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país de muchas guerras


[Solomon Moore y Louise Roug] Las muertes de Iraq muestran que es un país de muchas guerras. Y Estados Unidos está en el medio.
Bagdad, Iraq. Tomemos un día reciente, unas 24 horas promedio en Iraq.
Aquí en la capital se encontraron los cuerpos de ocho jóvenes, encadenados unos a otros, desprovistos de sus documentos de identidad, matados a balazos y arrojados en un aparcadero, los primeros de los veinte cuerpos encontrados en la ciudad ese día.
En el norte de Iraq un hombre hizo detonar su chaleco relleno de bombas en medio de un grupo de mujeres, niños y hombres que hacían la cola para comprar aceite de cocina, matándose a sí mismo y a otras 21 personas. En el sur, la policía encontró el cuerpo acribillado de un oficial antiterrorista. Y en la provincia de Al Anbar, al oeste, un coche se estrelló contra una cola de reclutas de la policía, explotando y matando a 13 cuando estalló en una nube de fuego y metralla.
En total, murieron al menos 57 personas -17 heridos- en la violencia de ese día, el 18 de septiembre.
Murieron en el mismo país, no en la misma guerra. La guerra en Iraq no es un solo conflicto, sino una yuxtaposición de conflictos, librados en múltiples campos de batalla, con diferentes combatientes. Cada vez más, las tropas estadounidenses se quedan atrapadas entre fuerzas en conflicto.
En los desiertos del occidente de Iraq, grupos de insurgentes árabes sunníes, algunos del lugar y otros dominados por combatientes extranjeros, atacan a las fuerzas del gobierno iraquí y a los soldados norteamericanos que las respaldan. En Bagdad y en las provincias circundantes, combatientes chiíes y sunníes se atacan mutuamente y a sus rivales civiles en una creciente guerra civil que las tropas norteamericanas tratan de sofocar.
En el sur de Iraq, dominan los chiíes. Pero están divididos, y sus milicias rivales luchan por el petróleo y el comercio. Y en el norte del país, árabes y kurdos pelean por el control del territorio.
A menudo durante los últimos tres años, los militares nortamericanos han enviado tropas para tratar de apagar esos conflictos, sólo para presenciar el surgimiento de otros. Ahora, muchos oficiales norteamericanos se preocupan de que con la proliferación de participantes armados en los múltiples conflictos de Iraq, la misión contrainsurgente original de Estados Unidos se ha convertido en otra cosa: en una operación dirigida a sofocar la guerra civil, que es un objetivo mucho más ambiguo y políticamente peligroso.
Las tropas norteamericanas se encuentran crecientemente atrapadas entre militantes extranjeros, rebeldes nacionalistas musulmanes sunníes, milicianos musulmanes chiíes y otros grupos armados -todos ellos luchando unos contra otros.
"Es una situación muy compleja", dijo el general de división Thomas R. Turner, comandante de la División Aerotransportada 101 del Ejército. "A veces es difícil saber de dónde viene la violencia".

