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origen biológico del bien y del mal


[Nicholas Wade] Teoría evolucionista sobre origen del mal y del bien.
¿Quién no conoce la diferencia entre el bien y el mal? A pesar de ser un conocimiento esencial, sobre el que se supone generalmente que es impartido por enseñanza de los padres o por instrucción religiosa o jurídica, podría tener un origen bastante diferente.
Los primatólogos como Franz de Waal han argumentado durante largo tiempo que las raíces de la moral humana son evidentes en animales sociales como monos y primates. Los sentimientos de empatía de los animales y las expectativas de reciprocidad son conductas esenciales para la vida en grupo de los mamíferos y pueden pueden ser considerados como la contraparte de la moral humana.
Marc D. Hauser, un biólogo de Harvard, ha elaborado sobre esta idea para proponer que la gente nace con una gramática moral conectada por la evolución a sus circuitos neurales. En su nuevo libro, ‘Moral Minds' (Harper Collins 2006), argumenta que la gramática genera juicios morales instantáneos que, en parte debido a las rápidas decisiones que deben tomarse en situaciones de vida o muerte, son inaccesibles a la mente consciente.
Generalmente la gente no está consciente de este proceso porque la mente es experta en producir racionalizaciones plausibles de por qué se llegó a una decisión que ha sido generada subconscientemente.
El doctor Hauser presenta su argumento como una hipótesis que debe ser probada, no como un hecho estabecido. Pero es una idea que surge en terreno sólido, incluyendo invetigaciones con primates, suyas y de otros, y en resultados empíricos alcanzados por filósofos morales.
La proposición, si resultase ser verdadera, tendría revolucionarias consecuencias. Implica que los padres y profesores no están enseñando a los niños reglas de conductas correctas a partir de cero, sino que, en el mejor de los casos, están dando forma a conductas innatas. Y sugiere que las religiones no son la fuente de los códigos morales, sino más bien reforzadores sociales de conductas morales instintivas.
Tanto ateos como personas que pertenecen a un amplio rango de credos, hacen los mismos juicios morales, escribe Hauser, lo que implica "que el sistema que genera inconscientemente los juicios morales es inmune a las doctrinas religiosas". Hauser argumenta que la gramática moral opera en gran parte del mismo modo que la gramática universal propuesta por el lingüista Noam Chomsky como la maquinaria neural innata del lenguaje. La gramática universal es un sistema de reglas para generar sintaxis y vocabularios, que no especifica ningún lenguaje particular. Eso lo suministra la cultura en la que se crece.
Según Hauser la gramática moral es también una herramienta de generación de conductas morales y no una lista de reglas específicas. Limita tan fuertemente la conducta humana que, de hecho, muchas normas son las mismas o muy similares en todas las sociedades -no hagas lo que no quieres que te hagan; protege a los niños y a los débiles; evita el adulterio y el incesto; no engañes, robes o mientas.
Pero también admite variaciones, ya que las culturas pueden asignar diferente peso a los elementos en los cálculos de la gramática. Así, mientras una sociedad puede prohibir el aborto, otra ver el infanticidio como un deber moral en ciertas circunstancias. O, como observó Kipling: "Los sueños más estrafalarios de Kew son hechos en Katmandú, y los crímenes de Clapham son virtudes en Martaban".
Asuntos relacionados con el bien y el mal han sido durante largo tiempo la provincia de filósofos morales y moralistas. La proposición de Hauser es un intento de reclamar la materia para la ciencia, en particular para la biología de la evolución. La gramática moral evolucionó, cree, porque los límites a la conducta son parte de las exigencias de la vida social y han sido favorecidos por la selección natural debido a su valor de supervivencia.
Gran parte de las evidencias presentes de la gramática moral son indirectas. Algunas provienen de tests psicológicos de niños, que muestran que poseen un sentido innato de justicia que empieza a desarrollarse hacia los cuatro años. Algunas provienen de ingeniosos dilemas diseñados para mostrar el funcionamiento de un generador subconsciente de juicios morales. Son conocidos por los filósofos morales que los definieron como trolley problems.
Supon que estés parado en una vía férrea. Más allá, en un profundo tramo del que no es posible escapar, hay cinco personas caminando. Oyes que se acerca un tren. A tu lado hay una palanca con la que puedes cambiar la dirección del tren. Hay una persona caminando por esa otra vía. ¿Es correcto jalar la palanca y salvar a las cinco personas, sabiendo que la otra morirá?
La mayoría de la gente dice que sí lo es.
Asumanos que estás en un puente mirando las vías. Más allá, hay cinco personas en la vía que corren peligro de muerte. Los puedes salvar arrojando un objeto pesado en la ruta del tren que se aproxima. Hay un objeto pesado a tu lado, que es un hombro gordo. ¿Sería correcto empujarlo para salvar la vida de los otros cinco?
La mayoría de la gente dice que no, aunque las vidas que se salvan y que se pierden son las mismas que en el primer problema.
