acusado falsamente
[Doug Struck] Comisión dice que canadiense fue acusado falsamente. Musulmán secuestrado por Estados Unidos fue enviado a Siria para ser interrogado.
Toronto, Canadá. Funcionarios de la inteligencia canadiense pasaron advertencias e informaciones falsas a agentes estadounidenses sobre un ciudadano canadiense musulmán, después de lo cual las autoridades estadounidenses lo trasladaron secretamente a Siria, donde fue torturado, según constató un informe judicial ayer lunes.
El informe, dado a conocer en Ottawa, fue el resultado de una pesquisa de dos años y medio que representó una de las primeras investigaciones públicas sobre errores cometidos como parte del programa de ‘entregas extraordinarias' de Estados Unidos, que transporta a países extranjeros, en secreto, a sospechosos de terrorismo para ser interrogados, a menudo utilizando brutales métodos.
La pesquisa, que se concentró en los servicios de inteligencia canadienses, determinó que los agentes, que fueron presionados para encontrar a terroristas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, acusaron falsamente al un consultor informático Maher Arar, de Ottawa, de ser un peligroso extremista. Pidieron a las autoridades estadounidenses que lo colocaran, a él y a su mujer, una economista universitaria, en la ‘lista de sospechosos' de al-Qaeda sin ningún motivo, dice el informe.
Arar fue clasificado también como "individuo musulmán extremista" que se encontraba en el área de Washington el 11 de septiembre. El informe concluye que no tuvo ninguna participación en el extremismo musulmán y que ese día estaba en viaje de negocios en San Diego, dijo el director de la comisión investigadora, el juez de Ontario Dennis O'Connor.
Arar, ahora de 36, fue detenido por las autoridades norteamericanas cuando hacía un trasbordo en Nueva York el 26 de septiembre de 2006. Fue detenido para ser interrogado durante 12 días, luego llevado a Jordania y posteriormente a Siria. Fue golpeado, obligado a confesar que había sido adiestrado en Afganistán -donde no había estado nunca- y luego mantenido en un calabozo del tamaño de un ataúd durante diez meses antes de ser liberado, constató la comisión investigadora canadiense.
O'Connor concluyó que "categóricamente no hay ninguna evidencia" de que Arar hubiera hecho algo malo o que fuese una amenaza para la seguridad.
Aunque el informe de centra en las acciones canadienses, el abogado de la comisión, Paul Cavalluzzo, dijo que los resultados muestran que la práctica de las entregas norteamericana "debe ser revisada".
"Este es realmente el primer informe en el mundo occidental que ha tenido acceso a todos los documentos de gobierno que queríamos y que observó completamente la práctica de las entregas extraordinarias", dijo en una entrevista desde Ottawa. "Las consecuencias fueron un canadiense inocente torturado, con su vida destruida y varios años de su vida perdidos".
Arar, que llegó a Canadá desde Siria cuando tenía 17 años, dijo en Ottawa que estaba agradecido de que hubiese sido reivindicado. Expresó sorpresa y cólera al enterarse el lunes de que las autoridades canadienses también habían pedido a las autoridades norteamericanas que pusieran a su mujer en la lista de sospechosos de al-Qaeda.
"Hoy el juez O'Connor ha limpiado mi nombre y restaurado mi reputación", dijo en una rueda de prensa. Dijo que se debía pedir una rendición de cuentas a funcionarios canadienses individuales: "Es lo menos que puede exigir la justicia".
O'Connor dijo que estaba fuera de sus atribuciones recomendar correcciones para los individuos implicados.
"Él fue en realidad víctima de las autoridades de tres gobiernos, aunque era inocente", dijo Irwin Cottler, miembro del parlamento por el Partido Liberal, después de darse a conocer el informe.
Stockwell Day, ministro del gobierno federal para la seguridad pública, dijo que el tratamiento dado a Arar era "lamentable. Esperemos que esto no se vuelva a repetir nunca más en el futuro".
