declararse lesbiana es un suicidio
[Fernanda García] Madres lesbianas tienen problemas.
Siempre ha sido lesbiana. Lo supo desde que tiene uso de razón. Y es que, en su memoria no habita ningún recuerdo que la vincule sentimentalmente con un hombre con el que se haya imaginado como pareja. Aunque los costos han sido demasiado altos, defiende a ultranza su condición, ahora y más que nunca a raíz de lo ocurrido a su pareja, la jueza Karen Atala, quien perdió la tuición de sus hijas. La Corte Suprema no le perdonó que fuera homosexual. El caso, llevado a instancias internacionales, hizo temblar el piso en Chile; el sismo lo sintieron con mayor intensidad quienes se niegan, incluso, al debate de los asuntos que en la llamada agenda valórica se ciernen especialmente ‘espinudos' por cuyas sutilezas son los más proclives a herir susceptibilidades.
Emma de Ramón repasa con desgarro la situación de su pareja. "En Chile a las madres lesbianas nos quitan los hijos y a las personas gay las echan del trabajo", declara con desilusión, pues aunque considera que este caso es un avance, en nuestro país aún no existe una protección real contra las mil formas de discriminación. Por eso, considera que el Pacto de Unión Civil (PUC) que hoy lucha por convertirse en proyecto de ley sustentado en la regulación de los bienes patrimoniales sin cambiar el estado civil de los contrayentes, es más de lo mismo. "Es insuficiente y conservador porque no reconoce el vínculo emocional y afectivo que surge en una pareja homosexual o de lesbiana, gay o transexual".
Amor Incondicional
Lo sostiene con la misma solidez con que declara su amor incondicional por Karen, a quien conoció en Villarrica por intermedio de una amiga. Públicamente la reconoce como una mujer algo distraída, pero extraordinariamente íntegra y valiente. Dulce y tierna, inteligente, son otros atributos que admira en su pareja a quien, sin decirlo, dedica en uno de sus escritos a Benedetti. "Tus manos son mi caricia. Mis acordes cotidianos. Te quiero porque tus manos trabajan por la justicia".
Para Emma el gran pecado es tratar de amar y el delito es anteponer su felicidad ante la felicidad de los hijos. Cuestiona la indignación de una mujer que por internet las llamó a ella y a Karen ‘perras'. "¿Cómo su felicidad, o la de cualquier otra madre, podría ser perjudicial a sus hijos? ¿Cómo podrían ser dañados sus hijos al verla sonreír todas las mañanas? ¿Cómo podrían afectarse al ver que Ud. o cualquier otra persona, ama a alguien y ese alguien la ama y entre los dos (o las dos) construyen un proyecto de felicidad, de respeto mutuo, de cariño y comprensión, de esperanza?". Es esta sensibilidad la que la historiadora echa de menos en el Pacto de Unión Civil que por estos días se discute acaloradamente.
¿Qué valor le da al PUC?
Como presidenta de la organización de madres lesbianas, ‘Las otras familias', nos parece que ese pacto tiene valor en cuanto es una de las primeras veces en que cualquier ley hace mención a la existencia de parejas del mismo sexo; pero no consideramos que vaya a tener mayor eco porque se redactó sin consultar a los grupos y organizaciones homosexuales involucrados en el proyecto. Lo redactó el Movilh, con la asesoría de algunos profesores de la Universidad de Chile y de la Diego Portales que no son gay ni lesbianas; entonces, es difícil que ellos puedan tener algo que aportar.
¿Qué no la convence?
Que es tremendamente insuficiente y conservador porque no reconoce el vínculo emocional y afectivo que surge en una pareja ya sea homosexual lesbiana, gay o transexual. Sólo regula aspectos patrimoniales y cuando dos personas viven juntas no es para comprarse una casa, un auto, un refrigerador. Van surgiendo lazos, problemas, muchas veces violencia intrafamiliar, hay hijos, enfermedades graves y muertes. Todo eso queda fuera del proyecto.
¿Es absolutamente materialista?
Es importante que cualquier proyecto de este tipo consulte el hecho de que las parejas somos más que una acumulación de bienes porque si fuera así ya existen regulaciones para los dominios. Uno puede hacer sociedades, testamento mutuo y eso regula exactamente igual que este proyecto los bienes de las personas. Me parece inoportuno porque es inaplicable a la realidad de discriminación que vivimos en Chile.
Pero sí reconoce un cambio de mentalidad.
