murió markus wolf
[Jeffrey Fleishman] Murió a los 83 años el jefe del espionaje de Alemania del Este, llamado ‘el Hombre Sin Cara'.
Varsovia, Polonia. Markus Wolf, el jefe de espías que personificó el espionaje de la Guerra Fría como director del brutal e inventivo servicio de contraespionaje de Alemania del Este, murió el jueves en su casa en Berlín. Tenía 83 años. No se anunció la causa de su muerte.
Suave y escurridizo, Wolf fue un gran enigma para los servicios de inteligencia occidentales, que no sabían exactamente cómo se veía durante las tensas décadas que se vivieron cuando una dividida Alemania era un refugio de agentes y agentes dobles en la guerra por información entre Moscú y Washington. Wolf era conocido como ‘el Hombre Sin Cara', que más tarde se convirtió en el título de su autobiografía.
Dirigía a cuatro mil espías, muchos de los cuales infiltraron la policía y las fuerzas armadas de Alemania occidental, y corporaciones como Siemens e IBM. Uno de sus grandes golpes de inteligencia fue plantar a Gunter Guillaume como ayudante del canciller de Alemania federal, Willy Brandt. Guillaume fue descubierto, obligando a un avergonzado Brandt a renunciar en 1974. Wolf también dirigía a los agentes ‘Romeo', que seducían a secretarias del gobierno para conseguir documentos y expedientes.
Wolf, cuyos espías descubrieron los planes para la ubicación de los misiles norteamericanos en los años setenta y ochenta, escribió en sus memorias que Alemania "era una inmensa red de conexiones declaradas y no declaradas, vergüenzas secretas y lealtades encubiertas a derecha e izquierda. Nada era seguro, no se podía confiar en nadie completamente, las apariencias engañaban".
Las proezas de sus agentes, que cruzaban el Muro de Berlín y penetraban a Occidente, le daban un aire romántico en el extranjero, especialmente con la popularidad de las novelas de John Le Carré. Pero en casa en la comunista Alemania del Estte, el servicio de contraespionaje de Wolf estaba conectado con la Stasi -la vilipendiada policía secreta responsable del encarcelamiento, muerte y desaparición de miles de alemanes. Más tarde Wolf reconoció que su servicio había colaborado con grupos violentistas, incluyendo al Ejército Republicano Irlandés y al grupo Ejército Rojo de Alemania federal.
Marianne Birthler, directora del archivo de la Stasi, dijo a la prensa alemana: "Lamento que haya dejado este mundo sin tener que enfrentarse a su pasado y declararse responsable".
Ex periodista y diplomático nacido el 19 de enero de 1923, en Hechingen, una pequeña ciudad al sudoeste de Alemania, Wolf no tenía treinta años cuando se convirtió en el jefe de la inteligencia de Alemania comunista en 1952. Los dossiers de espías occidentales lo describían como un hombre de extraordinaria inteligencia, ingenioso y elegante. Asombró al mundo del espionaje el 6 de febrero de 1987 cuando apareció en el diario del partido Neues Deutschland en Alemania del Este una nota de ocho renglones: "El general Markus Wolf, que a petición propia abandona el servicio activo del ministerio de Seguridad del Estado, ha recibido expresiones de gratitud y reconocimiento..."
Tras el colapso del Muro de Berlín, Wolf escapó a Rusia, donde había pasado gran parte de su infancia con su padre, un dramaturgo judío, y su madre comunista que huyeron de Alemania en 1933.
La CIA ofreció a Wolf una nueva identidad y una casa en California a cambio de su colaboración para terminar con los infiltardos soviéticos. Rechazó la oferta y en 1991 se entregó voluntariamente a las autoridades de Alemania occidental. Fue juzgado y encontrado culpable de traición, pero la sentencia fue revocada. Fue más tarde condenado por cargos de secuestro en un segundo juicio y condenado a dos años de prisión en sentencia suspendida.
En sus últimos años Wolf publicó un libro de cocina sobre gastronomía rusa y escribió sus memorias. Ocasionalemente dictaba charlas y cedía entrevistas a la televisión en un intento de rehabilitar su reputación después de la reunificación alemana. Una vez dijo a Reuters: "No puedo decir que esté orgulloso de lo que hice. No lo estoy. Pero no creo que haya vivido por nada".