Rebeldes en el Desierto
La provincia de Al Anbar alberga el conflicto más familiar para los estadoundenses y más costoso para las tropas americanas:
marines e insurgentes iraquíes, peleando en el enorme desierto al occidente.
Los rebeldes, casi todos árabes sunníes, son una mezcla de grupos, algunos compuestos fundamentalmente por iraquíes, otros con un fuerte componente de combatientes extranjeros atraídos por la lucha contra la ocupación norteamericana. Además de las tropas estadounidenses, también atacan a las fuerzas iraquíes y a los sunníes de los que se sospecha que colaboran con el gobierno.
Apenas pasa una semana sin que los militares norteamericanos envíen lacónicas avisos de defunción desde Al Anbar.
En Al Anbar, los ataques contra las fuerzas norteamericanas han aumentado en un 27 por ciento el año pasado, de acuerdo al Cuerpo de Marines norteamericano. Los intentos norteamericanos de reducir el número de bajas traspasando las labores de seguridad a las fuerzas iraquíes no han tenido demasiado éxito.
Los marines dicen que en la provincia hay cinco mil agentes de policía iraquíes y trece mil soldados iraquíes, pero que las fuerzas iraquíes siguen siendo frágiles e incapaces de defenderse a sí mismas. Cualquiera sea el momento que se tome, la mitad de los soldados iraquíes están con permiso, y muchos de ellos no vuelven al servicio. En mayo, las tasas de deserción en algunas unidades iraquíes llegaban al cuarenta por ciento.
En agosto, las amenazas de los insurgentes provocó que la mitad de los policías de Faluya se quedaran en casa algunos días, dijo un general norteamericano. Y Faluya al menos tiene un cuerpo policial. Otras ciudades estratégicas, incluyendo Haditha, Hit y Ramadi, prácticamente son ciudades sin ley.
Entretanto, Al Qaeda en Iraq, el mejor conocido de los grupos insurgentes, continúa haciendo incursiones en la provincia, consolidando y expandiendo su influencia. Al Qaeda en Iraq era dirigido por Abu Musab Zarqawi hasta las que fuerzas norteamericanas lo mataran en junio. Los oficiales estadounidenses esperaban que la muerte de Zarqawi desmantelaría al grupo, pero no parece que eso haya ocurrido.
"Al Qaesa ha matado, intimidado, co-optado o pagado a todos los grupos insurgentes locales del país", dice el teniente coronel de los marines, Bryan Salas, un portavoz militar en Faluya. "Dirigen y organizan una empresa criminal que tiene sus tentáculos en todas partes, desde la ventas de combustible en el mercado negro hasta la extorsión de la policía y sueldos del gobierno. Al Qaeda proporciona liderazgo y organización para una floja organización de elementos criminales".
Además de las muertes de soldados norteamericanos, el conflicto ha causado bajas entre los vecinos de Al Anbar, muchos de los cuales han huido. Los que se quedaron viven bajos constante peligro.
Entre los reclutas de la policía matados en Ramadi hace poco, se encontraba Faiz Mohamad Ali. En una entrevista, su hermano Ali lo describió como un egresado de un instituto de arte, pintor y optimista.
Ali intentó unirse a la policía después de fracasar en su búsqueda de un mercado para sus pinturas, dijo su hermano, que pidió no ser identificado por miedo a que los rebeldes lo identifiquen.
"Estuvimos charlando sobre Iraq cuatro días antes de su muerte. Tenía optimismo y hablamos de que todo el mundo debía participar en la construcción del país", dijo el hermano de Ali. "Recuerdo que dijo que le gustaría contribuir a la reconstrucción como pintor: 'Mis pinturas hablan sobre Iraq a su manera', dijo. ‘El nuevo Iraq, esplendoroso'".

Capital Plagada de Milicianos
Aunque se acusa a la resistencia árabe sunní de gran parte de la violencia en la provincia de Al Anbar, de acuerdo a la mayoría de los oficiales norteamericanos en Bagdad las milicias chiíes
son responsables de la mayor parte de los asesinatos. Los sunníes son la mayoría de las víctimas.
La capital, con sus seis millones de habitantes, alberga a casi un cuarto de la población de Iraq. Es el centro administrativo del país y una de sus ciudades más diversas en términos religiosos y étnicos. Este año, también ha sido un campo de la muerte.
Naciones Unidas informó que en julio murieron asesinadas 2.884 personas en Bagdad, el número de bajas más alto desde la invasión norteamericana de 2003. En agosto murieron 2.222 personas y en septiembre, 1.980 -la disminución se debe probablemente al aumento de las patrullas en la capital.
Además de los miles de muertos, cientos de miles de residentes de Bagdad y de las provincias circundantes han huido de sus casas. Chiíes y sunníes han abandonado sus barrios mixtos para marcharse a otros con poblaciones más homogéneas.
En las últimas semanas, Diyala, una provincia con cerca de un millón de habitantes justo al norte de Bagdad, se ha tornado particularmente violenta.
El 18 de septiembre, la policía en Baqubah, la capital provincial, informó que hombres armados habían asesinado al alcalde sunní del pueblo cercano de Udayem, haciendo del funcionario uno de los cientos de personas asesinadas en la provincia en las últimas semanas. No está claro por qué fue asesinado ni quién lo mató.

