violación sacude justicia saudí
[Donna Abu-Nasr] Chica violada es condenada por estar en un coche con un hombre que no era su marido.
Al-Awwamiya, Arabia Saudí. Cuando la adolescente fue a la policía hace algunos meses, para denunciar que había sido violada por siete hombres, nunca se imaginó que el juez la castigaría a ella, y que sería sentenciada a sufrir más azotes que los que recibió uno de sus violadores.
La historia de la Chica de Qatif, como han llamado en la prensa de aquí a la mujer que fue víctima de la violación, ha provocado un poco habitual debate sobre el sistema judicial de Arabia Saudí, en el que los jueces poseen amplia discreción a la hora de castigar a un delincuente, las reglas para el recabamiento de pruebas son endebles y a veces no hay presentes abogados defensores.
El resultado, dicen los críticos, son sentencias dictadas por los caprichos de los jueces. Estas incluyen una en la que un grupo de hombres recibió sentencias más severas por acosar a mujeres que los hombres en el caso de la violación de la Chica de Qatif o en el de los tres hombres que fueron condenados por violar a un niño. En otra, una mujer debió divorciarse de su marido contra su voluntad, porque así lo exigían sus propios parientes.
En el caso de la Chica de Qatif, fue sentenciada a noventa azotes por estar sola en un coche con un hombre que no era su marido -un delito en este país estrictamente segregado- cuando fue atacada y violada por un grupo de hombres.
En el somnoliento poblado chií de al-Awwamiya, en las afueras de Qatif, una ciudad al este del país, la chica de 19 está luchando por olvidar esa noche de primavera que cambió su vida. Un periodista de Associated Press se reunió con ella para entrevistarla personalmente. Habló a condición de conservar su identidad para proteger su intimidad; la AP no identifica a las víctimas de violación, a menos que ellas pidan ser mencionadas.
Sus manos tiemblan, sus ojos de un castaño profundo parecen desprovistos de vida. Su sueño es interrumpido por la repetición de los acontecimientos, que describe en un susurro apenas audible.
Esa noche, contó, salió de casa para recuperar una fotografía suya en poder de un amigo de la secundaria. Se había casado recién -pero aún no se había mudado a la casa del marido- y no quería que el estudiante conservara su fotografía.
Cuando estaba en el coche con su amigo, dos hombres los interceptaron, se metieron al vehículo y llevaron a la pareja a un área aislada donde fueron separados. Fue violada por siete hombres, tres de los cuales también violaron a su amigo.
En el juicio que terminó en noviembre -en el que el fiscal solicitó la pena de muerte para los siete hombres-, cuatro de los acusados recibieron penas de entre uno y cinco años de cárcel más azotes (de ochenta a mil), según la mujer. Otros tres todavía esperan sus sentencias. Ninguno de los acusados, ni de los demandantes, cuentan con abogados, lo que es muy común aquí.
"La gran sorpresa se produjo cuando el juez me sentenció, a mí y a mi amigo de la secundaria, a noventa azotes cada uno", contó la mujer. La sentencia fue dictada como parte del juicio por la violación. Los azotes son distribuidos a lo largo de varios días, cincuenta cada vez.
Las sentencias aún no han sido ejecutadas, pero los castigos provocaron indignación.
"Porque no podía entender la sentencia y hube de armarme de paciencia, después de leer la sentencia contra la Chica de Qatif, murmuré: ‘Mi corazón está contigo'", escribió Fatima al-Faqeeh en una columna en el diario Al-Watan.
En Arabia Saudí la justicia es administrada por un sistema de cortes religiosas, de acuerdo a la estricta interpretación en el reinado de la ley islámica. Los jueces -nombrados por el rey tras ser recomendados por el Supremo Consejo Judicial- tienen absoluta discreción en cuanto a las sentencias, excepto en casos en que la ley islámica sharia define el castigo, como en los crímenes capitales.
Eso significa que es improbable que dos jueces dicten la misma sentencia por un mismo delito. Un violador, por ejemplo, puede ser condenado a una sentencia ligera o a ninguna o a la muerte, dependiendo del juez.
Los saudíes están instando al ministerio de Justicia a explicitar la lógica que hay detrás de algunos veredictos. En un caso reciente, tres hombres condenados por la violación de un niño de doce, recibieron sentencias de entre uno y dos años de cárcel y trescientos azotes cada uno. En contraste, otro juez sentenció a cuatro hombres a penas de entre seis y doce años de cárcel por toquetear a unas mujeres en un túnel en Riad.
