dos asesinatos treinta años después
[Sarah Schweitzer] Ex detective acusa a vecino de casos de asesinatos no resueltos.
Merrimack, New Hampshire. No tiene pruebas de ADN, no tiene testigos. Pero Joseph Horak dice que sabe el asesino de dos niñas de quince, de Merrimack, en 1973, está vivo y coleando, culpable pero nunca acusado, y todavía vecino de esta ciudad donde muchos le conocen.
Tan seguro está el jubilado detective de Merrimack que subió al proscenio de la biblioteca de la ciudad hace poco y, con el suave tono de Nueva Inglaterra, leyó fragmentos de su último libro, publicado por él mismo, en el que menciona, en la última página, al hombre que cree que es un asesino. Horak contó que ha sospechado del hombre desde que las niñas de secundaria desaparecieran y fueran encontradas muertas en el bosque 81 días después.
"Os diré algo: Si no estuviese seguro de que es el asesino, en el libro no lo habría mencionado nunca", dijo Horak, 78, a la absorta audiencia. "Me pongo yo mismo en peligro, pero cuando gastas 34 años en un caso, tienes la obligación de hacer lo que puedas para llevarlo a alguna conclusión".
La mención del sospechoso causó escándalo en esta ciudad del sur de New Hampshire, provocando un macabra curiosidad entre los vecinos más antiguos que recuerdan el terrible desconsuelo en la época de la muerte de las niñas, y las desenfrenadas especulaciones de que el asesino podía ser uno de ellos.
El libro ‘Pride and Honor' lleva semanas en la lista de espera en la biblioteca, y la sesión de autógrafos del mes pasado estuvo llena hasta los topes, con un público de más de ochenta personas, que ni tocaron las galletas y limonada mientras disparaban sus preguntas durante casi dos horas.
"¿Alguna vez le amenazan por teléfono?", preguntó una mujer.
"No", dijo Horak. "Pero a menudo he esperado una llamada así".
"¿Cree que su denuncia ha impedido que el sospechoso someta otros crímenes?", preguntó otro.
"Quizás", dijo Horak.
Para algunos, el libro confirmó viejas sospechas. "Hay un montón de gente que sabe quién lo hizo, pero tienen miedo de dar la cara", dijo Kevin Hieken, un obrero de la cervecería Anheuser- Busch Merrimack, que dijo que había conocido a las niñas.
Otros dicen que el libro sólo ha provocado más interrogantes. "Tiene que haber algo más detrás de todo esto", dijo Betty-Jo Overton, nativa de Merrimack.
El Globe no puede revelar la identidad del hombre mencionado en el libro de Horak, porque no ha sido nunca considerado sospechoso por la policía ni ha sido acusado en el caso.
En una breve entrevista telefónica, el hombre dijo: "Yo vivo en esta ciudad, hago negocios en esta ciudad, y he vivido en esta ciudad en los últimos 35 años y no he llegado a ninguna parte". Continuó: "Ese hombre ha hecho un chiste nombrándome en un libro que... está usando mi nombre".
Una mujer en la casa del hombre, que se identificó como su esposa, dijo que ella y su marido están pensando en consultar con abogados con respecto al libro.
Especialistas jurídicos dijeron que Horak se expone a una querella por acusar al hombre, así como la imprenta Airleaf Publishing, de Indiana.
Algunos vecinos dicen que Horak es un hombre obsesionado. Después de jubilarse del cuerpo policial por incapacidad tras un accidente de carretera en horas de servicio en 1977, ha invertido innumerables horas en el caso. Ha gastado más de dieciocho mil dólares en la publicación de tres libros sobre su carrera en la policía y el caso, mencionando al supuesto asesino solamente en su tercer libro, en lo que llama su último y desesperado esfuerzo de concluir el caso. Ha recuperado sólo una pequeña parte de su inversión, vendiendo sus libros donde quiera que va. Está ofreciendo, junto con un jefe de policía de Candia, una recompensa de cinco mil dólares por informaciones que conduzcan a la solución del caso. Se ha enajenado la voluntad de algunos familiares de las niñas asesinadas, que ahora dicen que preferirían que dejara tranquilo el asunto.
"Yo tenía trece años cuando ocurrió eso", dijo Mike Compagna, hermano de una de las niñas. "Cada vez que se recuerda, produce dolor. Se resuelva o no, seguirán muertas".
