milicias chiíes, el mayor peligro
[Jonathan Finer] Para la estabilidad política de Iraq.
Bagdad, Iraq. Las milicias chiíes representan el mayor peligro para la seguridad en muchas partes de Iraq, y han asesinado a más personas en los últimos meses que la resistencia sunní, y presentarán quizás el desafío más desalentador y crítico para la formación del nuevo gobierno, dicen militares estadounidenses y diplomáticos.
Los asesinatos, cometidos por pistoleros chiíes contra sunníes en Bagdad y otros lugares, sumaron cuatro veces más que otras muertes en marzo debidas a atentados con bomba y otros ataques con bajas masivas, de acuerdo a datos militares. Y la mayoría de los funcionarios cree que sólo un pequeño porcentaje de las bajas por balazos son notificadas.
Espoloneado por el atentado con bomba de un santuario chií en Samarra en febrero pasado, el recrudecimiento en asesinatos religiosos ha disminuido en las últimas semanas. Pero los ataques contra importantes mezquitas chiíes el jueves y viernes podría provocar una nueva ronda de derramamiento de sangre.
Aunque reconociendo la inestabilidad causada por los grupos armados chiíes, los más grandes de los cuales están vinculados a los partidos políticos dominantes del país y que operan en el ejército y la policía iraquíes, funcionarios estadounidenses e iraquíes aquí todavía deben implementar o incluso articular públicamente una estrategia para solucionar estos problemas.
"Sabemos que las milicias son un problema. Hemos pedido tanto al ministerio del Interior como al de Defensa que hagan algo", dijo el general de división Joseph Peterson, el americano de más alto rango que trabaja con la policía iraquí, de la que son miembros muchos chiíes. "Ellos reconocen el problema. Pero no se ha tomado ninguna decisión sobre qué hacer".
"Hay leyes y artículos de la constitución que tratan de las milicias y explican cómo disolverlas e integrar a sus miembros en las fuerzas de seguridad sobre bases individuales", dijo Adnan Ali Kadhimi, asesor del primer ministro iraquí Ibrahim al-Jafari. "Pero esto es teoría. En la práctica la situación todavía es muy frágil. La implementación debe ser medida y cuidadosa".
Las milicias se convirtieron en una preocupación prioritaria para Estados Unidos en 2004, cuando los ejércitos estadounidense e iraquí gastaron meses tratando de reprimir las violentas insurrecciones del Ejército Mahdi, una milicia leal al fanático clérigo Moqtada al-Sáder, en Bagdad, Nayaf y otras ciudades. Pero el problema es mucho más espinudo ahora, dicen funcionarios estadounidenses, debido a que las milicias tienen miles de reclutas y han adquirido una nueva estatura política.
Hace dos años, el gobierno iraquí estaba en gran parte bajo control estadounidense y era dirigido por el primer ministro interino Ayad Allawi, un chií laico. El próximo parlamento de Iraq será dominado por el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, un partido religioso que dirige una milicia llamada Organización Báder, y por seguidores de Sáder. Juntos, los dos grupos representan casi un cuarto de los 275 escaños de la legislatura y tendrán probablemente varios ministerios en el gabinete.
"Ahora es un problema mucho más serio que entonces debido a quién está en el poder", dijo un funcionario estadounidense que trabajó sobre el problema de la milicia con el ahora desmantelado Consejo de Gobierno Iraquí hace dos años y que habló a condición de que no fuera nombrado. "Hasta que no haya una decisión de parte del gobierno, no habrá ninguna solución".
Prácticamente todos los partidos políticos chiíes en Iraq mantienen una fuerza de hombres armados, algunos de ellos verdaderos ejércitos de varios miles de reclutas, y otros que Peterson describió como poco más que "vigilantes de barrio con esteroides".
Los otros partidos importantes de Iraq también mantienen grupos armados. Los grupos insurgentes como al-Qaeda en Iraq y Ansar al-Sunna están formados predominantemente por sunníes y llevan a cabo frecuentes ataques contra soldados estadounidenses e iraquíes y contra civiles chiíes. Los pesh merga, un importante milicia sostenida por los kurdos étnicos, que está formalmente bajo el mando del ejército iraquí, opera principalmente en el norte kurdo y no representan una amenaza de seguridad importante, dicen funcionarios estadounidenses.
