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experiencia kafkiana en nicaragua


[Juan Forero] Kafkiano encuentro con la justicia nicaragüense.
San Juan del Sur, Nicaragua. Tenía 27 años, vivía en un país exótico y soñaba con un futuro brillante. Ahora, Eric Volz, un ambicioso y osado editor de revistas de San Diego, está cumpliendo una pena de prisión de treinta años por un atroz crimen que dice que no cometió: la violación y asesinato de su ex novia.
Para los habitantes de este pintoresco pueblo en la costa del Pacífico, un imán en formación de turistas y jubilados norteamericanos, no existen dudas de que Volz es culpable. Dicen que se puso tan celoso con Doris Jiménez, que él y al menos otro hombre la maniataron en la pequeña boutique que llevaba, y la violaron y asfixiaron, metiéndole papel y tela por su garganta.
"Había pruebas", dice Xiomara Gutiérrez, una de las vecinas que está convencida de la culpabilidad de Volz. "Y está en la cárcel, ¿no es así?"
Pero las actas judiciales, aparte de entrevistas con testigos y abogados, sugieren que el veredicto fue pesadamente influido por pasiones de pueblo chico y el deseo de una justicia expedita. Frente a una implacable campaña de prensa y protestas contra él organizadas por la madre de la víctima, Volz se encontró de lleno en una pesadilla kafkiana, dicen su familia y amigos. Una coartada que habría llevado a un jurado norteamericano a absolverlo, fue desechada.
Entretanto, la juez parece convencida de las afirmaciones de los familiares de la víctima de que Volz sufría de peligrosas obsesiones.
"¿Por qué la familia y sus amigos declararon que yo era un tipo celoso?", dice Volz en una entrevista telefónica desde la cárcel La Modelo en las afueras de Managua, la capital. "Les convenía. Querían condenarme, pero no es verdad".
La condena de Volz en febrero pasado en el pueblo de Rivas, destaca las debilidades de un sistema judicial altamente politizado, de acuerdo a juristas. Eduardo Bertoni, director de la fundación Due Process of Law, de Washington, un grupo de defensa que trabaja para mejorar los sistemas de justicia en América Latina, dice que la ausencia de autonomía judicial en Nicaragua "termina afectando a todo el mundo".
"Cuando los jueces no son profesionales, y las consideraciones políticas determinan sus nombramientos, bueno, puedes esperar todo tipo de decisiones", dijo.
A primera vista, Volz parecía tener todo de su lado. Contaba con un abogado defensor con experiencia, Ramón Rojas, que había defendido con éxito al actual presidente, Daniel Ortega, en un caso criminal en 1998. Tenía una coartada, con diez testigos que dijeron a la policía que estaban con él cuando ocurrió el crimen. Y tenía archivos de teléfono y de mensajería instantánea que lo situaban en su casa de Managua, a dos horas y media de la escena del crimen, cuando mataron a Jiménez.
Pero Volz se halló de pronto en un clima cada vez más volátil que se escapó de la manos, en parte debido a su propia impetuosa conducta después del asesinato. Los familiares de Jiménez y las autoridades dicen que presenciaron su ofrecimiento de pagar por una autopsia y sus riñas con la policía como signos de culpabilidad.
La madre de la víctima, Mercedes Alvarado, le declaró la guerra y un diario de Managua, El Nuevo Diario, montó una apasionada campaña en su contra. En un momento, decenas de manifestantes trataron de lincharlo cuando estaba siendo trasladado desde el tribunal.
Al final, después de un juicio de tres días, Volz fue declarado culpable, junto con un surfista de San Juan del Sur, Julio Martín Chamorro, al que Volz dice que sólo lo conocía superficialmente.
Tras leer las noticias, los lectores de El Nuevo Diario se pusieron a celebrar.
"Maten al gringo", escribió un lector en el foro de la página web del diario. "Ojalá lo violen en La Modelo".
Dominando el español a la perfección, Volz se había mudado a esta aldea de moda llena de restaurantes frente al mar y cibercafés en 2005. Vendía propiedades para Century 21. Y salía con Jiménez, una bella y ágil mujer de pelo oscuro que poseía una pequeña tienda llamada Sol Fashion.
Aunque la relación terminó amistosamente seis meses antes de la muerte de Jiménez, Volz dijo que siguieron estando cerca. El año pasado él se mudó a Managua para empezar una elegante revista sobre ecología y desarrollo sustentable.
Entonces, el 21 de noviembre, Jiménez fue asesinada en su tienda, entre las once de la mañana y el mediodía. Volz dice que le llamó uno de los amigos de Jiménez a eso de las 2:45 de la tarde, y que alquiló un coche de Hertz y se dirigió hacia San Juan del Sur. Dos días más tarde, después de actuar como uno de los cuatro portadores del féretro de Jiménez, fue arrestado.
Más tarde, los familiares de Jiménez dijeron a la policía y a periodistas que ellos nunca habían confiado en Volz y que él tenía una obsesión con ella que delataba motivos más siniestros.
"Un día me dijo que ella ya no lo podía soportar", dijo Genoveva Arias, 31, la hermana de Jiménez. "Le dije: ‘¿Por qué no rompes con él?' Me dijo: ‘Lo he intentado, pero no me quiere escuchar'".
La madre de Jiménez fue más lejos. "Me dijo: ‘Lo que pasa es que Eric es muy celoso y trata de controlarme'", contó. "‘Mamá, tengo miedo de que Eric me mate'".
