proyecto de amnistía en iraq
[Ellen Knickmeyer y Jonathan Finer] Podría incluir ataques contra militares estadounidenses. Presidente respalda negociaciones con la resistencia.
Bagdad, Iraq. El primer ministro Nouri al-Maliki propuso el miércoles una amnistía limitada para ayudar a poner fin a la resistencia sunní, como parte de un plan de reconciliación nacional que, según Maliki, será dado a conocer en algunos días. Es probable que el plan incluya la amnistía de aquellos que han atacado a tropas estadounidenses solamente, dijo un asesor de alto nivel.
La declaración de Maliki de que está dispuesto a negociar con algunos miembros de las facciones sunníes armadas, y la perspectiva de amnistía, son concesiones que los gobiernos interinos previos habían evitado. Las declaraciones señalan la primera vez que un líder de los partidos chiíes gobernantes de Iraq han acogido públicamente la reconciliación nacional, respaldado el diálogo con grupos armados y propuesto una amnistía limitada.
La reconciliación podría incluir la amnistía de los que "no han estado implicados en el derramamiento de sangre iraquí", dijo Maliki a los periodistas en una rueda de prensa en Bagdad. "También incluye conversaciones con los grupos armados que se han opuesto al proceso político y ahora quieren volver a las actividades políticas".
Maliki enfatizó que aún no se ha reunido con la resistencia sunní y agregó: "Hablaremos con aquellos cuyas manos no estén manchadas de sangre, y esperamos que ellos reconsideren su estrategia". Juró que "ellos no serán capaces de interrumpir el proceso político, sea reinstalando el antiguo régimen, o imponiendo un nuevo, detestable régimen étnico en Iraq".
Mientras Maliki hablaba, soldados y agentes de policía iraquíes iniciaban el primer día de la campaña antiterrorista en Bagdad. Una fuerza de más de 30 mil soldados y agentes, respaldados por más de 30 mil soldados extranjeros, implementaban el primer día de toque de queda de atardecer al alba y levantaban puestos de control en la capital. El ministro iraquí de Interior declaró el martes que no se habían incluido fuerzas adicionales en la campaña.
Gracias a los multiplicados puestos de control el miércoles -uno de los primeros intentos del nuevo gobierno de Maliki- hubo embotellamientos en todo Bagdad. "Hay menos gente en las calles haciendo compras, pero prefiero tener más seguridad que más clientes", dijo Wisam Saad, 29, parado en su tienda, sin ningún cliente, rodeado de cajas de cigarros, teteras y baratijas.
El gobierno de transición anterior de Iraq, dirigido por Ibrahim al-Jafari, un chií, lanzó una campaña de represión similar el año pasado, pero no logró frenar la violencia. Después de que las elecciones de diciembre eligieran al primer parlamento pleno de Iraq desde la caída de Saddam Hussein, Maliki logró ser nombrado primer ministro. Su gobierno de un mes ha presenciado rápidos movimientos en algunas de las antiguas demandas de la oposición sunní a los gobiernos chiíes, como el acuerdo estadounidense-iraquí para liberar este mes a miles de detenidos en cárceles administradas por Estados Unidos en Iraq. Cientos de ellos serán liberados de la cárcel de Abu Ghraib el jueves.
La implementación de medidas de seguridad de Maliki, y sus declaraciones sobre la amnistía y reconciliación se producen un día después de la inesperada visita del presidente Bush a la fuertemente fortificada Zona Verde de Bagdad. Bush llegó con lo que dijo eran mensajes gemelos para Maliki: Estados Unidos no abandonará a Iraq, pero Iraq tiene que hacer más en la solución de sus propios problemas.
La violencia continuó el miércoles. En el norte de Bagdad explotó una bomba colocada en un coche aparcado, errando la patrulla policial que era su blanco aparente y matando a cuatro civiles. Un fotógrafo de la agencia de noticias Reuters, estancado en el tráfico, informó haber visto a transeúntes golpeando con barras de metal las ventanas de un vehículo en un intento por sacar del interior a sus ocupantes que se estaban quemando vivos.
El presidente Jalal Taklabani, un kurdo, ha pedido durante largo tiempo el inicio de negociaciones y una posible amnistía para contribuir al fin de la violencia en Iraq. Sin embargo, las declaraciones de Maliki el miércoles fueron la más grande demostración pública con respecto a la disposición del gobierno de los partidos religiosos chiíes a hacer compromisos.
El miércoles, la Liga Árabe pospuso un conferencia sobre la reconciliación en Iraq que había sido convocada para agosto. Adnan Ali al-Kadhimi, importante asesor de Maliki, dijo que la conferencia fue retrasada en parte para que Iraq pueda decidir sobre quiénes pueden recibir la amnistía. No quedó claro cómo hará el gobierno para verificar qué insurgentes han sido responsables de los diferentes tipos de acciones.
