sociedad secreta suelta misterios
[James Barron] Por primera vez los masones se echan a la calle en campañas de reclutamiento.
Durante más de dos siglos, los francmasones y sus solemnes rituales han jugado un secreto y misterioso papel en la vida de Estados Unidos.
Uno de los símbolos de los masones se parece un montón al ojo omnisciente que hay en el reverso de los billetes de un dólar. Y mirad quién está al otro lado.
George Washington no fue el primer masón, y ni siquiera fue el más famoso. Mozart introdujo elementos de la masonería apenas disimulados en sus óperas. Han pertenecido a la masonería nada menos que catorce presidentes y casi todo el resto, desde el reverendo Norman Vincent Pale hasta el cómico Red Skelton. Los masones presidieron la ceremonia cuando se colocó la primera piedra de la Estatua de la Libertad.
Pero los masones han estado menguando firmemente -cualquiera sean sus secretos, aparentemente no tienen ninguno que evite la muerte- y sus filas han estado envejeciendo. Así que los masones del estado de Nueva York han empezado a imitar a otras sociedades masónicas haciendo algo que en el pasado habrían considerado herético: están buscando activamente a nuevos miembros. Y, en el proceso, una hermandad famosa por su reticencia, que ahora recompensa el servicio a la comunidad, ha levantado un poco el velo del secreto.
Los masones no están entregando las contraseñas secretas que se supone que deben conocer sus miembros para entrar a las reuniones (en estos días, mostrar una tarjeta de cuotas al día sería suficiente). Pero sí están ofreciendo visitas guiadas a la sede de la Gran Logia de Nueva York.
Así la gente puede ver los cielos rasos dorados, las paredes de mármol, las bancas a lo largo de los lados para los miembros comunes y, en cada extremo, los sillones parecidos a tronos de los masones de alto rango. Y, en el salón de conferencias en la puerta de al lado, hay más oro, aunque sólo está pintado en una gigantesca copia de una estatua de George Washington.
La logia también contrató a una firma de relaciones públicas para que corriera la voz sobre su aniversario 225, que fue el mes pasado. Y los masones han colocado anuncios en cines y han ofrecido clases de un día para entregar los tres primeros grados masónicos en una sola sesión. Hasta entonces, los candidatos a ser masones tenían que pasar meses aprendiendo lo que necesitaban saber para elevarse de Aprendiz a Compañero a Gran Maestro.
"Todavía no lo pensamos como reclutamiento o como que estamos tratando de acumular gente", dice Thomas M. Savini, director de la biblioteca en la sede de la Gran Logia de Nueva York, en la calle 23 West y la Avenida de las Américas. "Pero creo que hemos llegado a un punto en que nos dimos cuenta que no decir nada no lo hace más fácil".
También llegaron a un punto en que no podían seguir ignorando lo que decían los demás sobre ellos en 'El Código Da Vinci' y otros éxitos de venta como 'The Book of Fate', de Brad Meltzer.
"Lo que nos dio ‘El Código Da Vinci' fue la oportunidad de decir: ‘Esto es lo que somos'", dijo Savini.
En la sede de la gran logia hay una docena de decoradas habitaciones donde se reúnen regularmente sus cerca de 60 logias.
Esas habitaciones no tienen ventanas.
onduciéndonos hacia una de ellas, el Gran Maestro, o líder de todos los masones del estado de Nueva Cork, Neal I. Bidnick, dice que todas las logias del mundo tienen la misma estructura, con un altar y candelabros en el centro. En un extremo hay dos trozos de piedra, cada una del tamaño de un bloque de cemento: uno cortado, el otro pulido.
"Tomamos a un buen hombre y pulimos sus lados rudos", dice Bidnick. (Los masones no admiten a mujeres).
En los pasillos de la sede de la gran logia, las paredes están cubiertas de fotografías enmarcadas de masones del pasado y presente. La mayoría son del pasado: Hubert H. Humphrey, el ex vice-presidente; y William J. Bratton, el comisario de policía que es ahora jefe de la policía de Los Angeles.
Pero hay menos nombres en los listados de miembros que en el pasado: 54 mil en Nueva Cork (había 346.413 en 1929). Los miembros volvieron a aumentar después de la Segunda Guerra Mundial, llegando a 307.323 en 1957, antes de empezar un prolongado decline.
Bidnick explica que los masones de Nueva York participan activamente en servicios comunitarios, apoyando la investigación médica y proporcionando 29 mil banderas estadounidenses a cada una de las aulas escolares de la ciudad. Pero todavía hay cuartos secretos donde se reúnen los masones.
