milicias se apoderan de mogadiscio
[Craig Timberg] Moderados pierden puestos claves en las milicias musulmanas.
Johannesburgo, Sudáfrica. Un grupo de líderes musulmanes moderados que se apoderaron de la capital de Somalia hace un mes, han sido desplazados en los últimos días por extremistas empecinados en fundar allá un estado islámico estricto, de acuerdo a analistas políticos somalíes y otros.
Responsable del desplazamiento es Hassan Dahir Aweys, al que Naciones Unidas y Estados Unidos consideran un terrorista con vínculos con Al Qaeda. El nombramiento de Aweys el 24 de junio como jefe de las milicias islámicas que gobiernan Mogadiscio, la capital de Somalia, ha sido seguida del nombramiento de otros lugartenientes afines en otros puestos claves y la degradación de moderados como el líder anterior, Sharif Ahmed, dicen analistas.
Entre los que han caído en desgracia se encuentra Abdurahman Osman, un ciudadano americano nacido en Somalia que, el mes pasado, emergió como portavoz de las milicias musulmanas y como la cara moderada hacia el mundo exterior. Invitó a periodistas occidentales a Mogadiscio y se reunió el mes pasado, a nombre de las milicias musulmanas, con Jendayi E. Frazier, subsecretario de estado estadounidense, en Nairobi.
Osman renunció la semana pasada, dos días después de que Aways se hiciera con el control de las milicias. El lunes reservó un billete de avión hacia Minnesota, un indicio definitivo de su pérdida de fe.
"Ahora no tengo nada que ver con esa gene", dijo Osman desde Nairobi. "Estoy tan deprimido que en las últimas tres noches casi he perdido la cordura".
Mogadiscio cayó el 5 de junio en manos de las milicias musulmanas vinculadas con los tribunales religiosos que son respaldadas por una coalición de hombres de negocios, activistas civiles y líderes tradicionales de familias importantes de la ciudad. Expulsaron a un grupo de odiados señores de la guerra y laicos que gozaban del apoyo de Estados Unidos a cambio de la captura de sospechosos de terrorismo.
Mucha gente en Mogadiscio saludó el cambio debido a que las milicias musulmanas proporcionaron la primera apariencia de gobierno desde 1991.
La delincuencia callejera cayó en picado. Las tiendas abrieron hasta pasado el ocaso, la primera vez en años. Muchos vecinos acogieron la idea de la sharia, o ley religiosa, en una sociedad donde el islam ha reinado, tradicionalmente, una versión moderada del islam. Pocas mujeres llevan pañuelo en Mogadiscio, y las escuelas son normalmente mixtas en cuanto al sexo.
Los primeros indicios del cambio se produjeron cuando los milicianos obligaron a cerrar los teatros en algunos barrios, que mostraban el campeonato mundial de fútbol y películas que consideran demasiado explícitas sexualmente. Algunas mujeres jóvenes optaron por cubrirse la cabeza, y algunos jóvenes se cortaron el pelo.
El asesinato el 23 de junio de un periodista sueco, Martin Adler, pareció señalar el creciente poder en Mogadiscio de los elementos más extremistas. Aweys asumió al día siguiente y pronto anunció que intentaría extender su interpretación de la ley islámica a todo el país. También anunció que cinco presuntos violadores serían lapidados hasta la muerte, en conformidad con la ley islámica.
"Ganaron los extremistas", dijo Omar Jamal, director de Centro Jurídico Somalí de St. Paul, Minnesota. "Los extremistas tomaron la delantera en este movimiento, así que pueden imponer su visión de la ley islámica".
La situación se ha exacerbado en los últimos días, dicen algunos somalíes.
El viernes, Osama bin Laden emitió una grabación aplaudiendo el éxito de las fuerzas musulmanas en Mogadiscio. El domingo, los 53 países de la Unión Africana anunciaron planes para enviar tropas de paz a Somalia, a pesar de las vehementes objeciones de las milicias en Mogadiscio, que han dejado en claro repetidas veces su oposición a la intervención de tropas extranjeras.
