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ministro rice como bailarina turca


[Daniel Williams] En una película egipcia, los estadounidenses son los malos.
El Cairo, Egipto. Cuando la secretaria de estado Condeleezza Rice visitó esta ciudad el mes pasado, los egipcios tuvieron una opción inusual: mirarla en televisión explicando sus puntos de vista sobre la guerra y la paz en Oriente Medio, o ir a un teatro en el barrio y verla retratada por una actriz muy parecida a ella bailando la danza del vientre y colocada en situaciones ‘adultas’.
La película en cuestión es ‘The Night Baghdad Fell’ [La Noche Que Cayó Bagdad], que describe las obsesiones egipcias con la guerra, el sexo y Estados Unidos. Salvajemente anti-norteamericana, ha hecho pingües negocios durante dos meses, una larga vida en la pantalla para películas hechas en Egipto. En ‘Night’, los egipcios se mortifican pensando en una invasión estadounidense de Egipto, y sobre la potencial destrucción de su capital. Los americanos son matones, violadores y estúpidos asesinos.
Dicho sea de paso, ‘The Night Baghdad Fell’ es una comedia.
La película es sólo la última expresión de la cultura popular egipcia en desplegar una profunda animadversión hacia los estadounidenses. Hace dos años, los yanquis emergieron como los malos en los escenarios del Cairo. En una pieza, ‘Messing With the Mind’ [Metiéndose Con el Viento], la audiencia fue empujada por acomodadores de mirada demente vestidos de marines. En otra, una Estatua de la Libertad fue hecha volar en el vestíbulo.
Los feos americanos empezaron a emerger en las pantallas el año pasado. En ‘Alexandria, New York’, el director Yusef Chahine castiga la actitud norteamericana hacia los árabes. ‘No Problem, We’re Getting Screwed’ [No Hay Problemas, No Están Jodiendo], una comedia negra, cuenta la historia de un egipcio que envía a su hijo a Iraq a entregar mangos y luego debe viajar hasta allá para sacarlo de una cárcel estadounidense. En el camino, el padre tropieza con el hoyo donde estuvo oculto Saddam Hussein, queda atrapado en el fuego cruzado de los insurgentes, lo detienen los estadounidenses y es llevado al presidente Bush. Bush lo obliga a ponerse una barba y a confesar que ha puesto una bomba en la embajada estadounidense. De algún modo, el egipcio escapa, derrota a sus secuestradores, vende sus mangos y vuelve con su hijo a casa.
Los egipcios no son los únicos que describen a los americanos como los canallas de la pantalla. ‘Valley of the Wolves: Iraq’ [Valle de los Lobos], debutó el año pasado en Turquía con un héroe que se venga de las tropas americanas que detienen a tropas turcas en el norte de Iraq. Los americanos en la pantalla matan a civiles en una boda, queman una mezquita y ejecutan sumariamente a varios. También aparecen brevemente las torturas en la prisión de Abu Ghraib.
"Estas películas muestran que hay paranoia en todas partes", dice Nabil Shawkat, un columnista humorístico del diario Daily Star. "En el caso de Egipto, el sentimiento de impotencia con respecto a los norteamericanos es bastante común".
No todo el mundo considera el tema anti-norteamericano de ‘Night’ como válido. Muchos críticos lo consideran soporífico y típicamente egipcio en cuanto a echar la culpa de sus problemas a los extranjeros. Un crítico del diario al-Ahram lo llamó "una pueril comedia que expresa las opiniones de un adolescente entusiasta con poca visión política".
Oficialmente Egipto es uno de los más estrechos aliados de Washington en Oriente Medio. En general los egipcios son amables con los turistas americanos y les aseguran infinitamente que son queridos aquí. Los estadounidenses como los malos son una desviación en el cine egipcio. En el pasado distante, los colonialistas británicos eran el blanco de retratos negativos. Más tarde, en las pantallas aparecieron extranjeros sin etiqueta para explotar la riqueza egipcia. Los americanos, si es que eran retratados, lo eran como víctimas inocentes de astutos guías turísticos egipcios o como gente de costumbres encantadoras, aunque incomprensibles, como el uso de pantalones cortos en público.