Le sobreviven su esposa, tres hijos y una hijastra.
Suave y escurridizo, Wolf fue un gran enigma para los servicios de inteligencia occidentales, que no sabían exactamente cómo se veía durante las tensas décadas que se vivieron cuando una dividida Alemania era un refugio de agentes y agentes dobles en la guerra por información entre Moscú y Washington. Wolf era conocido como ‘el Hombre Sin Cara', que más tarde se convirtió en el título de su autobiografía.
Dirigía a cuatro mil espías, muchos de los cuales infiltraron la policía y las fuerzas armadas de Alemania occidental, y corporaciones como Siemens e IBM. Uno de sus grandes golpes de inteligencia fue plantar a Gunter Guillaume como ayudante del canciller de Alemania federal, Willy Brandt. Guillaume fue descubierto, obligando a un avergonzado Brandt a renunciar en 1974. Wolf también dirigía a los agentes ‘Romeo', que seducían a secretarias del gobierno para conseguir documentos y expedientes.
Wolf, cuyos espías descubrieron los planes para la ubicación de los misiles norteamericanos en los años setenta y ochenta, escribió en sus memorias que Alemania "era una inmensa red de conexiones declaradas y no declaradas, vergüenzas secretas y lealtades encubiertas a derecha e izquierda. Nada era seguro, no se podía confiar en nadie completamente, las apariencias engañaban".
Las proezas de sus agentes, que cruzaban el Muro de Berlín y penetraban a Occidente, le daban un aire romántico en el extranjero, especialmente con la popularidad de las novelas de John Le Carré. Pero en casa en la comunista Alemania del Estte, el servicio de contraespionaje de Wolf estaba conectado con la Stasi -la vilipendiada policía secreta responsable del encarcelamiento, muerte y desaparición de miles de alemanes. Más tarde Wolf reconoció que su servicio había colaborado con grupos violentistas, incluyendo al Ejército Republicano Irlandés y al grupo Ejército Rojo de Alemania federal.
Marianne Birthler, directora del archivo de la Stasi, dijo a la prensa alemana: "Lamento que haya dejado este mundo sin tener que enfrentarse a su pasado y declararse responsable".
Ex periodista y diplomático nacido el 19 de enero de 1923, en Hechingen, una pequeña ciudad al sudoeste de Alemania, Wolf no tenía treinta años cuando se convirtió en el jefe de la inteligencia de Alemania comunista en 1952. Los dossiers de espías occidentales lo describían como un hombre de extraordinaria inteligencia, ingenioso y elegante. Asombró al mundo del espionaje el 6 de febrero de 1987 cuando apareció en el diario del partido Neues Deutschland en Alemania del Este una nota de ocho renglones: "El general Markus Wolf, que a petición propia abandona el servicio activo del ministerio de Seguridad del Estado, ha recibido expresiones de gratitud y reconocimiento..."
Tras el colapso del Muro de Berlín, Wolf escapó a Rusia, donde había pasado gran parte de su infancia con su padre, un dramaturgo judío, y su madre comunista que huyeron de Alemania en 1933.
La CIA ofreció a Wolf una nueva identidad y una casa en California a cambio de su colaboración para terminar con los infiltardos soviéticos. Rechazó la oferta y en 1991 se entregó voluntariamente a las autoridades de Alemania occidental. Fue juzgado y encontrado culpable de traición, pero la sentencia fue revocada. Fue más tarde condenado por cargos de secuestro en un segundo juicio y condenado a dos años de prisión en sentencia suspendida.
En sus últimos años Wolf publicó un libro de cocina sobre gastronomía rusa y escribió sus memorias. Ocasionalemente dictaba charlas y cedía entrevistas a la televisión en un intento de rehabilitar su reputación después de la reunificación alemana. Una vez dijo a Reuters: "No puedo decir que esté orgulloso de lo que hice. No lo estoy. Pero no creo que haya vivido por nada".
Le sobreviven su esposa, tres hijos y una hijastra.
jeffrey.fleishman@latimes.com
Petra Falkenberg y Christian Retzlaff contribuyeron a este artículo.10 de noviembre de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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