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[Walt Bogdanich y Jake Hooker] La huella de las medicinas envenenadas, de China a Panamá. Confesión de un falsificador. Última entrega.
La decisión de perseguir a los falsificadores está ahora en manos de los chinos. La primavera pasada el gobierno actuó rápidamente contra Wang, el ex sastre que envenenó a ciudadanos chinos.
Las autoridades lo capturaron en un control policial en Taizhou, una ciudad justo al norte de Taixing, la comarca química. Estaba débil y enfermo y no había comido en dos días. En su sedán blanco se encontró una libreta de ahorros y dinero en efectivo. Había huido sin su mujer ni su hijo adolescente.
Los pacientes chinos habían muerto, se estaba gestando un escándalo político y las autoridades querían respuestas. Wang fue llevado a un hospital. Entonces, de acuerdo a un funcionario de gobierno que estuvo presente durante su interrogatorio, en largas sesiones con los detectives, les dio lo que querían y les explicó su modo de actuar, cómo había probado el jarabe industrial bebiéndolo él mismo, cómo decidió usar glicol dietileno y cómo estafó a las compañías farmacéuticas a las que vendió el jarabe.
"Hizo una fortuna, pero no la disfrutó la familia", dijo Wang Xiaodong, un ex funcionario del pueblo que conoce a Wang y sus hermanos. "Le gustaba apostar".
Wang sigue detenido mientras las autoridades deciden si lo condenan o no a muerte. La planta química Qiqihar que hizo la medicina envenenada fue cerrada, y cinco empleados están siendo procesados por causar "un accidente grave".
En contraste con la investigación de Wang Guiping, las autoridades chinas no han reconocido abiertamente la relación de China con la tragedia en Panamá, en la que estuvo implicada una compañía comercial de propiedad del estado. Nadie en China ha sido acusado de cometer el fraude que terminó con la muerte de tantos pacientes en Panamá.
Sun Jing, el agente del programa farmacéutico de la Organización Mundial de la Salud en Pekín, dijo que la agencia sanitaria envió un fax "para recordar al gobierno chino que China no debe vender productos contaminados en el exterior". Sun dijo que la organización no ha recibido una respuesta oficial.
A petición de Estados Unidos -Panamá no tiene relaciones diplomáticas con China- en el otoño pasado la Administración de Fármacos y Alimentos de China investigó a la Fábrica de Glicerina de Taixing y a Fortune Way.
La agencia analizó una partida de glicerina de la fábrica y no encontró glicerina, sino solamente glicol dietileno y otras dos substancias, dijo un funcionario de la organización.
Desde entonces, la administración de fármacos china ha concluido que no tiene jurisdicción en el caso debido a que la fábrica no estaba autorizada para producir medicinas.
La agencia llegó a una conclusión similar en el caso de Fortune Way, diciendo que como exportadora no participaba en la rama farmacéutica.
"No encontramos ninguna prueba de que alguna de estas compañías haya violado la ley", dijo Yan Jiangying, portavoz de la administración de fármacos. "Así que nunca se inició una investigación criminal".
Un funcionario de la organización dijo que la investigación fue subsecuentemente dejada en manos de la agencia que analiza y certifica los productos comerciales, la Administración General de Inspección, Cuarentena y Control de Calidad.
Pero la agencia se mostró sorprendida cuando se enteró de que ellos estaban ahora a cargo. "¿Qué investigación?", dijo Wang Jian, director de la organización en Taixing. "No sé nada de ninguna investigación sobre la fábrica de glicerina".
Además, Huang Tong, un investigador de esa agencia, dijo: "Nos ocupamos rara vez de productos destinados a la exportación".
Wan Qigang, el representante legal de la Fábrica de Glicerina de Taixing dijo en una entrevista a fines del año pasado que las autoridades no le habían preguntado nada sobre el caso de intoxicación panameña y que su compañía fabricaba solamente glicerina para usos industriales.
"Le puedo asegurar que no tenemos ninguna relación ni con Panamá ni con España", dijo Wang.
Pero en los últimos meses la Fábrica de Glicerina ha anunciado en internet que su glicerina tiene un grado de pureza de 99.5 por ciento.
Wang se negó a responder más preguntas por teléfono. "Lo recibiré si viene usted como invitado", dijo Wang. "Pero si quiere volver para hablar sobre este asunto, tendré que hacer una llamada por teléfono".
Un funcionario del gobierno local dijo que a Wang le prohibieron dar más entrevistas.
A cinco minutos de ahí, otro fabricante, la Fábrica de Aceite Blanco de Taixing también anuncia en internet que vende glicerina médica. Sin embargo, tampoco cuenta con autorización para fabricarla. La página web de la compañía dice que sus productos "son exportados a Estados Unidos, Australia e Italia".
Ding Xiang, representante de la Fábrica de Aceite Blanco, negó que su compañía produjera glicerina para usos farmacéuticos, pero dijo que las empresas que vendían químicos en Pekín llamaban a menudo pidiéndola.
"Quieren que marquemos los barriles de glicerina", dijo Ding en diciembre pasado. "Pero no podemos hacer eso".
Ding dijo que dejó de responder llamadas desde Pekín. "Si este material es llevado al extranjero y usado impropiamente..."
En el país de los químicos, los productos no son siempre lo que parecen.
"Las únicas dos fábricas en Taixing que producen glicerina ni siquiera la hacen", dijo Jiang Peng, que supervisa las inspecciones e investigaciones de la filial en Taixing de la Administración de Fármacos y Alimentos. "Es otra cosa lo que producen".

La Clave Estaba en el Nombre
Todavía persiste el misterio sobre el nombre del producto que fabrica la Fábrica de Glicerina de Taixing. La fábrica llamó a su producto jarabe de glicerina ‘TD'. Las letras ‘TD' se encontraban en prácticamente todos los documentos de embarque. ¿Qué significan?
Las autoridades médicas españolas concluyeron que se refieren al proceso de producción. Los inspectores chinos creen que era la fórmula secreta del fabricante.
Pero Yuan Kailin, ex vendedor de la fábrica, dijo que sabía lo que significaba ‘TD' porque un amigo y ex gerente de la fábrica, Ding Yuming, se lo había contado. ‘TD' era una abreviatura de la palabra china tidai, dijo Yuan, que dejó su trabajo en 1998 y todavía vive a un kilómetro y medio de la fábrica.
En chino, tidai quiere decir ‘sucedáneo'. Una pista que pudo haber revelado que el veneno, el producto falsificado, se ocultaba a plena vista de todos.
Estaba en el nombre del producto.

Renwick McLean y Brent McDonald contribuyeron a este reportaje.

7 de junio de 2007
6 de mayo de 2007
©new york times
©traducción mQh
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