esperando justicia en camboya
[Paul Watson] Tres décadas después de los ‘campos de la muerte', los primeros juicios de los antiguos líderes Khmer Rouge recién comienzan.
Taprum, Camboya. Por un camino de tierra lleno de baches desde el Hotel y Casino Diamond Crown, donde la gente con dinero juega su dinero al veintiuno y a la ruleta, el Hermano No. 2 juega un juego de paciencia con la justicia.
Nuon Chea, el enquencle mano derecha del difunto tirano Pol Pot, vive en un palafito de toscos tablones en la frontera tailandesa, disfrutando de la sosegada vida de un jubilado. Dice que le encanta la idea de comparecer ante un nuevo tribunal que debe juzgar a altos líderes Khmer Rouge por la muerte de al menos 1.7 millones de camboyanos.
La pregunta que se hacen muchos camboyanos es si vivirá lo suficiente como para sentarse en el banquillo de los acusados.
Más de tres décadas después de que los comunistas Khmer Rouge se hicieran con el poder en 1975, lo declararan el Año Cero e iniciaran uno de los peores genocidios del siglo veinte, un tribunal especial avanza poco a poco hacia sus primeros juicios.
Pol Pot, Hermano No. 1, murió hace nueve años, antes de que fuera llevado a juicio. No debe faltar mucho tiempo para que el Hermano No. 2 también se marche. A los 82, el corazón de Nuon Chea está cada vez más débil. La mala circulación le ha hinchado las piernas, y su presión sanguínea es alta.
"Estoy enfermo", dijo secamente el hombre al que se acusa de haber ordenado la ejecución de miles de camboyanos. "La enfermedad se llama vejez. Algunos días son buenos, otros malos. Pero, en general, mi salud tiene todos los altibajos de la salud de un viejo".
El reloj también avanza para las víctimas sobrevivientes de los Khmer Rouge, como el artista Vann Nath, uno de sólo siete prisioneros que lograron salir vivos del infame campo de exterminio de Tuol Sleng. Lo salvaron de la ejecución para que pudiera hacer retratos con que alimentar el ego de Pol Pot. Ahora a los 61, el artista que sobrevivió con la aguada papilla de la cárcel, está siendo consumido por una enfermedad de los riñones.
Vann Nath espera justicia en una apretada casa arriba del restaurante de la familia, un popular local de desayunos entre oficiales militares en camino a su trabajo en la capital, Phnom Penh. Dos veces a la semana, lo conectan a una máquina de diálisis. Depende de la caridad australiana para pagar sus cuentas médicas de unos mil dólares al mes.
Su mayor esperanza es que él y los atormentadores de su país vivan lo suficiente como para verse en tribunales.
"No quiero que se mueran los pocos que tenían poder", dijo, la voz fatigada. "No quiero venganza. Lo que quiero es que asuman la responsabilidad de sus errores".
Tropas vietnamitas de intervención derrocaron en 1979 al régimen de los Khmer Rouge, pero el gobierno camboyano no empezó negociaciones serias con Naciones Unidas para instalar un tribunal de crímenes de guerra sino después del fin de la guerra civil en 1998.
Hun Sen, el primer ministro y ex subcomandante regional de los Khmer Rouge, no aceptó sino en junio que jueces y fiscales extranjeros participaran en los procesos. El 18 de julio, los fiscales presentaron a los jueces del tribunal una lista de cinco ex importantes líderes de los Khmer Rouge que debiesen ser juzgados por cargos que incluyen genocidio y crímenes contra la humanidad.
El mes pasado, el ex comandante de la cárcel de Tuol Sleng, también conocido como S-21, se convirtió en el primer acusado del caso. Los otros acusados no han sido mencionados, pero las acusaciones en su contra se basan en veinticinco "situaciones distintas", entre ellas homicidios, torturas, desplazamientos forzosos y otros delitos, se lee en una declaración del tribunal.
El tribunal decidirá sobre las acusaciones después de revisar más de mil documentos, en total más de catorce mil páginas. Entre estas se incluyen declaraciones de más de 350 testigos, una lista de cuarenta testigos potenciales y las ubicaciones de más de cuarenta fosas comunes no excavadas, declaró el tribunal.
Hasta la fecha no se ha fijado la fecha de inicio de los procesos, pero una vez que lo hagan se espera que el tribunal termine su trabajo en tres años. Tres camboyanos y dos jueces extranjeros verán los juicios, sin jurados.