Hay leyes vigentes que discriminan absolutamente a nuestra comunidad. Por ejemplo, el divorcio culposo aprobado hace tres años en la ley de matrimonio de civil, que incluye como causal que una de las personas sea homosexual. Tampoco está protegida la maternidad lésbica. Qué lesbiana o qué gay va a ir a un registro a declarar su condición si tiene hijos o un trabajo, por ejemplo, en una institución muy conservadora. Declararlo es un suicidio. Mientras no tengamos una protección real contra la discriminación no sacamos nada con tener un pacto de unión civil.
Derecho al Matrimonio
¿Quizás este mismo pacto podría ser perfectible?
Hay algunos pactos de uniones civiles en los cuales se contemplan estas materias. Si eso es lo mismo que el matrimonio, será así; el tema de fondo es que en Chile los homosexuales y lesbianas somos ciudadanos de segunda clase y no tenemos los mismos derechos que todos los demás. Yo podría estar en contra o no de casarme con mi pareja. Eso es natural, porque en general el matrimonio es una institución de tipo vertical, patriarcal y discriminadora hacia la mujer. Puedo oponerme al hecho de casarme, pero no al derecho de hacerlo si se me da la gana, porque si los demás pueden hacerlo ¿por qué razón yo no? Las personas lesbianas y homosexuales vivimos ocultándonos, teniendo temor a que se sepa cómo amamos. Es absolutamente injusto.
¿Entonces siente que no ha habido ningún avance?
La comunidad lésbica gay y transexual no ha tenido ningún avance. Hemos ganado visibilidad y muchas veces con costos personales y familiares inmensos que hemos sufrido Karen Atala y yo. Algunos senadores y diputados, socialistas o de la DC salen con frases como que Chile no está preparado; infantilizan a la sociedad como si la gente no supiera que existen los homosexuales, que tienen hijos que trabajan y circulan por el mundo, como si ninguna familia hubiese tenido que enfrentar esto. Ha habido otros proyectos; éste es uno más, pero como el argumento es que no estamos preparados, la tendencia es hacer proyectos menos de avanzada, más conservadores. Es una gran objeción que tengo. Es un asunto de ciudadanía muy grave.
¿Está preparada la sociedad o no?
Ese no es el tema. El estado tiene que garantizar a las personas la igualdad ante la ley. Lo dice el artículo primero de la Constitución. No estoy diciendo nada del otro mundo. Lo que ocurre es que es una Constitución generada en un ambiente muy conservador.
¿A qué aspira?
A que sigamos los pasos del gobierno español, tan socialista como este gobierno y que habló de la decencia de un país en una democracia cuando aprobó la ley de matrimonio para todas las personas. No lo digo por la ley de matrimonio, insisto, sino por el derecho a una ciudadanía plena y a nuestra identidad que es tan respetable como la mapuche. No veo el porqué de esta persecución a causa de un asunto que, en buenas cuentas, pertenece a la intimidad de cada persona.
Emma de Ramón repasa con desgarro la situación de su pareja. "En Chile a las madres lesbianas nos quitan los hijos y a las personas gay las echan del trabajo", declara con desilusión, pues aunque considera que este caso es un avance, en nuestro país aún no existe una protección real contra las mil formas de discriminación. Por eso, considera que el Pacto de Unión Civil (PUC) que hoy lucha por convertirse en proyecto de ley sustentado en la regulación de los bienes patrimoniales sin cambiar el estado civil de los contrayentes, es más de lo mismo. "Es insuficiente y conservador porque no reconoce el vínculo emocional y afectivo que surge en una pareja homosexual o de lesbiana, gay o transexual".
Amor Incondicional
Lo sostiene con la misma solidez con que declara su amor incondicional por Karen, a quien conoció en Villarrica por intermedio de una amiga. Públicamente la reconoce como una mujer algo distraída, pero extraordinariamente íntegra y valiente. Dulce y tierna, inteligente, son otros atributos que admira en su pareja a quien, sin decirlo, dedica en uno de sus escritos a Benedetti. "Tus manos son mi caricia. Mis acordes cotidianos. Te quiero porque tus manos trabajan por la justicia".
Para Emma el gran pecado es tratar de amar y el delito es anteponer su felicidad ante la felicidad de los hijos. Cuestiona la indignación de una mujer que por internet las llamó a ella y a Karen ‘perras'. "¿Cómo su felicidad, o la de cualquier otra madre, podría ser perjudicial a sus hijos? ¿Cómo podrían ser dañados sus hijos al verla sonreír todas las mañanas? ¿Cómo podrían afectarse al ver que Ud. o cualquier otra persona, ama a alguien y ese alguien la ama y entre los dos (o las dos) construyen un proyecto de felicidad, de respeto mutuo, de cariño y comprensión, de esperanza?". Es esta sensibilidad la que la historiadora echa de menos en el Pacto de Unión Civil que por estos días se discute acaloradamente.
