robos y secuestros de perros
[Colleen Mastony] Los cachorros chicos son más populares que nunca -entre sus dueños y entre los ladrones.
En marzo, unos ladrones registraron y robaron la casa de la familia Deatrick en Bolingbrook, llevándose los teléfonos, el ordenador y el camafeo de la bisabuela. Pero el gran shock de produjo cuando Steven Deatrick, de once, se puso a buscar a Pixie, su adorado doguillo de cinco kilos y medio. El cuenco de Pixie había desaparecido. Su jaula de acero no estaba por ninguna parte. Luego se dieron cuenta de la terrible verdad: Pixie había sido robado.
Con starlets como Paris Hilton acunando chihuahas en las páginas de las revistas de famosos, los chuchitos están de moda. Pero la galopante popularidad y precios cada vez más altos -que empiezan a menudo en los mil quinientos dólares- han creado una extraña tendencia: En Chicago y en el resto del país, tiendas de mascotas y dueños de perros están denunciado los robos de sus chuchos más chicos.
En abril, dos hombres salieron corriendo de una tienda de mascotas en Lombard después de robar un silky terrier de mil cien gramos, de un valor de mil dólares. La dependienta dio caza a los ladrones por el aparcadero, agarró a uno por el cinturón y le sacó la chaqueta antes de que el hombre se volviera y le diera un puñetazo en la cara. Era el segundo robo del mes en la tienda. En otro incidente, un hombre se metió un silky terrier debajo de su chaqueta y salió corriendo por la puerta. Cuando la dependienta confrontó al hombre, este la roció con spray pimienta.
"Los ojos se me hincharon y cerraron. Me senté en el suelo y le pedí a alguien que llamara al 911", recordó Erika Bowlds, 21, la encargada de la tienda. "Pensé: ‘¿A quién se le ocurre robar un perro?'"
Aunque nadie lleva las cuentas, los expertos dicen que los robos de perros están aumentando, con una discreta cantidad de casos reportados desde Nueva York a California. Un Yorkshire terrier, un chucho de novecientos gramos del tamaño de una taza de té, fue robado desde una guardería canina de Manhattan a mediados de abril. En noviembre, un Norwich terrier de 5.5 kilos fue sacado del coche de sus dueños que estaba aparcado cerca de la Biblioteca Newberry de Chicago. Quizás el robo más temerario de un chucho ocurrió en febrero en Los Angeles cuando dos hombres mantuvieron a una familia a raya a punta de pistola y persiguieron a una camada de Yorkshire terrier que corretearon por la habitación antes de meter a los perros en una bolsa de basura.
Los chuchos caros han creado un pingüe negocio para los detectives de mascotas, de acuerdo a Karin Goin, 50, de Pet Detectives Inc., de Tulsa, que dice que ha llevado unos diez casos en diez meses. Y los robos han dejado una estela de lacrimosos amantes de mascotas en toda la región. "Estaba tan aturdida, que casi me desmayé", dijo Lee Kouski, 27, de Grayslake, recordando el momento en que se dio cuenta de que sus dos terriers tibetanos habían sido robados en un show canino en el condado de Lake el año pasado. "Eran como mis hijos".
Esta tendencia ha hecho subir las recompensas hasta cinco mil dólares, y llevado a algunas tiendas de mascotas a instalar sistemas de seguridad que parecen mejor apropiados para el Fuerte Knox que para la tienda Puppy Barn.
En respuesta a los robos de perros, el concejal Gene Schulter incluyó una alerta en su boletín de abril. La noticia ofrecía datos para los dueños, llamaba a la gente a no dejar sus perros desatendidos y advertía ominosamente: "Le puede ocurrir a su mascota".
"El robo de perros no es inusual. Y los hay sólo porque los precios son tan altos", dice Louis Auslander, 82, presidente del Club Canino Internacional, de Chicago. Los precios se han más que duplicado en los últimos diez años, y los expertos creen que los ladrones revenden los perros robados. "En estos días, en este mercado, robar un perro vale la pena. Los ladrones pueden robar un perro de chico, que ni siquiera pesa lo que pesa una tele. Te lo puedes meter debajo de la chaqueta. Y un perro no puede apuntar con el dedo al tipo que lo robó".