"¿Por qué los traemos a habitaciones como esta?", pregunta Bidnick. "Básicamente todos nuestros rituales son educativos. Todas estas cosas que te muestran en la televisión, son suposiciones erróneas".
Describió un encuentro con un periodista de un canal de televisión por cable. "La mujer de la CNN leyó algunos pasajes sobre una cuerda y una capucha y preguntó: ‘¿Es eso lo que hacéis?", recordó. "No, eso no es lo que hacemos".
Conoce las teorías conspirativas. "Nos preguntan a menudo por qué usamos la G como símbolo", dice Bidnick. "Nos vino a visitar una persona de la CNN antes de ‘El Código Da Vinci'. Nos indicó que sólo en alemán e inglés la palabra Dios empieza con G. Pero la masonería es una institución educativa, así que la G es la G de la geometría".
Y, en una pared, hay un panel de vitrales con una G en un rectángulo y compases.
La geometría es una de las siete artes liberales. Un masón que no pudiera recordar las otras seis, sólo tiene que levantar la vista, pues están escritas en el techo: aritmética, retórica, lógica, gramática, música y astronomía. Las cuatro virtudes cardinales -fortaleza, prudencia, moderación y justicia- también están escritas ahí.
Y Bidnick dice que cuando los masones hablan de Dios, se refieren al gran arquitecto del universo. Según él y Savini, en ello no hay ninguna referencia teológica. Savino dijo que la masonería no tenía dogmas. "No le dice a un hombre cómo interpretar un símbolo, que queda abierto para que la gente de fuera los pueda mal interpretar", dijo.
No quisieron describir en detalle qué pasa en la habitación cuando se reúnen los miembros. Savini explicó lo que dijo eran ideas erróneas: de que hay tatuajes secretos, por ejemplo. "La masonería no tiene nada que ver con tatuajes", dijo. "Nadie te hace un tatuaje cuando te conviertes en masón".
Sin embargo, él mismo tiene un tatuaje, aunque no es un tatuaje masónico.
Y Savini señala que el ojo en el billete de un dólar no es realmente un símbolo masónico. "Usamos el ojo", dice, "pero los ópticos también lo usan. Sería ridículo que dijéramos que tiene una vinculación masónica que no existe".
Uno de los símbolos de los masones se parece un montón al ojo omnisciente que hay en el reverso de los billetes de un dólar. Y mirad quién está al otro lado.
George Washington no fue el primer masón, y ni siquiera fue el más famoso. Mozart introdujo elementos de la masonería apenas disimulados en sus óperas. Han pertenecido a la masonería nada menos que catorce presidentes y casi todo el resto, desde el reverendo Norman Vincent Pale hasta el cómico Red Skelton. Los masones presidieron la ceremonia cuando se colocó la primera piedra de la Estatua de la Libertad.
Pero los masones han estado menguando firmemente -cualquiera sean sus secretos, aparentemente no tienen ninguno que evite la muerte- y sus filas han estado envejeciendo. Así que los masones del estado de Nueva York han empezado a imitar a otras sociedades masónicas haciendo algo que en el pasado habrían considerado herético: están buscando activamente a nuevos miembros. Y, en el proceso, una hermandad famosa por su reticencia, que ahora recompensa el servicio a la comunidad, ha levantado un poco el velo del secreto.
Los masones no están entregando las contraseñas secretas que se supone que deben conocer sus miembros para entrar a las reuniones (en estos días, mostrar una tarjeta de cuotas al día sería suficiente). Pero sí están ofreciendo visitas guiadas a la sede de la Gran Logia de Nueva York.
Así la gente puede ver los cielos rasos dorados, las paredes de mármol, las bancas a lo largo de los lados para los miembros comunes y, en cada extremo, los sillones parecidos a tronos de los masones de alto rango. Y, en el salón de conferencias en la puerta de al lado, hay más oro, aunque sólo está pintado en una gigantesca copia de una estatua de George Washington.
La logia también contrató a una firma de relaciones públicas para que corriera la voz sobre su aniversario 225, que fue el mes pasado. Y los masones han colocado anuncios en cines y han ofrecido clases de un día para entregar los tres primeros grados masónicos en una sola sesión. Hasta entonces, los candidatos a ser masones tenían que pasar meses aprendiendo lo que necesitaban saber para elevarse de Aprendiz a Compañero a Gran Maestro.