¿Qué valor le da al PUC?
Como presidenta de la organización de madres lesbianas, ‘Las otras familias', nos parece que ese pacto tiene valor en cuanto es una de las primeras veces en que cualquier ley hace mención a la existencia de parejas del mismo sexo; pero no consideramos que vaya a tener mayor eco porque se redactó sin consultar a los grupos y organizaciones homosexuales involucrados en el proyecto. Lo redactó el Movilh, con la asesoría de algunos profesores de la Universidad de Chile y de la Diego Portales que no son gay ni lesbianas; entonces, es difícil que ellos puedan tener algo que aportar.
¿Qué no la convence?
Que es tremendamente insuficiente y conservador porque no reconoce el vínculo emocional y afectivo que surge en una pareja ya sea homosexual lesbiana, gay o transexual. Sólo regula aspectos patrimoniales y cuando dos personas viven juntas no es para comprarse una casa, un auto, un refrigerador. Van surgiendo lazos, problemas, muchas veces violencia intrafamiliar, hay hijos, enfermedades graves y muertes. Todo eso queda fuera del proyecto.
¿Es absolutamente materialista?
Es importante que cualquier proyecto de este tipo consulte el hecho de que las parejas somos más que una acumulación de bienes porque si fuera así ya existen regulaciones para los dominios. Uno puede hacer sociedades, testamento mutuo y eso regula exactamente igual que este proyecto los bienes de las personas. Me parece inoportuno porque es inaplicable a la realidad de discriminación que vivimos en Chile.
Pero sí reconoce un cambio de mentalidad.
Hay leyes vigentes que discriminan absolutamente a nuestra comunidad. Por ejemplo, el divorcio culposo aprobado hace tres años en la ley de matrimonio de civil, que incluye como causal que una de las personas sea homosexual. Tampoco está protegida la maternidad lésbica. Qué lesbiana o qué gay va a ir a un registro a declarar su condición si tiene hijos o un trabajo, por ejemplo, en una institución muy conservadora. Declararlo es un suicidio. Mientras no tengamos una protección real contra la discriminación no sacamos nada con tener un pacto de unión civil.
Derecho al Matrimonio
¿Quizás este mismo pacto podría ser perfectible?
Hay algunos pactos de uniones civiles en los cuales se contemplan estas materias. Si eso es lo mismo que el matrimonio, será así; el tema de fondo es que en Chile los homosexuales y lesbianas somos ciudadanos de segunda clase y no tenemos los mismos derechos que todos los demás. Yo podría estar en contra o no de casarme con mi pareja. Eso es natural, porque en general el matrimonio es una institución de tipo vertical, patriarcal y discriminadora hacia la mujer. Puedo oponerme al hecho de casarme, pero no al derecho de hacerlo si se me da la gana, porque si los demás pueden hacerlo ¿por qué razón yo no? Las personas lesbianas y homosexuales vivimos ocultándonos, teniendo temor a que se sepa cómo amamos. Es absolutamente injusto.
¿Entonces siente que no ha habido ningún avance?
La comunidad lésbica gay y transexual no ha tenido ningún avance. Hemos ganado visibilidad y muchas veces con costos personales y familiares inmensos que hemos sufrido Karen Atala y yo. Algunos senadores y diputados, socialistas o de la DC salen con frases como que Chile no está preparado; infantilizan a la sociedad como si la gente no supiera que existen los homosexuales, que tienen hijos que trabajan y circulan por el mundo, como si ninguna familia hubiese tenido que enfrentar esto. Ha habido otros proyectos; éste es uno más, pero como el argumento es que no estamos preparados, la tendencia es hacer proyectos menos de avanzada, más conservadores. Es una gran objeción que tengo. Es un asunto de ciudadanía muy grave.
¿Está preparada la sociedad o no?
Ese no es el tema. El estado tiene que garantizar a las personas la igualdad ante la ley. Lo dice el artículo primero de la Constitución. No estoy diciendo nada del otro mundo. Lo que ocurre es que es una Constitución generada en un ambiente muy conservador.
¿A qué aspira?
A que sigamos los pasos del gobierno español, tan socialista como este gobierno y que habló de la decencia de un país en una democracia cuando aprobó la ley de matrimonio para todas las personas. No lo digo por la ley de matrimonio, insisto, sino por el derecho a una ciudadanía plena y a nuestra identidad que es tan respetable como la mapuche. No veo el porqué de esta persecución a causa de un asunto que, en buenas cuentas, pertenece a la intimidad de cada persona.
22 de octubre de 2006
©mercurio de valparaíso
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