su vida como fugitivo
[Michael Wilson] Fugitivo cuenta sobre su vida eludiendo el brazo de la ley.
Danemora, Nueva York, Estados Unidos. Verlo sentado en una silla de plástico al otro lado del plexiglass de la cárcel, es difícil para un visitante imaginar que Ralph J. Phillips, mejor conocido como Bucky, el año pasado eludió hasta su captura a cientos de agentes de la policía del estado en una cacería por ciudades y montes en el campo del oeste de Nueva York durante casi cinco meses.
Se ha declarado culpable de disparar contra tres policías del estado, uno de ellos herido mortalmente, cuando huía después de fugarse de la cárcel, y ha sido condenado a cadena perpetua. Antes del asesinato, Phillips tenía unos partidarios en el Southern Tier del estado, que llevaban camisetas con su nombre. Ahora, los visitantes a la penitenciaría del condado de Clinton deben saber el número del recluso, 06-B-3437, para poder verlo.
En su primera entrevista desde su captura el 8 de septiembre, Phillips, 44, habló en detalle sobre su vida como fugitivo, describiendo un montón de maniobras extraordinariamente afortunadas y temerarias, que le permitieron seguir en libertad. Aunque expresa pesar por el policía muerto, también hizo bromas y sonrió cuando recordó momentos de sus días y noches como fugitivo de la ley.
"Disfruté de esos pocos meses más de lo que he disfrutado toda mi vida", dijo.
Una vez, se dejó seguir por dos policías por una retorcida ruta en lo más profundo de un bosque y esperó, fumando un cigarrillo en la cima de una colina, a que apareciera un helicóptero buscándolos.
Varias veces, dijo, se disfrazó de policía con un uniforme que había conseguido con un conocido, llegando una vez a hablar con otro policía que no lo reconoció.
Robó coches y entró a casas sin cerrojo y en caravanas. Se movilizaba fundamentalmente de noche, y pasaba largos y solitarios períodos en el bosque, comiendo conejos y pescado y durmiendo en la tierra. Dijo que atacó a un cazador de recompensas que llevaba una fotografía de Phillips colgando de su espejo retrovisor.
Y ofreció nuevas indicaciones sobre las razones de su primera fuga, revelando que había sido injustamente condenado y que corría el riesgo de pasar no unos días sino varios años en prisión.
La entrevista duró cuatro horas; las reglas de la cárcel prohíben grabar o tomar apuntes de las entrevistas. Phillips, con su larga cabellera estirada hacia atrás y luciendo una delgada barba cenicienta, se puso serio cuando la conversación pasó a su familia y los tiroteos y tuvo estallidos de rabia cuando habló de cómo le trataban en la cárcel. Se levantó una vez con su amplio cuerpo para mostrarme cómo sostuvo el rifle la noche en que mató al policía.
Muchos de los detalles que ofreció Phillips no pudieron ser confirmados, pues no había nadie más con él, y, para no implicarlos, no mencionó ni a amigos ni familiares que puedan haberle ayudado.
El fiscal de distrito del condado de Chautauqua, David W. Foley, que lo procesó por el homicidio del policía, dijo ayer que no había oído nunca la historia de Phillips sobre el uniforme de policía, pero que sus descripciones de la vida en el bosque, robando y ocultándose con amigos, fueron corroboradas por declaraciones de testigos, evidencias físicas y las propias palabras de Phillips.
Un portavoz de la policía del estado dijo que el departamento no comentaría ni confirmaría ninguna de las afirmaciones de Phillips. Sin embargo, una crítica del sindicato de policías sobre cómo se manejó la cacería describe situaciones similares a las relatadas por Phillips.
Todo empezó el año pasado cuando Phillips se escapó de la penitenciaría del condado de Erie, en las cercanías de Buffalo, el 2 de abril, una hazaña que se hizo ampliamente conocida debido a que se dijo que había usado nada más que un abrelatas para escapar por el cielo raso, y que estaba por salir.
