conejos gigantes contra el hambre
[Craig Whitlock] Un colosal salto de fe en la lucha contra el hambre. Norcoreanos ven potencial en conejos gigantes.
Eberswalde, Alemania. En el mundo, pocos crían conejos más grandes que Karl Szmolinsky, que ha estado produciendo estos grandulones orejudos desde 1964. Su raza favorita, la de los conejos grises gigantes alemanes, son del tamaño de un beagle crecido y tan gordos que apenas pueden saltar.
El año pasado, después de que el chofer jubilado inscribiera a algunos de sus monstruos en una feria agrícola, los rumores sobre su talento como criador se extendieron hasta la embajada norcoreana en Berlín. Los diplomáticos pasaron por alto las monas y peludas caras e inquietos nasones y vieron una posible solución a la endémica escasez de alimento de su país: un enorme conejo en toda cacerola norcoreana.
En noviembre los norcoreanos se acercaron a Szmolinsky y le preguntaron si podría asesorarles para montar un programa de crianza de conejos para ayudar a "alimentar a la población", dijo el jubilado de 67 años en una entrevista en su casa en Eberswalde, una ciudad al este de Alemania a unos kilómetros de la frontera polaca. Solidarizando con la situación de los coreanos, accedió a vender sus mejores ejemplares con un fuerte descuento y se ofreció voluntariamente a viajar como asesor a ese hermético país.
"Les agradó lo que vieron, y les gustó que fueran tan grandes", dijo, mientras luce los otros conejos que cría en las desgastadas conejeras en su patio trasero. "Criarlos es más difícil de lo que parece. Necesitan una dieta variada, aunque básicamente tienen que ser alimentados como cerdos para que se pongan tan gordos".
En diciembre, Szmolinsky metió a seis de sus conejos en jaulas para perros adaptados y los llevó al aeropuerto de Berlín, donde abordaron un avión con destino a Pyongyang, a través de Frankfurt, Alemania, y Pekín. Robert, de diez kilos, era el más grande del grupo, que incluye a cuatro hembras y otro macho seleccionados cuidadosamente por su potencial para la crianza.
Pero no está claro cómo piensa exactamente la República Popular Democrática de Corea utilizar la pequeña manada de gordinflones alemanes para aliviar la escasez de alimento de sus 23 millones de habitantes.
Un funcionario en la embajada de Corea del Norte en Berlín, que no quiso identificarse, confirmó que el país asiático ansiaba los conejos alemanes porque eran gigantes. Pero se negó a responder otras preguntas sobre el programa de crianza.
En las manos de un experimentado carnicero, un conejo gris alemán puede llegar a siete kilos de carne, de acuerdo a Szomolinsky. "No tiene demasiada grasa y es muy tierno". Sus pieles grises y blancas son suaves y flexibles, pero no tienen nada de valor en el mercado europeo, dijo.
El criador dijo que fue notificado por un secretario de la embajada norcoreana que Robert y los otros conejos de Eberswalde habían llegado sanos y salvos a sus destinos. Pero concedió que estaba un poco preocupado de que sus nuevos dueños puedan no saber cuidarlos propiamente. Dijo que espera viajar en abril a Corea del Norte para inspeccionar sus condiciones de vida.
"Si no son capaces de alimentarlos como yo, no les enviaré ninguno más", dijo. "No quiero que vivan muertos de hambre".
La opción coreanos por los conejos ha llevado a otros criadores alemanes a rascarse la cabeza.
Karl-Heinz Heitz, presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Conejos de Berlín-Brandenburg, dijo que los grises alemanes eran difíciles de ser superados en tamaño, pero engordarlos no era barato. Para que lleguen a adultos se requieren carretillas de heno hay, verduras y comida de conejo.
"Déjeme decirle: Hay ciertas razas que son más beneficiosas económicamente; no sé por qué quieren los norcoreanos a esta raza", dijo Heitz, que presentó a Szmolinsky a los funcionarios coreanos.
Razas como el conejo rojo de Nueva Zelanda o el enorme plateado o el azul de Viena son la mitad de grandes, aunque es más barato criarlas. "No necesitas gastar demasiado para obtener una buena cantidad de carne", dijo Heitz.
Cualquiera sea la razón, los grises alemanes parecen ejercer un cierto encanto en Asia.
Un equipo de la televisión norcoreana visitó Eberswalde el año pasado para filmar a los conejos de Szmolinsky para un programa para niños. Y el otro día se apareció a su puerta, sin previo aviso, una pareja de visitantes, preguntando si podían comprar algunos de sus bichos.