Guerra Interna Chií
Hasta hace poco, el sur de Iraq parecía relativamente pacífico. Ahora los chiíes, que dominan la región, se han dividido en facciones que luchan por los recursos petroleros, las ganancias del contrabando, el poder político y la autoridad religiosa. La violencia sigue siendo menor que en la capital, pero está aumentando.
Prácticamente todas las instituciones políticas y religiosas del sur han sido repartidas entre cuatro grupos chiíes: el Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, el partido chií más grande del país; los seguidores de Muqtada Sáder, el clérigo radical que ha llamado a Estados Unidos a retirar sus tropas; y dos partidos más pequeños, el Partido Islámico Dawa y Al Fadila al Islamiya. Debido a que los partidos en conflicto forman parte de la alianza chií gobernante de Iraq, las riñas locales a menudo se extienden hacia las posiciones más altas de la sociedad, amenazando la estabilidad nacional.
En la guerra lo que está en disputa son enormes cantidades de dinero. La sureña ciudad de Basra, la segunda de Iraq, controla las vastas reservas de petróleo y el único puerto marítimo del país, lo que la convierte en una ruta vital de billones de dólares en importaciones y exportaciones -muchos de ellos en el contrabando. Los partidos chiíes allá compiten por las ganancias ilícitas, dicen muchos analistas iraquíes.
En algunos casos, los conflictos se han convertido en guerra declarada. En agosto, en la ciudad de Diwaniya, los milicianos leales a Sáder se cuadraron contra las tropas del gobierno infiltradas por la organización Báder, la milicia leal al Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq. La batalla resultante dejó 40 muertos, incluyendo una docena de soldados que se quedaron sin municiones y fueron ejecutados por los partidarios de Sáder. Ese mismo mes en Karbala, los combatientes de Sáder se enfrentaron a los seguidores del clérigo chií Mahmoud Hassani.
Los partidos políticos chiíes también están recurriendo al asesinato para deshacerse de opositores en anticipación de las próximas elecciones provinciales.
"También hay enfrentamientos entre partidos y milicias a varios niveles. Para cuando se realicen las elecciones provinciales, habrá sangrientos choques en Basra", dijo un agente de la inteligencia iraquí.
Oficiales norteamericanos y británicos prosiguen con los planes de retirada de las tropas en el sur, diciendo que la zona está suficientemente estabilizada como para traspasarla a manos de las tropas iraquíes. No está claro que esa evaluación sea correcta. Después de que las tropas británicas entregaran una base de la provincia de Maysan, los milicianos la saquearon y vaciaron mientras los soldados iraquíes observaban sin intervenir. Las fuerzas americanas planean retirarse de Nayaf en noviembre, dijo el teniente coronel Michael Hilliard, comandante de la Base de Avanzada Duke, cerca de Nayaf.
Estas retiradas están pensadas para entregar la seguridad al gobierno iraquí, pero es probable que otorgue todavía más poder a las milicias.
"No tenemos autoridad en nuestras ciudades porque los clérigos y los poderes religiosos controlan el área", dijo el gobernador Aqeel Kharzali, de la provincia de Nayaf, el 18 de septiembre en una conferencia de la policía iraquí y políticos sureños.
"Esto es evidente cuando un policía trata de enfrentarse a una milicia sin una fatwa. Nuestra policía en Diwaniya y en Karbala son marginales, y no tenemos autoridad para despedir a los agentes renegados leales a las milicias".