También se han enfriado las relaciones entre las milicias y el nominal gobierno nacional, que cuenta con el respaldo de la Unión Africana y de Naciones Unidas. Aunque en gran parte inoperante en Somalia, el gobierno fue inicialmente cortejado por las milicias como un modo de ganar legitimidad internacional. En una reunión de un día en Sudán en 22 de junio, los dos grupos acordaron reconocerse mutuamente.
Pero la alianza del gobierno nacional con el gigante vecino de Somalia, Etiopía, ha enfurecido a las milicias, que temen un ataque, según analistas. El periodista sueco fue asesinado en una manifestación para protestar contra la intervención de tropas extranjeras cuando estaba filmando la quema de una improvisada bandera etiope. La turba estaba gritando "Abajo Etiopía" y, también, "Abajo Estados Unidos", dijo un testigo.
El miedo a Etiopía, que libró una guerra fronteriza con Somalia a fines de los años setenta, es tan profundo en Mogadiscio que la decisión de la Unión Africana de enviar tropas de paz es vista principalmente como un pretexto para que Etiopía envíe a sus militares, más numerosos y más sofisticados, contra las milicias musulmanas. En la ciudad abundan los rumores de que las tropas etíopes ya han cruzado la frontera y también que Eritrea, el rival de Etiopía en el norte, está enviando armas a las milicias.
Algunos somalíes abrigan la esperanza de que la misma floja coalición de hombres de negocios, activistas y viejos líderes de los clanes que ayudaron a expulsar a los señores de la guerra pronto se volcarán contra las milicias, a medida que su poder las hace más descaradas.
Ali Iman Sharmarke, hombre de negocios y periodista en Mogadiscio, dijo que creía que las milicias musulmanas perderían poder si se ponían muy estrictos en cuanto a su interpretación de la ley religiosa. "La gente los empezará a odiar tanto como odiaban a los señores de la guerra", dijo Sharmarke, desde Nairobi. "Los moderados no van a comulgar con bin Laden".
Pero Jamal dijo que era cada vez más evidente que los extranjeros -bin Laden, Naciones Unidas, Estados Unidos, la Unión Africana, Etiopía, Eritrea- eran los que estaban determinando las cosas, no los somalíes.
"Parece que nadie se ocupará de los intereses de los somalíes", dijo. "Ahora mismo la situación es muy, muy mala".
Responsable del desplazamiento es Hassan Dahir Aweys, al que Naciones Unidas y Estados Unidos consideran un terrorista con vínculos con Al Qaeda. El nombramiento de Aweys el 24 de junio como jefe de las milicias islámicas que gobiernan Mogadiscio, la capital de Somalia, ha sido seguida del nombramiento de otros lugartenientes afines en otros puestos claves y la degradación de moderados como el líder anterior, Sharif Ahmed, dicen analistas.
Entre los que han caído en desgracia se encuentra Abdurahman Osman, un ciudadano americano nacido en Somalia que, el mes pasado, emergió como portavoz de las milicias musulmanas y como la cara moderada hacia el mundo exterior. Invitó a periodistas occidentales a Mogadiscio y se reunió el mes pasado, a nombre de las milicias musulmanas, con Jendayi E. Frazier, subsecretario de estado estadounidense, en Nairobi.
Osman renunció la semana pasada, dos días después de que Aways se hiciera con el control de las milicias. El lunes reservó un billete de avión hacia Minnesota, un indicio definitivo de su pérdida de fe.
"Ahora no tengo nada que ver con esa gene", dijo Osman desde Nairobi. "Estoy tan deprimido que en las últimas tres noches casi he perdido la cordura".
Mogadiscio cayó el 5 de junio en manos de las milicias musulmanas vinculadas con los tribunales religiosos que son respaldadas por una coalición de hombres de negocios, activistas civiles y líderes tradicionales de familias importantes de la ciudad. Expulsaron a un grupo de odiados señores de la guerra y laicos que gozaban del apoyo de Estados Unidos a cambio de la captura de sospechosos de terrorismo.
Mucha gente en Mogadiscio saludó el cambio debido a que las milicias musulmanas proporcionaron la primera apariencia de gobierno desde 1991.