Todas las milicias justifican su existencia, en cierta medida, invocando la necesidad de proteger a sus comunidades de la violencia de invade el país.
Se cree que los milicianos chiíes son varias decenas de miles. El general de división Rick Lynch, un portavoz militar en Bagdad, dijo en una entrevista hace poco que el Ejército Mahdi -formado por Sáder con los largamente oprimidos parias chiíes tras la invasión estadounidense- tenía unos diez miembros. La Organización Báder, creada en Irán en los años ochenta para combatir el régimen de Saddam Hussein, tiene aproximadamente cinco mil miembros, dijo.
Otras estimaciones de los grupos, los dos acusados por Estados Unidos de estar respaldados por Irán, son mucho más altas.
Tras el atentado del 22 de febrero del santuario de Askariya en Samarra, la atención volvió a centrarse en el Ejército Mahdi.
Horas después del atentado, decenas de camiones con hombres jóvenes blandiendo rifles -la mayoría de ellos luciendo los reveladores pantalones y camisas negras de la milicia- salieron en tropel de Ciudad Sáder, una inmensa barriada chií al nordeste de Bagdad. Muchos dijeron que abandonaron sus trabajos inmediatamente en respuesta al llamado de sus comandantes y clérigos a proteger sus mezquitas y barrios.
En los días que siguieron, a pesar de un toque de queda impuesto por el gobierno sobre el tráfico vehicular y de los llamados públicos de Sáder a la calma, los residentes de varios barrios sunníes de Bagdad dijeron que bandas itinerantes de pistoleros sacaron a gente de sus casas y mezquitas sunníes, algunas de las cuales estaban ocupadas por chiíes.
Un miembro del Ejército Mahdi, que quiso ser identificado por su nombre verdadero, negó las acusaciones de que la milicia había asesinado a sunníes después del atentado de Samarra, calificándolas de "un rumor de las fuerzas de la ocupación para provocar una guerra civil entre los iraquíes".
Con un traje y sentado a un enorme escritorio de madera, el comandante de una compañía de unos doscientos hombres no parecía exactamente un soldado durante una entrevista una mañana hace poco, en una oficina en la sureña ciudad de Nayaf. Pero dijo que esperaba otro enfrentamiento entre las fuerzas estadounidenses y el Ejército Mahdi, que se ha hecho con dedicados partidarios no solamente por combatir a las tropas extranjeras sino por proveer servicios sociales como barrer las calles y dar comida a los pobres.
"Es como el fuego y el hielo. Nunca podremos vivir juntos y consideramos a los americanos como nuestros peores enemigos", dijo. "Queremos morir como mártires en cualquier momento. Cuando llegue la orden de defendernos, si Dios quiere, nos defenderemos valientemente".
Varias soluciones al problema de las milicias han sido contradictorias.
La Orden 91, emitida por la Autoridad Provisional de la Coalición, el gobierno estadounidense de después de la invasión, prohibió las milicias. Se suponía que los miembros de nueve grupos armados reconocidos, incluyendo a Báder, pero no al Ejército Mahdi, debían entregar sus armas y se les ofrecería un lugar en las fuerzas de seguridad iraquíes. Nunca entregaron las armas.
El mes pasado el gobierno iraquí renovó sus llamados a los combatientes a incorporarse al ejército y policía iraquíes. Pero asesores norteamericanos y británicos de unidades de policía y del ejército han presionado a los comandantes iraquíes para que erradiquen a los miembros con lazos con las milicias.
El informe anual del ministerio de Relaciones Exteriores sobre la situación de derechos humanos, dado a conocer en marzo, decía que "miembros de las milicias integrados en las Fuerzas de Seguridad Iraquíes siguiendo perteneciendo normalmente a estructuras organizativas preexistentes y conservador sus lealtades o afiliaciones originales".
En diciembre unos 160 miembros de la Brigada de Orden Público Nº2, una fuerza del ministerio del Interior de unos dos mil agentes, fueron despedidos por participar presuntamente en el Ejército Mahdi. Y la división de asuntos internos en la sureña ciudad de Basra fue cerrada el año pasado en medio de acusaciones de que estaba operando por medio de escuadrones de la muerte.
Milicias chiíes rivales -incluyendo al Ejército Mahdi y a un grupo armado vinculado al partido político Fadhila- luchan abiertamente en las calles de Basra, duplicando la tasa de homicidios en los últimos meses. Esta semana, 42 personas fueron asesinadas en un período de cuatro días, informaron funcionarios locales.