En una entrevista, Horak, viudo y padre de dos hijos maduros, dijo que está cumpliendo con la promesa que le hizo a las niñas. Ante sus tumbas hace mucos años, dijo, juró que atraparía al asesino.
"Prefiero jugarme el todo por el todo antes que retirarme", dijo.
Las niñas, Diane Compagna y Anne Psaradelis, fueron vistas vivas por última vez un día de julio de 1973 en Hampton Beach. Las chicas había dicho a sus padres que pasarían la noche en la casa de la otra. La policía buscó a las adolescentes durante casi tres meses.
El 29 de septiembre de ese año, un cazador encontró en los bosques cerca de Candia el cuerpo de una de las chicas. La policía descubrió pronto, no muy lejos de ahí, el cuerpo de la segunda niña. Nadie fue arrestado por el crimen.
Jeffery Strelzin, asistente del fiscal general y director de la brigada de homicidio del estado, dijo que el caso es uno de los 96 que no han sido resueltos en NewHampshire desde 1970 y no está archivado. Agregó que no se habían producido detenciones porque no había suficientes evidencias.
"Independientemente de lo que piense la gente, lo que importa es que el estado deben tener evidencias admisibles que podamos usar en tribunales para demostrar la culpabilidad de alguien más allá de una duda razonable", dijo Strelzin.
El pasaje del tiempo usualmente perjudica los casos más antiguos, pero también puede ser una ayuda, dijo. "Las lealtades cambian, y la gente que antes no quiso hablar, lo harán ahora".
Horak especula que los asesinatos ocurrieron de este modo: Compagna y Psaradelis conocían a su asesino. El 12 de julio, dice Horak, las dos niñas aceptaron que el hombre las llevara a casa desde Hampton Beach. En ruta, pararon en una gravera en Candia, y el hombre engañó a Compagna, haciéndola internarse cada vez más en el bosque, donde tuvieron sexo y la estranguló, dijo Horak.
Horak dijo que los motivos del hombre para matar a Compagna fue que ella le había contado que estaba embarazada de él. El hombre volvió a la gravera y dijo a la otra chica que a Compagna le estaba pasando algo. Cuando Psaradelis lo siguió, el hombre la estranguló a ella también, dijo Horak.
En el curso de los años, Horak ha tenido contactos intermitentes con el hombre al que acusa. Le ha enviado tarjetas navideñas y hace poco le envió un ejemplar de su libro, con la dedicatoria: "Lee sobre tu vida".
El hombre, dijo, le devolvió el libro sin la página autografiada.
Tan seguro está el jubilado detective de Merrimack que subió al proscenio de la biblioteca de la ciudad hace poco y, con el suave tono de Nueva Inglaterra, leyó fragmentos de su último libro, publicado por él mismo, en el que menciona, en la última página, al hombre que cree que es un asesino. Horak contó que ha sospechado del hombre desde que las niñas de secundaria desaparecieran y fueran encontradas muertas en el bosque 81 días después.
"Os diré algo: Si no estuviese seguro de que es el asesino, en el libro no lo habría mencionado nunca", dijo Horak, 78, a la absorta audiencia. "Me pongo yo mismo en peligro, pero cuando gastas 34 años en un caso, tienes la obligación de hacer lo que puedas para llevarlo a alguna conclusión".
La mención del sospechoso causó escándalo en esta ciudad del sur de New Hampshire, provocando un macabra curiosidad entre los vecinos más antiguos que recuerdan el terrible desconsuelo en la época de la muerte de las niñas, y las desenfrenadas especulaciones de que el asesino podía ser uno de ellos.
El libro ‘Pride and Honor' lleva semanas en la lista de espera en la biblioteca, y la sesión de autógrafos del mes pasado estuvo llena hasta los topes, con un público de más de ochenta personas, que ni tocaron las galletas y limonada mientras disparaban sus preguntas durante casi dos horas.
"¿Alguna vez le amenazan por teléfono?", preguntó una mujer.
"No", dijo Horak. "Pero a menudo he esperado una llamada así".
"¿Cree que su denuncia ha impedido que el sospechoso someta otros crímenes?", preguntó otro.
"Quizás", dijo Horak.
Para algunos, el libro confirmó viejas sospechas. "Hay un montón de gente que sabe quién lo hizo, pero tienen miedo de dar la cara", dijo Kevin Hieken, un obrero de la cervecería Anheuser- Busch Merrimack, que dijo que había conocido a las niñas.
Otros dicen que el libro sólo ha provocado más interrogantes. "Tiene que haber algo más detrás de todo esto", dijo Betty-Jo Overton, nativa de Merrimack.
