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murió raúl hilberg


[Elaine Woo] El ‘decano de los estudios sobre el Holocausto'. A los 81. Sus opiniones sobre la campaña nazi de genocidio provocaron polémica.
Raul Hilberg, el preeminente estudioso del Holocausto y autor de su monumental y todavía polémico libro de 1961, ‘La destrucción de los judíos europeos' [The Destruction of the European Jews], el primer estudio comprehensivo de la campaña de genocidio iniciada por los nazis, murió de cáncer al pulmón el sábado en un hospicio en Williston, Vermont. Tenía 81.
Profesor durante largo tiempo en la Universidad de Vermont, Hilberg era considerado el decano de los estudios sobre el Holocausto por su meticuloso retrato de la "maquinaria de destrucción" que aniquiló a más de cinco millones de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial.
"El trabajo y la gran obra de Raul Hilberg, ‘La destrucción de los judíos europeos' estableció la norma y echó los fundamentos del desarrollo de todo el campo de estudios sobre el Holocausto", dijo Paul Shapiro, director del Centro de Estudios Avanzados sobre el Holocausto en el Museo en Memoria del Holocausto de Estados Unidos, en Washington.
El revolucionario libro de Hilberg, que analizó montañas de documentos de los juicios de Nuremberg, demostró la naturaleza sistemática de la carnicería nazi. También escribió ‘Ejecutores, Víctimas, Testigos' [Perpetrators, Victims and Bystanders] (1992), donde estudió la enorme burocracia de contables, guardias, ingenieros y otros trabajadores anónimos cuya cooperación permitió que la máquina de matar del dictador alemán Adolf Hitler funcionara implacablemente al servicio de espantosos objetivos. Definiendo lo que Shapiro llamó "los tres roles de los seres humanos en situación de genocidio", el último trabajo creó un marco dentro del cual podían trabajar futuros estudiosos.
El principal foco de interés de Hilberg en los perpetradores y algunas de sus conclusiones -en particular sus aserciones sobre la ausencia de una resistencia judía substancial- le ganó fuertes críticas de algunos historiadores judíos y de la opinión pública judía, cuyos ataques continuaron sin cesar durante la mayor parte de su carrera de cinco décadas.
La tragedia y el destino marcaron su acercamiento a la obra de su vida. Nacido en Viena, Austria, en 1926, de adolescente escapó apenas del Holocausto. Presenció la detención de su padre de 1938 cuando Alemania anexó a Austria, pero debido a que su padre había servido en la Primera Guerra Mundial, los nazis permitieron que toda la familia evitara el campo de concentración a cambio de sus propiedades y de que dejaran el país.
Primero huyeron a Cuba, luego a Nueva York. Tras la secundaria, Hilberg fue enrolado en el ejército norteamericano y volvió a Europa. Su división participó en la liberación del campo de concentración de Dachau.
También ayudó en la búsqueda de documentos alemanes que pudieran ser usados para los procesos por crímenes de guerra. Cuando estaba asignado a Munich en los antiguos cuarteles del partido nazi, Hilber descubrió cajas que contenían la biblioteca personal de Hitler. Más tarde trabajó en un proyecto para organizar y pasar a microfilm los documentos alemanes requisados. Ese archivo se convirtió en la fundación para la investigación del Holocausto, incluyendo su propio e histórico estudio.
Después de asistir al Brooklyn College, entró a la Universidad de Columbia donde sacó su maestría en 1950 y se doctoró en 1955. Uno de sus profesores en Columbia, Franz Neumann, daba clases de administración, particularmente sobre cómo el desarrollo de un país como Alemania dependía del trabajo de un vasto sistema de funcionarios.
"Esa idea provocó una similar en mi mente", dijo Hilberg al Chicago Tribune hace algunos años. "Me di cuenta de que el Holocausto sólo pudo ser posible gracias a los esfuerzos de una burocracia similar, que debía haber dejado archivos".