Algunos funcionarios estadounidenses y comandantes militares argumentan que los grupos deben ser combatidos. "En los libros hay una ley que dice que estas cosas son ilegales, y debe ser implementada", dijo un funcionario norteamericano que trabajó en el problema de la milicia.
El coronel Jeffrey Snow, comandante de la Primera Brigada de la División de Montaña Nº10 del Ejército, en la inquieta Bagdad, dijo que había adoptado una posición agresiva hacia las milicias, especialmente hacia el Ejército Mahdi, al que acusa de haber colocado una bomba improvisada en febrero que costó la vida a dos soldados estadounidenses.
"Después de la formación del gobierno, el asunto clave aquí ahora es abordar el problema de las milicias", dijo Snow, 44, de Nashua, New Hampshire. "Mi opinión personal es que constituyen el mayor peligro para el desarrollo de un ejército y policía profesionales".
Snow mencionó una serie de acaloradas discusiones que ha tenido con representantes del Ejército Mahdi en los últimos meses. "Les dijimos: ‘No toleraremos que ustedes porten armas’. Les dijimos: ‘Podéis proteger las propiedades, pero no podéis salir de ellas portando armas’. Y les dimos ejemplos claros de gente que detuvimos mientras colocaban bombas y que llevaban chapas del Ejército Mahdi".
Aunque no es probable que el problema de la milicia sea abordado hasta que los dirigentes iraquíes terminen de formar un gobierno, funcionarios estadounidenses están aumentando la presión pero ofreciendo pocos detalles sobre cómo debería ser solucionado este problema.
"No puedes vivir en una democracia con varios grupos armados. Debes tener un estado que tenga el monopolio de las armas", dijo hace poco en Bagdad la ministro de Relaciones Exteriores Condoleezza Rice. "Hemos enviado este mensaje repetidas veces, y no solamente durante esta visita, de que una de las primeras cosas que debemos hacer... es refrenar estas milicias".
De momento, los líderes iraquíes se muestran circunspectos sobre qué harán exactamente.
"El gobierno tiene un plan detallado sobre este asunto. Lo sé, soy el coordinador", dijo el asesor de seguridad nacional Mowaffak al-Rubaie. "Pero lo lamento, no puedo decir nada sobre ello".
Los asesinatos, cometidos por pistoleros chiíes contra sunníes en Bagdad y otros lugares, sumaron cuatro veces más que otras muertes en marzo debidas a atentados con bomba y otros ataques con bajas masivas, de acuerdo a datos militares. Y la mayoría de los funcionarios cree que sólo un pequeño porcentaje de las bajas por balazos son notificadas.
Espoloneado por el atentado con bomba de un santuario chií en Samarra en febrero pasado, el recrudecimiento en asesinatos religiosos ha disminuido en las últimas semanas. Pero los ataques contra importantes mezquitas chiíes el jueves y viernes podría provocar una nueva ronda de derramamiento de sangre.
Aunque reconociendo la inestabilidad causada por los grupos armados chiíes, los más grandes de los cuales están vinculados a los partidos políticos dominantes del país y que operan en el ejército y la policía iraquíes, funcionarios estadounidenses e iraquíes aquí todavía deben implementar o incluso articular públicamente una estrategia para solucionar estos problemas.
"Sabemos que las milicias son un problema. Hemos pedido tanto al ministerio del Interior como al de Defensa que hagan algo", dijo el general de división Joseph Peterson, el americano de más alto rango que trabaja con la policía iraquí, de la que son miembros muchos chiíes. "Ellos reconocen el problema. Pero no se ha tomado ninguna decisión sobre qué hacer".
"Hay leyes y artículos de la constitución que tratan de las milicias y explican cómo disolverlas e integrar a sus miembros en las fuerzas de seguridad sobre bases individuales", dijo Adnan Ali Kadhimi, asesor del primer ministro iraquí Ibrahim al-Jafari. "Pero esto es teoría. En la práctica la situación todavía es muy frágil. La implementación debe ser medida y cuidadosa".
