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afganistán, cinco años después


[Donald H. Rumsfeld] El ex ministro de Defensa opina que la situación en Afganistán es mejor que hace cinco años.
El 7 de octubre de 2001, el presidente Bush habló desde el Salón de Tratados de la Casa Blanca para anunciar el inicio de la Operación Libertad Perdurable, una misión con el objetivo de desbaratar y destruir la capacidad operativa de al-Qaeda en Afganistán y el régimen que había protegido y apoyado la red terrorista de Osama bin Laden.
Nadie dijo que sería una misión fácil. Afganistán era uno de los países más pobres del mundo, con pocas infraestructuras políticas o económicas. Casi tres décadas de guerra, sequía y la ocupación soviética por cientos de miles de soldados habían producido un país quebrado y sin ley.
Sin embargo, desde la otra mitad del mundo -y con apenas una semanas de aviso-, las fuerzas de la coalición fueron encargadas de proteger un país enclaustrado y montañoso que la historia había apodado el ‘cementerio' de las grandes potencias.
Dadas las circunstancias, no sorprende que expertos militares y columnistas esgriman el espectro de Vietnam y sus ‘atolladeros' -tanto antes como durante operaciones de combate. Citan el terreno inaccesible, el cruento clima y el resonante fracaso de la Unión Soviética.
Sin embargo, a semanas de lanzar nuestras operaciones de combate el régimen de los talibanes había sido derrotado, enviando otro régimen cruel al cubo de basura de la historia. Las fuerzas de la coalición ocuparon Kabul y desde entonces el pueblo afgano ha elaborado una nueva constitución y realizado la primera elección presidencial democrática de su larga historia.
Ahora, cinco años después del inicio de la Operación Libertad Perdurable, se ha agregado otro señalizador a la larga y difícil ruta de Afganistán hacia la estabilidad: El jueves la OTAN se ha encargado de las operaciones de seguridad en todo el país, así como de los 24 Equipos de Reconstrucción Provincial que están reforzando la infraestructura en todo el país.
Este momento no tiene precedentes en la alianza de la OTAN. En 2001, fuerzas de la OTAN fueron desplegadas por primera vez más allá de sus tradicionales fronteras europeas. Hoy, aparte Estados Unidos, el número de tropas de países europeos en Afganistán ha llegado a más de 20 mil -para agregarse a las 21 mil tropas norteamericanas que se encuentran en el país.
No todas las noticias sobre Afganistán son alentadoras. Por ejemplo, hay una preocupación legítima porque el aumento en la producción de amapola puede ser un factor desestabilizador. Y la creciente violencia en el sur de Afganistán es real.
El presidente Hamid Karzai, hablando hace poco con el presidente Bush en la Casa Blanca, reconoció las dificultades: "Afganistán es un país que está saliendo de muchos años de guerra y destrucción... Perdimos casi dos generaciones, debido a la falta de educación... Conocemos nuestros problemas. Tenemos dificultades. Pero Afganistán también sabe cuál es el problema".
Los problemas, dijo, son la pobreza y el extremismo. El éxito requiere un gobierno afgano fuerte y capaz que pueda proporcionar servicios y oportunidades para todos sus habitantes.
Durante la fase convencional o de combate activo de toda guerra, hay claros signos de progresos: batallas ganadas, puntos estratégicos ocupados, fuerzas enemigas capturadas o aniquiladas. En la fase posterior, sin embargo, la medida de progreso no es clara -especialmente en una guerra como la Guerra Global contra el Terrorismo, que depende fuertemente del desarrollo de instituciones civiles en lugares que apenas si han conocido otra cosa que guerra y privaciones.
Y sin embargo, a pesar de los retos a los que hace frente el pueblo afgano, hay muchos indicadores prometedores. Entre ellos:
-Seguridad. El Ejército Nacional Afgano ha crecido a más de 30 mil, y aumenta en unos mil soldados al mes. La Policía Nacional Afgana tiene ahora más de 46 mil agentes. Las fuerzas afganas lograron garantizar la seguridad en las dos elecciones nacionales que se han realizado desde 2004.
-Economía. El volumen de la economía afgana se triplicado en los últimos cinco años y se proyecta que aumente en un 20 por ciento el año que viene. Entre 2003 y 2004, los ingresos del gobierno aumentaron en un 70 por ciento, a 300 millones de dólares. Coca-Cola abrió hace poco en Kabul una planta embotelladora de 25 millones de dólares, y otras importantes compañías multinacionales están considerando las oportunidades en Afganistán.
-Educación. En los últimos cinco años, se han impreso y distribuido más de 42 millones de libros de estudio, y se han formado cerca de 50 mil maestros afganos. Se han construido casi 600 escuelas, y ahora más de cinco millones de niños asisten a la escuela, lo que es un aumento de casi un 500 por ciento con respecto a 2001.
-Salud. En 2001, sólo el 8 por ciento de los afganos tenían acceso a cuidados médicos básicos; hoy, al menos un 80 por ciento cuenta con ellos. Cinco millones de niños afganos han sido vacunados.
-Infraestructura. Desde la caída de los talibanes, se han construido o reparado miles de kilómetros de caminos. Desde 2004, se han construido 25 tribunales provinciales y se han formado cientos de jueces.
Construir un nuevo país no es nunca una subida recta y segura. A veces, la situación actual parece peor que ayer -o incluso, peor que hace dos meses. Lo que importa es la trayectoria general: ¿Cómo están las cosas hoy en comparación con hace cinco años?
En Afganistán, la trayectoria es esperanzadora y prometedora.

El escritor era ministro de Defensa cuando escribió esta opinión.

7 de octubre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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