Otros líderes importantes murieron antes de que el gobierno camboyano accediera a instalar un tribunal con participación internacional, que los expertos dicen que es necesaria para garantizar que las sentencias sean creíbles.
Los Khmer Rouge ejecutaron al menos a doscientos mil camboyanos y se calcula que murieron de hambre, enfermedades o exceso de trabajo 1.5 millones cuando Pot Pot y sus cuadros intentaron implementar en el país una revolución agraria. Pol Pot estaba empecinado en destruir rápidamente todo residuo de capitalismo. En su torcida visión de la pureza comunista, el individuo era sacrificado en pro de un poder anónimo y sigiloso que la mayoría de los camboyanos sólo conocían como Angkar -la Organización.
Muchos murieron en las cámaras de tortura de Tuol Sleng, una antigua escuela secundaria al sur de Phnom Penh donde el régimen torturó y ejecutó a más de catorce mil presuntos enemigos del estado, algunos de ellos bebés que fueron arrancados de los brazos de sus madres y aporreados hasta la muerte.
El ex alcaide de la prisión, cuyo nombre es Kang Kek Ieu, pero que es mejor conocido entre los camboyanos como Duch, es el único cabecilla de los Khmer Rouge que se encuentra tras las rejas. Fue formalizado el 31 de julio por crímenes contra la humanidad.
Duch ha informado al tribunal que no tiene dinero para pagarse un abogado, de modo que el tribunal asumirá los costes de su defensa. Ha nombrado a su abogado camboyano de toda la vida y jurista francés François Roux, que formó parte del equipo de la defensa en el juicio de Zacarias Moussaoui, que fue condenado por un tribunal norteamericano tras ser juzgado por conspiración para asesinar a ciudadanos norteamericanos en los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Cuando todavía se ocultaba hace ocho años, contó a la Far Eastern Economic Review que en su cargo hizo ejecutar a miles de prisioneros, a menudo tras recibir órdenes directas de Nuon Chea.
"Las decisiones para matar no las tomaba un solo hombre, o solamente Pot Pot, sino todo el comité central", dijo Duch a la revista. "Nuon Chea era el más importante en cuanto a los asesinatos. A Pol Pot le interesaba más la estrategia militar".
Hoy, Nuon Chea vive con su mujer de los últimos cuarenta años, custodiado por media docena de policías de paisano del ministerio del Interior. Cuando pasé por ahí hace poco, los guardias mataban el tiempo jugando al naipe y escuchando una radio portátil a la sombra de un cobertizo de bambú y hojalata.
Cerca, un oxidado letrero de metal advertía en khmer: ‘No Entre Sin Permiso'. El jefe de la guardia, Un Sok, un hombre metido en años con una camiseta de la Autoridad Nacional para el SIDA, dijo que Nuon Chea estaba demasiado enfermo como para ser entrevistado. Pero un sobrino lo localizó por teléfono para retransmitirle algunas preguntas.
El casino, que atiende a aldeanos y comerciantes tailandeses al borde de esta polvorienta aldea, consagra la codicia capitalista que los Khmer Rouge trataron de extirpar tan brutalmente. Sin embargo, el Hermano No. 2 elogió el desarrollo político y económico de la nueva Camboya. Pero "hay algunos obstáculos", dijo, sin mencionarlos.
Ha dicho a familiares cercanos que está probablemente demasiado viejo y débil como para asistir al juicio a casi 320 kilómetros de Phom Penh, pero dijo en la entrevista que comparecería cuando fuera citado. "He dicho durante mucho tiempo que si un tribunal me invita, iré y les explicaré las cosas que pasaron", dijo.
En el cercano Pailin, antiguamente un bastión de los Khmer Rouge, el ex estadista del movimiento, Khieu Samphan, estuvo más acogedor. El hombre que es a menudo llamado Hermano No. 5 vive sin guardias en una pequeña casa rectangular en una parcela.
Khieu Samphan, 76, vive con su mujer, a la que conoció cuando ella trabajaba de cocinera en un búnker en la selva en 1973, poco después de que los B-25 de la Fuerza Aérea norteamericana empezara a bombardear los santuarios de la guerrilla en Camboya. El presidente Nixon suspendió los bombardeos después de que un juez federal los declarara inconstitucionales y el Congreso rehusara financiarlos.