Las milicias se convirtieron en una preocupación prioritaria para Estados Unidos en 2004, cuando los ejércitos estadounidense e iraquí gastaron meses tratando de reprimir las violentas insurrecciones del Ejército Mahdi, una milicia leal al fanático clérigo Moqtada al-Sáder, en Bagdad, Nayaf y otras ciudades. Pero el problema es mucho más espinudo ahora, dicen funcionarios estadounidenses, debido a que las milicias tienen miles de reclutas y han adquirido una nueva estatura política.
Hace dos años, el gobierno iraquí estaba en gran parte bajo control estadounidense y era dirigido por el primer ministro interino Ayad Allawi, un chií laico. El próximo parlamento de Iraq será dominado por el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, un partido religioso que dirige una milicia llamada Organización Báder, y por seguidores de Sáder. Juntos, los dos grupos representan casi un cuarto de los 275 escaños de la legislatura y tendrán probablemente varios ministerios en el gabinete.
"Ahora es un problema mucho más serio que entonces debido a quién está en el poder", dijo un funcionario estadounidense que trabajó sobre el problema de la milicia con el ahora desmantelado Consejo de Gobierno Iraquí hace dos años y que habló a condición de que no fuera nombrado. "Hasta que no haya una decisión de parte del gobierno, no habrá ninguna solución".
Prácticamente todos los partidos políticos chiíes en Iraq mantienen una fuerza de hombres armados, algunos de ellos verdaderos ejércitos de varios miles de reclutas, y otros que Peterson describió como poco más que "vigilantes de barrio con esteroides".
Los otros partidos importantes de Iraq también mantienen grupos armados. Los grupos insurgentes como al-Qaeda en Iraq y Ansar al-Sunna están formados predominantemente por sunníes y llevan a cabo frecuentes ataques contra soldados estadounidenses e iraquíes y contra civiles chiíes. Los pesh merga, un importante milicia sostenida por los kurdos étnicos, que está formalmente bajo el mando del ejército iraquí, opera principalmente en el norte kurdo y no representan una amenaza de seguridad importante, dicen funcionarios estadounidenses.
Todas las milicias justifican su existencia, en cierta medida, invocando la necesidad de proteger a sus comunidades de la violencia de invade el país.
Se cree que los milicianos chiíes son varias decenas de miles. El general de división Rick Lynch, un portavoz militar en Bagdad, dijo en una entrevista hace poco que el Ejército Mahdi -formado por Sáder con los largamente oprimidos parias chiíes tras la invasión estadounidense- tenía unos diez miembros. La Organización Báder, creada en Irán en los años ochenta para combatir el régimen de Saddam Hussein, tiene aproximadamente cinco mil miembros, dijo.
Otras estimaciones de los grupos, los dos acusados por Estados Unidos de estar respaldados por Irán, son mucho más altas.
Tras el atentado del 22 de febrero del santuario de Askariya en Samarra, la atención volvió a centrarse en el Ejército Mahdi.
Horas después del atentado, decenas de camiones con hombres jóvenes blandiendo rifles -la mayoría de ellos luciendo los reveladores pantalones y camisas negras de la milicia- salieron en tropel de Ciudad Sáder, una inmensa barriada chií al nordeste de Bagdad. Muchos dijeron que abandonaron sus trabajos inmediatamente en respuesta al llamado de sus comandantes y clérigos a proteger sus mezquitas y barrios.
En los días que siguieron, a pesar de un toque de queda impuesto por el gobierno sobre el tráfico vehicular y de los llamados públicos de Sáder a la calma, los residentes de varios barrios sunníes de Bagdad dijeron que bandas itinerantes de pistoleros sacaron a gente de sus casas y mezquitas sunníes, algunas de las cuales estaban ocupadas por chiíes.
Un miembro del Ejército Mahdi, que quiso ser identificado por su nombre verdadero, negó las acusaciones de que la milicia había asesinado a sunníes después del atentado de Samarra, calificándolas de "un rumor de las fuerzas de la ocupación para provocar una guerra civil entre los iraquíes".
Con un traje y sentado a un enorme escritorio de madera, el comandante de una compañía de unos doscientos hombres no parecía exactamente un soldado durante una entrevista una mañana hace poco, en una oficina en la sureña ciudad de Nayaf. Pero dijo que esperaba otro enfrentamiento entre las fuerzas estadounidenses y el Ejército Mahdi, que se ha hecho con dedicados partidarios no solamente por combatir a las tropas extranjeras sino por proveer servicios sociales como barrer las calles y dar comida a los pobres.