Ningún estudioso serio estaba estudiando entonces el Holocausto, así que cuando le dijo a Neumann, que era su supervisor de tesis, que quería estudiarlo, Neumann le dijo: "Es tu funeral".
Hilberg decidió concentrarse en los perpetradores del Holocausto, al que tenía como "el trabajo de un sofisticada y vasta burocracia". Sin comprender quiénes llevaron a cabo el genocidio, explicó más tarde, "no se podrá entender esta historia en todas sus dimensiones".
Cuando terminó su tesis y empezó a buscar a un editor, su manuscrito fue rechazado innumerables veces. Algunos editores encontraron que el manuscrito de setecientas páginas era difícil de manejar. A otros no les gustó su dependencia de fuentes alemanas o se molestaron por sus opiniones sobre el espíritu acomodaticio de los judíos. Recién en 1956 pudo encontrar una posición como profesor, cuando le ofrecieron un puesto temporal en la Universidad de Vermont. Después de algunos años obtuvo una posición permanente, donde tendría su sede académica durante 35 años, hasta su jubilación en 1991.
‘La destrucción de los judíos europeos', fue finalmente aceptada por un pequeño editor de Chicago, pero sólo después de que un cliente adinerado se comprometiera a comprar 1.300 ejemplares para ser donados a bibliotecas. El libro de Hilberg contaba una historia que no muchos querían oír. Llevó meticulosamente la crónica de la monstruosa naturaleza de la campaña nazi para exterminar a los judíos, pero también afirma que los judíos hicieron muy poco para ayudarse a sí mismos. Rechazó una visión ampliamente aceptada de que habían muerto seis millones de judíos, argumentando que la cifra estaba más cercana a 5.1 millones, y concentró su análisis en las acciones de los nazis, desestimando, decían sus críticos, a las víctimas. Algunas de las críticas más mordaces provino de Yad Vashem, el instituto memorial del Holocausto de Israel.
Hilberg prestó más atención a las víctimas en ‘Ejecutores, víctimas, testigos', pero siguió sosteniendo que la resistencia judía había sido mínima. Criticaba a los que preferían la historia ‘orientada hacia las víctimas', cuya visión de los asesinatos nazis era limitada "por las vallas en torno al gueto y el alambre de púa en torno al campo".
‘La destrucción de los judíos europeos' fue revisado y ampliado en 1985 en un libro de tres tomos y sigue siendo lo que Shapiro llamó "el trabajo de referencia más consultado" en ese terreno de estudio. Fue más tarde publicado en Alemania, donde Hilberg se hizo popular dictando conferencias a la joven generación de alemanes que luchaban por absorber la enormidad del horripilante plan de sus antepasados. El año pasado, Alemania lo galardonó con la Cruz de la Orden al Mérito de los Caballeros, el más alto tributo que se concede a ciudadanos no alemanes.
Su creciente influencia en Alemania llamó la atención de algunos críticos, como Harriet Lipman Sepinwall, una educadora en el Holocausto que reseñó las memorias de Hilberg, ‘La política de la memoria' [The Politics of Memory: The Journey of a Holocaust Historian] (1996), en las New Jersey Jewish News.
En una reacción de su retrato de los solitarios años de su carrera antes de que el Holocausto obtuviera un amplio interés académico, Sepinwall escribió: "Es irónico que su relación con el Holocausto, que inicialmente lo alejó de Austria y de Alemania, ahora parece haberlo traído de regreso como los únicos lugares donde no sólo se siente aceptado, sino honrado".
En los últimos años, cuando Hilberg recibía homenajes, decía que el reconocimiento le complacía. Sin embargo, como dijo a un periodista el año pasado, nunca podría olvidar que "los muertos todavía están muertos, y yo pienso en ellos".

elaine.woo@latimes.com

8 de agosto de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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1 comentario

Pablo Castillo -

Solamente vean esto porfavor, seamos rigurosos.

http://www.youtube.com/watch?v=eJiP0zmvEcQ