Se estima que las 140 mil toneladas de bombas norteamericanas que cayeron sobre Camboya en esa época causaron una destrucción y convulsión generalizadas en el campo, de modo que el gobierno de Nixon es en parte responsable de lo que ocurrió después de que los Khmer Rouge tuvieran que hacerse cargo del caos en 1975, alegó Khieu Samphan.
"Creo que para ser justos la responsabilidad debe ser compartida", dijo. Insistiendo en que él era una figura decorativa de los Khmer Rouge, sin poder efectivo, Khieu Samphan dijo que él y otros líderes hicieron lo que era necesario para salvar al país.
Pero los expertos que han analizado miles de documentos del régimen Khmer Rouge concluyeron que estaba lejos de ser un testigo inocente. Dicen que los archivos muestran que Khieu Samphan asistió a reuniones de alto nivel en las que se planificaban las purgas y no sólo sabía de las atrocidades que se estaban cometiendo, sino además alentaba a oficiales de menor rango a ejecutar a los prisioneros.
Él "estaba al corriente de las órdenes de detención, tortura y ejecución de supuestos agentes enemigos", concluyeron Stephen Heder, un experto británico en Camboya, y Brian Tittemore, un abogado estadounidense especializado en crímenes de guerra, en un informe de 2004.
"Sé, en mi fuero íntimo, que hice nada que pudiera dañar a mi país", dijo Khieu Samphan. "Me he analizado a mí mismo. Hice lo que era mi deber hacia mi país. Creo que el presente de Camboya no existiría sin los Khmer Rouge. Ahora estaríamos bajo el control de los comunistas vietnamitas".
Las palabras abren viejas heridas en Vann Nath, que fue torturado durante una semana con descargas eléctricas, con las manos esposadas a su espaldas y sus brazos amarrados fuertemente sobre sus hombros, mientras los interrogadores khmer rouge le exigían que confesara falsamente que era un espía de la CIA.
Hasta que escapó a su cautiverio cuando las tropas vietnamitas derrocaron a Pol Pot, Vann Nath pasó un año pintando retratos del déspota, oyendo los gritos de agonía de otros prisioneros que eran torturados hasta la muerte en otras celdas.
"No sé que tipo de patriota fue Khieu Samphan", dijo. "Pero sus manos están empapadas en sangre".
Pensando en la posibilidad de que la muerte lo sorprenda antes que haya justicia, dijo: "No me desilusionaría, porque ya sobreviví al régimen. No obtener justicia, no será extraño para mí".
Nuon Chea, el enquencle mano derecha del difunto tirano Pol Pot, vive en un palafito de toscos tablones en la frontera tailandesa, disfrutando de la sosegada vida de un jubilado. Dice que le encanta la idea de comparecer ante un nuevo tribunal que debe juzgar a altos líderes Khmer Rouge por la muerte de al menos 1.7 millones de camboyanos.
La pregunta que se hacen muchos camboyanos es si vivirá lo suficiente como para sentarse en el banquillo de los acusados.
Más de tres décadas después de que los comunistas Khmer Rouge se hicieran con el poder en 1975, lo declararan el Año Cero e iniciaran uno de los peores genocidios del siglo veinte, un tribunal especial avanza poco a poco hacia sus primeros juicios.
Pol Pot, Hermano No. 1, murió hace nueve años, antes de que fuera llevado a juicio. No debe faltar mucho tiempo para que el Hermano No. 2 también se marche. A los 82, el corazón de Nuon Chea está cada vez más débil. La mala circulación le ha hinchado las piernas, y su presión sanguínea es alta.
"Estoy enfermo", dijo secamente el hombre al que se acusa de haber ordenado la ejecución de miles de camboyanos. "La enfermedad se llama vejez. Algunos días son buenos, otros malos. Pero, en general, mi salud tiene todos los altibajos de la salud de un viejo".
El reloj también avanza para las víctimas sobrevivientes de los Khmer Rouge, como el artista Vann Nath, uno de sólo siete prisioneros que lograron salir vivos del infame campo de exterminio de Tuol Sleng. Lo salvaron de la ejecución para que pudiera hacer retratos con que alimentar el ego de Pol Pot. Ahora a los 61, el artista que sobrevivió con la aguada papilla de la cárcel, está siendo consumido por una enfermedad de los riñones.
Vann Nath espera justicia en una apretada casa arriba del restaurante de la familia, un popular local de desayunos entre oficiales militares en camino a su trabajo en la capital, Phnom Penh. Dos veces a la semana, lo conectan a una máquina de diálisis. Depende de la caridad australiana para pagar sus cuentas médicas de unos mil dólares al mes.