El grupo de perros chicos del Club Canino Americano comprende veintiún perros, incluyendo el Yorkshire terrier, el silky terrier, el doguillo y el chihuahua. Todos son criados por su tamaño pequeño, y a veces -como en el caso del Yorkie taza de té- pesa apenas novecientos gramos a un kilo trescientos gramos. La popularidad de los perros diminutos ha crecido firmemente desde los años setenta, y a principios de este año el Yorkshire terrier sobrepasó al golden retriever y se convirtió en la segunda raza de pura sangre de Estados Unidos.
Demanda Supera la Oferta
Pero la demanda de chuchos enanos ha superado la oferta. Los perros chicos tienen pequeñas camadas -apenas dos cachorros, en comparación con los ocho de otras razas. Los expertos dicen que las bajas tasas de natalidad han espoloneado los precios más altos, largas listas de espera y ahora, robos.
Hace tres años, Lane Boron, 38, de Chicago, tuvo que volar a Florida para encontrar un par de pinchers miniatura. La escasez lo inspiró a abrir un Pocket Puppies Boutique en Lincoln Park el año pasado. Aunque Boron cobra hasta 2800 dólares por un perro enano, no se había preocupado demasiado sobre la seguridad hasta esta primavera, cuando oyó hablar sobre los Yorkies que habían sido robados a punta de pistola, en Los Angeles.
"Lo primero que pensé, fue: ‘¿Podría ocurrir aquí?'", dijo Boon. Una semana más tarde, hizo instalar en su tienda un sistema de seguridad de tres mil dólares, con cámaras infrarrojas y botón de pánico.
Ahora, cuando un cliente quiere tocar a un perro, debe pasar por una puerta cerrada. El tío de Boron, un sargento del Departamento de Policía de Chicago, hace guardia los fines de semana. Y los empleados de la tienda advierten a los clientes sobre los peligros del robo de perros. "Les explico: ‘Se roban a los pequeños justamente porque son chicos y valen un montón de dinero'", dice Samantha Kaplan, 26, gerente de la tienda, que hace poco se movía entre las estanterías de collares de perros con incrustaciones de cristal, esmalte de uñas para perros (en seis colores) y camisetas para perros.
Delito Grave
Aunque los delitos son todavía aislados, la policía está tomando en serio las denuncias. Después de que le robaran a su perro de su coche en noviembre, una mujer llamada Mary ofreció una recompensa de 2500 dólares y recibió pronto una llamada de alguien que decía que tenía a su chucho, una Norwich terrier de cinco kilos y medio llamada Lola. Mary -que no quiso que se publicara su apellido porque dice que ha recibido amenazas- aceptó reunirse con el secuestrador para entregarle el dinero en un Burger King de South Michigan Avenue.
Policías de paisano observaron a un hombre acercándose al restaurante. En sus brazos llevaba a Lola, que movía el rabo. "Me dio el perro, y le pasé mil quinientos dólares", dijo Mary, en una versión que fue más tarde confirmada por la policía de Chicago. Entonces intervinieron los agentes. "Lo rodearon dos patrulleras y agentes con las armas en la mano. Lo sacaron del coche y lo llevaron a la comisaría. Yo estaba simplemente feliz de tener de vuelta a mi perro".
La policía de Bolingbrook recuperó de modo similar a Pixie, el doguillo robado a la familia Deatrick en marzo. La recompensa por el perro había llegado a cuatro mil quinientos dólares, se colocaron letreros en toda la ciudad y una emisora de radio local contrató a un médium de mascotas para encontrarlo. La policía no quiso decir cómo encontraron a Pixie, excepto que requirió un "gran trabajo policial", según el teniente Chris Prochut.