"Todavía no lo pensamos como reclutamiento o como que estamos tratando de acumular gente", dice Thomas M. Savini, director de la biblioteca en la sede de la Gran Logia de Nueva York, en la calle 23 West y la Avenida de las Américas. "Pero creo que hemos llegado a un punto en que nos dimos cuenta que no decir nada no lo hace más fácil".
También llegaron a un punto en que no podían seguir ignorando lo que decían los demás sobre ellos en 'El Código Da Vinci' y otros éxitos de venta como 'The Book of Fate', de Brad Meltzer.
"Lo que nos dio ‘El Código Da Vinci' fue la oportunidad de decir: ‘Esto es lo que somos'", dijo Savini.
En la sede de la gran logia hay una docena de decoradas habitaciones donde se reúnen regularmente sus cerca de 60 logias.
Esas habitaciones no tienen ventanas.
onduciéndonos hacia una de ellas, el Gran Maestro, o líder de todos los masones del estado de Nueva Cork, Neal I. Bidnick, dice que todas las logias del mundo tienen la misma estructura, con un altar y candelabros en el centro. En un extremo hay dos trozos de piedra, cada una del tamaño de un bloque de cemento: uno cortado, el otro pulido.
"Tomamos a un buen hombre y pulimos sus lados rudos", dice Bidnick. (Los masones no admiten a mujeres).
En los pasillos de la sede de la gran logia, las paredes están cubiertas de fotografías enmarcadas de masones del pasado y presente. La mayoría son del pasado: Hubert H. Humphrey, el ex vice-presidente; y William J. Bratton, el comisario de policía que es ahora jefe de la policía de Los Angeles.
Pero hay menos nombres en los listados de miembros que en el pasado: 54 mil en Nueva Cork (había 346.413 en 1929). Los miembros volvieron a aumentar después de la Segunda Guerra Mundial, llegando a 307.323 en 1957, antes de empezar un prolongado decline.
Bidnick explica que los masones de Nueva York participan activamente en servicios comunitarios, apoyando la investigación médica y proporcionando 29 mil banderas estadounidenses a cada una de las aulas escolares de la ciudad. Pero todavía hay cuartos secretos donde se reúnen los masones.
"¿Por qué los traemos a habitaciones como esta?", pregunta Bidnick. "Básicamente todos nuestros rituales son educativos. Todas estas cosas que te muestran en la televisión, son suposiciones erróneas".
Describió un encuentro con un periodista de un canal de televisión por cable. "La mujer de la CNN leyó algunos pasajes sobre una cuerda y una capucha y preguntó: ‘¿Es eso lo que hacéis?", recordó. "No, eso no es lo que hacemos".
Conoce las teorías conspirativas. "Nos preguntan a menudo por qué usamos la G como símbolo", dice Bidnick. "Nos vino a visitar una persona de la CNN antes de ‘El Código Da Vinci'. Nos indicó que sólo en alemán e inglés la palabra Dios empieza con G. Pero la masonería es una institución educativa, así que la G es la G de la geometría".
Y, en una pared, hay un panel de vitrales con una G en un rectángulo y compases.
La geometría es una de las siete artes liberales. Un masón que no pudiera recordar las otras seis, sólo tiene que levantar la vista, pues están escritas en el techo: aritmética, retórica, lógica, gramática, música y astronomía. Las cuatro virtudes cardinales -fortaleza, prudencia, moderación y justicia- también están escritas ahí.
Y Bidnick dice que cuando los masones hablan de Dios, se refieren al gran arquitecto del universo. Según él y Savini, en ello no hay ninguna referencia teológica. Savino dijo que la masonería no tenía dogmas. "No le dice a un hombre cómo interpretar un símbolo, que queda abierto para que la gente de fuera los pueda mal interpretar", dijo.
No quisieron describir en detalle qué pasa en la habitación cuando se reúnen los miembros. Savini explicó lo que dijo eran ideas erróneas: de que hay tatuajes secretos, por ejemplo. "La masonería no tiene nada que ver con tatuajes", dijo. "Nadie te hace un tatuaje cuando te conviertes en masón".
Sin embargo, él mismo tiene un tatuaje, aunque no es un tatuaje masónico.
Y Savini señala que el ojo en el billete de un dólar no es realmente un símbolo masónico. "Usamos el ojo", dice, "pero los ópticos también lo usan. Sería ridículo que dijéramos que tiene una vinculación masónica que no existe".
4 de octubre de 2006
©new york times
©traducción mQh
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