Su mayor esperanza es que él y los atormentadores de su país vivan lo suficiente como para verse en tribunales.
"No quiero que se mueran los pocos que tenían poder", dijo, la voz fatigada. "No quiero venganza. Lo que quiero es que asuman la responsabilidad de sus errores".
Tropas vietnamitas de intervención derrocaron en 1979 al régimen de los Khmer Rouge, pero el gobierno camboyano no empezó negociaciones serias con Naciones Unidas para instalar un tribunal de crímenes de guerra sino después del fin de la guerra civil en 1998.
Hun Sen, el primer ministro y ex subcomandante regional de los Khmer Rouge, no aceptó sino en junio que jueces y fiscales extranjeros participaran en los procesos. El 18 de julio, los fiscales presentaron a los jueces del tribunal una lista de cinco ex importantes líderes de los Khmer Rouge que debiesen ser juzgados por cargos que incluyen genocidio y crímenes contra la humanidad.
El mes pasado, el ex comandante de la cárcel de Tuol Sleng, también conocido como S-21, se convirtió en el primer acusado del caso. Los otros acusados no han sido mencionados, pero las acusaciones en su contra se basan en veinticinco "situaciones distintas", entre ellas homicidios, torturas, desplazamientos forzosos y otros delitos, se lee en una declaración del tribunal.
El tribunal decidirá sobre las acusaciones después de revisar más de mil documentos, en total más de catorce mil páginas. Entre estas se incluyen declaraciones de más de 350 testigos, una lista de cuarenta testigos potenciales y las ubicaciones de más de cuarenta fosas comunes no excavadas, declaró el tribunal.
Hasta la fecha no se ha fijado la fecha de inicio de los procesos, pero una vez que lo hagan se espera que el tribunal termine su trabajo en tres años. Tres camboyanos y dos jueces extranjeros verán los juicios, sin jurados.
Otros líderes importantes murieron antes de que el gobierno camboyano accediera a instalar un tribunal con participación internacional, que los expertos dicen que es necesaria para garantizar que las sentencias sean creíbles.
Los Khmer Rouge ejecutaron al menos a doscientos mil camboyanos y se calcula que murieron de hambre, enfermedades o exceso de trabajo 1.5 millones cuando Pot Pot y sus cuadros intentaron implementar en el país una revolución agraria. Pol Pot estaba empecinado en destruir rápidamente todo residuo de capitalismo. En su torcida visión de la pureza comunista, el individuo era sacrificado en pro de un poder anónimo y sigiloso que la mayoría de los camboyanos sólo conocían como Angkar -la Organización.
Muchos murieron en las cámaras de tortura de Tuol Sleng, una antigua escuela secundaria al sur de Phnom Penh donde el régimen torturó y ejecutó a más de catorce mil presuntos enemigos del estado, algunos de ellos bebés que fueron arrancados de los brazos de sus madres y aporreados hasta la muerte.
El ex alcaide de la prisión, cuyo nombre es Kang Kek Ieu, pero que es mejor conocido entre los camboyanos como Duch, es el único cabecilla de los Khmer Rouge que se encuentra tras las rejas. Fue formalizado el 31 de julio por crímenes contra la humanidad.
Duch ha informado al tribunal que no tiene dinero para pagarse un abogado, de modo que el tribunal asumirá los costes de su defensa. Ha nombrado a su abogado camboyano de toda la vida y jurista francés François Roux, que formó parte del equipo de la defensa en el juicio de Zacarias Moussaoui, que fue condenado por un tribunal norteamericano tras ser juzgado por conspiración para asesinar a ciudadanos norteamericanos en los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Cuando todavía se ocultaba hace ocho años, contó a la Far Eastern Economic Review que en su cargo hizo ejecutar a miles de prisioneros, a menudo tras recibir órdenes directas de Nuon Chea.
"Las decisiones para matar no las tomaba un solo hombre, o solamente Pot Pot, sino todo el comité central", dijo Duch a la revista. "Nuon Chea era el más importante en cuanto a los asesinatos. A Pol Pot le interesaba más la estrategia militar".
Hoy, Nuon Chea vive con su mujer de los últimos cuarenta años, custodiado por media docena de policías de paisano del ministerio del Interior. Cuando pasé por ahí hace poco, los guardias mataban el tiempo jugando al naipe y escuchando una radio portátil a la sombra de un cobertizo de bambú y hojalata.