En la entrevista, Phillips dijo que el primer detalle no era cierto. Para penetrar el delgado cielo raso de una bodega y la capa de caucho por fuera, usó un destornillador, como cincel, y la parte superior de una lata de comida de tamaño industrial. Introdujo un palo por el boquete, con un pequeño espejo amarrado en su extremo, para mirar. Huyó, dijo, porque estaba convencido de que le revocarían para siempre la libertad condicional de que gozaba por una sentencia por drogas. "Tenía que volver a la cárcel de todos modos", dijo.
Se sorprendió cuando más tarde se enteró de que iba a ser dejado en libertad, y dice que si lo hubiera sabido, no se habría fugado. "No soy estúpido", dijo.
Phillips escapó hacia una zona boscosa, donde pasó los siguientes días, dijo. Pasó frío y hambre, y a veces comió gusanos y cangrejos de río, y a veces recogió comida de los tachos de basura. Una vez robó unas hamburguesas en una zona de parrilladas. Para no pasar frío, durmió sobre pilas de hojas y ramas, debajo de troncos podridos. Hacía fuego frotando palos.
"Caminé un buen montón", dijo. "Tenía ampollas debajo de las ampollas".
Finalmente buscó contacto con amigos y familiares del condado de Chautauqua, donde vivió de niño en pequeños pueblos y cerca de reservas indias. Su padre era un séneca de pura sangre, dijo.
La cacería no empezó en serio sino hasta después de que, el 10 de junio, Phillips atacara e hiriera al policía Sean M. Brown en una carretera frente a Elmira. Phillips se ha declarado culpable de ese tiroteo, pero se negó a comentarlo en la entrevista, diciendo que apelará esa condena. Policías de todo el estado de Nueva York convergieron sobre el condado de Chautauqua, dirigidos por el mayor Michael T. Manning, comandante de Troop A al oeste de Nueva York, conocido por sus francas declaraciones sobre el fugitivo.
Figura de Culto, por un Tiempo
Phillips dijo que estaba cocinando un salchichón de venado que había robado a un desconocido, en una caravana desocupada que había ocupado, cuando vio en la televisión al mayor Manning y se ofendió por sus observaciones. (No queda claro, en una revisión de las declaraciones del mayor Manning en varias ruedas de prensa, qué puede haber dicho exactamente que causara la indignación del fugitivo).
Desde entonces, dijo Phillips, se propuso humillar al mayor. "Lo que la gente no entendía era que yo quería dejar en ridículo a ese hombre", dijo.
Describió sus tácticas basadas en el juego del gato y el ratón: se dejaba ver a posta para que lo siguieran, y luego se escapaba a lugares lejanos como Ohio, Kentucky y West Virginia en coches que recogía en las reservas. Cuando estaba en la zona de Chautauqua, controlaba los movimientos de la policía con un escáner policial. Compraba celulares y se deshacía de ellos después de usarlos una vez.
Recuerda haber visto en un sendero a desconocidos que llevaban camisetas con el nombre ‘Bucky'. Se enteró de que había letreros y camisetas con los textos de ‘Corre, Bucky, Corre' y ‘¿Dónde está Bucky?' y que se había convertido en una suerte de personaje de culto.
Un restaurante llamado Grandma's Kitchen empezó a servir la Hamburguesa Bucky.
"Ridículo", dijo Phillips esta semana. Nunca comió una, dijo, porque la zona estaba "demasiado caliente" en esos momentos, pero visitó ese restaurante al menos una vez y estaba leyendo el diario cuando entraron los policías a almorzar. Otros en el restaurante lo reconocieron, pero hicieron la vista gorda, dijo.
Una vez, cuando salía del bosque, chocó sin darse cuenta con dos policías. "Salí y ¡bam!, ahí estaban ellos", dijo.
Huyó hacia el bosque y se dejó seguir en las profundidades del bosque, descansando y pretendiendo que estaba exhausto, para que ellos no abandonaran la persecución, antes de abandonarlos. La Asociación Policial de Beneficencia se explayó más tarde sobre el incidente en una carta escrita sobre la cacería: "Dos policías se perdieron en el bosque y se ha utilizado un helicóptero del estado para encontrarlos".