Desde el 11 de septiembre de 2001, la CIA, en colaboración con otras agencias de inteligencia, ha detenido a unas tres mil personas en sus intentos de desmantelar redes terroristas. Muchos de ellas han sido sometidas en secreto al régimen de entregas extraordinarias a otros países, privadas de los requerimientos legales norteamericanos y a menudo sometidas a torturas.
Esas entregas son realizadas a menudo por agentes de la CIA vestidos de negro de pies a cabeza, enmascarados, que vendan a sus detenidos y los visten de negro. La práctica está provocando una creciente oposición en otros países; Italia está tratando de procesar a agentes de la CIA que secuestraron a un clérigo musulmán en Milán, en febrero de 2003, y fiscales alemanes están investigando las actividades de la CIA en su país.
Aunque los detalles de las entregas y los destinos de los secuestrados son secretos, el presidente Bush ha confirmado la existencia de cárceles de la CIA en todo el mundo. Algunos de las personas que han sido ‘entregadas' fueron retenidas en esas prisiones.
O'Connor también recomendó que el gobierno revise el caso de otros tres ciudadanos canadienses musulmanes, que fueron detenidos cuando viajaban por Siria, para determinar qué papel jugaron las autoridades canadienses en su encarcelamiento.
Pero fue el caso de Arar, un padre reservado de voz suave, el que provocó indignación en Canadá después de que retornara en 2003 y dijo que quería que la opinión pública supiera qué le había ocurrido.
El informe dice que agentes de la Real Policía Montada de Canadá RPMC "sobrestimó" la importancia de Arar en la amplia investigación que iniciaron sobre sospechosos canadienses después del 11 de septiembre de 2001.
La policía canadiense abrió un expediente sobre Arar después de verlo hablar con otros dos musulmanes canadienses que estaban siendo observados, reconocieron las autoridades. Arar insistió en que los hombres eran conocidos casuales de la pequeña comunidad musulmana de Montreal, donde vivió antes de mudarse a British Columbia.
El lunes O'Connor dijo que agentes de policía habían dicho a los norteamericanos que Arar era "sospechoso de tener vínculos con el movimiento de al-Qaeda". El juez concluyó: "La RPMC no tenía motivos para esas sospechas".
Los agentes de la RPMC también acusaron a Arar falsamente de haberse negado a ser entrevistado y se había marchado "repentinamente" a Túnez. Lo clasificó como el colega de otro hombre al que llamaban ‘el socio de bin Laden'. Esas descripciones era "o completamente erróneas" o exageradas de sus conexiones casuales, dijo O'Connor en el informe de tres tomos y 822 páginas.
Esas información condujo "muy probablemente" a su entrega, dice el informe. Funcionarios norteamericanos se negaron a cooperar con la pesquisa canadiense.
Cavalluzzo dijo que los agentes canadienses operaban aparentemente sin contar con una formación adecuada. "Lo mejor que se puede decir es que fue un caso de terrible ineptitud. No tomaron en cuenta que en 2002 etiquetar a alguien ante los norteamericanos como ‘blanco' o ‘sospechoso' o ‘extremista musulmán' podría tener desastrosas consecuencias".
Después de que Arar fuera detenido en Nueva York, las autoridades canadienses no sabían aparentemente que los norteamericanos estaban preparando su traslado a Siria, de acuerdo a los hallazgos de la comisión.
El contacto de la RPMC, el inspector Michel Cabana, "tenía la impresión de que Arar sería detenido por un breve período de tiempo", dice el informe de O'Connor. "Creía que Arar estaba detenido en un país con los mismos valores que Canadá".
Arar entabló una querella en un tribunal federal norteamericano, pero su caso fue rechazado por un juez sobre la base de que se trataba de asuntos de "seguridad nacional". Arar también está tratando de obtener una indemnización del gobierno canadiense.
Algunas cruciales preguntas sobre el incidente siguen sin respuesta, al menos públicamente. Sobre las repetidas objeciones de O'Connor, el gobierno federal censuró gran parte de los testimonios oídos durante los procedimientos, así como parte del informe final. El informe de O'Connor dice que debería pedirse a un tribual federal que decida si revelar o no las partes censuradas.