"Tuve que deshacerme de él", dijo, hablando sobre el cliente chino. No se separará de ninguno de los catorces conejos adultos que le quedan, hasta que pueda criar algunos más.
©washington post
©traducción mQh
El año pasado, después de que el chofer jubilado inscribiera a algunos de sus monstruos en una feria agrícola, los rumores sobre su talento como criador se extendieron hasta la embajada norcoreana en Berlín. Los diplomáticos pasaron por alto las monas y peludas caras e inquietos nasones y vieron una posible solución a la endémica escasez de alimento de su país: un enorme conejo en toda cacerola norcoreana.
En noviembre los norcoreanos se acercaron a Szmolinsky y le preguntaron si podría asesorarles para montar un programa de crianza de conejos para ayudar a "alimentar a la población", dijo el jubilado de 67 años en una entrevista en su casa en Eberswalde, una ciudad al este de Alemania a unos kilómetros de la frontera polaca. Solidarizando con la situación de los coreanos, accedió a vender sus mejores ejemplares con un fuerte descuento y se ofreció voluntariamente a viajar como asesor a ese hermético país.
"Les agradó lo que vieron, y les gustó que fueran tan grandes", dijo, mientras luce los otros conejos que cría en las desgastadas conejeras en su patio trasero. "Criarlos es más difícil de lo que parece. Necesitan una dieta variada, aunque básicamente tienen que ser alimentados como cerdos para que se pongan tan gordos".
En diciembre, Szmolinsky metió a seis de sus conejos en jaulas para perros adaptados y los llevó al aeropuerto de Berlín, donde abordaron un avión con destino a Pyongyang, a través de Frankfurt, Alemania, y Pekín. Robert, de diez kilos, era el más grande del grupo, que incluye a cuatro hembras y otro macho seleccionados cuidadosamente por su potencial para la crianza.
Pero no está claro cómo piensa exactamente la República Popular Democrática de Corea utilizar la pequeña manada de gordinflones alemanes para aliviar la escasez de alimento de sus 23 millones de habitantes.
Un funcionario en la embajada de Corea del Norte en Berlín, que no quiso identificarse, confirmó que el país asiático ansiaba los conejos alemanes porque eran gigantes. Pero se negó a responder otras preguntas sobre el programa de crianza.
En las manos de un experimentado carnicero, un conejo gris alemán puede llegar a siete kilos de carne, de acuerdo a Szomolinsky. "No tiene demasiada grasa y es muy tierno". Sus pieles grises y blancas son suaves y flexibles, pero no tienen nada de valor en el mercado europeo, dijo.
El criador dijo que fue notificado por un secretario de la embajada norcoreana que Robert y los otros conejos de Eberswalde habían llegado sanos y salvos a sus destinos. Pero concedió que estaba un poco preocupado de que sus nuevos dueños puedan no saber cuidarlos propiamente. Dijo que espera viajar en abril a Corea del Norte para inspeccionar sus condiciones de vida.
"Si no son capaces de alimentarlos como yo, no les enviaré ninguno más", dijo. "No quiero que vivan muertos de hambre".
La opción coreanos por los conejos ha llevado a otros criadores alemanes a rascarse la cabeza.
Karl-Heinz Heitz, presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Conejos de Berlín-Brandenburg, dijo que los grises alemanes eran difíciles de ser superados en tamaño, pero engordarlos no era barato. Para que lleguen a adultos se requieren carretillas de heno hay, verduras y comida de conejo.
"Déjeme decirle: Hay ciertas razas que son más beneficiosas económicamente; no sé por qué quieren los norcoreanos a esta raza", dijo Heitz, que presentó a Szmolinsky a los funcionarios coreanos.
Razas como el conejo rojo de Nueva Zelanda o el enorme plateado o el azul de Viena son la mitad de grandes, aunque es más barato criarlas. "No necesitas gastar demasiado para obtener una buena cantidad de carne", dijo Heitz.
Cualquiera sea la razón, los grises alemanes parecen ejercer un cierto encanto en Asia.
Un equipo de la televisión norcoreana visitó Eberswalde el año pasado para filmar a los conejos de Szmolinsky para un programa para niños. Y el otro día se apareció a su puerta, sin previo aviso, una pareja de visitantes, preguntando si podían comprar algunos de sus bichos.
"Tuve que deshacerme de él", dijo, hablando sobre el cliente chino. No se separará de ninguno de los catorces conejos adultos que le quedan, hasta que pueda criar algunos más.
Shannon Smiley contribuyó a este reportaje.
1 de febrero de 2007©washington post
©traducción mQh
2 comentarios
JORGE PEREZ -
Victor Huerta -