"El gobierno tiene la intención de hacer algo por la reconciliación, y algo que se puede hacer es ofrecer una amnistía, pero no una amnistía incondicional", dijo Kadhimi en una entrevista telefónica. "Queremos ver si podemos conceder amnistía y, de algún modo, aceptar a aquellos de la llamada resistencia que no estén implicados en actividades criminales, tales como el asesinato de gente inocente o daños a la infraestructura, o incluso a los que han cometido daños a la infraestructura, provisto que sean menores".
La campaña de reconciliación emprendida en África del Sur tras el colapso del apartheid podría ser un modelo, dijo Kadhimi. "Un modo de hacerlo es admitir lo que has hecho para ser perdonado. Porque una vez que veamos a la gente admitiendo lo que han hecho, y eso esté en las áreas en las que el gobierno tiene la atribución de otorgar perdón, podría ocurrir".
Interrogado sobre el otorgamiento de clemencia para los que han atacado a tropas estadounidenses, dijo: "Ese es un área donde estamos viendo una línea verde. Hay una suerte de acuerdo preliminar entre nosotros y el MNF-I", la fuerza multinacional dirigida por Estados Unidos en Iraq, "de que existen sentimientos patrióticos en la juventud iraquí y la creencia de que esos ataques son actos legítimos de resistencia y de defensa de la patria. Yo creo definitivamente que a esa gente se la va a perdonar".
Interrogado sobre los indultos para los que han atacado a tropas iraquíes, dijo: "Esto tiene que ser estudiado cuidadosamente, porque los familiares de los individuos matados tienen derecho a poner una demanda en tribunales, porque eso es un derecho civil. O quizás el gobierno deba compensarlos".
Funcionarios diplomáticos estadounidense han dicho anteriormente que ellos estaban estimulando el diálogo entre las muchas facciones rivales de Iraq, pero ninguna ha confirmado el respaldo estadounidense para la oferta de amnistía.
Maliki también trató el problema de las milicias aliadas con su bloque religioso chií. "El éxito de nuestro plan de reconciliación nacional y el éxito en proveer servicios enviará... el mensaje de que las milicias ya no son necesarias, porque la seguridad está en manos del gobierno". Antes había propuesto que las milicias fueran incorporadas a las fuerzas de seguridad iraquíes.
Las declaraciones de Maliki se producen en momentos en que hay una creciente disposición al diálogo de parte de todos los lados de las divisiones étnicas y religiosa iraquíes. La semana pasada Talabani dijo a periodistas en una rueda de prensa en el norte kurdo que creía que 2006 podía ser el año de los acuerdos de paz en Iraq.
Igualmente, el más importante personero sunní del nuevo gobierno de Iraq dijo esta semana que creía que un acuerdo de paz estaba "muy cerca". Salam al-Zobaie, vice-primer ministro, dijo en una entrevista en su despacho de Bagdad esta semana que esta vez la diferencia era que el nuevo gobierno chií estaba mostrando su disposición a hacer compromisos.
Interrogado sobre las propuestas de amnistía para los rebeldes sunníes, Zobaie dijo que los gobiernos chiíes anteriores "cerraron la puerta" a los sunníes "y los obligaron a tomar las armas para defenderse a sí mismos. Deberíamos hablar de ofrecer excusas, no una amnistía".
Bahaa al-Araji, legislador y partidario del clérigo y jefe de la milicia chií Moqtada al-Sáder, dijo el miércoles que los miembros de la alianza gobernante chií fueron formalmente invitados por su bloc esta semana a evaluar quiénes podrían ser los candidatos aceptables para un diálogo con los sunníes.
Hablando antes de la rueda de prensa de Maliki, Araji rechazó lo que dijo que eran términos de paz demasiado fáciles expresados por Talabani. Dijo que Talabani estaba hablando desde la perspectiva de un norte kurdo que no ha sufrido la violencia que ha ensangrentado al resto de Iraq.
Más que conferencia sobre la reconciliación, dijo Araji, el mejor paso hacia la paz en Iraq sería que los líderes de los bloques sunníes, chiíes y kurdos en el parlamento se pusiesen de acuerdo entre ellos.
"Eso implicará al noventa por ciento de la gente" en el conflicto en Iraq. El restante diez por ciento "quedará aislado e identificado, de modo que todas sus nocivas acciones serán obvias para ellos y nosotros", dijo Araji. Las fuerzas militares podrían dar cuenta de los fanáticos que queden después de cualquier reconciliación, dijo.
Interrogado sobre si se sentía optimista sobre las perspectivas de reducir los asesinatos, Araji mencionó el atentado con bomba del 22 de febrero contra el santuario de la cúpula dorada chií de Samarra, al norte de Bagdad. La destrucción del santuario espoloneó la violencia religiosas a nuevas alturas.