"Es como el fuego y el hielo. Nunca podremos vivir juntos y consideramos a los americanos como nuestros peores enemigos", dijo. "Queremos morir como mártires en cualquier momento. Cuando llegue la orden de defendernos, si Dios quiere, nos defenderemos valientemente".
Varias soluciones al problema de las milicias han sido contradictorias.
La Orden 91, emitida por la Autoridad Provisional de la Coalición, el gobierno estadounidense de después de la invasión, prohibió las milicias. Se suponía que los miembros de nueve grupos armados reconocidos, incluyendo a Báder, pero no al Ejército Mahdi, debían entregar sus armas y se les ofrecería un lugar en las fuerzas de seguridad iraquíes. Nunca entregaron las armas.
El mes pasado el gobierno iraquí renovó sus llamados a los combatientes a incorporarse al ejército y policía iraquíes. Pero asesores norteamericanos y británicos de unidades de policía y del ejército han presionado a los comandantes iraquíes para que erradiquen a los miembros con lazos con las milicias.
El informe anual del ministerio de Relaciones Exteriores sobre la situación de derechos humanos, dado a conocer en marzo, decía que "miembros de las milicias integrados en las Fuerzas de Seguridad Iraquíes siguiendo perteneciendo normalmente a estructuras organizativas preexistentes y conservador sus lealtades o afiliaciones originales".
En diciembre unos 160 miembros de la Brigada de Orden Público Nº2, una fuerza del ministerio del Interior de unos dos mil agentes, fueron despedidos por participar presuntamente en el Ejército Mahdi. Y la división de asuntos internos en la sureña ciudad de Basra fue cerrada el año pasado en medio de acusaciones de que estaba operando por medio de escuadrones de la muerte.
Milicias chiíes rivales -incluyendo al Ejército Mahdi y a un grupo armado vinculado al partido político Fadhila- luchan abiertamente en las calles de Basra, duplicando la tasa de homicidios en los últimos meses. Esta semana, 42 personas fueron asesinadas en un período de cuatro días, informaron funcionarios locales.
Algunos funcionarios estadounidenses y comandantes militares argumentan que los grupos deben ser combatidos. "En los libros hay una ley que dice que estas cosas son ilegales, y debe ser implementada", dijo un funcionario norteamericano que trabajó en el problema de la milicia.
El coronel Jeffrey Snow, comandante de la Primera Brigada de la División de Montaña Nº10 del Ejército, en la inquieta Bagdad, dijo que había adoptado una posición agresiva hacia las milicias, especialmente hacia el Ejército Mahdi, al que acusa de haber colocado una bomba improvisada en febrero que costó la vida a dos soldados estadounidenses.
"Después de la formación del gobierno, el asunto clave aquí ahora es abordar el problema de las milicias", dijo Snow, 44, de Nashua, New Hampshire. "Mi opinión personal es que constituyen el mayor peligro para el desarrollo de un ejército y policía profesionales".
Snow mencionó una serie de acaloradas discusiones que ha tenido con representantes del Ejército Mahdi en los últimos meses. "Les dijimos: ‘No toleraremos que ustedes porten armas’. Les dijimos: ‘Podéis proteger las propiedades, pero no podéis salir de ellas portando armas’. Y les dimos ejemplos claros de gente que detuvimos mientras colocaban bombas y que llevaban chapas del Ejército Mahdi".
Aunque no es probable que el problema de la milicia sea abordado hasta que los dirigentes iraquíes terminen de formar un gobierno, funcionarios estadounidenses están aumentando la presión pero ofreciendo pocos detalles sobre cómo debería ser solucionado este problema.
"No puedes vivir en una democracia con varios grupos armados. Debes tener un estado que tenga el monopolio de las armas", dijo hace poco en Bagdad la ministro de Relaciones Exteriores Condoleezza Rice. "Hemos enviado este mensaje repetidas veces, y no solamente durante esta visita, de que una de las primeras cosas que debemos hacer... es refrenar estas milicias".
De momento, los líderes iraquíes se muestran circunspectos sobre qué harán exactamente.
"El gobierno tiene un plan detallado sobre este asunto. Lo sé, soy el coordinador", dijo el asesor de seguridad nacional Mowaffak al-Rubaie. "Pero lo lamento, no puedo decir nada sobre ello".
7 de abril de 2006
©washington post
©traducción mQh
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