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qué pasa con el carbunclo


[Randolph E. Schmid] Cinco años después, la investigación sobre el carbunclo y el correo son prioritarias.
Washington, Estados Unidos. Cinco años después de que murieran cinco personas debido al carbunclo introducido en cartas, más de mil detectores biológicos continúan esnifando el correo para detectar contaminaciones peligrosas mientras continúa la búsqueda de los culpables.
Un caso de carbunclo en Florida hoy hace cinco años fue el primer indicio de lo que se convertiría en un caso de contaminación del correo que llegó a Washington, Nueva York, Connecticut y Nueva Jersey y causó pavor en todo el país.
El mes pasado el director del FBI, Robert S. Mueller III, dijo que los agentes todavía están trabajando en el caso de carbunclo, y declaró que "será resuelto y la persona o personas responsables serán entregadas a la justicia".
"Desde el principio estamos estado abiertos a todos y a todo tipo de teorías, y continuamos investigando todas las pistas", dijo.
El Servicio de Correos ha tomado medidas para tratar de impedir que se repita.
"Hemos instalado toda una flota de sistemas de biodetección" en las máquinas sorteadoras de las 271 plantas de procesamiento del correo, dijo en una conferencia telefónica el vice-presidente de correos, Tom Day.
La instalación del actual sistema costó 800 millones de dólares, asignados por con congreso, y el Servicio de Correos está gastando unos 70 millones de dólares para operarlo. Se espera que esos costes anuales subirán a los 120 millones de dólares.
Los detectores reconocen el carbunclo y otros dos riesgos biológicos, que Day se negó a identificar.
Entre los muertos en 2001 había dos empleados de correos de la planta de procesamiento de Brentwood, Washington. Day dijo que los empleados son ahora adiestrados para reconocer encomiendas sospechosas y llaman a inspectores toda vez que detecten algo inusual.
Entre las cosas que hacen sospechosa una encomienda son filtraciones de polvos y líquidos. Además, hay otras señas decidoras que la agencia no quiere comentar en público por temor a ofrecer datos a terroristas.
La semana pasada el FBI negó que hubiese sobrestimado la potencia de los restos de carbunclo utilizado en las muertes.
Poco después de los ataques, hubo informes de que los restos contenían aditivos y que habían sido sometidos a un sofisticado procesamiento de molido -ambas técnicas que se utilizan en la fabricación de armas con carbunclo- para hacerlos más letales. Pero funcionarios del buró dicen ahora que los informes de prensa iniciales eran erróneos.
Si el carbunclo usado era menos sofisticado de lo que se pensaba originalmente, se abren todo un nuevo y más amplio campo de potenciales sospechosos.
Un pequeño número de personas en Estados Unidos y en el extranjero están siendo investigados por detectives debido a que corresponden con algún criterio, tal como tener acceso a carbunclo, dijo un funcionario que se negó a ser identificado debido a que las autoridades no quieren comentar sobre pormenores de investigaciones en curso.
Ni ese funcionario ni otros involucrados en el caso quiso comentar la situación de Steven Hatfill, el ex científico asociado al ejército descrito por el entonces fiscal general John Ashcroft como una "persona de interés" en el caso. Hatfill ha demandado al gobierno, diciendo que la filtración de declaraciones sobre él ha perjudicado su carrera.
Actualmente hay 17 agentes del FBI y 10 inspectores postales asignados al caso. Los investigadores han realizado más de 9.100 entrevistas, enviado más de 6.000 citaciones ante un gran jurado y realizado 67 allanamientos.
La mayor parte de las veces cuando se detecta algún polvo derramándose de una encomienda, resulta ser algún alimento, como harina o polvos de hornear, o quizás alguna píldora que se ha molido, dijo Day.
A pesar de la instalación de detectores, muchos empleados fiscales no se sienten suficientemente seguros, de acuerdo a William Burrus, presidente del Sindicato de Empleados Postales de Estados Unidos.
Las unidades que han sido instaladas son efectivas, dijo Burrus. Pero no todo el correo es procesado en plantas postales, dijo. A veces es procesado de antemano por servicios comerciales y entregados para ser distribuidos.
De momento, los detectores ha realizado más de tres millones de pruebas, controlando unos 60 billones de piezas, sin falsas alarmas. Los contratistas postales y el ministerio de Defensa han trabajado juntos en el desarrollo del sistema.

4 de octubre de 2006
©boston globe
©traducción mQh

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