Phillips dijo que se había enterado de que un cazador de recompensas llamado Michael, había amenazado que mataría al fugitivo y lo sacaría "arrastrando" del bosque. Phillips se colocó el uniforme de policía y se enfrentó al cazador cuando este se encontraba en su coche, pegándole un puñetazo en la cara. Del espejo colgaba una foto de él. "Le dije: ‘Yo soy Buck Phillips'", le dijo, advirtiéndole que se alejara de la zona.
Foley dijo que Phillips había contado su versión a los detectives, pero que el cazador de recompensas no se había presentado nunca.
Phillips dijo que su proeza más extraordinaria -su larga conversación con un policía, mientras llevaba el uniforme- pasó en Fredonia. Dijo que se acercó al policía y le preguntó: "¿Has visto algo?" y "Bueno, ¿qué pasa con este tipo?", y que estuvieron charlando durante una hora.
Foley dijo que no conoce a ningún policía que haya sostenido esa conversación. Daniel de Federicis, presidente del sindicato de policías, dijo que no creía en esa historia, ya que Phillips no se había afeitado y tenía el pelo más largo de lo que suelen llevarlo los policías cuando fue capturado. El ex abogado de Phillips, Richard Rich Jr., dijo que nunca oyó nada sobre el uniforme.
Asesinato por Reflejo
A principios de agosto, la policía dijo que habían encontrado una gorra y una insignia de tela de la penitenciaría del estado, en un coche que Phillips había robado.
El 31 de agosto, Phillips disparó contra dos policías, Joseph A. Longobardo y Donald Baker Jr., entre los arbustos donde estaban apostados para vigilar la casa de su ex compañero en Stockton. El agente Longobardo murió tres días después. Phillips se declaró culpable pero más tarde trató, sin éxito, de retirar sus declaraciones. Ha presentado mociones de que piensa recurrir.
En la entrevista del martes, Phillips repitió lo que había contado a la policía después de su detención, que creía que los dos hombres eran cazadores de recompensa -llevaban uniformes de camuflaje- y que ellos dispararon primero. Defendió sus acciones esa noche, pero dijo que lamentaba que el policía hubiera muerto. "Nadie tenía que morir", dijo. "No teníamos que llegar a ese punto".
Phillips dijo que vio a los policías cuando ellos lo vieron a él. Dijo que les había apuntado con el rifle que llevaba al cinto y empezó a acercarse con la intención de desnudarlos, amarrarlos con cinta adhesiva de tela y llamar a las autoridades para ridiculizarlas. Pero los hombres le dispararon, dijo.
"Fue simple reflejo", dijo. "Disparé". Dijo que siguió disparando hasta que los hombres dejaron de hacerlo, y escapó corriendo. No fue sino al día siguiente que se enteró por un amigo de que eran policías, y dijo que las noticias lo habían consternado.
La policía dijo que Phillips se acercó a ellos por un lado, y que el policía Longobardo lo vio y le dijo a su compañero que se agachara. Entonces Baker oyó un disparo y sintió que una bala perforaba su chaleco antibalas y entraba en su abdomen, lo que sugiere que Phillips disparó primero. La bala lo atravesó y salió por su espalda, y es por eso que el policía pensó al principio que le habían disparado por la espalda, dijo Foley. Esa creencia persiste: en los tribunales, el padre del policía herido llamó a Phillips "un perro que dispara por la espalda".
A juzgar por los cartuchos del rifle, Phillips disparó once veces, casi la mitad de ellas mientras corría, dijo Foley. Le dio a Longobardo en una pierna, sin salida de proyectil. La herida finalmente fue fatal. El policía Longobardo disparó nueve veces. Baker no disparó nunca. Foley dijo que la premeditación de Phillips quedó en claro en la carta que escribió antes de la balacera, en la que dice que necesitaba mejores armas porque "no me gusta que los tipos sigan corriendo después de que yo les dispare".
En la entrevista, Phillips describió numerosos y pequeños dramas.
Dijo que se había alojado con amigos en un destartalado departamento encima de un viejo garaje al sur de Cassadaga. Se le acabaron los cigarrillos y se montó en su moto para ir a la tienda, donde un niño lo divisó, jaló de la mano a su padre y le dijo: "¡Papi, ese es el hombre de la tele!", dijo Phillips.
