se alimentan de desechos
[Tania Merino] Testimonios de personas que viven de los desechos de otros. La basura es su único sustento.
Concepción, Chile. Mucho de lo que echamos al tacho, es alimento, cama y fuente de trabajo para los más pobres. Aquí está la prueba.
Tres de la tarde de Viernes Santo, y Manuel atraviesa calle Aníbal Pinto revisando los añosos tarros de la basura. Frente a un local de venta de completos, encuentra las sobras de un pan y, sin dudarlo, lo saca del tacho para morderlo feroz.
Hace 10 años que recorre las calles, hurgando en los tiestos para sobrevivir. Ha probado de todo, desde yogur en descomposición hasta helados que el calor terminó por enviar al suelo. "La gente bota cosas buenas", dice con convicción, mientras pide una limosna.
Admite que no tiene otra forma de sobrevivencia, pues hace unos quince años su familia lo abandonó "porque el trago me ponía violento". No sabe leer ni escribir, no tiene documentos ni le interesa tenerlos, tampoco pedir ayuda. "A mí no me importa nadie y yo tampoco a ellos", dice con resentimiento y desconfianza por tanta pregunta.
A sus 39 años, muestra secuelas evidentes de su pasada afición al alcohol. "Ahora ya no tomo, de repente cuando los lanzas tiran las billeteras a la basura, le dejan las monedas adentro, ahí me compro un trago, o me voy al Hogar de Cristo, pero casi siempre duermo en la calle", comenta y luego de recibir el dinero solicitado se marcha veloz.
Increíblemente sólo cinco minutos después, una mujer recorre los mismos tachos en busca de algo de utilidad, pero para ella no hay suerte.
Parar la Olla
De una forma totalmente distinta, María Castillo y su marido convirtieron los desechos en el pan para su familia: una hija de 21 años y dos nietos de 2 y 4 años.
Ella recoge los cartones que botan las grandes tiendas del centro de Concepción y los vende. "Para poder sacar 40 mil pesos hay que entregar unos mil kilos, para eso tengo que trabajar un mes entero, de las seis de la tarde a las doce de la noche". Este mes, sin embargo, podría irle mal, ayer sus cartones se mojaron, al igual que su ranchita ubicada a un lado de la Costanera.
Cuenta que el kilo de cartón reporta unos 30 pesos y si se moja, sólo 15. Por las botellas le dan 5 pesos y las latas dejan $20 por kilo. No es bueno, pero es su negocio.
Levantar una Casa
Pedro Fuentes Moraga convirtió el ser vecino de un vertedero, el de Playa Negra, en un buen negocio. Durante años, la empresa encargada debió pagar por acceder al basurero a través de su predio, con una suma que se transformó en un sueldo para él, su mujer y su hija de 10 años. Parte de esos recursos los ocupó para comprar gran cantidad de desechos, muchos de ellos industriales, que hoy, tras el cierre del vertedero, acumula en su hogar, uno muy limpio y ordenado.
Adoquines, papel de lija (que es de lo más vendido) y fierros se amontonan en el patio. Con parte de estos elementos levantará pronto una nueva casa, en la comuna de Coronel y con el resto, espera sumar algunos pesos a los ahorros que hizo gracias a su esfuerzo, pero también gracias a la basura.
Todo un Mundo Que No Existe
Se estima que unas tres mil personas, según el catastro realizado el año pasado dado a conocer por la Municipalidad de Concepción, viven en situación de muy extrema pobreza. Es decir, no cumplen con los requisitos para optar a programas solidarios, pues o no tienen documentos, o no poseen los medios para renovar un carné de identidad, no les interesa acercarse a las autoridades, no quieren hacer trámites o piensan que están mejor sin ayuda. "Es dramático, pero es así", nos manifestaron en el municipio.
En la Seremi de Salud, Andrea Aste, jefa del Departamento de Acción Sanitaria, explicó que la situación es gravísima y que "el que la gente coma basura está fuera de lo imaginable".
Aseguró que los riesgos para ellos son múltiples y hasta vitales, pues entre la basura puede haber hasta medi-camentos y quien sabe qué desechos.
Explicó que un gran avance fue terminar con el ingreso de personas, no funcionarios, a los vertederos, situación que sólo falta solucionar en Curanilahue y Lebu.
