tirón en la puerta del clóset
[Norimitsu Onishi] Sorprendente película sobre una relación homosexual institucionalizada en el mundo de los payasos itinerantes de Corea.
Seúl, Corea del Sur. ‘El rey y el payaso’ [King and the Clown] carecía de alguna estrella de la bullente industria cinematográfica de Corea del Sur, o de los otros ingredientes usuales de los grandes éxitos de taquilla.
Y en un país donde la homosexualidad fue removida de la lista de la Comisión de Protección de la Juventud de actos "socialmente inaceptables" solamente en 2004, la película gira sobre un triángulo amoroso homosexual de la corte real del siglo 16: un joven payaso destrozado entre su amor por otro payaso y un rey enamorado.
Pero para sorpresa de todo el mundo, no menos del director, a mediados de marzo la película se convirtió en la más popular en la historia de Corea del Sur, vista por más de doce millones de personas, uno de cada cuatro habitantes. En términos estadounidenses, sería quizás el equivalente de ‘En terreno vedado’ [Brokeback Mountain] -con la que está película ha sido comparada superficialmente-, ingresando tanto como ‘Titanic’.
Como fenómeno cultural, ‘El rey y el payaso’ ha provocado discusiones a veces confusas, a veces incómodas aquí sobre la naturaleza de la homosexualidad, algo que era rara vez discutido públicamente hasta hace algunos años.
En el centro de la película, que los productores esperan que llegue a Estados Unidos, hay dos payasos hombre, uno masculino llamado Jang Saeng y otro femenino, de aspecto delicado llamado Gong Gil, que asume el papel femenino en los sketches. Artistas itinerantes que dependen de la limosna para su supervivencia, son un día condenados a muerte por un sketch subido de tono insultando a Yonsan, un rey recordado en la historia de Corea por su tiranía. Pero después de lograr que el rey se ría, los dos payasos son perdonados y se les permite que se conviertan en bufones de la corte.
El rey se enamora de Gong Gil, y la relación resultante enciende los celos de Jang Saeng. Las exhibiciones físicas de cariño son sutiles: en una breve escena, el rey besa al payaso dormido; en otra, que muestra a los dos payasos durmiendo juntos, Jang Saeng cubre cariñosamente a su colega.
Todo muy suave, quizás, pero muchos aquí consideran que la película, con su flemático tratamiento de la homosexualidad, rompe tabúes. La cultura popular han ignorado durante mucho tiempo a los homosexuales, o, en años recientes, los ha relegado a papeles caricaturizados.
"Una o dos películas trataron de describir las relaciones homosexuales de modo serio, pero comercialmente fueron fracasos", dice Tcha Sung-Jau, uno de los productores mejor conocidos del país y profesor de cine en la Universidad de Dongkuk. "Es por eso que todo el mundo se sorprendió tanto cuando El rey y el payaso’ se convirtió en un éxito".
"Yo lloré cuando vi la película", agregó Tcha, "y soy un heterosexual muy definido".
En adición a la homosexualidad, otros temas anteriormente tabúes, como las violaciones de los derechos humanos durante el gobierno militar de Corea del Sur y temas relacionados en Corea del Norte, son abordados en la película. Las películas reflejan, y a veces tratan de mantenerse al corriente de una sociedad coreana que se ha sufrido grandes cambios sociales y políticos durante la última década.
Hasta hace una década, cuando un grupo de coreanos-americanos empezaran un diminuto movimiento por los derechos homosexuales en algunas universidades aquí, la mayoría de los coreanos no sabían absolutamente nada de la vida de los homosexuales. Aunque Seúl cuenta desde hace tiempo con dos barrios con un pequeño grupo de bares gay, Itaewon y Chongno, estos estaban ocultos y la homosexualidad era un tema que no se mencionaba.
En 2000 el tema saltó al arena pública cuando un conocido actor de televisión, Hong Suk Chon, se convirtió en la primera figura pública importante en declarar su homosexualidad. Hong fue sacado inmediatamente del programa y su carrera se dio por terminada. Pero en 2003, en un signo de un cambio de actitudes, el actor empezó un exitoso retorno a la pantalla.
"Creemos que los últimos diez años son el equivalente de cien años debido a los muchos cambios que han ocurrido en un período tan breve", dijo en una entrevista Oh Ga Ram, un activista del Grupo de Derechos Humanos de Homosexuales de Corea, en la oficina de la organización en Chongno.
Ninguna otra figura pública ha salido del clóset, y la mayoría de los homosexuales coreanos siguen ocultos. Pero Oh dijo que ‘El rey y el payaso’ era un "paso positivo" porque "ahora hay un discurso que antes no existía".
