tortura y muerte en suburbio de parís
En el suelo del cuarto de cemento, en el sótano del número 4, de la calle Serge-Prokofiev, no hay nada, excepto unos paquetes de veneno contra ratas, una mancha de humedad que se seca lentamente y una docena de pequeños círculos trazados y numerados con tiza blanca, marcando presumiblemente los lugares donde la policía recogió evidencias de los tormentos de Halimi.
Hamili, 23, murió el 23 de febrero poco después de ser encontrado por transeúntes cerca de una estación del metro, a 24 kilómetros de distancia del lugar, después de arrastrarse fuera del área boscosa donde fuera arrojado. Estaba desnudo y sangrando de al menos cuatro puñaladas en su garganta, tenía las manos amarradas y una cinta adhesiva cubría su boca y ojos. De acuerdo al informe inicial de la autopsia, el 60 por ciento de su cuerpo estaba cubierto por ácido.
"Sabía que tenían a alguien ahí abajo", dijo un joven francés-árabe, holgazaneando en el pasillo de un edificio adyacente al edificio donde fuera mantenido Halimi. Dijo que vive arriba del calabozo improvisado, pero no quiso dar su nombre ni decir si sabía o no entonces que el hombre era judío. "No sabía que lo estaban torturando", dijo. "De otro modo, habría llamado a la policía".
Pero está claro que un montón de gente sí sabía, tanto que Halimi estaba siendo torturado como que era judío. La policía, de acuerdo a abogados con acceso a la investigación, cree que al menos 20 personas participaron en su secuestro y posteriores y torpes negociaciones por su rescate. Sus secuestradores dijeron a su familia que si no tenían el dinero, deberían "ir a pedirlo a su sinagoga", y más tarde contaron a un rabí, diciéndole: "Tenemos a un judío".
La terrible muerte ha conmovido a Francia, que tiene las poblaciones musulmanas y judías más grandes de Europa. La semana pasada decenas de miles de personas marcharon contra el racismo y el antisemitismo en París, acompañadas por el ministro del Interior, Nicholas Sarkozy, y otras marchas más pequeñas tuvieron lugar en varias otras ciudades de Francia, incluyendo Marsella.
Tras las revueltas que estallaron en el otoño pasado en los suburbios de inmigrantes en París, el caso parece personificar los problemas sociales de la inmigración, raza y clase a los que Francia se ha enfrentado con tanta incertidumbre. Los detalles causan profundos temores sobre el virulento antisemitismo dentro del endurecimiento de la clase desprivilegiada, y señalan la decadencia del tejido social en el que vive esa clase.
Aquellos que la policía dice que secuestraron y mataron a Halimi se llamaban a sí mismos "los Bárbaros", e incluían a gente de diferentes orígenes: los hijos de negros del África sub-sahariana y del Caribe, de árabes del Norte de África, de al menos un persa de Irán, y de blancos de Portugal y Francia.
El cabecilla de la banda era un alto y carismático joven llamado Youssouf Fofana, 25, uno de cinco hijos nacidos en París de musulmanes nominales de Costa de Marfil. Cuando era adolescente, la familia se mudó a un deprimente vecindario de edificios de apartamentos de 12 pisos, donde estuvo secuestrado Halimi.
Los problemas empezaron antes. Estudió fontanería en una escuela vocacional local, pero a los 16 ya había tenido una serie de encontronazos con la policía, apuntando 13 detenciones por toda la gama de delitos entre robos y reducción de mercaderías robadas. En 1999, a los 19, robó un coche y golpeó al dueño portugués que trató de intervenir. Fue detenido y sentenciado a su única condena de prisión, cumpliendo dos años en cárceles de Nanterre y Fleury-Mérogis, no muy lejos de París.
Volvió al apartamento de su madre y utilizó las credenciales de la prisión para asumir el papel de matón entre los jóvenes, hombres y mujeres, ociosos de su vecindario. Abogados familiarizados con el caso sugieren que es entonces que se sembraron las semillas de ‘los Bárbaros’.
Hacia 2004, dice la policía, trató la extorsión, atacando a judíos franceses prominentes. Cuando eso fracasó, la banda aparentemente recurrió al secuestro, utilizando a mujeres jóvenes como anzuelo.
Se cree que ‘los Bárbaros’ son responsables de seis intentos de secuestro, cuatro de hombres judíos, antes de lograrlo con Halimi.
En un caso a principios de enero una mujer trató repetidas veces de citarse con un productor de música judío en las afueras de París, logrando finalmente convencer a su padre para que fuera a un estacionamiento en un suburbio de París con el pretexto de que tenía unos CDés de música que pertenecían a su hijo. En lugar de ella, varios hombres esperaban al padre, que fue golpeado hasta la inconciencia cuando resistió el intento de meterlo en su coche.
Mike Akiba trabajaba con Halimi en el Voltaire Phone, en París, una de una docena de pequeñas tiendas de celulares de propiedad judía a lo largo del Boulevard Voltaire en arrondissement número 11. Dijo que Halimi estaba solo en la tienda cuando una chica iraní-francesa de 17 entró a flirtear con él. Akiba dijo que ella puede haber pensado que Halimi, un hombre atractivo con penetrantes ojos marrones, era el propietario.
Halimi le habló a Akiba sobre ella al día siguiente y dijo que había quedado con ella el viernes noche en la Porte d’Orleans, un barrio en la parte sur de París. Akiba lo vio por última vez el viernes a las 10:30, el 20 de enero, cuando conducía desde el Boulevard Voltarie su Renault Twingo de color champagne.
