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entre bombas y francotiradores


[Garrett Therolf] Soldados luchan su ‘Álamo'. Tropas norteamericanas de la campaña de seguridad en Iraq enfrentan a desesperantes enemigos: francotiradores y bombas.
Bagdad, Iraq. La sección de dieciséis hombres Ft. Hood, Texas, usa como puesto de avanzada un destartalado recinto de la policía nacional iraquí. Pollos, pavos y ovejas deambulan por el jardín, inundado por el desbordamiento de un pozo séptico. Durante algunas horas, los soldados se aventuran fuera todos los días, hacia las peligrosas calles que eran antiguamente un elegante barrio árabe sunní.
Dirigidos por un graduado de West Point de 24 años, los estadounidenses zigzaguean con sus todoterrenos entre mansiones ocupadas por combatientes sunníes que disparan contra ellos desde los tejados, entierran bombas en las calles y evaden los allanamientos con la ayuda de dos hombres apodados los ‘gemelos desgreñados', que comunican por walkie-talkie la posición de la sección casi en cada esquina.
Durante la noche, los soldados permanecen en cuarteles improvisados, curando sus heridas y tratando de mantener cualquier avance que hayan logrado durante el día en los ahora derruidos distritos de Amiriya y Khadra.
El último plan de seguridad iraquí-norteamericano, que se basa en la instalación de bases en vecindarios y en la mantención de un contacto más estrecho con la comunidad, es más intenso y enfocado aquí que en el oeste de Bagdad, donde las fuerzas iraquíes luchan diariamente contra los insurgentes musulmanes sunníes y los combatientes islámicos extranjeros.
Este mes han muerto cinco soldados norteamericanos en Ameriya, víctimas de artefactos explosivos improvisados [IED], y de francotiradores. Desde la llegada en febrero de tropas adicionales, en la zona de 2.5 kilómetros cuadrados patrullada por la sección del teniente primero Schuyler Williamson y otros del Primer Batallón, Quinta Caballería, se han encontrado o explotado enterrados en las calles o en las bermas trescientos artefactos explosivos IEDs. Un mapa de la inteligencia del ejército usa pequeños símbolos de explosiones en rojo para marcar la ubicación de las bombas. Los símbolos cubren calles enteras.
Aquí ahora los soldados declaran abiertamente su pesimismo en cuanto a las posibilidades de éxito de la misión, refiriéndose a su recinto fuertemente fortificado como su ‘Álamo'.
"A veces", dijo Brendan Gallagher, el capitán a cargo de Williamson, "nos consolamos del hecho de que estamos aguantando un montón de bombas y de bajas diciendo que el enemigo está desesperado, que lo están haciendo porque están asustados. Pero ¿cuántas veces se pueden desesperar? A veces me preocupo de que este período aquí va a terminar como su campaña, no la nuestra".