¿Por qué genera la gramática moral juicios tan diferentes en situaciones aparentemente similares? Introduce una distinción, escribe Hauser, entre un daño previsto (el tren que matará a la persona en los rieles) y el perjuicio intencionado (empujar a una persona a las vías del tren), pese al hecho de que las consecuencias son las mismas en los dos casos. También determina que matar a un animal es más aceptable que matar a una persona.
Mucha gente no puede articular la distinción entre lo previsible y lo intencionado, dice Hayser, lo que es un signo de que se realiza en niveles inaccesibles a la mente. Esta incapacidad desmiente la creencia general de que la conducta moral es aprendida. Pues si la gente no puede articular la distinción entre lo previsible y lo intencionado, ¿cómo podrían enseñarla?
Hauser empezó su carrera como investigador en el campo de la comunicación animal, trabajando con monos cercopitecos en Kenia, y con pájaros. Ha escrito un libro de texto sobre la materia, ‘The Evolution of Communication'. Empezó a interesarse en el animal humano en 1992, después de que los psicólogos idearan experimentos que permitían inferir lo que pensaban los bebés. Encontró que podía repetir muchos de esos experimentos con monos tamarinos, permitiendo colocar las capacidades cognitivas de los niños en un marco evolutivo.
Su proposición de una gramática moral surge de su colaboracióncon Chomsky, que se había interesado en las ideas de Hauser sobre la comunicación animal. En 2002 escribieron, con el doctor Tecumseh Fitch, un inusual artículo argumentando que la facultad lingüística debe de haberse desarrollado como una adaptación de algún sistema neural poseído por los animales, quizás usado en la navegación. A partir de esta interacción Hauser elaboró la idea de que la conducta moral, como la conducta lingüística, se adquiría con la ayuda de un conjunto innato de reglas que se despliega temprano en el desarrollo de los niños.
Según él, los animales sociales poseen los rudimentos de un sistema moral en el que pueden reconocer el engaño o las desviaciones de la conducta esperada. Pero en general carecen de los mecanismos psicológicos en los que se basa la omnipresente reciprocidad de la sociedad humana, como la capacidad de recordar la conducta inadaptada, calcular sus costes, recordar interacciones previas con un individuo y castigar a los transgresores. "Los leones cooperan en la cacería, pero no castigan a los rezagados", dice Hauser.
La gramática moral ahora universal entre la gente evolucionó probablemente hasta su forma final durante la fase de caza-recolección en el pasado humano, antes de la dispersión desde la tierra ancestral en el nordeste de África hace unos 50 mil años. Esto puede explicar por qué eventos que toman lugar ante nuestros ojos poseen más peso moral que los que ocurren a gran distancia, dice Hauser, ya que en esos días nadie debía preocuparse de gente demasiado alejada del propio territorio.
Hauser cree que la gramática moral se puede haber desarrollado a través del mecanismo evolutivo conocido como selección de grupo. Es más probable que un grupo unido por el altruismo hacia sus miembros y un riguroso rechazo de los transgresores, prevalezca sobre una sociedad menos cohesiva, de modo que los genes para una gramática moral se harían más comunes.
Muchos biólogos de la evolución fruncen el ceño ante la idea de la selección de grupo, observando que los genes no se pueden hacer más frecuentes a menos que beneficien al individuo que los porte, y una persona que ayude altruistamente a gente no relacionada reducirá su propia adecuación y dejará menos descendencia.
Pero aunque no se ha demostrado que la selección de grupo ocurra en animales, Hauser cree que puede haber operado en la gente debido a su mayor conformidad social y voluntad de castigar o aislar a los que desobedecen los códigos morales.
"Eso permite que una fuerte cohesión de grupo no vista en otros animales, lo que puede suplir a la selección de grupo", dijo.
Su propuesta de una gramática moral innata, si la gente le presta atención, podría erizar muchas plumas. Sus colegas biólgoos han arqueado las cejas ante la proposición de ideas demasiado generales en circunstancias de que las evidencias que la demuestran no han sido completamente recabadas. Los filósofos morales pueden no acoger de buena gana el intento del biólogo de anerxarse su coto, a pesar del deseo expreso de Hauser de colaborar con ellos.
Sin embargo, la definición de los investigadores de qué constituye una buena hipótesis es que debe generar predicciones interesantes y verificables. Con este criterio, parece poco probable que la proposición de una gramática moral innata termine en una decepción.

31 de octubre de 2006
©new york times
©traducción mQh
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2 comentarios

Eduardo -

He llegado a este blog por pura casualidad. Y me ha gustado. Me quedo.

Martec -

Todos nacemos naturalmente buenos y es durante nuestros premeros años de vida que desarrolamos el sentido de la moral y es el ambiente en el que cresemos y nuestro propio caracter quien nos hace las personas que somos