La delincuencia callejera cayó en picado. Las tiendas abrieron hasta pasado el ocaso, la primera vez en años. Muchos vecinos acogieron la idea de la sharia, o ley religiosa, en una sociedad donde el islam ha reinado, tradicionalmente, una versión moderada del islam. Pocas mujeres llevan pañuelo en Mogadiscio, y las escuelas son normalmente mixtas en cuanto al sexo.
Los primeros indicios del cambio se produjeron cuando los milicianos obligaron a cerrar los teatros en algunos barrios, que mostraban el campeonato mundial de fútbol y películas que consideran demasiado explícitas sexualmente. Algunas mujeres jóvenes optaron por cubrirse la cabeza, y algunos jóvenes se cortaron el pelo.
El asesinato el 23 de junio de un periodista sueco, Martin Adler, pareció señalar el creciente poder en Mogadiscio de los elementos más extremistas. Aweys asumió al día siguiente y pronto anunció que intentaría extender su interpretación de la ley islámica a todo el país. También anunció que cinco presuntos violadores serían lapidados hasta la muerte, en conformidad con la ley islámica.
"Ganaron los extremistas", dijo Omar Jamal, director de Centro Jurídico Somalí de St. Paul, Minnesota. "Los extremistas tomaron la delantera en este movimiento, así que pueden imponer su visión de la ley islámica".
La situación se ha exacerbado en los últimos días, dicen algunos somalíes.
El viernes, Osama bin Laden emitió una grabación aplaudiendo el éxito de las fuerzas musulmanas en Mogadiscio. El domingo, los 53 países de la Unión Africana anunciaron planes para enviar tropas de paz a Somalia, a pesar de las vehementes objeciones de las milicias en Mogadiscio, que han dejado en claro repetidas veces su oposición a la intervención de tropas extranjeras.
También se han enfriado las relaciones entre las milicias y el nominal gobierno nacional, que cuenta con el respaldo de la Unión Africana y de Naciones Unidas. Aunque en gran parte inoperante en Somalia, el gobierno fue inicialmente cortejado por las milicias como un modo de ganar legitimidad internacional. En una reunión de un día en Sudán en 22 de junio, los dos grupos acordaron reconocerse mutuamente.
Pero la alianza del gobierno nacional con el gigante vecino de Somalia, Etiopía, ha enfurecido a las milicias, que temen un ataque, según analistas. El periodista sueco fue asesinado en una manifestación para protestar contra la intervención de tropas extranjeras cuando estaba filmando la quema de una improvisada bandera etiope. La turba estaba gritando "Abajo Etiopía" y, también, "Abajo Estados Unidos", dijo un testigo.
El miedo a Etiopía, que libró una guerra fronteriza con Somalia a fines de los años setenta, es tan profundo en Mogadiscio que la decisión de la Unión Africana de enviar tropas de paz es vista principalmente como un pretexto para que Etiopía envíe a sus militares, más numerosos y más sofisticados, contra las milicias musulmanas. En la ciudad abundan los rumores de que las tropas etíopes ya han cruzado la frontera y también que Eritrea, el rival de Etiopía en el norte, está enviando armas a las milicias.
Algunos somalíes abrigan la esperanza de que la misma floja coalición de hombres de negocios, activistas y viejos líderes de los clanes que ayudaron a expulsar a los señores de la guerra pronto se volcarán contra las milicias, a medida que su poder las hace más descaradas.
Ali Iman Sharmarke, hombre de negocios y periodista en Mogadiscio, dijo que creía que las milicias musulmanas perderían poder si se ponían muy estrictos en cuanto a su interpretación de la ley religiosa. "La gente los empezará a odiar tanto como odiaban a los señores de la guerra", dijo Sharmarke, desde Nairobi. "Los moderados no van a comulgar con bin Laden".
Pero Jamal dijo que era cada vez más evidente que los extranjeros -bin Laden, Naciones Unidas, Estados Unidos, la Unión Africana, Etiopía, Eritrea- eran los que estaban determinando las cosas, no los somalíes.
"Parece que nadie se ocupará de los intereses de los somalíes", dijo. "Ahora mismo la situación es muy, muy mala".
4 de julio de 2006
©washington post 4 de julio de 2006
©washington post
©traducción mQh
0 comentarios