Milicia Tejana
En sus todoterrenos, los soldados de la sección de Williamson han patrullado Iraq codo a codo desde noviembre. Entre ellos está el sargento Andrew Zamacona, apodado ‘Tackleberry' por el personaje de la película ‘Loca academia de policía' [Police Academy], que está siempre disponible para una pelea. También está el soldado raso Alonzo Duncan, un ex mecánico que se volvió a enrolar hace dos años, a los cuarenta. Lo apodaron ‘Blue', por un personaje de la película ‘Aquellas juergas universitarias' [Old School], que quiere unirse al club de estudiantes en su vejez.
Cuando patrulla Khadra, Williamson se llama a sí mismo el gobernador de Texas. Se refiere a sus soldados como la milicia tejana.
En el curso de los últimos cuatro días, sus soldados fueron impactados repetidas veces por artefactos explosivos, uno de los cuales perforó el pie del médico del ejército, por lo que fue enviado a casa. La sección también fue atacada por francotiradores; una bala rozó los dedos de un capitán de la policía nacional iraquí que acompañaba a los norteamericanos en una patrulla conjunta.
Los puestos de control operados por la policía iraquí en dos puntos de entrada a Khadra fueron atacados varias veces en un día, y el 15 de mayo un cuerpo profanado que se cree era el de un policía iraquí fue encontrado en Amiriya colgando de una farola.
El coronel J.B. Burton, el comandante de la brigada que incluye a la sección, reconoce las dificultades pero dice que las tropas norteamericanas e iraquíes están haciendo progresos en otras partes del país. "Las tropas en Khadra y Amiriya no siempre lo ven", dijo.
Por su sacrificio, las tropas aquí han sido capaces de obtener avances mínimos al aumentar el contacto con la población iraquí, ayudando a retirar la basura, a entregar combustible, a reparar el alcantarillado y a entregar otros servicios básicos. También continúan siendo distraídos por la búsqueda, tediosa y en gran parte inútil, de sus atacantes. Williamson dijo que detienen a un sospechoso por cada quince explosiones.
El 14 de mayo, un lunes, los soldados empezaron una persecución en Camp Liberty, donde habían estado descansando de su puesto en Khadra, disfrutando de café cortado y sémola con queso en la extensa base militar cerca del aeropuerto de Bagdad. Antes en el día un vehículo Bradley había pisado una bomba enterrada en una calle a unos quince minutos de Amiriya, y la sección fue enviada a realizar un allanamiento casa por casa para atrapar a los responsables.
Antes de salir de Liberty, los hombres formaron un círculo en el calor del mediodía, con los brazos sobre los hombros, y recitaron: "Señor, por favor llévanos a casa a nuestras familias".
En los atiborrados cuarteles de Bradley, el recluta de veinte años Optaciano Araujo llevaba su M-4 con 210 cartuchos de municiones y una fotografía de su hija de cuatro meses a la que no ha visto nunca, pegada en la culata de su arma. Dijo que ha estado dos veces en vehículos que fueron impactados por artefactos explosivos, y su convoy fue impactado ocho veces más.
"Nos van a disparar cuando estemos parados en la mitad de la calle", dijo.
Una vez en Amiriya, los soldados llamaron a una puerta. Una mujer respondió con una sonrisa, sus manos cubiertas de masa. La rodeaban cinco niños, incluyendo un niñito desnudo.
En el chalet de dos pisos, el suelo estaba cubierto de ropa sucia. La mujer y su marido dijeron que ellos hacían galletas para vivir, y las galletas estaban desparramadas entre la ropa.
Como casi la mitad de las cuatro docenas de personas entrevistadas ese día en Amiriya, la pareja, de árabes sunníes dijeron que vivían en la casa desde hacía sólo algunas semanas. Dijeron que habían abandonado su vecindario después de recibir una carta con amenazas escrita por la milicia Al Mahdi del radical clérigo musulmán chií Muqtada Sáder.
El sargento segundo Saúl Astrada, de Calexico, California, pidió a la mujer documentos que demostrasen que ella tenía derecho a vivir en esa casa.
El intérprete iraquí que trabajaba con la patrulla preguntó a Astrada por qué, ya que sólo funcionarios iraquíes tienen derecho a expulsar a los okupas.
"Para matar el tiempo", replicó Astrada, 23, agregando, aludiendo al calor de ese día: "¿O quieres volver a la parte de atrás del Bradley?"
Los niños se acurrucaron en un rincón, recorriendo rápidamente el cuarto con los ojos, mirando a los soldados mientras estos revisaban los armarios a la búsqueda de papeles.
Quince minutos después todavía no habían encontrado nada y los soldados se marcharon sin detener a nadie. "Un allanamiento de mierda", murmulló Araujo.
La escolta de tanques continuó hasta llegar al sitio de la explosión de la mañana, y los soldados se dispersaron para realizar más allanamientos. Durante horas detuvieron a la mayoría de la gente en la calle, por sospechas de que estaban tratando de evadir a otros soldados estadounidenses.
Algunos vecinos invitaron a las tropas a visitar sus bien cuidadas casas y entraron a una con descoloridos sofás de terciopelo rojo y retratos de niños en la nevera. La mayoría de las casas eran espartanas carcasas ocupadas por gente que dijeron que vivían ahí hacía sólo unas semanas, a veces hasta tres familias en una residencia. Ninguna pudo mostrar contratos de alquiler.
Cuando el sol empezó a ocultarse y los soldados se cansaron, muchos de ellos se sentaron en el patio de un viejo que les había ofrecido té y había trasladado su sofá hasta el jardín dentro de las paredes del chalet para comodidad de los soldados. Cuando finalmente volvieron a Camp Liberty a las 11:30 de la tarde, la sección decidió dejar marcharse a todos los detenidos porque no tenían pruebas de que hubiesen hecho nada más excepto ir pasando por la calle.
Pese a la amistosa bienvenida de los vecinos entrevistados, sólo uno de ellos dijo a las tropas dónde podrían encontrar artefactos explosivos, y el dato era incorrecto. Nadie dijo que supiera dónde podrían los soldados encontrar un alijo de armas, un sospechoso o un testigo.
"Por supuesto que saben, pero no puedo decir que los condeno por no decírnoslo", dijo especialista John King, el oficial de inteligencia del ejército a cargo de los interrogatorios. "Podrían matarlos".