El discurso, sin embargo, a menudo es confuso, dijo Oh. Debido a que el triángulo amoroso gira sobre un payaso hombre femenino, algunos espectadores dicen que la relación no es de ninguna manera homosexual. "En la mente de muchos coreanos, ahora ‘hombres guapos’ es sinónimo de gay", dijo.
En coreano el título de la película es más directo sobre la naturaleza de la relación: ‘El hombre del rey’.
Sin embargo, su director Lee Jun Ik se mostró indeciso a la hora de definir su película como teniendo un tema gay y quitó importancia a que rompiera tabúes.
"Esta no es la homosexualidad como se define en Occidente", dijo Lee en una entrevista. "Es muy diferente de ‘En terreno vedado’. En esa película, la homosexualidad es destino, no preferencia. Aquí, es una práctica".
Lee dijo que había estado más interesado en evocar el mundo de los payasos itinerantes, muchos de los cuales estaban involucrados en relaciones con parejas del mismo sexo.
Una persona consultada por el director fue Kim Gi Bok, 77, que es considerado como el último payaso itinerante sobreviviente. Kim se mostró divertido por la atención que ha recibido debido a la película.
"Antes se nos trataba como vagabundos, pero ahora se nos considera artistas tradicionales", dijo en una entrevista en Anseong, una ciudad a dos horas al norte de Seúl, donde se ha fundado un centro para mantener vivo su oficio.
Entre los payasos itinerantes surgían relaciones intensas, dijo Kim, porque trabajaban en compañías masculinas y viajaban juntos todo el tiempo.
"Era difícil conseguir una esposa", dijo. "Éramos vagabundos. ¿Quién se quería casar con un vagabundo?"
Como en la película, un payaso masculino y uno femenino forman a menudo pareja. El payaso masculino mostraba su amor a su colega, biri, comprándole un reloj, dijo Kim.
"Pasaban juntos todo el tiempo, dormían en el mismo cuarto, se ayudaban mutuamente", dijo. "El biri entraría a las cocinas de la gente e incluso mendigaría comida para los dos".
"Algunos biris eran muy guapos -se dejaban crecer el pelo hasta aquí", dijo Kim señalando su cintura, mientras sus ojos se iluminaban con el recuerdo. Agregó que algunos payasos casados a veces abandonaban a sus esposas por sus colegas payasos.
Kim mismo es casado y tuvo un hijo. Dijo que él también tuvo biris en su vida, aunque dijo que las relaciones no habían sido sexuales.
"Las relaciones entre los hombres eran muy sinceras y genuinas", dijo Kim. "Eran relaciones asombrosas, extraordinarias, mucho más íntimas que la relación entre marido y mujer".
Y en un país donde la homosexualidad fue removida de la lista de la Comisión de Protección de la Juventud de actos "socialmente inaceptables" solamente en 2004, la película gira sobre un triángulo amoroso homosexual de la corte real del siglo 16: un joven payaso destrozado entre su amor por otro payaso y un rey enamorado.
Pero para sorpresa de todo el mundo, no menos del director, a mediados de marzo la película se convirtió en la más popular en la historia de Corea del Sur, vista por más de doce millones de personas, uno de cada cuatro habitantes. En términos estadounidenses, sería quizás el equivalente de ‘En terreno vedado’ [Brokeback Mountain] -con la que está película ha sido comparada superficialmente-, ingresando tanto como ‘Titanic’.
Como fenómeno cultural, ‘El rey y el payaso’ ha provocado discusiones a veces confusas, a veces incómodas aquí sobre la naturaleza de la homosexualidad, algo que era rara vez discutido públicamente hasta hace algunos años.
En el centro de la película, que los productores esperan que llegue a Estados Unidos, hay dos payasos hombre, uno masculino llamado Jang Saeng y otro femenino, de aspecto delicado llamado Gong Gil, que asume el papel femenino en los sketches. Artistas itinerantes que dependen de la limosna para su supervivencia, son un día condenados a muerte por un sketch subido de tono insultando a Yonsan, un rey recordado en la historia de Corea por su tiranía. Pero después de lograr que el rey se ría, los dos payasos son perdonados y se les permite que se conviertan en bufones de la corte.
El rey se enamora de Gong Gil, y la relación resultante enciende los celos de Jang Saeng. Las exhibiciones físicas de cariño son sutiles: en una breve escena, el rey besa al payaso dormido; en otra, que muestra a los dos payasos durmiendo juntos, Jang Saeng cubre cariñosamente a su colega.
Todo muy suave, quizás, pero muchos aquí consideran que la película, con su flemático tratamiento de la homosexualidad, rompe tabúes. La cultura popular han ignorado durante mucho tiempo a los homosexuales, o, en años recientes, los ha relegado a papeles caricaturizados.
