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la muerte de un imán


[David Holley] Las autoridades afirman que el clérigo murió en una balacera entre fuerzas de Kirguistán y militantes musulmanes. Sus partidarios niegan que tuviera lazos con el extremismo.
Moscú, Rusia. La muerte, este mes, de un conocido líder religioso a manos fuerzas de seguridad en Kirguistán, ha aumentado las tensiones en este densamente poblado Valle Fergana en Asia Central, que se encuentra atrapado en una espiral de empeoramiento del conflicto entre musulmanes radicales y las autoridades.
Mohammed Rafik Kamalov, el popular imán de una mezquita de la ciudad de Korasuv, murió, según se dice, el 6 de agosto en un tiroteo entre la policía y los dos pasajeros de su coche, que también perdieron la vida en el incidente. Las autoridades de Kirguistán dicen que los dos hombres eran militantes musulmanes que estaban planeando atentados terroristas.
En la versión oficial inicial del incidente, Kamalov, un declarado opositor de la violencia, estaba trabajando en secreto con los combatientes islámicos. Pero muchos de sus partidarios dicen que las fuerzas de seguridad mataron a un hombre inocente.
Las autoridades se retractaron, diciendo esta vez que no excluían la posibilidad de que Kamalov hubiera sido un rehén.
Ninguna de las versiones presagia buenas noticias para la paz en el Valle Fergana, una fértil región dividida entre el sudoeste de Kirguistán, el este de Uzbekistán y el norte de Tayikistán, que combina una explosiva mezcla de fe, pobreza y rabia. El valle, con una población de unos doce millones de habitantes, ha sido considerado durante largo tiempo como el corazón del radicalismo musulmán en Asia Central.
El viernes varios miles de personas se manifestaron para protestar en Korasuv, exigiendo que las acusaciones de terrorismo contra Kamalov fueran retiradas y que fuera declarado mártir, informó la agencia rusa de noticias Interfax.
"Algunos de sus familiares no creen que Kamalov estuviera en el mismo coche con los terroristas", dijo Alisher Khamidov, analista del Grupo de Investigación Fergana, una organización informal de académicos e investigadores, en una conferencia telefónica desde Osh, una de las ciudades más grandes del valle. "Dicen que él asistió a una boda y que volvía con unos invitados, no con terroristas... La gente de seguridad que mató a Kamalov no ha presentado evidencias verosímiles de que él perteneciera a alguna organización extremista".
El Servicio de Seguridad Nacional Kirguís, en una declaración citada por Interfax, declaró que Kamalov estaba conducía el coche con dos militantes del Movimiento Islámico de Uzbekistán, una organización guerrillera que quiere establecer un estado islámico en Asia Central. Ha sido acusada de una serie de atentados en Uzbekistán desde fines de los años noventa.
La declaración dice que los dos militantes ultimados eran ciudadanos de Tayikistán y se sospechaba que habían atacado en mayo unos puestos de control en la frontera entre Kirguistán y Tayikistán.
Korasuv se encuentra en la frontera entre Kirguistán y Uzbekistán, y Kamalov, un uzbek étnico, contaba con un gran apoyo entre fieles de Uzbekistán, que simplemente atravesaban el angosto río que marca la frontera para asistir a los servicios del viernes.
En entrevistas realizadas en su casa y mezquita en Korasuv pocos días antes de su muerte, Kamalov, 53, dijo que era su debe estimular a la gente a obedecer las leyes islámicas.
"Ahora puedes juzgar a un hombre por lo a menudo que reza en el día", dijo.
El imán criticó fuertemente al presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, ex comunista que dirige el país como un estricto estado laico. Ha sido acusado por grupos de derechos humanos de represión política y religiosa.
Korasuv está a unos cincuenta kilómetros al este de Andijon, una ciudad en Uzbekistán que fue escenario de una violenta represión de un levantamiento antigubernamental en mayo del año pasado.
Ese incidente empezó cuando hombres armados montaron una violenta fuga de la cárcel para liberar a líderes empresariales locales que estaban en juicio por acusaciones de ser extremistas musulmanes. La gente se reunió en la plaza mayor de la ciudad para manifestar su apoyo a los reclusos liberados y expresar su indignación con el gobierno. Posteriormente policías y soldados dispararon contra la multitud de manifestantes armados y desarmados. El gobierno declaró que el número de víctimas mortales había sido de 173, pero activistas de derechos humanos y otros dicen que los asesinados fueron varios cientos.
En las entrevistas, Kamalov traza paralelos entre la prohibición de actividades religiosas no oficiales en Uzbekistán y las acciones de Estados Unidos en Iraq, de Israel en el Líbano y de Rusia en su guerra contra los separatistas musulmanes en Chechenia. Expresó su simpatía por los que quieren derrocar al presidente de Uzbekistán, pero dijo que creía que "el gobierno de Karimov no desaparecerá durante mi lapso de vida".
Khamidov, el analista, dijo que la indignación por la muerte de Kamalov y la represión de los sospechosos de ser militantes islámicos, "está galvanizando a la población". Sus detractores han advertido hace tiempo que los intentos de controlar la resurgencia musulmana mediante la represión de sus elementos más radicales puede provocar un contragolpe.
En muchos países post-soviéticos, las autoridades han atacado particularmente a Hizb ut-Tahrir, o Partido de la Liberación, una organización internacional que combina creencias fundamentalistas con el llamado a la fundación de un estado islámico en Asia Central y finalmente en todo el mundo musulmán. El partido profesa la no-violencia, pero las autoridades lo acusan de mantener vínculos con los fanáticos.
"Kamalov ha sido considerado por los servicios de seguridad, durante mucho tiempo, como un imán que permitía que miembros del movimiento extremista clandestino Hizb ut-Tahrir oraran en su mezquita, y creían que era miembro de Hizb ut-Tahrir", dijo Khamidov. "Pero Kamalov era conocido por la gente como un imán con opiniones liberales. Disentía abiertamente con Hizb ut-Tahrir".
Durante años, Kamalov defendió abiertamente el derecho de los miembros de Hizb ut-Tahrir a asistir a los servicios en su mezquita, insistiendo en que esta debía estar abierta para todos los musulmanes, al mismo tiempo que criticaba la ideología del grupo. Hizb ut-Tahrir emitió una declaración en su oficina en Londres describiendo la muerte de Kamalov como un "asesinato extrajudicial".
En las entrevistas, Kamalov dice que su mezquita de Al-Sarakhsi era frecuentemente espiada por el servicio de seguridad de Uzbekistán y citó un reciente intento de filmar con una cámara oculta. Dijo que Uzbekistán llevaba una lista de la gente que asistía a sus servicios, con el objetivo de encarcelarlos o multarlos.
"No es solamente una persecución religiosa, sino también política", dijo.
Alexei Malashenko, un experto en Asia Central en el Centro Carnegie de Moscú, dijo que aunque la situación en el Valle Fergana era "más bien explosiva",, era improbable que los grupos radicales alcanzaran su objetivo de convertir el valle en el núcleo de un estado islámico.
"No creo que sea posible, porque son demasiado débiles", dijo. "Pero son suficientemente fuertes como para organizar algún tipo de revuelta".

12 de agosto de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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