Halimi aparentemente se reunió con la mujer, y luego se dirigieron hacia Sceaux, un suburbio cerca de Bagneux, donde sus secuestradores deben haberlo capturado. Su coche fue encontrado más tarde, abandonado en un aparcamiento allá.
Akiba dijo que los agentes de policía que investigan el caso descubrieron que la banda había aplicado la misma táctica con varios hombres en otras tiendas de teléfonos.
Halimi fue llevado al vecindario de viviendas sociales de Pierre-Plate en Bagneux, e inicialmente retenido en un apartamento vacío en el tercer piso en el número 1 de la calle Serge-Prokofiec, con la ayuda del conserje del edificio, de acuerdo a abogados que han consultado los documentos de la pesquisa. La banda cubrió sus ojos y boca con cinta adhesiva, dejando sólo un hoyo para meter una paja.
El primer contacto de la familia de Halimi con los secuestradores ocurrió la noche del sábado 21 de enero, cuando un miembro de la banda llamó a la novia de Halimi y la instruyó a consultar una cuenta de correo electrónico. Así empezó una serie de comunicaciones angustiantemente inconexas entre los secuestradores de Halimi, que incluyó cientos de llamadas telefónicas y mensajes de correo electrónico, y demandas de rescate que empezaron en medio millón de dólares y descendieron a cinco mil, dijo el abogado de la familia Francis Szpiner.
Después de unos días la banda se llevó a su prisionero a un cuarto de cemento de un sótano debajo de una parte del edificio. Lo raparon y rajaron sus mejillas con un cuchillo, lo fotografiaron con sangre corriendo por su cara y enviaron su foto por correo electrónico a la familia.
A medida que pasaban los días, sus secuestradores se volvieron crecientemente crueles, desnudándolo y golpeándolo, arañándolo y cortándolo. Le apretaron un cigarrillo encendido contra su frente.
La familia fue instruida para que enviaran el dinero del rescate a Costa de Marfil, a través de Western Union, y Fofana viajó a ese país al menos una vez a principios de febrero. De acuerdo a los informes después de su detención, fue después de que el rescate no llegara que comenzaron a torturar seriamente a Halimi.
La policía no conocía entonces las identidades de los miembros de la banda pero les estaba pisando los talones. Hacia el 10 de febrero, Fofana visitó brevemente un cibercafé en la Rue de la Fidelité en el décimo arrondissement, llevando un capuchón y un pañuelo que cubrían su boca y nariz. "Creo que ni siquiera se sacó los guantes", dijo el encargado el viernes. Quince minutos después, dijo, llegaron agentes de policía buscando a un hombre negro, con un esbozo generado por ordenador. Sacaron las huellas digitales del tablero que había usado Fofana y confiscaron el disco duro del ordenador y el billete de cinco euros con el que había pagado.
Halimi fue encontrado la tarde del 13 de febrero. No está claro todavía cuándo fue apuñalado o si sus secuestradores pensaron que estaba muerto cuando lo arrojaron entre los árboles detrás de la estación de trenes Ste.-Geneviève-des-Bois al sur de París.
Dos días después, cuando el caso empezaba a aparecer con conmovedores titulares de primera plana, Fofana viajó de vuelta a Costa de Marfil y pronto se lo vio moverse libremente en la ciudad con una amiga identificada por la prensa francesa como Mariam Cissé. Entretanto, la policía empezó a distribuir bosquejos de dos mujeres que habían servido como anzuelos de la banda, hechos a partir de informaciones de los otros hombres que habían sido aproximados.
Una era la chica francesa-iraní de 17 de la que se cree que sedujo a Halimi a su muerte. El bosquejo de la segunda mujer resultó ser especialmente preciso y cuando fue mostrado en televisión, mucha gente la reconoció como Audrey Lorleach, 24, dijeron abogados en el caso.
Temiendo que la capturaran, Lorleach se entregó voluntariamente y llevó a la policía hacia su novio, Jérôme Tony Ribeiro, un joven de origen portugués. Él dio a la policía el nombre de Fofana.
Fofana se enfureció cuando vio su nombre y fotografía en los diarios franceses al día siguiente, y llamó al padre de Halimi y a su amiga y a varios de sus cómplices de Abidjan en Francia, amenazándolos a todos, y confirmando su ubicación a la policía. Fue detenido el 22 de febrero. [Fofana fue devuelto a Francia el sábado después de ser entregado a las autoridades francesas por las autoridades de Costa de Marfil, informó la agencia France-Press].
De momento un total de 19 personas, de edades de 17 a 39, han sido detenidas en relación con el secuestro y muerte de Halimi, incluyendo a la mujer francesa-iraní cuyo nombre de pila es Yalda.
La policía encontró literatura islamita y documentos de apoyo a un grupo de ayuda a los palestinos en la casa de al menos una de las personas detenidas, pero los abogados involucrados en el caso rechazan que el extremismo musulmán haya sido un motivo, observando que mucha gente implicada en el caso no son musulmanes. El abogado de Halimi, Szpiner, negó los informes de la prensa francesa de que la banda había llamado a la familia de Halimi y recitado versos del Corán.
Fofana ha reconocido su participación. En una entrevista grabada por un periodista local en la comisaría de policía en Abidjan y emitida por la televisión francesa, un Fofana sonriente y relajado negó que hubiese matado a Halimi y rechazó que el secuestro fuera antisemita.
"Fue hecho por motivos económicos", dice en la grabación.
Parado en el pasillo de Bagneux cerca de donde fue retenido Halimi, el joven árabe-francés sonrió cuando se le preguntó sobre Fofana. "Era simpático, le agradaba a todo el mundo", dijo. "Si la policía lo trajera aquí, los tipos del barrio tratarían de liberarlo".
5 de marzo de 2006
©new york times
©traducción mQh
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