Concepción, Chile. Mucho de lo que echamos al tacho, es alimento, cama y fuente de trabajo para los más pobres. Aquí está la prueba.Tres de la tarde de Viernes Santo, y Manuel atraviesa calle Aníbal Pinto revisando los añosos tarros de la basura. Frente a un local de venta de completos, encuentra las sobras de un pan y, sin dudarlo, lo saca del tacho para morderlo feroz.
Hace 10 años que recorre las calles, hurgando en los tiestos para sobrevivir. Ha probado de todo, desde yogur en descomposición hasta helados que el calor terminó por enviar al suelo. "La gente bota cosas buenas", dice con convicción, mientras pide una limosna.
Admite que no tiene otra forma de sobrevivencia, pues hace unos quince años su familia lo abandonó "porque el trago me ponía violento". No sabe leer ni escribir, no tiene documentos ni le interesa tenerlos, tampoco pedir ayuda. "A mí no me importa nadie y yo tampoco a ellos", dice con resentimiento y desconfianza por tanta pregunta.
A sus 39 años, muestra secuelas evidentes de su pasada afición al alcohol. "Ahora ya no tomo, de repente cuando los lanzas tiran las billeteras a la basura, le dejan las monedas adentro, ahí me compro un trago, o me voy al Hogar de Cristo, pero casi siempre duermo en la calle", comenta y luego de recibir el dinero solicitado se marcha veloz.
Increíblemente sólo cinco minutos después, una mujer recorre los mismos tachos en busca de algo de utilidad, pero para ella no hay suerte.
Parar la Olla
De una forma totalmente distinta, María Castillo y su marido convirtieron los desechos en el pan para su familia: una hija de 21 años y dos nietos de 2 y 4 años.
Ella recoge los cartones que botan las grandes tiendas del centro de Concepción y los vende. "Para poder sacar 40 mil pesos hay que entregar unos mil kilos, para eso tengo que trabajar un mes entero, de las seis de la tarde a las doce de la noche". Este mes, sin embargo, podría irle mal, ayer sus cartones se mojaron, al igual que su ranchita ubicada a un lado de la Costanera.
Cuenta que el kilo de cartón reporta unos 30 pesos y si se moja, sólo 15. Por las botellas le dan 5 pesos y las latas dejan $20 por kilo. No es bueno, pero es su negocio.
Levantar una Casa
Pedro Fuentes Moraga convirtió el ser vecino de un vertedero, el de Playa Negra, en un buen negocio. Durante años, la empresa encargada debió pagar por acceder al basurero a través de su predio, con una suma que se transformó en un sueldo para él, su mujer y su hija de 10 años. Parte de esos recursos los ocupó para comprar gran cantidad de desechos, muchos de ellos industriales, que hoy, tras el cierre del vertedero, acumula en su hogar, uno muy limpio y ordenado.
Adoquines, papel de lija (que es de lo más vendido) y fierros se amontonan en el patio. Con parte de estos elementos levantará pronto una nueva casa, en la comuna de Coronel y con el resto, espera sumar algunos pesos a los ahorros que hizo gracias a su esfuerzo, pero también gracias a la basura.
Todo un Mundo Que No Existe
Se estima que unas tres mil personas, según el catastro realizado el año pasado dado a conocer por la Municipalidad de Concepción, viven en situación de muy extrema pobreza. Es decir, no cumplen con los requisitos para optar a programas solidarios, pues o no tienen documentos, o no poseen los medios para renovar un carné de identidad, no les interesa acercarse a las autoridades, no quieren hacer trámites o piensan que están mejor sin ayuda. "Es dramático, pero es así", nos manifestaron en el municipio.
En la Seremi de Salud, Andrea Aste, jefa del Departamento de Acción Sanitaria, explicó que la situación es gravísima y que "el que la gente coma basura está fuera de lo imaginable".
Aseguró que los riesgos para ellos son múltiples y hasta vitales, pues entre la basura puede haber hasta medi-camentos y quien sabe qué desechos.
Explicó que un gran avance fue terminar con el ingreso de personas, no funcionarios, a los vertederos, situación que sólo falta solucionar en Curanilahue y Lebu.
tmerino@cronicalcl
10 de abril de 2007
©crónica 
0 comentarios