La naturaleza de la relación que tenía con Jiménez se convirtió en un importante punto de debate en el tribunal, donde las maneras de Volz -considerado por los nicaragüenses como demasiado brusco, incluso irrespetuoso- le costaron puntos con la juez, Ivette Toruño.
Cuando habló en el tribunal sobre Jiménez -contra el consejo de la juez-, sonó despreocupado y frío. "Me quería montones", dijo Volz a la juez. "Ella estaba más enamorada de mí que yo de ella".
Entretanto, la defensa fracasó en su intento de desviar las evidencias de la fiscalía. El fiscal mostró una foto con marcas de arañazos en la espalda de Volz; Volz dijo que se las había causado el ataúd de Jiménez. Toruño se burló.
"Portar un ataúd no podría nunca, pero nunca, dejar esos arañazos en la espalda de nadie", dijo Toruño al tribunal.
La acusación también mostró que una vez que Volz se convirtió en sospechoso, un de sus empleados trató de lograr que un empleado de Hertz firmara una declaración jurada diciendo que alguien de la compañía lo había visto cuando llevaba el coche a su casa. Pero nadie lo hizo. La defensa dijo más tarde que el empleado de Volz había actuado por su propia cuenta. Dijeron que Volz estaba en la casa cuando firmó el contrato de alquiler, pero nunca vio al empleado de Hertz.
"Hay dudas que, junto con la evidencia, nos procuraron la certeza de que hemos llevado al tipo indicado a la justicia", dijo Isolda Ibarra, la fiscal.
Pero Rojas, el abogado defensor, dijo que la juez pasó por alto importantes evidencias de la defensa.
La juez oyó la declaración de Ricardo Castillo, un respetado periodista de Managua, que dijo que estuvo con Volz desde el mediodía hasta las dos de la tarde ese día. "Ricardo Castillo no es creíble", dijo.
Toruño sólo permitió dos testigos más de la defensa. Otros, incluyendo a un jardinero, una criada, empleados de la revista de Volz y una pareja de visitantes, no eran necesarios, dijo la juez, explicando que su testimonio sería redundante.
Rojas presentó los archivos del celular y de los mensajes instantáneos que, dijo, probaban que Volz no podía ni siquiera haber estado cerca de la escena del crimen cuando mataron a Jiménez. Toruño dijo que alguien pudo haber usado ese celular y que los "avances tecnológicos" de la mensajería instantánea no permitían al tribunal saber dónde estaba Volz cuando estaba enviando mensajes.
No había evidencias físicas que relacionaran a Volz, o a cualquier otro, con la escena del crimen. La juez y la fiscal criticaron al policía que estuvo en la escena del crimen, Noel Martín Corea, del que Toruño dijo que "no sabía lo que había analizado, no podía describirlo, y ni siquiera podía leer su propio informe".
Pero los errores de Corea no afectaron el caso de la fiscalía.
"El hecho de que no haya pelos, ni semen, ni saliva ni huellas digitales de Eric Volz o del otro joven no significa que no hayan estado allí", dijo Ibarra, la fiscal.
La condena se basó en gran parte en la declaración de Nelson López, 24 instructor de surf de 24 años que fue inicialmente detenido por el crimen, pero al que más tarde le otorgaron inmunidad a cambio de su testimonio contra Volz. En el estrado de los testigos, divagó y admitió que era un borracho.
López dijo que Volz le había pedido que estuviera frente a la tienda de Volz a la una de la tarde, justo después del asesinato. También dijo que Volz le pagó unos dólares para que recibiera un par de bolsas que él llevó a la tienda. López caminó algunos metros, dijo, y colocó las bolsas en un coche.
Rojas dijo que desafiaba toda lógica que un asesino pidiera a alguien que se apostara frente a la escena del crimen y pagara a alguien para llevar dos maletas, que López reconoció que eran muy livianas.
Volz espera ahora que un tribunal de tres jueces de Granada resuelva favorablemente su apelación, una decisión que podría ser tomada este mes.
Familiares y amigos no quieren correr riesgos. Han abierto un sitio en la red para Volz y producido un video sobre el caso que ha sido visto por casi cien mil visitantes en YouTube. La madre de Volz, Maggie Anthony, renunció a su trabajo como decoradora de interiores para dedicarse completamente a reunir el dinero para pagar al abogado y viajar a Nicaragua.
"Hemos gastado todos nuestros ahorros en pagar abogados, hoteles y aviones", dijo. "Pero estas son cosas que debes hacer por tus hijos".
Volz pasa sus días en La Modelo. Recibe visitantes frecuentemente, aunque las autoridades han empezado a prohibir la entrada de periodistas. Ha leído la autobiografía de Rubin ‘Hurricane' Carter, un boxeador de Nueva Jersey que ha afirmado durante largo tiempo que lo acusaron injustamente de un asesinato. Y Volz responde notas que le envían sus amigos, diciéndoles que trata de mantener el optimismo.
"Estoy en la cárcel, pero la cárcel no me ha dominado", dijo. "He aprendido que puedo sobrellevarla".

11 de mayo de 2007
7 de mayo de 2007
©washington post
©traducción mQh
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1 comentario

Enrique A Durand -

Lo incrible es que la jueza Ivet Toruno siga ejerciendo y dice mucho del sistema de justicia de Nicaragua. Parcializado totalmete en cotra de los EU. a pesar de que existian las pruebas que Eric Volz no habia estado en el lugar del crimen. Nicaragua le debe una disculpa publica a Volz y su familia