animitas se niegan a desaparecer
[Karen Retamal] Una tradición popular que continúa firme en pleno siglo XXI. Un moderno decreto quiso sacarlas de las carreteras, pero la supuesta maldición que las ronda hizo imposible realizar la orden.
Una cultura que viene desde la época colonial y que se ha mantenido vigente a lo largo de todo este tiempo. Ícono local es la animita de Petronila Neira, la que aparte de haber muerto trágicamente, se ha vuelto milagrosa, según los creyentes.
Están a un lado del camino. Algunas olvidadas, otras llenas de flores, velas y agradecimientos. Son pequeñas casitas que recuerdan a un ser querido que murió de forma violenta en el lugar y que guardarían el alma de esa persona. Las animitas de las carreteras forman parte importante de la cultura religiosa nacional que se niega a morir a pesar de los adelantos urbanísticos.
"Su origen es de la época colonial. Acá, las personas que murieron en forma trágica, como por ejemplo accidentes o asesinatos, eran recordadas por sus familiares, quienes les levantaron altares como símbolos para que Dios reciba a ese fallecido", señaló Mauricio Rubilar, profesor de Historia de la Universidad Católica.
Así nació esta manifestación popular que se fue extendiendo a lo largo de todos los caminos de Chile. A partir del siglo XIX adquirió su carácter actual, que cuenta con animitas muy famosas como la de Petronila Neira. Se dice que poseen atribuciones milagrosas, porque se asimilan a la muerte trágica, violenta e injusta de Jesús.
Populares
Si bien las animitas se caracterizan por estar siempre en carreteras y caminos, en sectores más urbanizados de la ciudad también es posible encontrar estos mini santuarios. "A la orilla del tren hay hartas animitas, por el tema de que van varios atropellados. En el campo las construyen para que el alma del muerto no salga a penar. Acá debe pasar lo mismo", dijo Cristian Caballero, vecino de Talcahuano.
"En el sector centro de la ciudad no se ubican las animitas por un tema básicamente estético y de convención social, porque son de zonas mas populares. Podrían significar un quiebre con el orden establecido del lugar", agregó a su vez el docente penquista.
Visión Religiosa
La cultura de las animitas en el país es de corte religioso popular. Sin embargo, desde el punto de vista de la religión, éstas son miradas con cautela. "Lo que pasa es que las animitas generan cierta adoración por parte de las personas, ya que la muerte la ven como un sacrificio y se asimila al deceso de Jesús. Por lo que se tiende a una adoración de una persona muerta que va contra los contenidos de la fe católica, que promueve la adoración de Dios. No obstante, esta manifestación no es rechazada por la iglesia, porque la ve como una acción del sentido religioso más popular de las personas que le rinden culto a estos altares", dijo el profesor Mauricio Rubilar.
Cementerio
Si bien en la década de los ochenta se emitió un decreto que permitía la eliminación de las animitas del camino por considerarlas un elemento distractor para los conductores, éstas continúan ahí por la carga espiritual que les otorgan las personas, quienes aseguran que al mover el altar el alma del muerto pena y ocurrirían más accidentes.
"Se construye para que el espíritu del finado se quede ahí. Así que cuando se saca pasan cosas muy malas", manifestó el vecino Cristian Caballero.
Alguien que está muy ligada con el alma de las personas es la mentalista y espiritista Eva Chandía, quien indicó que cuando se saca un ánima de la carretera, lo ideal es trasladarla a un cementerio.
"Hay que llevarlas para allá porque si no el lugar donde estaba se llena de maldiciones, pues anda suelto el espíritu del muerto y éste quiere llevarse el alma de quienes pasan por el lugar", dijo la especialista en las ciencias ocultas.
Están a un lado del camino. Algunas olvidadas, otras llenas de flores, velas y agradecimientos. Son pequeñas casitas que recuerdan a un ser querido que murió de forma violenta en el lugar y que guardarían el alma de esa persona. Las animitas de las carreteras forman parte importante de la cultura religiosa nacional que se niega a morir a pesar de los adelantos urbanísticos.
"Su origen es de la época colonial. Acá, las personas que murieron en forma trágica, como por ejemplo accidentes o asesinatos, eran recordadas por sus familiares, quienes les levantaron altares como símbolos para que Dios reciba a ese fallecido", señaló Mauricio Rubilar, profesor de Historia de la Universidad Católica.
Así nació esta manifestación popular que se fue extendiendo a lo largo de todos los caminos de Chile. A partir del siglo XIX adquirió su carácter actual, que cuenta con animitas muy famosas como la de Petronila Neira. Se dice que poseen atribuciones milagrosas, porque se asimilan a la muerte trágica, violenta e injusta de Jesús.
Populares
Si bien las animitas se caracterizan por estar siempre en carreteras y caminos, en sectores más urbanizados de la ciudad también es posible encontrar estos mini santuarios. "A la orilla del tren hay hartas animitas, por el tema de que van varios atropellados. En el campo las construyen para que el alma del muerto no salga a penar. Acá debe pasar lo mismo", dijo Cristian Caballero, vecino de Talcahuano.
"En el sector centro de la ciudad no se ubican las animitas por un tema básicamente estético y de convención social, porque son de zonas mas populares. Podrían significar un quiebre con el orden establecido del lugar", agregó a su vez el docente penquista.
Visión Religiosa
La cultura de las animitas en el país es de corte religioso popular. Sin embargo, desde el punto de vista de la religión, éstas son miradas con cautela. "Lo que pasa es que las animitas generan cierta adoración por parte de las personas, ya que la muerte la ven como un sacrificio y se asimila al deceso de Jesús. Por lo que se tiende a una adoración de una persona muerta que va contra los contenidos de la fe católica, que promueve la adoración de Dios. No obstante, esta manifestación no es rechazada por la iglesia, porque la ve como una acción del sentido religioso más popular de las personas que le rinden culto a estos altares", dijo el profesor Mauricio Rubilar.
Cementerio
Si bien en la década de los ochenta se emitió un decreto que permitía la eliminación de las animitas del camino por considerarlas un elemento distractor para los conductores, éstas continúan ahí por la carga espiritual que les otorgan las personas, quienes aseguran que al mover el altar el alma del muerto pena y ocurrirían más accidentes.
"Se construye para que el espíritu del finado se quede ahí. Así que cuando se saca pasan cosas muy malas", manifestó el vecino Cristian Caballero.
Alguien que está muy ligada con el alma de las personas es la mentalista y espiritista Eva Chandía, quien indicó que cuando se saca un ánima de la carretera, lo ideal es trasladarla a un cementerio.
"Hay que llevarlas para allá porque si no el lugar donde estaba se llena de maldiciones, pues anda suelto el espíritu del muerto y éste quiere llevarse el alma de quienes pasan por el lugar", dijo la especialista en las ciencias ocultas.
18 de agosto de 2007
©crónica
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