Saleh al-Shehy, columnista de Al-Watan, preguntó al ministro de Justicia,Abdullah Al-Sheik, que explicara por qué los violadores del niño recibieron sentencias más ligeras que los hombres en el caso de acoso sexual del año pasado.
"No le preguntaré, señor ministro, si usted encuentra o no satisfactoria la sentencia", escribió al-Shehy. "Le preguntaré: ‘¿Cree que satisface a Dios?'"
"Por favor explíquenos cómo puede un juez fijar una sentencia, y otro, otra? ¿En qué pruebas se basó uno, y en cuáles el otro?", agregó.
La amplia discreción de que gozan los jueces han sido un desastre para Fatima, otra mujer saudí. Se encontró repentinamente divorciada de su marido, Mansour al-Timani, después de que sus hermanastros se acercaran a un juez y le dijeran que su hermana de ellos se había casado con un hombre por debajo de su condición social.
Fatima, cuyo nombre completo no ha sido mencionado en los informes de prensa, se había casado hace más de tres años y estaba embarazada de su segundo hijo cuando el juez declaró inválido su matrimonio de julio de 2005.
Hoy, Fatima está en la cárcel con su hijo de once meses -su hija de cuatro años fue dejada en libertad hace poco- antes que retornar a la custodia de su familia, como ordenó el juez.
Los problemas sobre las sentencias se ven exacerbados por las flojas normas de los juicios, en los que a veces no se presentan evidencias físicas.
La Chica de Qatif dijo que su juicio tuvo dos sesiones. Los tres jueces en el juicio le pidieron su declaración, luego oyeron las de los siete acusados en la primera sesión. En la segunda, un mes después, los jueces pronunciaron su veredicto. No se sabe si hubo otras sesiones a las que no asistió.
Los jueces en el caso refirieron el juicio al ministerio de Justicia cuando fueron entrevistados sobre el asunto por la Associated Press. El ministerio, en una declaración emitida el martes, dijo que la violación no pudo ser demostrada. No había testigos y los hombres se retractaron de las declaraciones que habían hecho durante los interrogatorios, dice la declaración. Dice que los veredictos no pueden ser recurridos.
La ley islámica permite que los acusados se retracten de confesiones firmadas, de acuerdo a Abdul-Aziz al-Gassem, un abogado que no estuvo involucrado en el caso. Todavía pueden ser condenados, pero el veredicto sería más liviano.
"La falta de transparencia en la investigación, el juicio y la sentencia, más las dificultades que tienen los periodistas en acceder a él, crean una oscuridad donde todo es posible", dijo al-Gassem.
La historia de la Chica de Qatif, como han llamado en la prensa de aquí a la mujer que fue víctima de la violación, ha provocado un poco habitual debate sobre el sistema judicial de Arabia Saudí, en el que los jueces poseen amplia discreción a la hora de castigar a un delincuente, las reglas para el recabamiento de pruebas son endebles y a veces no hay presentes abogados defensores.
El resultado, dicen los críticos, son sentencias dictadas por los caprichos de los jueces. Estas incluyen una en la que un grupo de hombres recibió sentencias más severas por acosar a mujeres que los hombres en el caso de la violación de la Chica de Qatif o en el de los tres hombres que fueron condenados por violar a un niño. En otra, una mujer debió divorciarse de su marido contra su voluntad, porque así lo exigían sus propios parientes.
En el caso de la Chica de Qatif, fue sentenciada a noventa azotes por estar sola en un coche con un hombre que no era su marido -un delito en este país estrictamente segregado- cuando fue atacada y violada por un grupo de hombres.
En el somnoliento poblado chií de al-Awwamiya, en las afueras de Qatif, una ciudad al este del país, la chica de 19 está luchando por olvidar esa noche de primavera que cambió su vida. Un periodista de Associated Press se reunió con ella para entrevistarla personalmente. Habló a condición de conservar su identidad para proteger su intimidad; la AP no identifica a las víctimas de violación, a menos que ellas pidan ser mencionadas.
Sus manos tiemblan, sus ojos de un castaño profundo parecen desprovistos de vida. Su sueño es interrumpido por la repetición de los acontecimientos, que describe en un susurro apenas audible.
Esa noche, contó, salió de casa para recuperar una fotografía suya en poder de un amigo de la secundaria. Se había casado recién -pero aún no se había mudado a la casa del marido- y no quería que el estudiante conservara su fotografía.
Cuando estaba en el coche con su amigo, dos hombres los interceptaron, se metieron al vehículo y llevaron a la pareja a un área aislada donde fueron separados. Fue violada por siete hombres, tres de los cuales también violaron a su amigo.
