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sobre la derecha estúpida


[Michiko Kakutani] Feroz ataque contra la izquierda cultural.
Con este libro, Dinesh D'Souza, investigador invitado Rishwain de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford, se ha convertido oficialmente en el Ann Coulter del mundo de los laboratorios ideológicos.
Su nuevo libro ‘The Enemy at Home' abunda en aserciones deliberadamente incendiarias -y ridículas- sobre que "la izquierda cultural en este país es responsable del 11 de septiembre de 2001"; que la izquierda tiene una "alianza secreta" con el movimiento representado por Osama bin Laden y los extremistas islámicos "para socavar al gobierno de Bush y la política exterior estadounidense"; y sobre que "la izquierda quiere que Estados Unidos se convierta en un brillante faro de la depravación global, una especie de Gomorra en lo alto de una colina".
Escribe que las cárceles estadounidenses de Bahía Guantánamo y Abu Ghraib "son comparables a los hoteles corrientes de Oriente Medio" en términos de limpieza, alimentos y servicios, y argumenta que las torturas en Abu Ghraib no reflejan una falta de respeto a los derechos humanos sino más bien "la falta de modestia sexual de los liberales estadounidenses" ("Lynndie England y Charles Graner eran dos despreciables individuos de la América roja que estaban tratando de vivir las fantasías de la América azul").
Mientras que ‘Illiberal Education', el libro que convirtió a D'Souza en una estrella de los conservadores en 1991, tenía algunos puntos que hacer sobre los excesos de la corrección política en los recintos universitarios, este embarazoso libro es un mamotreto redomadamente partidista compuesto de argumentos ilógicos, información distorsionada y prejuiciada, generalizaciones ridículas y digresiones lunáticas. Es una indigerible olla podrida de premisas intelectualmente insostenibles y especulaciones irresponsables que parecen a menudo una parodia de ‘Saturday Night Live' de una derecha descerebrada. Le da al conservadurismo un mal nombre, mientras que arroja viciosamente aceite a las llamas del partidismo que ya empezaron a arder en los estados rojos y azules de Estados Unidos.
La principal tesis de D'Souza es absurda, construida sobre dos argumentos contradictorios: 1) que la izquierda norteamericana se ha aliado al movimiento islámico radical para socavar la Casa Blanca de Bush y la política exterior estadounidense; y 2) que "la izquierda es la principal razón de ser del islamismo anti-norteamericano, así como el anti-norteamericanismo de otras culturas tradicionales del mundo" porque "los liberales defienden y fomentan valores que son controvertidos en Estados Unidos y profundamente repugnantes en sociedades tradicionales, especialmente en el mundo musulmán".
Por ‘izquierda cultural' D'Souza dice que no quiere decir todo el Partido Demócrata ni todos los liberales, pero incluye en su lista de ‘rebeldes nacionales' no solamente a los sospechosos habituales, como Michael Moore y Noam Chomsky, sino también a políticos convencionales como Hillary Rodham Clinton, Robert Byrd y Jimmy Carter, y a periodistas como Garry Wills, Seymour Hersh y varios columnistas del New York Times.
Para probar sus teorías, D'Souzza lanza montones de afirmaciones basadas en informaciones falsas, verdades parciales y anécdotas poco representativas. Por ejemplo, dice repetidas veces que Osama bin Laden odia a Estados Unidos porque "la izquierda cultural ha fomentado una cultura norteamericana decadente", no debido a la política exterior estadounidense. Dice que los musulmanes no pueden haber visto una amenaza al islam en la presencia de tropas norteamericanas en Arabia Saudí, porque la base norteamericana allá "está a más de mil quinientos kilómetros de los sitios sagrados del islam"; ni podían haber sido empujados a esos atentados suicidas por la situación entre palestinos e israelíes debido a que Israel es "una pequeña irritación dentro de los vastos territorios del islam".