La Mente Puesta en las Bombas
Desde que se iniciara la campaña de seguridad hace tres meses, los soldados han tratado de proteger a trabajadores del gobierno y contratistas
repartiendo gasolina, recogiendo la basura y reparando las alcantarillas. Pero los tres servicios siguen interrumpidos. Los intentos de reparar seis baches fracasaron porque permitieron que los rebeldes los utilizaran para colocar bombas.
Los soldados no pensaban más que en las bombas cuando volvieron a salir de nuevo el martes en la mañana.
"¿Todo el mundo listo?", preguntó el sargento Stephen Cyr mientras conducía un todoterrenos Humvee hacia Khadra. "¿Hiciste lo tuyo, Martínez?"
"Pasta, pasta, pasta. Zas, zas, zas", dijo el especialista John Martínez con sus auriculares cuando los soldados pasaron por el lugar donde habían pisado una bomba el día anterior, recordando una frase de un viejo programa de juegos de la televisión, ‘Press Your Luck', como si fuera su rosario diario.
Tras quince minutos, llegaron al puesto de la policía nacional donde su compañía había montado un campamento.
La base puede albergar a cincuenta soldados a la vez, aunque no llegan ni siquiera a la mitad de esa cifra debido a la escasez de dotación. La base está cercada por una enorme muralla encimada por alambre concertina y no se admite a público.
El inconveniente del plan de seguridad es que una de las tres secciones que comparten el puesto de avanzada debe estar estacionado permanentemente en su interior. Como resultado, dijo el capitán de la compañía, había menos patrullas en Khadra que antes de la campaña de seguridad.
Cuando las tropas se trasladaron para establecer sus cuarteles, se enteraron de que su viejo puesto de avanzada, una comisaría menos fortificada de la policía iraquí, había sido atacada.
La policía iraquí "informó haber sido atacada desde 360 grados cada uno de los cuatro días desde que nos marchamos. No creo que puedan resistir mucho tiempo", dijo el sargento segundo Mike Pérez, el segundo a cargo de la sección.
No sería la primera vez que la estrategia del plan de seguridad de "limpiar, consolidar y construir" no llegara más allá de la fase de limpieza.
Ali Hussein, 20, estudiante universitario que vive cerca de la comisaría, dijo en una entrevista por teléfono que el grupo de al Qaeda en Iraq "todavía es muy activo y se dedica principalmente a secuestrar acusándolos de que han hablado mal de la organización o de uno de sus militantes. Pero la verdadera razón de los secuestros son los rescates, con los que financian sus actividades".
"Nuestra situación es realmente trágica", dijo el estudiante. "Estamos rodeados por todos lados y no podemos hacer nada. Estés del lado que estés, terminas siendo atacado por alguno y lo peor es que hay más que dos lados".
Pérez lo dijo así: "Nos dicen que vengamos aquí a hacer nuestro trabajo. Pero encontramos un animal preñado que se está abriendo encima de nosotros. No está mejor y no creo que vaya a estar mejor".

