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buscando opciones en iraq


[David Ignatius] Presidente Bush debe decidir entre opciones limitadas.
Después de las elecciones del martes, el presidente Bush deberá tomar una de las decisiones más difíciles de su mandato cuando trate de diseñar una estrategia para hacer frente al desastroso caos en Iraq. Tendrá que hacer lo que ha veces le ha sido lo más difícil: hacer una opción definitiva entre las contradictorias recomendaciones de sus consejeros.
El inminente debate sobre política exterior será modelado por las recomendaciones del bipartidista Grupo de Estudio de Iraq, encabezado por el ex ministro de asuntos exteriores James A. Baker III y el ex diputado Lee Hamilton. Pero también reabrirá los conflictos básicos que han surgido en el último año sobre la estrategia en Oriente Medio -que opone al ministerio de Asuntos Exteriores de Condoleezza Rice, al despacho del vice-presidente Cheney.
Para Bush probablemente la pregunta central estará en el centro de las recomendaciones de Baker-Hamilton: ¿La mejor esperanza que tiene Estados Unidos para estabilizar Iraq es un amplio esfuerzo para resolver las tensiones en Oriente Medio, incluyendo el conflicto árabe-israelí? Este enfoque regional comprehensivo de Iraq es controvertido por dos razones: Estados Unidos tendría que involucar a los pesados vecinos de Iraq, Irán y Siria; y tendría que presionar a Israel para que hiciera concesiones a los palestinos como parte de un acuerdo de paz más amplio.
Un indicio de que el gobierno (o al menos una parte de él) está considerando un enfoque semejante, se advirtió el 15 de septiembre en un discurso de Philip Zelikow, consejero de Rice, en una reunión del Washington Institute for Near East Policy. Habló sobre la necesidad de mantener una coalición de europeos y árabes moderados para resolver problemas como Iraq e Irán, y luego instó: "Lo que unirá a esa coalición y la mantendrá unida es la convicción de que se están tratando los problemas árabe-israelíes". Su discurso condujo a Shmuel Rosner, el principal corresponsal del diario israelí Haaretz, a preguntarse en su bitácora: "¿Significa realmente un cambio importante en la postura norteamericana en torno al conflicto árabe-israelí?"
Baker sería el catalista ideal para un enfoque regional semejante, en parte porque ya hizo ese trayecto antes con la conferencia de paz de Madrid en 1991. Esa conferencia reunió a las principales potencias globales y regionales para apoyar una ronda de acuerdos de paz que se concretó en un tratado entre Israel y Jordania, negociaciones entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, los acuerdos de Oslo entre Israel y los sirios y, finalmente, los acuerdos de Oslo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina. Para empezar a explorar la posibilidad de un nuevo diálogo regional, Baker ya se ha reunido en privado con diplomáticos iraníes y sirios.
Algunos conservadores están nerviosos con Baker. Hace unas semanas un empleado del Consejo de Seguridad Nacional comentó agriamente que Baker no era el ministro de asuntos exteriores y que no hablaba a nombre de Bush. Y el presidente mismo, aunque admira las capacidades de negociación de Baker, está preocupado de que un ex ministro de asuntos exteriores demasiado entusiasmado puede brincar en un avión hacia Teherán mañana mismo, si se aprobaran sus propuestas.
Gran Bretaña ha estado escudriñando las aguas para una aproximación regional. Sir Nigel Sheinwald, el más importante asesor en política exterior del primer ministro Tony Blair, visitó Damasco esta semana para una serie de encuentros con el presidente sirio Bashar al-Assad y sus jefes de inteligencia. Sheinwald también visitó Washington una semana antes de planear el viaje con altos funcionarios de gobierno que, aunque escépticos en cuanto a lo que pueda lograr la comitiva, sí la bendijeron.
Sheinwald expuso una serie de preocupaciones británicas y norteamericanas, incluyendo la participación de Siria en proveer de una base a los insurgentes iraquíes y las recientes amenazas sirias de desestabilizar al gobierno libanés del primer ministro Fouad Siniora. Aunque el encuentro no produjo ningún avance importante, se dijo que la atmósfera ha sido mejor de lo que se esperaba, y hay esperanzas de futuras conversaciones sobre problemas de seguridad.
Funcionarios de gobierno están mudos sobre los planes de contactos con Irán. Pero está claro que están buscando una manera de acercarse al régimen iraní y explorar temas de preocupación mutua, empezando por la deteriorada situación en Bagdad.
El nido de avispas en el centro de Oriente Medio es Iraq. En cuanto a este tema central, el gobierno está explorando una amplia gama de opciones, desde cambios en la estrategia militar básica hasta a quién nombrar como el próximo comandante del comando central. El gobierno pensaba convencer al general de la Marina James Jones, el comandante de la OTAN en proceso de retirarse, para que aceptara esa función. Sería una elección popular dentro y fuera de las fuerzas armadas, pero se dice que tiene reservas.
Los israelíes están observando cuidadosamente el debate sobre política exterior en Washington. Existe preocupación de que el gobierno pueda estar tratando de hacer de Israel el chivo expiatorio de los problemas de Estados Unidos con Iraq e Irán. Pero varios de los israelíes más cercanos al primer ministro Ehud Olmert dicen en privado que el actual vacío de poder en la región perjudica sobre todo a Israel y que Estados Unidos debe recuperar su ímpetu estratégico, incluso si eso significa hablar con sus adversarios. Hay que mantener la sintonía para ver si Bush opta por una ‘sorpresa de noviembre'.

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3 de noviembre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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