En el juicio que terminó en noviembre -en el que el fiscal solicitó la pena de muerte para los siete hombres-, cuatro de los acusados recibieron penas de entre uno y cinco años de cárcel más azotes (de ochenta a mil), según la mujer. Otros tres todavía esperan sus sentencias. Ninguno de los acusados, ni de los demandantes, cuentan con abogados, lo que es muy común aquí.
"La gran sorpresa se produjo cuando el juez me sentenció, a mí y a mi amigo de la secundaria, a noventa azotes cada uno", contó la mujer. La sentencia fue dictada como parte del juicio por la violación. Los azotes son distribuidos a lo largo de varios días, cincuenta cada vez.
Las sentencias aún no han sido ejecutadas, pero los castigos provocaron indignación.
"Porque no podía entender la sentencia y hube de armarme de paciencia, después de leer la sentencia contra la Chica de Qatif, murmuré: ‘Mi corazón está contigo'", escribió Fatima al-Faqeeh en una columna en el diario Al-Watan.
En Arabia Saudí la justicia es administrada por un sistema de cortes religiosas, de acuerdo a la estricta interpretación en el reinado de la ley islámica. Los jueces -nombrados por el rey tras ser recomendados por el Supremo Consejo Judicial- tienen absoluta discreción en cuanto a las sentencias, excepto en casos en que la ley islámica sharia define el castigo, como en los crímenes capitales.
Eso significa que es improbable que dos jueces dicten la misma sentencia por un mismo delito. Un violador, por ejemplo, puede ser condenado a una sentencia ligera o a ninguna o a la muerte, dependiendo del juez.
Los saudíes están instando al ministerio de Justicia a explicitar la lógica que hay detrás de algunos veredictos. En un caso reciente, tres hombres condenados por la violación de un niño de doce, recibieron sentencias de entre uno y dos años de cárcel y trescientos azotes cada uno. En contraste, otro juez sentenció a cuatro hombres a penas de entre seis y doce años de cárcel por toquetear a unas mujeres en un túnel en Riad.
Saleh al-Shehy, columnista de Al-Watan, preguntó al ministro de Justicia,Abdullah Al-Sheik, que explicara por qué los violadores del niño recibieron sentencias más ligeras que los hombres en el caso de acoso sexual del año pasado.
"No le preguntaré, señor ministro, si usted encuentra o no satisfactoria la sentencia", escribió al-Shehy. "Le preguntaré: ‘¿Cree que satisface a Dios?'"
"Por favor explíquenos cómo puede un juez fijar una sentencia, y otro, otra? ¿En qué pruebas se basó uno, y en cuáles el otro?", agregó.
La amplia discreción de que gozan los jueces han sido un desastre para Fatima, otra mujer saudí. Se encontró repentinamente divorciada de su marido, Mansour al-Timani, después de que sus hermanastros se acercaran a un juez y le dijeran que su hermana de ellos se había casado con un hombre por debajo de su condición social.
Fatima, cuyo nombre completo no ha sido mencionado en los informes de prensa, se había casado hace más de tres años y estaba embarazada de su segundo hijo cuando el juez declaró inválido su matrimonio de julio de 2005.
Hoy, Fatima está en la cárcel con su hijo de once meses -su hija de cuatro años fue dejada en libertad hace poco- antes que retornar a la custodia de su familia, como ordenó el juez.
Los problemas sobre las sentencias se ven exacerbados por las flojas normas de los juicios, en los que a veces no se presentan evidencias físicas.
La Chica de Qatif dijo que su juicio tuvo dos sesiones. Los tres jueces en el juicio le pidieron su declaración, luego oyeron las de los siete acusados en la primera sesión. En la segunda, un mes después, los jueces pronunciaron su veredicto. No se sabe si hubo otras sesiones a las que no asistió.
Los jueces en el caso refirieron el juicio al ministerio de Justicia cuando fueron entrevistados sobre el asunto por la Associated Press. El ministerio, en una declaración emitida el martes, dijo que la violación no pudo ser demostrada. No había testigos y los hombres se retractaron de las declaraciones que habían hecho durante los interrogatorios, dice la declaración. Dice que los veredictos no pueden ser recurridos.
La ley islámica permite que los acusados se retracten de confesiones firmadas, de acuerdo a Abdul-Aziz al-Gassem, un abogado que no estuvo involucrado en el caso. Todavía pueden ser condenados, pero el veredicto sería más liviano.
"La falta de transparencia en la investigación, el juicio y la sentencia, más las dificultades que tienen los periodistas en acceder a él, crean una oscuridad donde todo es posible", dijo al-Gassem.
21 de noviembre de 2006
©associated press
©traducción mQh
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Andres -