"No tan optimista como hace seis meses", dijo el legislador chií. "Pero más que hace tres".
La declaración de Maliki de que está dispuesto a negociar con algunos miembros de las facciones sunníes armadas, y la perspectiva de amnistía, son concesiones que los gobiernos interinos previos habían evitado. Las declaraciones señalan la primera vez que un líder de los partidos chiíes gobernantes de Iraq han acogido públicamente la reconciliación nacional, respaldado el diálogo con grupos armados y propuesto una amnistía limitada.
La reconciliación podría incluir la amnistía de los que "no han estado implicados en el derramamiento de sangre iraquí", dijo Maliki a los periodistas en una rueda de prensa en Bagdad. "También incluye conversaciones con los grupos armados que se han opuesto al proceso político y ahora quieren volver a las actividades políticas".
Maliki enfatizó que aún no se ha reunido con la resistencia sunní y agregó: "Hablaremos con aquellos cuyas manos no estén manchadas de sangre, y esperamos que ellos reconsideren su estrategia". Juró que "ellos no serán capaces de interrumpir el proceso político, sea reinstalando el antiguo régimen, o imponiendo un nuevo, detestable régimen étnico en Iraq".
Mientras Maliki hablaba, soldados y agentes de policía iraquíes iniciaban el primer día de la campaña antiterrorista en Bagdad. Una fuerza de más de 30 mil soldados y agentes, respaldados por más de 30 mil soldados extranjeros, implementaban el primer día de toque de queda de atardecer al alba y levantaban puestos de control en la capital. El ministro iraquí de Interior declaró el martes que no se habían incluido fuerzas adicionales en la campaña.
Gracias a los multiplicados puestos de control el miércoles -uno de los primeros intentos del nuevo gobierno de Maliki- hubo embotellamientos en todo Bagdad. "Hay menos gente en las calles haciendo compras, pero prefiero tener más seguridad que más clientes", dijo Wisam Saad, 29, parado en su tienda, sin ningún cliente, rodeado de cajas de cigarros, teteras y baratijas.
El gobierno de transición anterior de Iraq, dirigido por Ibrahim al-Jafari, un chií, lanzó una campaña de represión similar el año pasado, pero no logró frenar la violencia. Después de que las elecciones de diciembre eligieran al primer parlamento pleno de Iraq desde la caída de Saddam Hussein, Maliki logró ser nombrado primer ministro. Su gobierno de un mes ha presenciado rápidos movimientos en algunas de las antiguas demandas de la oposición sunní a los gobiernos chiíes, como el acuerdo estadounidense-iraquí para liberar este mes a miles de detenidos en cárceles administradas por Estados Unidos en Iraq. Cientos de ellos serán liberados de la cárcel de Abu Ghraib el jueves.
La implementación de medidas de seguridad de Maliki, y sus declaraciones sobre la amnistía y reconciliación se producen un día después de la inesperada visita del presidente Bush a la fuertemente fortificada Zona Verde de Bagdad. Bush llegó con lo que dijo eran mensajes gemelos para Maliki: Estados Unidos no abandonará a Iraq, pero Iraq tiene que hacer más en la solución de sus propios problemas.
La violencia continuó el miércoles. En el norte de Bagdad explotó una bomba colocada en un coche aparcado, errando la patrulla policial que era su blanco aparente y matando a cuatro civiles. Un fotógrafo de la agencia de noticias Reuters, estancado en el tráfico, informó haber visto a transeúntes golpeando con barras de metal las ventanas de un vehículo en un intento por sacar del interior a sus ocupantes que se estaban quemando vivos.
El presidente Jalal Taklabani, un kurdo, ha pedido durante largo tiempo el inicio de negociaciones y una posible amnistía para contribuir al fin de la violencia en Iraq. Sin embargo, las declaraciones de Maliki el miércoles fueron la más grande demostración pública con respecto a la disposición del gobierno de los partidos religiosos chiíes a hacer compromisos.
El miércoles, la Liga Árabe pospuso un conferencia sobre la reconciliación en Iraq que había sido convocada para agosto. Adnan Ali al-Kadhimi, importante asesor de Maliki, dijo que la conferencia fue retrasada en parte para que Iraq pueda decidir sobre quiénes pueden recibir la amnistía. No quedó claro cómo hará el gobierno para verificar qué insurgentes han sido responsables de los diferentes tipos de acciones.
"El gobierno tiene la intención de hacer algo por la reconciliación, y algo que se puede hacer es ofrecer una amnistía, pero no una amnistía incondicional", dijo Kadhimi en una entrevista telefónica. "Queremos ver si podemos conceder amnistía y, de algún modo, aceptar a aquellos de la llamada resistencia que no estén implicados en actividades criminales, tales como el asesinato de gente inocente o daños a la infraestructura, o incluso a los que han cometido daños a la infraestructura, provisto que sean menores".
