usan a nosotros cuando nos necesitan".

Rebecca Ulam Weiner es profesora de la Escuela de Administración John F. Kennedy.

12 de febrero de 2006

©boston globe
©traducción mQh

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