Un coche policial lo siguió hasta su casa, donde Phillips corrió hacia arriba y le pidió a su amigo que se cambiara de ropa y atendiera al agente. El amigo se negó, y Phillips escapó por la puerta trasera. El incidente fue también una fuente de críticas al sindicato de policías.
El día que capturaron a Phillips, el fugitivo había cruzado un río en Pensilvania, cerca de la frontera, y se puso pantalones secos, y estaba caminando por una acera cuando topó con un policía.
Phillips se echó a correr y estaba trepando a la orilla del otro lado del arroyo cuando el agente le empezó a disparar, y una bala impactó el polvo entre sus dedos estirados, dijo. Escapó y pasó el día corriendo en los bosques, ocultándose de los policías, perros y avionetas.
El plan de Phillips era esperar la noche, y luego escapar arrastrándose.
"Entonces sonó mi celular", dijo. Era su hija, y aunque no dijo qué le dijo ella, el hecho es que lo convenció de que se entregara. Se alejó de la vegetación con las manos en alto y los agentes lo metieron a una patrullera y se lo llevaron a Buffalo.
Hurras para la Policía
Las calles estaban llenas de gente aplaudiendo a los agentes. Algunos abuchearon a Phillips.
"Alguna gente no tiene vida propia", dijo. "Quieren decir que fueron parte de algo importante".
El mes pasado, el mayor Manning se jubiló de la policía del estado. El sindicato policial había criticado agudamente su liderazgo durante la cacería y mencionado informes sobre pataletas y estupideces, matoneo y bravuconerías.
El jueves en su casa al oeste de Nueva York, Manning rechazó las declaraciones de Manning. "No me voy a meter en un debate con Ralph Phillips. ¿Por qué te vas a poner a debatir con un criminal de carrera que es el asesino de un policía?", dijo. "Yo estaba orgulloso de mi carrera y de todo el éxito que teníamos. Mi jubilación no tiene nade que ver con el asunto de Phillips".
En cuanto a Phillips, pasa 23 horas al día en una celda y una hora en una jaula para hacer ejercicios. Cuando los gritos de los otros reclusos en el pabellón de confinamiento solitario se le hacen insoportables, se mete unos pedazos de papel higiénico en las orejas. Lo vigila permanentemente un gendarme.
Dijo que no tratará de escapar y, pensando sobre su apelación, dijo: "No tengo motivos".
Se ha declarado culpable de disparar contra tres policías del estado, uno de ellos herido mortalmente, cuando huía después de fugarse de la cárcel, y ha sido condenado a cadena perpetua. Antes del asesinato, Phillips tenía unos partidarios en el Southern Tier del estado, que llevaban camisetas con su nombre. Ahora, los visitantes a la penitenciaría del condado de Clinton deben saber el número del recluso, 06-B-3437, para poder verlo.
En su primera entrevista desde su captura el 8 de septiembre, Phillips, 44, habló en detalle sobre su vida como fugitivo, describiendo un montón de maniobras extraordinariamente afortunadas y temerarias, que le permitieron seguir en libertad. Aunque expresa pesar por el policía muerto, también hizo bromas y sonrió cuando recordó momentos de sus días y noches como fugitivo de la ley.
"Disfruté de esos pocos meses más de lo que he disfrutado toda mi vida", dijo.
Una vez, se dejó seguir por dos policías por una retorcida ruta en lo más profundo de un bosque y esperó, fumando un cigarrillo en la cima de una colina, a que apareciera un helicóptero buscándolos.
Varias veces, dijo, se disfrazó de policía con un uniforme que había conseguido con un conocido, llegando una vez a hablar con otro policía que no lo reconoció.
Robó coches y entró a casas sin cerrojo y en caravanas. Se movilizaba fundamentalmente de noche, y pasaba largos y solitarios períodos en el bosque, comiendo conejos y pescado y durmiendo en la tierra. Dijo que atacó a un cazador de recompensas que llevaba una fotografía de Phillips colgando de su espejo retrovisor.
Y ofreció nuevas indicaciones sobre las razones de su primera fuga, revelando que había sido injustamente condenado y que corría el riesgo de pasar no unos días sino varios años en prisión.