Ignora a una buena cantidad de expertos como el agente de la CIA, Michael Scheuer, y al analista de terrorismo, Peter Bergen, que han citado como la principal queja de bin Laden contra Estados Unidos la continuada presencia de tropas estadounidenses en la península arábica después de la primera guerra del golfo, el permanente apoyo de Estados Undios a la causa de Israel y su respaldo a los regímenes de Egipto y Arabia Saudí considerados como apóstatas por Al Qaeda. También ignora las observaciones hechas por Lawrence Wright en su bien fundamentado libro ‘The Looming Tower', que bin Laden no parece estar motivado por su odio a la cultura norteamericana, sino que incluso ha permitido que sus hijos pequeños jueguen Nintendo y ha proyectado películas policiales hollywoodenses a los combatientes en los campos de Al Qaeda.
En cuanto a las guerras de Iraq y Afganistán, D'Souza escribe que "el punto importante es que cincuenta millones de afganos y de iraquíes son libres, y por primera vez en su historia, tienen la posibilidad de controlar su propio destino" y, además, que los "liberales tienden a enfatizar lo negativo y se deleitan con los chascos de la política exterior norteamericana".
Ignora el resurgimiento de los talibanes en Afganistán, lo que muchos críticos de Bush atribuyen a la decisión del gobierno de concentrarse en Iraq. Ignora la plétora de informes sobre las crecientes divisiones religiosas en Iraq y el empeoramiento de la situación de seguridad. E ignora las encuestas que indican que una mayoría de los estadounidenses -no solamente los izquierdistas o liberales- desaprueba la conducción de la guerra de Iraq por Bush.
En cuanto a eso, D'Souza deja fuera todo lo que podría ser negativo para el actual gobierno de Bush, mientras que se concentra en todo lo que pudiera dejar mal parados a los demócratas o liberales. Condena a Bill Clinton por no hacer lo suficiente para capturar a bin Laden, pero no dice casi nada sobre el fracaso de la Casa Blanca de Bush a la hora de perseguir a Al Qaeda tras las primeras advertencias del zar del contraterrorismo, Richard A. Clarke, en 2001, y uno de los memoranda presidenciales del 6 de agosto de 2001, titulado ‘Osama bin Laden Empecinado En Atacar A Estados Unidos'.
Igualmente denuncia a los liberales por fomentar en el planeta ideas como los derechos de la mujer: este intervencionismo, dice, irrita a los musulmanes que consideran que esas formas extranjeras de liberación minan su religión y valores familiares tradicionales. Pero elogia al gobierno de Bush por tratar de exportar la democracia a Iraq.
A lo largo de este libro, D'Souza despotrica contra la separación de iglesia y estado en la vida pública estadounidense, y denuncia lo que llama ‘guerreros laicos', que están "tratando de erradicar todo vestigio público de los valores religiosos y morales por los que vive el mundo hoy". Alega que en Estados Unidos la libertad "ha llegado a ser definida por sus abusos más espantosos" y se queja de que en las películas y en la televisión "el hombre de negocios blanco es normalmente el malo", "las prostitutas son siempre retratadas más favorable y decentemente que los que las critican" y "los homosexuales son normalmente presentados como guapos y encantadores, y los aspectos desagradables del estilo de vida homosexual son o ignorados o presentados como algo divertido".
En este libro estridente y mediocre, D'Souza suena a menudo como si tuviera mucho en común con esos ulemas radicales de Oriente Medio que se muestran ansiosos por someter la vida diaria a códigos religiosos estrictos y por limitar las libertades personales y civiles.
Es una interpretación que él no rechaza: "Sí", escribe. "Prefiero ir a un partido de béisbol o beber un trago con Michael Moore que con el gran mufti de Egipto. Pero cuando se trata de creencias fundamentales, tengo que confesar que me siento más cerca del tipo solemne envuelto en una túnica y con cuentas de oración que al despreocupado tipo con gorra de béisbol".

Libro reseñado:
The Enemy At Home. The Cultural Left and Its Responsibility for 9/11
Dinesh D'Souza
333 páginas
Doubleday
$26.95

6 de febrero de 2007
©new york times
©traducción mQh
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