Soñando con Volver
El miércoles explotó un artefacto explosivo durante una patrulla. Estalló una balacera y un capitán iraquí resultó herido. Al día siguiente, otra patrulla en Khadra fue impactada por dos bombas, una tras otra -una cadena margarita.
Los soldados de Williamson salieron a buscar a los perpetradores y divisaron nuevamente a los gemelos desgreñados, los dos desdentados sujetos que se llevaban sus walkie-talkies a la boca mientras seguían a una distancia a la sección que estaba de patrulla. Los soldados se alegraron de ver a uno de los hombres apuntar hacia un tejado y luego hacia un convoy norteamericano. Ese acto manifiesto daba a los soldados una excusa para disparar. El hombre cayó, golpeando el asfalto.
Pero se levantó con la misma rapidez y huyó hacia una casa. Los soldados lo persiguieron, pero escapó, brincando por los tejados.
En un taxi cercano, los soldados encontraron una cinta de propaganda de al Qaeda en Iraq. Los análisis mostraron que en la última hora el coche había trasladado explosivos caseros.
"Echo de menos la época en que lo peor que teníamos que hacer era recorrer este barrio recogiendo cadáveres", dijo el sargento Cyr. "Es malsano, pero es verdad".
De regreso en la base, los soldados matan el tiempo con películas de James Bond, juegos de guerra de ordenador y una copia pirateada de la película ‘300'. En la conversación, vuelven una y otra vez a sus ganas de dejar las fuerzas armadas.
"Aquí la única misión de todos es salir con vida", dijo el sargento Zamacona.
"Me falta motivación", dijo el sargento Adrián Uresti. "Tengo sobrepeso. No puedo ascender, no me dan recomendaciones. Para mí, es hora de hacer otra cosa".
"No queremos medallas de ningún tipo", dijo el especialista Martínez. "Es un gran honor, pero la mayoría de nosotros no las queremos".
Martínez, 24, es uno de los más optimistas de la sección. "Definitivamente estamos haciendo algo bueno. Tú no nos ves siempre enseñando a los iraquíes a manejar un puesto de control, a recabar información, a hacer un allanamiento".
Las fuerzas iraquíes se unen a los norteamericanos para hacer patrullas conjuntas. Y en la base un soldado iraquí y otro estadounidense se enseñan uno al otro a decir ‘hot' en inglés y árabe. Unos iraquíes se acercaron a los soldados norteamericanos que usaban sus ordenadores y les preguntaron: "¿Fotos eróticas?"
A veces, sin embargo, norteamericanos e iraquíes riñen sobre la tele y se retiran a dependencias separadas. Un soldado estadounidense guarda la puerta para asegurarse de que ningún agente de la policía iraquí entre a los dormitorios norteamericanos.
Tres de los dieciséis soldados de la sección de Williamson se quedan siempre en la base, porque ya no salen a patrullar. Su estado mental es desastroso. Uno de ellos arremetió contra Williamson, el otro dijo que ya no podía seguir haciéndolo y el tercero se marchó a casa con permiso y se metió en líos, dijo Williamson.
En los calientes sofás de vinilo, la conversación rara vez salió de Iraq, y Martínez y Uresti hablaron sobre sus períodos de servicio cuando sus mejores amigos murieron o quedaron mutilados.
"Estoy preocupado por ustedes", les dijo Pérez. "Cuando volví a casa entre dos períodos, olvidé todo sobre Iraq. Como si hubiera apagado el interruptor de la luz. Quería follar, cobrar y emborracharme. No me preocupaba lo que hiciera. Lo que no quería es lo tener que hacer lo que estoy haciendo de nuevo".

garrett.therolf@latimes.com

Said Rifai contribuyó a este reportaje.

6 de junio de 2007
23 de mayo de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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