La entrevista duró cuatro horas; las reglas de la cárcel prohíben grabar o tomar apuntes de las entrevistas. Phillips, con su larga cabellera estirada hacia atrás y luciendo una delgada barba cenicienta, se puso serio cuando la conversación pasó a su familia y los tiroteos y tuvo estallidos de rabia cuando habló de cómo le trataban en la cárcel. Se levantó una vez con su amplio cuerpo para mostrarme cómo sostuvo el rifle la noche en que mató al policía.
Muchos de los detalles que ofreció Phillips no pudieron ser confirmados, pues no había nadie más con él, y, para no implicarlos, no mencionó ni a amigos ni familiares que puedan haberle ayudado.
El fiscal de distrito del condado de Chautauqua, David W. Foley, que lo procesó por el homicidio del policía, dijo ayer que no había oído nunca la historia de Phillips sobre el uniforme de policía, pero que sus descripciones de la vida en el bosque, robando y ocultándose con amigos, fueron corroboradas por declaraciones de testigos, evidencias físicas y las propias palabras de Phillips.
Un portavoz de la policía del estado dijo que el departamento no comentaría ni confirmaría ninguna de las afirmaciones de Phillips. Sin embargo, una crítica del sindicato de policías sobre cómo se manejó la cacería describe situaciones similares a las relatadas por Phillips.
Todo empezó el año pasado cuando Phillips se escapó de la penitenciaría del condado de Erie, en las cercanías de Buffalo, el 2 de abril, una hazaña que se hizo ampliamente conocida debido a que se dijo que había usado nada más que un abrelatas para escapar por el cielo raso, y que estaba por salir.
En la entrevista, Phillips dijo que el primer detalle no era cierto. Para penetrar el delgado cielo raso de una bodega y la capa de caucho por fuera, usó un destornillador, como cincel, y la parte superior de una lata de comida de tamaño industrial. Introdujo un palo por el boquete, con un pequeño espejo amarrado en su extremo, para mirar. Huyó, dijo, porque estaba convencido de que le revocarían para siempre la libertad condicional de que gozaba por una sentencia por drogas. "Tenía que volver a la cárcel de todos modos", dijo.
Se sorprendió cuando más tarde se enteró de que iba a ser dejado en libertad, y dice que si lo hubiera sabido, no se habría fugado. "No soy estúpido", dijo.
Phillips escapó hacia una zona boscosa, donde pasó los siguientes días, dijo. Pasó frío y hambre, y a veces comió gusanos y cangrejos de río, y a veces recogió comida de los tachos de basura. Una vez robó unas hamburguesas en una zona de parrilladas. Para no pasar frío, durmió sobre pilas de hojas y ramas, debajo de troncos podridos. Hacía fuego frotando palos.
"Caminé un buen montón", dijo. "Tenía ampollas debajo de las ampollas".
Finalmente buscó contacto con amigos y familiares del condado de Chautauqua, donde vivió de niño en pequeños pueblos y cerca de reservas indias. Su padre era un séneca de pura sangre, dijo.
La cacería no empezó en serio sino hasta después de que, el 10 de junio, Phillips atacara e hiriera al policía Sean M. Brown en una carretera frente a Elmira. Phillips se ha declarado culpable de ese tiroteo, pero se negó a comentarlo en la entrevista, diciendo que apelará esa condena. Policías de todo el estado de Nueva York convergieron sobre el condado de Chautauqua, dirigidos por el mayor Michael T. Manning, comandante de Troop A al oeste de Nueva York, conocido por sus francas declaraciones sobre el fugitivo.
Figura de Culto, por un Tiempo
Phillips dijo que estaba cocinando un salchichón de venado que había robado a un desconocido, en una caravana desocupada que había ocupado, cuando vio en la televisión al mayor Manning y se ofendió por sus observaciones. (No queda claro, en una revisión de las declaraciones del mayor Manning en varias ruedas de prensa, qué puede haber dicho exactamente que causara la indignación del fugitivo).
Desde entonces, dijo Phillips, se propuso humillar al mayor. "Lo que la gente no entendía era que yo quería dejar en ridículo a ese hombre", dijo.