Hace poco, Pixie parecía feliz de estar en casa. Perseguía al gato de la familia, se paraba en sus patas traseras para pedir un tentempié y arrastraba un trapo por el patio trasero. Acunado en los brazos de Dorene Deatrick, Pixie se durmió y empezó a roncar. "En este mundo pasan cosas tan malas", dijo Deatrick, 44, sonriéndole a su perro. "Es bonito tener un final feliz".
Con starlets como Paris Hilton acunando chihuahas en las páginas de las revistas de famosos, los chuchitos están de moda. Pero la galopante popularidad y precios cada vez más altos -que empiezan a menudo en los mil quinientos dólares- han creado una extraña tendencia: En Chicago y en el resto del país, tiendas de mascotas y dueños de perros están denunciado los robos de sus chuchos más chicos.
En abril, dos hombres salieron corriendo de una tienda de mascotas en Lombard después de robar un silky terrier de mil cien gramos, de un valor de mil dólares. La dependienta dio caza a los ladrones por el aparcadero, agarró a uno por el cinturón y le sacó la chaqueta antes de que el hombre se volviera y le diera un puñetazo en la cara. Era el segundo robo del mes en la tienda. En otro incidente, un hombre se metió un silky terrier debajo de su chaqueta y salió corriendo por la puerta. Cuando la dependienta confrontó al hombre, este la roció con spray pimienta.
"Los ojos se me hincharon y cerraron. Me senté en el suelo y le pedí a alguien que llamara al 911", recordó Erika Bowlds, 21, la encargada de la tienda. "Pensé: ‘¿A quién se le ocurre robar un perro?'"
Aunque nadie lleva las cuentas, los expertos dicen que los robos de perros están aumentando, con una discreta cantidad de casos reportados desde Nueva York a California. Un Yorkshire terrier, un chucho de novecientos gramos del tamaño de una taza de té, fue robado desde una guardería canina de Manhattan a mediados de abril. En noviembre, un Norwich terrier de 5.5 kilos fue sacado del coche de sus dueños que estaba aparcado cerca de la Biblioteca Newberry de Chicago. Quizás el robo más temerario de un chucho ocurrió en febrero en Los Angeles cuando dos hombres mantuvieron a una familia a raya a punta de pistola y persiguieron a una camada de Yorkshire terrier que corretearon por la habitación antes de meter a los perros en una bolsa de basura.
Los chuchos caros han creado un pingüe negocio para los detectives de mascotas, de acuerdo a Karin Goin, 50, de Pet Detectives Inc., de Tulsa, que dice que ha llevado unos diez casos en diez meses. Y los robos han dejado una estela de lacrimosos amantes de mascotas en toda la región. "Estaba tan aturdida, que casi me desmayé", dijo Lee Kouski, 27, de Grayslake, recordando el momento en que se dio cuenta de que sus dos terriers tibetanos habían sido robados en un show canino en el condado de Lake el año pasado. "Eran como mis hijos".
Esta tendencia ha hecho subir las recompensas hasta cinco mil dólares, y llevado a algunas tiendas de mascotas a instalar sistemas de seguridad que parecen mejor apropiados para el Fuerte Knox que para la tienda Puppy Barn.
En respuesta a los robos de perros, el concejal Gene Schulter incluyó una alerta en su boletín de abril. La noticia ofrecía datos para los dueños, llamaba a la gente a no dejar sus perros desatendidos y advertía ominosamente: "Le puede ocurrir a su mascota".
"El robo de perros no es inusual. Y los hay sólo porque los precios son tan altos", dice Louis Auslander, 82, presidente del Club Canino Internacional, de Chicago. Los precios se han más que duplicado en los últimos diez años, y los expertos creen que los ladrones revenden los perros robados. "En estos días, en este mercado, robar un perro vale la pena. Los ladrones pueden robar un perro de chico, que ni siquiera pesa lo que pesa una tele. Te lo puedes meter debajo de la chaqueta. Y un perro no puede apuntar con el dedo al tipo que lo robó".
