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definiendo la derrota como victoria


[Maureen Wood] Pase lo que pase en Iraq, dice Bush que será una victoria. Aun si termina el país en manos de los clérigos teocráticos.
El presidente se enorgullece a sí mismo de ser terco. Está decidido a ganar en Iraq, incluso si no gana.
Así que preparemósnos para una mahometana maniobra giratoria para definir la victoria negativamente. Pase lo que pase -guerra civil por el petróleo, edictos al estilo iraní u hombres acuclillados en esterillas recitando el Corán todo el día en los canales de la televisión iraquí instalados por nuestros propios genios-, el gobierno lo llamará triunfo.
Incluso para una Casa Blanca macerada en bobería, es un reto. El presidente Bush tendrá que emular la parsimonia y la prevaricación que despreciaba en su predecesor: Depende de lo que signifique ‘ganar'.
El presidente todavía lleva una bolsa de papel en su cabeza, afirmando que los diarios horrores que nos llegan de Iraq sólo demuestran que unos pocos resentidos obstaculizan una gloriosa democracia, incluso aunque su jefe de las tropas en el terreno allá confiese que las áreas donde viven más de la mitad de los iraquíes no son lo suficientemente seguras como para votar -un reconocimiento de que la resistencia es flexible y está creciendo. Es como decir que se puede votar tranquilamente en Montana y Dakota del Norte, pero no en Nueva York, Filadelfia y Los Angeles. ¿Qué son, entre amigos, unos pocos perjudicados?
"Sé que es difícil, pero hay un motivo", dijo Bush el viernes, un día después de que murieran siete soldados y dos marines. "Y la razón por la que es difícil es que hay un puñado de tipos que tienen miedo a la libertad". Si es un puñado, ¿por qué es tan difícil?
Luego el presidente agregó: "Y yo veo las elecciones como un hito histórico de nuestra política en Iraq".
Bueno, eso está claro. Bush está acurrucado en su burbuja, pero es una burbuja de salmuera. El gobierno no tenía ningún plan sobre qué hacer con Iraq cuando llegó allá; ahora no tiene planes para salirse.
Los ánimos en Washington sobre nuestras desaventuras en Iraq se hicieron más sombríos la semana pasada, quizás porque los legisladores volvieron después de visitar a sus electorados cada vez más preocupados y de visitar -cada vez más alarmados- Iraq, donde todavía no se puede ir del aeropuerto de Bagdad a la Zona Verde sin temor a perder la vida.
"Esto va a ser desagradable", dijo Joe Biden a Charlie Rose sobre las elecciones.
El arrogante consejo de guerra de Bush nunca admite un error. Paul Wolfowitz, un error andante, dijo el viernes que le han pedido que siga en el gobierno. Pero los ‘idealistas', como los miopes badulaques se llaman a sí mismos, están obviamente bastante preocupados, más ahora que Bush ha sido re-elegido sin problemas, y quieren absorber un poco de realidad. Rummy envió a un respetado general de cuatro estrellas a Iraq para que haga una revisión sin condiciones de todo el caos militar.
Wolfowitz, que ideó el desastre de Iraq, continuará en el gobierno, mientras Brent Scowcroft, el lugarteniente de Papaíto Bush que advirtió al Nene Bush no entrar en Iraq, ha sido retirado de su posición como presidente del Consejo Asesor de Inteligencia Extranjera. Esta es la naturaleza atrasada de este bruto: Engaña, y serás recompensado; si dices la verdad, te echamos.
Scowcroft no se convenció. Como el fantasma de Banquo, hizo ruido la semana pasada, rechazando las absurdamente positivas predicciones para Iraq, y observando secamente que este gobierno ha hecho de la palabra ‘realista' un peyorativo. Predijo que las elecciones "pueden potencialmente empeorar el conflicto", al exacerbar las divisiones entre chiíes y sunníes. Expresó su preocupación de que estemos "al borde de una guerra civil" y dijo que las mejores posibilidades de Estados Unidos de evitar la anarquía era entregar la operación a unas Naciones Unidas u OTAN menos inflamatorias.
Scowcroft asistió a la New America Foundation con Zbigniew Brzezinski, el asesor de seguridad nacional de Jimmy Carter, que dijo que la guerra de Iraq era un fracaso moral, político y militar. Si no podemos enviar 500.000 soldados, gastar 500 billones de dólares y decidir reimplantar el servicio militar obligatorio, el conflicto debería ser "terminado", dijo, agregando que lejos de la democracia jeffersoniana que Bush ensalza, lo mejor que obtendremos allá es una teocracia controlada por los chiíes.
Las elecciones de Iraq que fueron pensadas como una solución al problema -como la instalación de un nuevo gobierno iraquí y el traspaso de soberanía y todas las otras medidas que se suponían que mejorarían las cosas- pueden en realidad empeorarlo. Las elecciones ampliarán el poder de los teócratas chiíes, incluso más allá de lo que deberían en virtud de sus electores, debido al modo en que han sido organizadas y porque existe el peligro de que si eres sunní, el voto que deposites en las urnas puede ser tu último.
Es una lección que nunca aprendemos: Los asuntos de estado y del corazón que empiezan con una mentira, rara vez terminan bien.

9 de enero de 2005
©new york times
©traducción mQh

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