El Globe no puede revelar la identidad del hombre mencionado en el libro de Horak, porque no ha sido nunca considerado sospechoso por la policía ni ha sido acusado en el caso.
En una breve entrevista telefónica, el hombre dijo: "Yo vivo en esta ciudad, hago negocios en esta ciudad, y he vivido en esta ciudad en los últimos 35 años y no he llegado a ninguna parte". Continuó: "Ese hombre ha hecho un chiste nombrándome en un libro que... está usando mi nombre".
Una mujer en la casa del hombre, que se identificó como su esposa, dijo que ella y su marido están pensando en consultar con abogados con respecto al libro.
Especialistas jurídicos dijeron que Horak se expone a una querella por acusar al hombre, así como la imprenta Airleaf Publishing, de Indiana.
Algunos vecinos dicen que Horak es un hombre obsesionado. Después de jubilarse del cuerpo policial por incapacidad tras un accidente de carretera en horas de servicio en 1977, ha invertido innumerables horas en el caso. Ha gastado más de dieciocho mil dólares en la publicación de tres libros sobre su carrera en la policía y el caso, mencionando al supuesto asesino solamente en su tercer libro, en lo que llama su último y desesperado esfuerzo de concluir el caso. Ha recuperado sólo una pequeña parte de su inversión, vendiendo sus libros donde quiera que va. Está ofreciendo, junto con un jefe de policía de Candia, una recompensa de cinco mil dólares por informaciones que conduzcan a la solución del caso. Se ha enajenado la voluntad de algunos familiares de las niñas asesinadas, que ahora dicen que preferirían que dejara tranquilo el asunto.
"Yo tenía trece años cuando ocurrió eso", dijo Mike Compagna, hermano de una de las niñas. "Cada vez que se recuerda, produce dolor. Se resuelva o no, seguirán muertas".
En una entrevista, Horak, viudo y padre de dos hijos maduros, dijo que está cumpliendo con la promesa que le hizo a las niñas. Ante sus tumbas hace mucos años, dijo, juró que atraparía al asesino.
"Prefiero jugarme el todo por el todo antes que retirarme", dijo.
Las niñas, Diane Compagna y Anne Psaradelis, fueron vistas vivas por última vez un día de julio de 1973 en Hampton Beach. Las chicas había dicho a sus padres que pasarían la noche en la casa de la otra. La policía buscó a las adolescentes durante casi tres meses.
El 29 de septiembre de ese año, un cazador encontró en los bosques cerca de Candia el cuerpo de una de las chicas. La policía descubrió pronto, no muy lejos de ahí, el cuerpo de la segunda niña. Nadie fue arrestado por el crimen.
Jeffery Strelzin, asistente del fiscal general y director de la brigada de homicidio del estado, dijo que el caso es uno de los 96 que no han sido resueltos en NewHampshire desde 1970 y no está archivado. Agregó que no se habían producido detenciones porque no había suficientes evidencias.
"Independientemente de lo que piense la gente, lo que importa es que el estado deben tener evidencias admisibles que podamos usar en tribunales para demostrar la culpabilidad de alguien más allá de una duda razonable", dijo Strelzin.
El pasaje del tiempo usualmente perjudica los casos más antiguos, pero también puede ser una ayuda, dijo. "Las lealtades cambian, y la gente que antes no quiso hablar, lo harán ahora".
Horak especula que los asesinatos ocurrieron de este modo: Compagna y Psaradelis conocían a su asesino. El 12 de julio, dice Horak, las dos niñas aceptaron que el hombre las llevara a casa desde Hampton Beach. En ruta, pararon en una gravera en Candia, y el hombre engañó a Compagna, haciéndola internarse cada vez más en el bosque, donde tuvieron sexo y la estranguló, dijo Horak.
Horak dijo que los motivos del hombre para matar a Compagna fue que ella le había contado que estaba embarazada de él. El hombre volvió a la gravera y dijo a la otra chica que a Compagna le estaba pasando algo. Cuando Psaradelis lo siguió, el hombre la estranguló a ella también, dijo Horak.
En el curso de los años, Horak ha tenido contactos intermitentes con el hombre al que acusa. Le ha enviado tarjetas navideñas y hace poco le envió un ejemplar de su libro, con la dedicatoria: "Lee sobre tu vida".
El hombre, dijo, le devolvió el libro sin la página autografiada.
schweitzer@globe.com
©boston globe
©traducción mQh
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