chiíes abandonan gabinete
[Tina Susman] Políticos chiíes leales a Sáder abandonan gobierno. Chiíes se vuelcan contra Estados Unidos.
Bagdad, Iraq. Seis miembros del gabinete leales al clérigo radical chií Muqtada Sáder dimitieron hoy en protesta por el apoyo del primer ministro a la ocupación norteamericana, con lo que se incrementan las tensiones en el fracturado gobierno mientras lucha por contener la violencia sectaria.
La dimisión colectiva se produjo en una jornada especialmente sangrienta para los iraquíes que trabajan con las tropas norteamericanas en la campaña de seguridad que entra ahora en su tercer mes.
En Mosul, una ciudad al norte de Iraq, la policía dijo que hombres armados atacaron un puesto de control iraquí y mataron a trece soldados iraquíes. Al oeste de Bagdad, en el bastión rebelde de la provincia de al Anbar, tropas norteamericanas mataron a tres policías iraquíes en medio de la confusión durante un allanamiento de un sospechoso de la red al Qaeda en Iraq, dijeron los militares.
De acuerdo a la declaración norteamericana, fuerzas estadounidenses fueron atacadas por hombres armados en dos edificios diferentes durante la operación en las afueras de Ramadi, la capital provincial, y abrieron fuego. Más tarde se enteraron de que los tres hombres que mataron, eran agentes de policía iraquíes.
La declaración dice que antes de la operación, tropas estadounidenses habían sido informadas de que no había tropas iraquíes en la zona.
"Hacemos todo lo posible para reducir el riesgo para las fuerzas amigas", dijo más tarde un portavoz militar, el teniente coronel Christopher Garver. La declaración agrega que capturaron a siete sospechosos de terrorismo.
En Bagdad, al menos cuatro iraquíes murieron en incidentes violentos relacionados con la guerra entre sectas. Tres murieron cuando proyectiles de mortero cayeron en un barrio mixto chií-sunní, al sur de Bagdad. En la zona predominantemente sunní de Dora, una mujer murió tras ser alcanzada por la bala de un francotirador.
También hoy los militares anunciaron la muerte de un soldado estadounidense, elevando el número de bajas de soldados estadounidenses en Iraq desde la invasión de marzo de 2003, a 3.302, de acuerdo a la página web www.icasualties.org, que cubre las bajas de la guerra. La declaración dice que otro soldado murió el 12 de abril cuando su patrulla pisó una bomba improvisada en Bagdad.
La dimisión de los ministros partidarios de Sáder del gabinete había sido anunciada en amenaza en los últimos días y tapaba un enfrentamiento que empezó a principios de mes cuando miles de partidarios del clérigo realizaron una marcha demandando la retirada de las tropas estadounidenses. Al día siguiente, Maliki reiteró su apoyo a la presencia norteamericana.
En una declaración después del anuncio del bloque de Sáder, Maliki repitió su opinión de que la retirada de tropas estadounidenses no debería ocurrir sino cuando las fuerzas de seguridad iraquíes estuvieran en condiciones de proteger el país.
Maliki también dijo que se alegraba de la partida del bloque de Sáder, una bofetada en la cara a los ministros cuya lealtad en el parlamento ha contribuido a mantener el poder en manos de los chiíes.
Uno de los ministros de gabinete salientes, Saad Hashimi, cuya cartera era la de asuntos provinciales, negó que la dimisión puede debilitar al gobierno en estos momentos críticos y violentos.
"Queremos fortalecer el gobierno, no debilitarlo", dijo, insistiendo en que la decisión obligará a Maliki a enfrentar los problemas en su gabinete y remplazar a los ministros improductivos, por tecnócratas que no sean elegidos sobre la base de sus afiliaciones religiosa o étnica.
"Las cuotas provocan ministerios débiles, así que le estamos dando una oportunidad al primer ministro para que elija a los mejores", dijo, negándose a especificar qué ministerios pensaba él que eran débiles.