Describió sus tácticas basadas en el juego del gato y el ratón: se dejaba ver a posta para que lo siguieran, y luego se escapaba a lugares lejanos como Ohio, Kentucky y West Virginia en coches que recogía en las reservas. Cuando estaba en la zona de Chautauqua, controlaba los movimientos de la policía con un escáner policial. Compraba celulares y se deshacía de ellos después de usarlos una vez.
Recuerda haber visto en un sendero a desconocidos que llevaban camisetas con el nombre ‘Bucky'. Se enteró de que había letreros y camisetas con los textos de ‘Corre, Bucky, Corre' y ‘¿Dónde está Bucky?' y que se había convertido en una suerte de personaje de culto.
Un restaurante llamado Grandma's Kitchen empezó a servir la Hamburguesa Bucky.
"Ridículo", dijo Phillips esta semana. Nunca comió una, dijo, porque la zona estaba "demasiado caliente" en esos momentos, pero visitó ese restaurante al menos una vez y estaba leyendo el diario cuando entraron los policías a almorzar. Otros en el restaurante lo reconocieron, pero hicieron la vista gorda, dijo.
Una vez, cuando salía del bosque, chocó sin darse cuenta con dos policías. "Salí y ¡bam!, ahí estaban ellos", dijo.
Huyó hacia el bosque y se dejó seguir en las profundidades del bosque, descansando y pretendiendo que estaba exhausto, para que ellos no abandonaran la persecución, antes de abandonarlos. La Asociación Policial de Beneficencia se explayó más tarde sobre el incidente en una carta escrita sobre la cacería: "Dos policías se perdieron en el bosque y se ha utilizado un helicóptero del estado para encontrarlos".
Phillips dijo que se había enterado de que un cazador de recompensas llamado Michael, había amenazado que mataría al fugitivo y lo sacaría "arrastrando" del bosque. Phillips se colocó el uniforme de policía y se enfrentó al cazador cuando este se encontraba en su coche, pegándole un puñetazo en la cara. Del espejo colgaba una foto de él. "Le dije: ‘Yo soy Buck Phillips'", le dijo, advirtiéndole que se alejara de la zona.
Foley dijo que Phillips había contado su versión a los detectives, pero que el cazador de recompensas no se había presentado nunca.
Phillips dijo que su proeza más extraordinaria -su larga conversación con un policía, mientras llevaba el uniforme- pasó en Fredonia. Dijo que se acercó al policía y le preguntó: "¿Has visto algo?" y "Bueno, ¿qué pasa con este tipo?", y que estuvieron charlando durante una hora.
Foley dijo que no conoce a ningún policía que haya sostenido esa conversación. Daniel de Federicis, presidente del sindicato de policías, dijo que no creía en esa historia, ya que Phillips no se había afeitado y tenía el pelo más largo de lo que suelen llevarlo los policías cuando fue capturado. El ex abogado de Phillips, Richard Rich Jr., dijo que nunca oyó nada sobre el uniforme.
Asesinato por Reflejo
A principios de agosto, la policía dijo que habían encontrado una gorra y una insignia de tela de la penitenciaría del estado, en un coche que Phillips había robado.
El 31 de agosto, Phillips disparó contra dos policías, Joseph A. Longobardo y Donald Baker Jr., entre los arbustos donde estaban apostados para vigilar la casa de su ex compañero en Stockton. El agente Longobardo murió tres días después. Phillips se declaró culpable pero más tarde trató, sin éxito, de retirar sus declaraciones. Ha presentado mociones de que piensa recurrir.
En la entrevista del martes, Phillips repitió lo que había contado a la policía después de su detención, que creía que los dos hombres eran cazadores de recompensa -llevaban uniformes de camuflaje- y que ellos dispararon primero. Defendió sus acciones esa noche, pero dijo que lamentaba que el policía hubiera muerto. "Nadie tenía que morir", dijo. "No teníamos que llegar a ese punto".
Phillips dijo que vio a los policías cuando ellos lo vieron a él. Dijo que les había apuntado con el rifle que llevaba al cinto y empezó a acercarse con la intención de desnudarlos, amarrarlos con cinta adhesiva de tela y llamar a las autoridades para ridiculizarlas. Pero los hombres le dispararon, dijo.