Choques Entre Kurdos y Árabes
El mismo día que habló Kharzali, unos hombres armados que conducían un BMW atacaron a los guardias en un oleoducto
cerca de Kirkuk, en el norte de Iraq. En Mosul, cuatro agentes de policía fueron emboscados y matados a tiros.
Los principales actores, y las principales apuestas políticas en Kirkuk y Mosul, son similares. Las dos ciudades tienen poblaciones mixtas kurdo-árabe luchando por el control de la localidad.
Durante el gobierno del derrocado presidente Saddam Hussein, el gobierno puso en práctica una política de ‘arabización' en el norte. Solamente en la región de Kirkuk expulsó a más que cien mil kurdos.
La constitución iraquí ordena la realización de un censo que definirá los distritos electorales para realizar un referéndum sobre el destino de Kirkuk -si será axenado al Kurdistán o a la provincia de Tamim, que es dominada por los árabes. En Kirkuk y Mosul, los políticos kurdos han sido acusados de tratar de manipular las votaciones provinciales programadas. Árabes y kurdos se acusan unos a otros de cometer asesinatos motivados políticamente.
Kirkuk es el botín más grande, porque la ciudad y sus alrededores contienen cerca del 40 por ciento de las reservas de petróleo de Iraq.
Cerca de un 40 por ciento de los habitantes de la región son kurdos, entre ellos muchos que han retornado desde la invasión de 2003. Alrededor de un tercio de los residentes de Kirkuk son árabes, muchos de los cuales llegaron a la ciudad durante el régimen de Hussein. Los turcomanos constituyen cerca del 20 por ciento de la población regional. Los dos grupos más pequeños han a veces unido fuerzas para resistir ante el control kurdo, pero también han peleado entre sí.
Los atentados con coches bomba en Kirkuk se han triplicado este último año, y las bombas improvisadas se han duplicado, de acuerdo a oficiales norteamericanos que proporcionaron datos sobre tendencias pero no cifras actuales sobre esos atentados.
También se han acrecentado los asesinatos, concentrándose los atacantes en políticos y policías. Las explosiones en agosto tuvieron como blanco un tribunal y las oficinas políticas kurdas asociadas con el partido del presidente Jalal Talabani, la Unión Patriótica del Kurdistán.
Mosul no posee nada semejante a la riqueza de Kirkuk, pero sigue siendo una zona problemática debido a sus elementos sunníes extremistas. Tras el sitio norteamericano de Faluya en 2004, los rebeldes convirtieron Mosul en un refugio. Cuando las tropas estadounidenses retomaron Mosul, las fuerzas rebeldes huyeron hacia Tall Afar. Los soldados norteamericanos retomaron más tarde la ciudad, en un ataque a gran escala en septiembre de 2005, pero los insurgentes siguen estando profundamente enraizados en las tres ciudades.
Hasta marzo de este año la mayoría de los ataques en el área de Mosul se dirigían contra las fuerzas norteamericanas y aliadas, pero hacia abril había casi tantos ataques contra fuerzas de seguridad iraquíes como contra los norteamericanos. Según militares norteamericanos, también hubo un aumento de los ataques contra civiles.
A pesar de la violencia, el número de tropas norteamericanas en las seis provincias del norte de Iraq se han reducido de 31 mil a 21 mil soldados.
Alla Eid, 26, estudiante en la Universidad de Mosul, dijo que la ciudad había sido rehén en los choques entre rebeldes y fuerzas norteamericanas. "Estamos viviendo como en la época de las cavernas. Comemos y vamos al trabajo o a la escuela todas las mañanas, y luego la vida termina antes de la puesta de sol", dijo. Tras la puesta de sol, Mosul "se convierte en una ciudad de fantasmas".

solomon.moore@latimes.com

louise.roug@latimes.com

Ali Windawi en Kirkuk y Saad Fakhrildeen en Nayaf y corresponsales en Bagdad, Mosul, Ramadi, Fallouja, Diwaniya y Baqubah y en Kuwait contribuyeron a este reportaje.

7 de octubre de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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