Ghufran Saidi, uno de los miembros del bloque parlamentario, culpó a la influencia estadounidense de las actuales divisiones sectarias en el gobierno y dijo que mientras hubiera tropas norteamericanas en Iraq, los líderes del país no podrían tomar decisiones libremente.
La dimisión tiene por fin obligar a Maliki a aceptar eso. "Esperamos que los otros bloques nos sigan y dejen de lado sus intereses individuales. Queremos ser los primeros en empezar una época libre de las cuotas sectarias", dijo Saidi.
La decisión no afecta la representación parlamentaria del bloque, que es de unos treinta escaños. Saidi dijo que seguirán formando parte de la Alianza Iraquí Unida, el principal bloque de partidos chiíes que incluye el de Maliki. Sin embargo, su partida del gabinete fue un claro indicio de la creciente impaciencia de Sáder con el primer ministro y con la campaña de seguridad norteamericano-iraquí.
El clérigo goza de un enorme respaldo entre los jóvenes de Iraq, entre pobres y a menudo indignados chiíes que se enfadan todavía más por la incapacidad del plan de seguridad de mitigar los ataques contra objetivos chiíes. También dirige una milicia que en el pasado luchó encarnizadamente contra las tropas norteamericanas.
Todo enfrentamiento entre él y el primer ministro podría traducirse en mayores conflictos en las calles de sus bastiones y provocar más dolores de cabeza a un gobierno que ya cojea por las luchas internas. Eso no augura nada bueno para los objetivos de Estados Unidos, de lograr que el gobierno de Iraq apruebe leyes destinadas a reconciliar a los diferentes grupos en conflicto en Iraq, dicen analistas.
"Si no logramos un acomodo político... entre los principales partidos políticos iraquíes en cuanto a algunos temas importantes, no habrá entonces ninguna esperanza de revertir la situación en Iraq, y lo que están haciendo nuestras tropas es postergando el inevitable desastre de una guerra civil de mucho mayor alcance", dijo el analista político Larry Diamond, que sirvió en 2004 como asesor de la Autoridad Provisional de la Coalición que gobernaba entonces Iraq.
La dimisión colectiva se produjo en una jornada especialmente sangrienta para los iraquíes que trabajan con las tropas norteamericanas en la campaña de seguridad que entra ahora en su tercer mes.
En Mosul, una ciudad al norte de Iraq, la policía dijo que hombres armados atacaron un puesto de control iraquí y mataron a trece soldados iraquíes. Al oeste de Bagdad, en el bastión rebelde de la provincia de al Anbar, tropas norteamericanas mataron a tres policías iraquíes en medio de la confusión durante un allanamiento de un sospechoso de la red al Qaeda en Iraq, dijeron los militares.
De acuerdo a la declaración norteamericana, fuerzas estadounidenses fueron atacadas por hombres armados en dos edificios diferentes durante la operación en las afueras de Ramadi, la capital provincial, y abrieron fuego. Más tarde se enteraron de que los tres hombres que mataron, eran agentes de policía iraquíes.
La declaración dice que antes de la operación, tropas estadounidenses habían sido informadas de que no había tropas iraquíes en la zona.
"Hacemos todo lo posible para reducir el riesgo para las fuerzas amigas", dijo más tarde un portavoz militar, el teniente coronel Christopher Garver. La declaración agrega que capturaron a siete sospechosos de terrorismo.
En Bagdad, al menos cuatro iraquíes murieron en incidentes violentos relacionados con la guerra entre sectas. Tres murieron cuando proyectiles de mortero cayeron en un barrio mixto chií-sunní, al sur de Bagdad. En la zona predominantemente sunní de Dora, una mujer murió tras ser alcanzada por la bala de un francotirador.
También hoy los militares anunciaron la muerte de un soldado estadounidense, elevando el número de bajas de soldados estadounidenses en Iraq desde la invasión de marzo de 2003, a 3.302, de acuerdo a la página web www.icasualties.org, que cubre las bajas de la guerra. La declaración dice que otro soldado murió el 12 de abril cuando su patrulla pisó una bomba improvisada en Bagdad.