"Una o dos películas trataron de describir las relaciones homosexuales de modo serio, pero comercialmente fueron fracasos", dice Tcha Sung-Jau, uno de los productores mejor conocidos del país y profesor de cine en la Universidad de Dongkuk. "Es por eso que todo el mundo se sorprendió tanto cuando El rey y el payaso’ se convirtió en un éxito".
"Yo lloré cuando vi la película", agregó Tcha, "y soy un heterosexual muy definido".
En adición a la homosexualidad, otros temas anteriormente tabúes, como las violaciones de los derechos humanos durante el gobierno militar de Corea del Sur y temas relacionados en Corea del Norte, son abordados en la película. Las películas reflejan, y a veces tratan de mantenerse al corriente de una sociedad coreana que se ha sufrido grandes cambios sociales y políticos durante la última década.
Hasta hace una década, cuando un grupo de coreanos-americanos empezaran un diminuto movimiento por los derechos homosexuales en algunas universidades aquí, la mayoría de los coreanos no sabían absolutamente nada de la vida de los homosexuales. Aunque Seúl cuenta desde hace tiempo con dos barrios con un pequeño grupo de bares gay, Itaewon y Chongno, estos estaban ocultos y la homosexualidad era un tema que no se mencionaba.
En 2000 el tema saltó al arena pública cuando un conocido actor de televisión, Hong Suk Chon, se convirtió en la primera figura pública importante en declarar su homosexualidad. Hong fue sacado inmediatamente del programa y su carrera se dio por terminada. Pero en 2003, en un signo de un cambio de actitudes, el actor empezó un exitoso retorno a la pantalla.
"Creemos que los últimos diez años son el equivalente de cien años debido a los muchos cambios que han ocurrido en un período tan breve", dijo en una entrevista Oh Ga Ram, un activista del Grupo de Derechos Humanos de Homosexuales de Corea, en la oficina de la organización en Chongno.
Ninguna otra figura pública ha salido del clóset, y la mayoría de los homosexuales coreanos siguen ocultos. Pero Oh dijo que ‘El rey y el payaso’ era un "paso positivo" porque "ahora hay un discurso que antes no existía".
El discurso, sin embargo, a menudo es confuso, dijo Oh. Debido a que el triángulo amoroso gira sobre un payaso hombre femenino, algunos espectadores dicen que la relación no es de ninguna manera homosexual. "En la mente de muchos coreanos, ahora ‘hombres guapos’ es sinónimo de gay", dijo.
En coreano el título de la película es más directo sobre la naturaleza de la relación: ‘El hombre del rey’.
Sin embargo, su director Lee Jun Ik se mostró indeciso a la hora de definir su película como teniendo un tema gay y quitó importancia a que rompiera tabúes.
"Esta no es la homosexualidad como se define en Occidente", dijo Lee en una entrevista. "Es muy diferente de ‘En terreno vedado’. En esa película, la homosexualidad es destino, no preferencia. Aquí, es una práctica".
Lee dijo que había estado más interesado en evocar el mundo de los payasos itinerantes, muchos de los cuales estaban involucrados en relaciones con parejas del mismo sexo.
Una persona consultada por el director fue Kim Gi Bok, 77, que es considerado como el último payaso itinerante sobreviviente. Kim se mostró divertido por la atención que ha recibido debido a la película.
"Antes se nos trataba como vagabundos, pero ahora se nos considera artistas tradicionales", dijo en una entrevista en Anseong, una ciudad a dos horas al norte de Seúl, donde se ha fundado un centro para mantener vivo su oficio.
Entre los payasos itinerantes surgían relaciones intensas, dijo Kim, porque trabajaban en compañías masculinas y viajaban juntos todo el tiempo.
"Era difícil conseguir una esposa", dijo. "Éramos vagabundos. ¿Quién se quería casar con un vagabundo?"
Como en la película, un payaso masculino y uno femenino forman a menudo pareja. El payaso masculino mostraba su amor a su colega, biri, comprándole un reloj, dijo Kim.
"Pasaban juntos todo el tiempo, dormían en el mismo cuarto, se ayudaban mutuamente", dijo. "El biri entraría a las cocinas de la gente e incluso mendigaría comida para los dos".
"Algunos biris eran muy guapos -se dejaban crecer el pelo hasta aquí", dijo Kim señalando su cintura, mientras sus ojos se iluminaban con el recuerdo. Agregó que algunos payasos casados a veces abandonaban a sus esposas por sus colegas payasos.
Kim mismo es casado y tuvo un hijo. Dijo que él también tuvo biris en su vida, aunque dijo que las relaciones no habían sido sexuales.
"Las relaciones entre los hombres eran muy sinceras y genuinas", dijo Kim. "Eran relaciones asombrosas, extraordinarias, mucho más íntimas que la relación entre marido y mujer".
1 de abril de 2006
©new york times
©traducción mQh
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