"Fue simple reflejo", dijo. "Disparé". Dijo que siguió disparando hasta que los hombres dejaron de hacerlo, y escapó corriendo. No fue sino al día siguiente que se enteró por un amigo de que eran policías, y dijo que las noticias lo habían consternado.
La policía dijo que Phillips se acercó a ellos por un lado, y que el policía Longobardo lo vio y le dijo a su compañero que se agachara. Entonces Baker oyó un disparo y sintió que una bala perforaba su chaleco antibalas y entraba en su abdomen, lo que sugiere que Phillips disparó primero. La bala lo atravesó y salió por su espalda, y es por eso que el policía pensó al principio que le habían disparado por la espalda, dijo Foley. Esa creencia persiste: en los tribunales, el padre del policía herido llamó a Phillips "un perro que dispara por la espalda".
A juzgar por los cartuchos del rifle, Phillips disparó once veces, casi la mitad de ellas mientras corría, dijo Foley. Le dio a Longobardo en una pierna, sin salida de proyectil. La herida finalmente fue fatal. El policía Longobardo disparó nueve veces. Baker no disparó nunca. Foley dijo que la premeditación de Phillips quedó en claro en la carta que escribió antes de la balacera, en la que dice que necesitaba mejores armas porque "no me gusta que los tipos sigan corriendo después de que yo les dispare".
En la entrevista, Phillips describió numerosos y pequeños dramas.
Dijo que se había alojado con amigos en un destartalado departamento encima de un viejo garaje al sur de Cassadaga. Se le acabaron los cigarrillos y se montó en su moto para ir a la tienda, donde un niño lo divisó, jaló de la mano a su padre y le dijo: "¡Papi, ese es el hombre de la tele!", dijo Phillips.
Un coche policial lo siguió hasta su casa, donde Phillips corrió hacia arriba y le pidió a su amigo que se cambiara de ropa y atendiera al agente. El amigo se negó, y Phillips escapó por la puerta trasera. El incidente fue también una fuente de críticas al sindicato de policías.
El día que capturaron a Phillips, el fugitivo había cruzado un río en Pensilvania, cerca de la frontera, y se puso pantalones secos, y estaba caminando por una acera cuando topó con un policía.
Phillips se echó a correr y estaba trepando a la orilla del otro lado del arroyo cuando el agente le empezó a disparar, y una bala impactó el polvo entre sus dedos estirados, dijo. Escapó y pasó el día corriendo en los bosques, ocultándose de los policías, perros y avionetas.
El plan de Phillips era esperar la noche, y luego escapar arrastrándose.
"Entonces sonó mi celular", dijo. Era su hija, y aunque no dijo qué le dijo ella, el hecho es que lo convenció de que se entregara. Se alejó de la vegetación con las manos en alto y los agentes lo metieron a una patrullera y se lo llevaron a Buffalo.
Hurras para la Policía
Las calles estaban llenas de gente aplaudiendo a los agentes. Algunos abuchearon a Phillips.
"Alguna gente no tiene vida propia", dijo. "Quieren decir que fueron parte de algo importante".
El mes pasado, el mayor Manning se jubiló de la policía del estado. El sindicato policial había criticado agudamente su liderazgo durante la cacería y mencionado informes sobre pataletas y estupideces, matoneo y bravuconerías.
El jueves en su casa al oeste de Nueva York, Manning rechazó las declaraciones de Manning. "No me voy a meter en un debate con Ralph Phillips. ¿Por qué te vas a poner a debatir con un criminal de carrera que es el asesino de un policía?", dijo. "Yo estaba orgulloso de mi carrera y de todo el éxito que teníamos. Mi jubilación no tiene nade que ver con el asunto de Phillips".
En cuanto a Phillips, pasa 23 horas al día en una celda y una hora en una jaula para hacer ejercicios. Cuando los gritos de los otros reclusos en el pabellón de confinamiento solitario se le hacen insoportables, se mete unos pedazos de papel higiénico en las orejas. Lo vigila permanentemente un gendarme.
Dijo que no tratará de escapar y, pensando sobre su apelación, dijo: "No tengo motivos".
David Staba contribuyó al reportaje para este artículo.
9 de abril de 2007
©new york times
©traducción mQh
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