Cerca, un oxidado letrero de metal advertía en khmer: ‘No Entre Sin Permiso'. El jefe de la guardia, Un Sok, un hombre metido en años con una camiseta de la Autoridad Nacional para el SIDA, dijo que Nuon Chea estaba demasiado enfermo como para ser entrevistado. Pero un sobrino lo localizó por teléfono para retransmitirle algunas preguntas.
El casino, que atiende a aldeanos y comerciantes tailandeses al borde de esta polvorienta aldea, consagra la codicia capitalista que los Khmer Rouge trataron de extirpar tan brutalmente. Sin embargo, el Hermano No. 2 elogió el desarrollo político y económico de la nueva Camboya. Pero "hay algunos obstáculos", dijo, sin mencionarlos.
Ha dicho a familiares cercanos que está probablemente demasiado viejo y débil como para asistir al juicio a casi 320 kilómetros de Phom Penh, pero dijo en la entrevista que comparecería cuando fuera citado. "He dicho durante mucho tiempo que si un tribunal me invita, iré y les explicaré las cosas que pasaron", dijo.
En el cercano Pailin, antiguamente un bastión de los Khmer Rouge, el ex estadista del movimiento, Khieu Samphan, estuvo más acogedor. El hombre que es a menudo llamado Hermano No. 5 vive sin guardias en una pequeña casa rectangular en una parcela.
Khieu Samphan, 76, vive con su mujer, a la que conoció cuando ella trabajaba de cocinera en un búnker en la selva en 1973, poco después de que los B-25 de la Fuerza Aérea norteamericana empezara a bombardear los santuarios de la guerrilla en Camboya. El presidente Nixon suspendió los bombardeos después de que un juez federal los declarara inconstitucionales y el Congreso rehusara financiarlos.
Se estima que las 140 mil toneladas de bombas norteamericanas que cayeron sobre Camboya en esa época causaron una destrucción y convulsión generalizadas en el campo, de modo que el gobierno de Nixon es en parte responsable de lo que ocurrió después de que los Khmer Rouge tuvieran que hacerse cargo del caos en 1975, alegó Khieu Samphan.
"Creo que para ser justos la responsabilidad debe ser compartida", dijo. Insistiendo en que él era una figura decorativa de los Khmer Rouge, sin poder efectivo, Khieu Samphan dijo que él y otros líderes hicieron lo que era necesario para salvar al país.
Pero los expertos que han analizado miles de documentos del régimen Khmer Rouge concluyeron que estaba lejos de ser un testigo inocente. Dicen que los archivos muestran que Khieu Samphan asistió a reuniones de alto nivel en las que se planificaban las purgas y no sólo sabía de las atrocidades que se estaban cometiendo, sino además alentaba a oficiales de menor rango a ejecutar a los prisioneros.
Él "estaba al corriente de las órdenes de detención, tortura y ejecución de supuestos agentes enemigos", concluyeron Stephen Heder, un experto británico en Camboya, y Brian Tittemore, un abogado estadounidense especializado en crímenes de guerra, en un informe de 2004.
"Sé, en mi fuero íntimo, que hice nada que pudiera dañar a mi país", dijo Khieu Samphan. "Me he analizado a mí mismo. Hice lo que era mi deber hacia mi país. Creo que el presente de Camboya no existiría sin los Khmer Rouge. Ahora estaríamos bajo el control de los comunistas vietnamitas".
Las palabras abren viejas heridas en Vann Nath, que fue torturado durante una semana con descargas eléctricas, con las manos esposadas a su espaldas y sus brazos amarrados fuertemente sobre sus hombros, mientras los interrogadores khmer rouge le exigían que confesara falsamente que era un espía de la CIA.
Hasta que escapó a su cautiverio cuando las tropas vietnamitas derrocaron a Pol Pot, Vann Nath pasó un año pintando retratos del déspota, oyendo los gritos de agonía de otros prisioneros que eran torturados hasta la muerte en otras celdas.
"No sé que tipo de patriota fue Khieu Samphan", dijo. "Pero sus manos están empapadas en sangre".
Pensando en la posibilidad de que la muerte lo sorprenda antes que haya justicia, dijo: "No me desilusionaría, porque ya sobreviví al régimen. No obtener justicia, no será extraño para mí".
paul.watson@latimes.com
13 de agosto de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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