La dimisión de los ministros partidarios de Sáder del gabinete había sido anunciada en amenaza en los últimos días y tapaba un enfrentamiento que empezó a principios de mes cuando miles de partidarios del clérigo realizaron una marcha demandando la retirada de las tropas estadounidenses. Al día siguiente, Maliki reiteró su apoyo a la presencia norteamericana.
En una declaración después del anuncio del bloque de Sáder, Maliki repitió su opinión de que la retirada de tropas estadounidenses no debería ocurrir sino cuando las fuerzas de seguridad iraquíes estuvieran en condiciones de proteger el país.
Maliki también dijo que se alegraba de la partida del bloque de Sáder, una bofetada en la cara a los ministros cuya lealtad en el parlamento ha contribuido a mantener el poder en manos de los chiíes.
Uno de los ministros de gabinete salientes, Saad Hashimi, cuya cartera era la de asuntos provinciales, negó que la dimisión puede debilitar al gobierno en estos momentos críticos y violentos.
"Queremos fortalecer el gobierno, no debilitarlo", dijo, insistiendo en que la decisión obligará a Maliki a enfrentar los problemas en su gabinete y remplazar a los ministros improductivos, por tecnócratas que no sean elegidos sobre la base de sus afiliaciones religiosa o étnica.
"Las cuotas provocan ministerios débiles, así que le estamos dando una oportunidad al primer ministro para que elija a los mejores", dijo, negándose a especificar qué ministerios pensaba él que eran débiles.
Ghufran Saidi, uno de los miembros del bloque parlamentario, culpó a la influencia estadounidense de las actuales divisiones sectarias en el gobierno y dijo que mientras hubiera tropas norteamericanas en Iraq, los líderes del país no podrían tomar decisiones libremente.
La dimisión tiene por fin obligar a Maliki a aceptar eso. "Esperamos que los otros bloques nos sigan y dejen de lado sus intereses individuales. Queremos ser los primeros en empezar una época libre de las cuotas sectarias", dijo Saidi.
La decisión no afecta la representación parlamentaria del bloque, que es de unos treinta escaños. Saidi dijo que seguirán formando parte de la Alianza Iraquí Unida, el principal bloque de partidos chiíes que incluye el de Maliki. Sin embargo, su partida del gabinete fue un claro indicio de la creciente impaciencia de Sáder con el primer ministro y con la campaña de seguridad norteamericano-iraquí.
El clérigo goza de un enorme respaldo entre los jóvenes de Iraq, entre pobres y a menudo indignados chiíes que se enfadan todavía más por la incapacidad del plan de seguridad de mitigar los ataques contra objetivos chiíes. También dirige una milicia que en el pasado luchó encarnizadamente contra las tropas norteamericanas.
Todo enfrentamiento entre él y el primer ministro podría traducirse en mayores conflictos en las calles de sus bastiones y provocar más dolores de cabeza a un gobierno que ya cojea por las luchas internas. Eso no augura nada bueno para los objetivos de Estados Unidos, de lograr que el gobierno de Iraq apruebe leyes destinadas a reconciliar a los diferentes grupos en conflicto en Iraq, dicen analistas.
"Si no logramos un acomodo político... entre los principales partidos políticos iraquíes en cuanto a algunos temas importantes, no habrá entonces ninguna esperanza de revertir la situación en Iraq, y lo que están haciendo nuestras tropas es postergando el inevitable desastre de una guerra civil de mucho mayor alcance", dijo el analista político Larry Diamond, que sirvió en 2004 como asesor de la Autoridad Provisional de la Coalición que gobernaba entonces Iraq.
susman@latimes.com
Suhail Ahmad en Bagdad, y Ruaa Al-Zarary en Mosul contribuyeron a este reportaje.
17 de abril de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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