Una vieja sátira titulada ‘The Visit of Mr. President’ [La Visita el Sr. Presidente], retrataba al alcalde un pueblo que se mostraba cómicamente ansioso de mostrar su entusiasmo con la amistad de Anwar Sadat por Estados Unidos -divertido porque el alcalde no sabe cómo explicar por qué, apenas unos años antes, Estados Unidos era enemigo de Egipto. La película estuvo prohibida en Egipto durante muchos años.
Los israelíes han sido el peligro más común en las pantallas, incluso en las comedias. En una película del año pasado titulada ‘The Embassy Is in the Building’ [La Embajada Está En el Edificio], un emigrado egipcio vuelve a casa, quiere tener relaciones sexuales en su viejo apartamento, pero no puede porque tiene de vecina a la embajada israelí. Los misiles pasan por las ventanas y los guardias de seguridad bloquean entradas y salidas. Los vecinos se han mudado todos. Cuando el abrumado hombre se querella contra los israelíes, se convierte en un héroe nacional.
En ‘Night’ un maestro trata de reclutar a un brillante ex alumno para crear un arma para usar en caso de que los americanos invadan Egipto. El estudiante se la pasa fumando hachís, pero debido en parte a su admiración hacia la radical hija pacifista del maestro, se mete al proyecto. El profesor accede a que su hija se case con el chico. "Házlo por la patria", la insta.
En la película, los hombres tienen problemas sexuales. El estudiante no logra excitarse con la novia la noche de bodas, y se pasa fantasías con Rice y también con un marine llamado Jack. El maestro y sus amigos son impotentes. Todos estos problemas se resuelven cuando las esposas y amantes los esperan en cama vestidas con uniformes de desierto norteamericanos.
Los informes sobre las atrocidades de los estadounidenses en Iraq se acumulan y los egipcios forman una harapienta milicia para hacer frente a una posible invasión. Cuando una prueba de la nueva arma defensiva fracasa, el profesor tiene una pesadilla sobre su hija, que es violada en Abu Ghraib. Cerca del clímax de ‘Night’, un egipcio que sale a saludar a los invasores estadounidenses, es matado a balazos por un soldado americano.
"Pensé que un acontecimiento como la caída de Bagdad no podía dejarse pasar sin hacer un comentario", dice el director Mohammed Amin. "Todo lo que podíamos hacer los árabes era sentarnos a mirarla por televisión. Así que decidí hacer una película sobre la impotencia. Se eso se trata".
La película es la segunda excursión cómica de Amin. El año pasado, hizo ‘Cultural Film’, que cuenta la historia de un grupo de jóvenes egipcios que tratan en vano de encontrar un lugar donde puedan estar solos para mirar videos pornográficos.
En ‘Night’ satiriza la vida y política egipcias, aunque no a través del tipo de chocantes imágenes que usa con los americanos. Cuando el profesor quiere elevar la moral de su milicia, produce un video sobre un logro egipcio desde la guerra de 1973 contra Israel. Se compone de un solo gol en un partido de fútbol, en el que Egipto empata con su rival. Se acerca a un general a preguntarle sobre el desarrollo de armas, pero el oficial le dice que la industria militar está produciendo paraguas. Un conocido dice que Egipto ya posee armas de destrucción masiva -lo sabe porque una vez el país entero sufrió un apagón cuando toda la energía fue utilizada para enriquecer uranio.
Las escenas de fantasía sexual con Condoleezza Tice recibieron un montón de comentarios negativos en Egipto, pero Amin las defiende diciendo que un personaje débil fantasea naturalmente con la idea de poseer a alguien más poderoso. "El estudiante odia a los militares norteamericanos, así que los derrota en la cama, en la forma de Rice. Rice viene siempre a Egipto a dictarnos conferencias. Es como tener fantasías con tu profesora de cuarto".
Insiste en que él no es anti-norteamericano. Su próximo proyecto, dice, es una película sobre los horrores de Iraq, pero también sobre lo bueno de una operación de doctores americanos que separaron a unos mellizos egipcios. "Quiero investigar cómo puede un país ser malo y bueno al mismo tiempo", dijo.

20 de marzo de 2006
©washington post
©traducción mQh
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