La campaña de reconciliación emprendida en África del Sur tras el colapso del apartheid podría ser un modelo, dijo Kadhimi. "Un modo de hacerlo es admitir lo que has hecho para ser perdonado. Porque una vez que veamos a la gente admitiendo lo que han hecho, y eso esté en las áreas en las que el gobierno tiene la atribución de otorgar perdón, podría ocurrir".
Interrogado sobre el otorgamiento de clemencia para los que han atacado a tropas estadounidenses, dijo: "Ese es un área donde estamos viendo una línea verde. Hay una suerte de acuerdo preliminar entre nosotros y el MNF-I", la fuerza multinacional dirigida por Estados Unidos en Iraq, "de que existen sentimientos patrióticos en la juventud iraquí y la creencia de que esos ataques son actos legítimos de resistencia y de defensa de la patria. Yo creo definitivamente que a esa gente se la va a perdonar".
Interrogado sobre los indultos para los que han atacado a tropas iraquíes, dijo: "Esto tiene que ser estudiado cuidadosamente, porque los familiares de los individuos matados tienen derecho a poner una demanda en tribunales, porque eso es un derecho civil. O quizás el gobierno deba compensarlos".
Funcionarios diplomáticos estadounidense han dicho anteriormente que ellos estaban estimulando el diálogo entre las muchas facciones rivales de Iraq, pero ninguna ha confirmado el respaldo estadounidense para la oferta de amnistía.
Maliki también trató el problema de las milicias aliadas con su bloque religioso chií. "El éxito de nuestro plan de reconciliación nacional y el éxito en proveer servicios enviará... el mensaje de que las milicias ya no son necesarias, porque la seguridad está en manos del gobierno". Antes había propuesto que las milicias fueran incorporadas a las fuerzas de seguridad iraquíes.
Las declaraciones de Maliki se producen en momentos en que hay una creciente disposición al diálogo de parte de todos los lados de las divisiones étnicas y religiosa iraquíes. La semana pasada Talabani dijo a periodistas en una rueda de prensa en el norte kurdo que creía que 2006 podía ser el año de los acuerdos de paz en Iraq.
Igualmente, el más importante personero sunní del nuevo gobierno de Iraq dijo esta semana que creía que un acuerdo de paz estaba "muy cerca". Salam al-Zobaie, vice-primer ministro, dijo en una entrevista en su despacho de Bagdad esta semana que esta vez la diferencia era que el nuevo gobierno chií estaba mostrando su disposición a hacer compromisos.
Interrogado sobre las propuestas de amnistía para los rebeldes sunníes, Zobaie dijo que los gobiernos chiíes anteriores "cerraron la puerta" a los sunníes "y los obligaron a tomar las armas para defenderse a sí mismos. Deberíamos hablar de ofrecer excusas, no una amnistía".
Bahaa al-Araji, legislador y partidario del clérigo y jefe de la milicia chií Moqtada al-Sáder, dijo el miércoles que los miembros de la alianza gobernante chií fueron formalmente invitados por su bloc esta semana a evaluar quiénes podrían ser los candidatos aceptables para un diálogo con los sunníes.
Hablando antes de la rueda de prensa de Maliki, Araji rechazó lo que dijo que eran términos de paz demasiado fáciles expresados por Talabani. Dijo que Talabani estaba hablando desde la perspectiva de un norte kurdo que no ha sufrido la violencia que ha ensangrentado al resto de Iraq.
Más que conferencia sobre la reconciliación, dijo Araji, el mejor paso hacia la paz en Iraq sería que los líderes de los bloques sunníes, chiíes y kurdos en el parlamento se pusiesen de acuerdo entre ellos.
"Eso implicará al noventa por ciento de la gente" en el conflicto en Iraq. El restante diez por ciento "quedará aislado e identificado, de modo que todas sus nocivas acciones serán obvias para ellos y nosotros", dijo Araji. Las fuerzas militares podrían dar cuenta de los fanáticos que queden después de cualquier reconciliación, dijo.
Interrogado sobre si se sentía optimista sobre las perspectivas de reducir los asesinatos, Araji mencionó el atentado con bomba del 22 de febrero contra el santuario de la cúpula dorada chií de Samarra, al norte de Bagdad. La destrucción del santuario espoloneó la violencia religiosas a nuevas alturas.
"No tan optimista como hace seis meses", dijo el legislador chií. "Pero más que hace tres".
Joshua Partlow y Omar Fekeiki y Saad al-Izzi contribuyeron a este reportaje.
©washington post
©traducción mQh
0 comentarios