A Arar no se le permitió declarar; el juez determinó que sería injusto someterlo a interrogatorio sobre la base de informaciones secretas. Sí ha prestado declaraciones ante una comisión del parlamento europeo en Bruselas.
El informe, dado a conocer en Ottawa, fue el resultado de una pesquisa de dos años y medio que representó una de las primeras investigaciones públicas sobre errores cometidos como parte del programa de ‘entregas extraordinarias' de Estados Unidos, que transporta a países extranjeros, en secreto, a sospechosos de terrorismo para ser interrogados, a menudo utilizando brutales métodos.
La pesquisa, que se concentró en los servicios de inteligencia canadienses, determinó que los agentes, que fueron presionados para encontrar a terroristas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, acusaron falsamente al un consultor informático Maher Arar, de Ottawa, de ser un peligroso extremista. Pidieron a las autoridades estadounidenses que lo colocaran, a él y a su mujer, una economista universitaria, en la ‘lista de sospechosos' de al-Qaeda sin ningún motivo, dice el informe.
Arar fue clasificado también como "individuo musulmán extremista" que se encontraba en el área de Washington el 11 de septiembre. El informe concluye que no tuvo ninguna participación en el extremismo musulmán y que ese día estaba en viaje de negocios en San Diego, dijo el director de la comisión investigadora, el juez de Ontario Dennis O'Connor.
Arar, ahora de 36, fue detenido por las autoridades norteamericanas cuando hacía un trasbordo en Nueva York el 26 de septiembre de 2006. Fue detenido para ser interrogado durante 12 días, luego llevado a Jordania y posteriormente a Siria. Fue golpeado, obligado a confesar que había sido adiestrado en Afganistán -donde no había estado nunca- y luego mantenido en un calabozo del tamaño de un ataúd durante diez meses antes de ser liberado, constató la comisión investigadora canadiense.
O'Connor concluyó que "categóricamente no hay ninguna evidencia" de que Arar hubiera hecho algo malo o que fuese una amenaza para la seguridad.
Aunque el informe de centra en las acciones canadienses, el abogado de la comisión, Paul Cavalluzzo, dijo que los resultados muestran que la práctica de las entregas norteamericana "debe ser revisada".
"Este es realmente el primer informe en el mundo occidental que ha tenido acceso a todos los documentos de gobierno que queríamos y que observó completamente la práctica de las entregas extraordinarias", dijo en una entrevista desde Ottawa. "Las consecuencias fueron un canadiense inocente torturado, con su vida destruida y varios años de su vida perdidos".
Arar, que llegó a Canadá desde Siria cuando tenía 17 años, dijo en Ottawa que estaba agradecido de que hubiese sido reivindicado. Expresó sorpresa y cólera al enterarse el lunes de que las autoridades canadienses también habían pedido a las autoridades norteamericanas que pusieran a su mujer en la lista de sospechosos de al-Qaeda.
"Hoy el juez O'Connor ha limpiado mi nombre y restaurado mi reputación", dijo en una rueda de prensa. Dijo que se debía pedir una rendición de cuentas a funcionarios canadienses individuales: "Es lo menos que puede exigir la justicia".
O'Connor dijo que estaba fuera de sus atribuciones recomendar correcciones para los individuos implicados.
"Él fue en realidad víctima de las autoridades de tres gobiernos, aunque era inocente", dijo Irwin Cottler, miembro del parlamento por el Partido Liberal, después de darse a conocer el informe.
Stockwell Day, ministro del gobierno federal para la seguridad pública, dijo que el tratamiento dado a Arar era "lamentable. Esperemos que esto no se vuelva a repetir nunca más en el futuro".
Desde el 11 de septiembre de 2001, la CIA, en colaboración con otras agencias de inteligencia, ha detenido a unas tres mil personas en sus intentos de desmantelar redes terroristas. Muchos de ellas han sido sometidas en secreto al régimen de entregas extraordinarias a otros países, privadas de los requerimientos legales norteamericanos y a menudo sometidas a torturas.