El grupo de perros chicos del Club Canino Americano comprende veintiún perros, incluyendo el Yorkshire terrier, el silky terrier, el doguillo y el chihuahua. Todos son criados por su tamaño pequeño, y a veces -como en el caso del Yorkie taza de té- pesa apenas novecientos gramos a un kilo trescientos gramos. La popularidad de los perros diminutos ha crecido firmemente desde los años setenta, y a principios de este año el Yorkshire terrier sobrepasó al golden retriever y se convirtió en la segunda raza de pura sangre de Estados Unidos.
Demanda Supera la Oferta
Pero la demanda de chuchos enanos ha superado la oferta. Los perros chicos tienen pequeñas camadas -apenas dos cachorros, en comparación con los ocho de otras razas. Los expertos dicen que las bajas tasas de natalidad han espoloneado los precios más altos, largas listas de espera y ahora, robos.
Hace tres años, Lane Boron, 38, de Chicago, tuvo que volar a Florida para encontrar un par de pinchers miniatura. La escasez lo inspiró a abrir un Pocket Puppies Boutique en Lincoln Park el año pasado. Aunque Boron cobra hasta 2800 dólares por un perro enano, no se había preocupado demasiado sobre la seguridad hasta esta primavera, cuando oyó hablar sobre los Yorkies que habían sido robados a punta de pistola, en Los Angeles.
"Lo primero que pensé, fue: ‘¿Podría ocurrir aquí?'", dijo Boon. Una semana más tarde, hizo instalar en su tienda un sistema de seguridad de tres mil dólares, con cámaras infrarrojas y botón de pánico.
Ahora, cuando un cliente quiere tocar a un perro, debe pasar por una puerta cerrada. El tío de Boron, un sargento del Departamento de Policía de Chicago, hace guardia los fines de semana. Y los empleados de la tienda advierten a los clientes sobre los peligros del robo de perros. "Les explico: ‘Se roban a los pequeños justamente porque son chicos y valen un montón de dinero'", dice Samantha Kaplan, 26, gerente de la tienda, que hace poco se movía entre las estanterías de collares de perros con incrustaciones de cristal, esmalte de uñas para perros (en seis colores) y camisetas para perros.
Delito Grave
Aunque los delitos son todavía aislados, la policía está tomando en serio las denuncias. Después de que le robaran a su perro de su coche en noviembre, una mujer llamada Mary ofreció una recompensa de 2500 dólares y recibió pronto una llamada de alguien que decía que tenía a su chucho, una Norwich terrier de cinco kilos y medio llamada Lola. Mary -que no quiso que se publicara su apellido porque dice que ha recibido amenazas- aceptó reunirse con el secuestrador para entregarle el dinero en un Burger King de South Michigan Avenue.
Policías de paisano observaron a un hombre acercándose al restaurante. En sus brazos llevaba a Lola, que movía el rabo. "Me dio el perro, y le pasé mil quinientos dólares", dijo Mary, en una versión que fue más tarde confirmada por la policía de Chicago. Entonces intervinieron los agentes. "Lo rodearon dos patrulleras y agentes con las armas en la mano. Lo sacaron del coche y lo llevaron a la comisaría. Yo estaba simplemente feliz de tener de vuelta a mi perro".
La policía de Bolingbrook recuperó de modo similar a Pixie, el doguillo robado a la familia Deatrick en marzo. La recompensa por el perro había llegado a cuatro mil quinientos dólares, se colocaron letreros en toda la ciudad y una emisora de radio local contrató a un médium de mascotas para encontrarlo. La policía no quiso decir cómo encontraron a Pixie, excepto que requirió un "gran trabajo policial", según el teniente Chris Prochut.
Hace poco, Pixie parecía feliz de estar en casa. Perseguía al gato de la familia, se paraba en sus patas traseras para pedir un tentempié y arrastraba un trapo por el patio trasero. Acunado en los brazos de Dorene Deatrick, Pixie se durmió y empezó a roncar. "En este mundo pasan cosas tan malas", dijo Deatrick, 44, sonriéndole a su perro. "Es bonito tener un final feliz".
cmastony@tribune.com
15 de mayo de 2007
8 de mayo de 2007
©chicago tribune
©traducción mQh
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