fosas comunes chiíes
17 de abril de 2008
Mientras se conocen más informaciones sobre la carnicería sectaria, mujeres cubiertas de negro y sosteniendo fotos de familia se apresuraron al embarrado terreno en Mahmoudiya con la esperanza de encontrar a sus familiares.
El espeluznante hallazgo se produjo dos días después de que tropas iraquíes encontraran los restos de treinta personas que se cree que fueron asesinadas hace más de un año y enterradas en tres casas abandonadas en otros lugares de la zona.
Las fosas comunes han estado apareciendo con creciente frecuencia a medida que operaciones militares norteamericanas e iraquíes empiezan a controlar antiguos bastiones militantes, permitiendo que las tropas redoblen sus patrullas en zonas previamente imposibles.
Pero las otras han sido encontradas principalmente en zonas sunníes en la provincia de Anbar al occidente y de Diyala al norte de la capital. Esas zonas estuvieron dominadas por al-Qaeda en Iraq hasta que las brutales tácticas de la organización provocaran que los líderes tribales sunníes se rebelaran contra ella.
Militares norteamericanos dijeron que las fosas comunes halladas en Mahmoudiya son las primeras que ser encontradas en la zona sur de Bagdad, conocida como el triángulo de la muerte antes de la reciente reducción de la violencia.
Los restos fueron encontradas después de que líderes milicianos detenidos recientemente confesaran el asesinato de decenas de sunníes así como de rivales chiíes y el entierro de los cuerpos en casas abandonadas y terrenos adyacentes, de acuerdo al ejército iraquí y a funcionarios del ayuntamiento.
El hallazgo ofreció nuevas evidencias de las atrocidades cometidas por escuadrones de la muerte chiíes que eran conocidos por secuestros y ejecuciones hasta que fueron sofrenados por la tregua iniciada el 29 de agosto por el clérigo antinorteamericano Muqtada al-Sáder, líder de la temida milicia Ejército Mahdi.
Cuerpos acribillados de balas siguen apareciendo en las calles de Bagdad y otras ciudades, pero ahora ya no se trata de las decenas de cadáveres de antes. El violento punto muerto en curso entre los combatientes de al-Sáder y las tropas iraquíes respaldadas por Estados Unidos ha hecho surgir temores de que la tregua pueda estar en peligro.
Trece de los cuerpos encontrados el sábado habían sido arrojados en una fosa a unos quinientos metros de la oficina local del movimiento de al-Sáder, mientras otros dos fueron enterrados juntos en una zona cercana, dijo el concejal Ather Kamil.
Un oficial del ejército iraquí, que habló a condición de preservar el anonimato porque no estaba autorizado para revelar información, dijo que los chiíes también habían sido víctimas de la violencia, pero que la mayoría de los cuerpos eran de sunníes.
Los vecinos dijeron que todo el mundo sabía que el Ejército Mahdi utilizaba como centros de detención las tres casas abandonadas donde el jueves se encontraron los restos, pero nadie preguntó qué estaba pasando dentro.
"Las fuerzas iraquíes encontraron muchos cuerpos en descomposición en esta casa y creo que los cuerpos han estado ahí durante bastante tiempo y ya no puede ser identificados", dijo el vecino Shihab al-Azawi.
Las autoridades dijeron que hasta el momento sólo se han podido identificar los restos de dos personas: una mujer sunní de 22 años que fue reconocida por su ropa por una enfermera de un hospital, y un empleado municipal sunní de 31 años que todavía llevaba su carné de identidad. Sus familias han huido de la zona.
En la inmensa mayoría de los casos de personas desaparecidas en Iraq, los familiares se quedan preguntando eternamente qué habrá pasado con ellas, porque los funcionarios iraquíes normalmente carecen de herramientas forenses como análisis de ADN o archivos dentales. Los insurgentes normalmente retiran los documentos de identidad después de asesinar a sus víctimas.
Pero desesperadas mujeres y niños lloraban y sacudían fotografías, con la esperanza de descubrir alguna señal de sus familiares desaparecidos cuando rodeaban a las tropas iraquíes que exhumaban los cuerpos el sábado.
Soldados norteamericanos se encargaron de la protección del sitio. Algunos helicópteros sobrevolaron el lugar. Otros soldados iraquíes siguieron rastreando el terreno desértico cercado por palmas, aparentemente buscando más cuerpos.
Laman Kamil, una ama de casa chií de 35 años, dijo que su hermano Ali desapareció hace unos seis meses cuando caminaba en dirección al mercado.
"Después de oír las noticias sobre esta fosa común corrimos al sitio y reconocí a mi hermano por su chándal azul y el dedo quebrado de una de sus manos", dijo, sollozando.
No se pudo determinar si también otros cuerpos habían sido reconocidos por familiares.
Mahmoudiya, una ciudad predominantemente chií de unos seiscientos mil habitantes, está situada en una zona de unos treinta y dos kilómetros al sur de Bagdad que cuenta con una volátil mezcla de extremistas a los dos lados de la división religiosa.
Los sunníes constituyen cerca del veinte por ciento de la población, pero muchas familias se han marchado para escapar de la campaña de limpieza sectaria y sus casas fueron a menudo incendiadas y sus pertenencias repartidas.
Los combatientes chiíes estaban indignados por los feroces ataques de los insurgentes sunníes, lo que provocó un furioso ciclo de violentas represalias.
Los atentados disminuyeron el año pasado con el cese el fuego de al-Sáder, la revuelta sunní contra al-Qaeda en Iraq y el aumento del nivel de tropas estadounidenses.
Un conteo de la Associated Press muestra que desde el 29 de mayo de 2007, al menos 662 cuerpos han sido desenterrados de fosas comunes -casi la mitad de ellos este año.
Todos, excepto los 45 de esta semana, se encontraron en barrios predominantemente sunníes en Bagdad y en bastiones de al-Qaeda al norte y oeste de la capital.
©fwdailynews
cc traducción mQh
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