Esas entregas son realizadas a menudo por agentes de la CIA vestidos de negro de pies a cabeza, enmascarados, que vendan a sus detenidos y los visten de negro. La práctica está provocando una creciente oposición en otros países; Italia está tratando de procesar a agentes de la CIA que secuestraron a un clérigo musulmán en Milán, en febrero de 2003, y fiscales alemanes están investigando las actividades de la CIA en su país.
Aunque los detalles de las entregas y los destinos de los secuestrados son secretos, el presidente Bush ha confirmado la existencia de cárceles de la CIA en todo el mundo. Algunos de las personas que han sido ‘entregadas' fueron retenidas en esas prisiones.
O'Connor también recomendó que el gobierno revise el caso de otros tres ciudadanos canadienses musulmanes, que fueron detenidos cuando viajaban por Siria, para determinar qué papel jugaron las autoridades canadienses en su encarcelamiento.
Pero fue el caso de Arar, un padre reservado de voz suave, el que provocó indignación en Canadá después de que retornara en 2003 y dijo que quería que la opinión pública supiera qué le había ocurrido.
El informe dice que agentes de la Real Policía Montada de Canadá RPMC "sobrestimó" la importancia de Arar en la amplia investigación que iniciaron sobre sospechosos canadienses después del 11 de septiembre de 2001.
La policía canadiense abrió un expediente sobre Arar después de verlo hablar con otros dos musulmanes canadienses que estaban siendo observados, reconocieron las autoridades. Arar insistió en que los hombres eran conocidos casuales de la pequeña comunidad musulmana de Montreal, donde vivió antes de mudarse a British Columbia.
El lunes O'Connor dijo que agentes de policía habían dicho a los norteamericanos que Arar era "sospechoso de tener vínculos con el movimiento de al-Qaeda". El juez concluyó: "La RPMC no tenía motivos para esas sospechas".
Los agentes de la RPMC también acusaron a Arar falsamente de haberse negado a ser entrevistado y se había marchado "repentinamente" a Túnez. Lo clasificó como el colega de otro hombre al que llamaban ‘el socio de bin Laden'. Esas descripciones era "o completamente erróneas" o exageradas de sus conexiones casuales, dijo O'Connor en el informe de tres tomos y 822 páginas.
Esas información condujo "muy probablemente" a su entrega, dice el informe. Funcionarios norteamericanos se negaron a cooperar con la pesquisa canadiense.
Cavalluzzo dijo que los agentes canadienses operaban aparentemente sin contar con una formación adecuada. "Lo mejor que se puede decir es que fue un caso de terrible ineptitud. No tomaron en cuenta que en 2002 etiquetar a alguien ante los norteamericanos como ‘blanco' o ‘sospechoso' o ‘extremista musulmán' podría tener desastrosas consecuencias".
Después de que Arar fuera detenido en Nueva York, las autoridades canadienses no sabían aparentemente que los norteamericanos estaban preparando su traslado a Siria, de acuerdo a los hallazgos de la comisión.
El contacto de la RPMC, el inspector Michel Cabana, "tenía la impresión de que Arar sería detenido por un breve período de tiempo", dice el informe de O'Connor. "Creía que Arar estaba detenido en un país con los mismos valores que Canadá".
Arar entabló una querella en un tribunal federal norteamericano, pero su caso fue rechazado por un juez sobre la base de que se trataba de asuntos de "seguridad nacional". Arar también está tratando de obtener una indemnización del gobierno canadiense.
Algunas cruciales preguntas sobre el incidente siguen sin respuesta, al menos públicamente. Sobre las repetidas objeciones de O'Connor, el gobierno federal censuró gran parte de los testimonios oídos durante los procedimientos, así como parte del informe final. El informe de O'Connor dice que debería pedirse a un tribual federal que decida si revelar o no las partes censuradas.
A Arar no se le permitió declarar; el juez determinó que sería injusto someterlo a interrogatorio sobre la base de informaciones secretas. Sí ha prestado declaraciones ante una comisión del parlamento europeo en Bruselas.
Natalia Alexandrova contribuyó a este reportaje.
18 de septiembre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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