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más niños en la guerra de iraq


[Alexandra Zavis y Garrett Therolf] A medida que los militantes reclutan más niños para colocar bombas y pelear, crece el número de estos bajo custodia militar norteamericana.
Bagdad, Iraq. Niños guerreros, en el pasado una rara presencia en los campos de batalla de Iraq, están jugando un papel cada vez más importante en secuestros, asesinatos y colocación de bombas en las calles en el país, dicen oficiales norteamericanos.
Los niños, algunos de hasta once años, ahora superan a los combatientes extranjeros en los campos de detención estadounidenses en Iraq. Desde marzo han aumentado de cien a ochocientos, dijo el general de división Douglas Stone, comandante encargado de los detenidos. El Times informó el mes pasado que había 130 combatientes no iraquíes bajo custodia norteamericana en Iraq.
Stone atribuye el aumento en el número de niños combatientes en el país en parte a la presión que ha ejercido la campaña de seguridad norteamericana sobre el flujo de combatientes extranjeros.
Menos de ellos logran ingresar al país, dijo, y el grupo militante al_Qaeda en Iraq tiene dificultades para reclutar a adultos. Por esto se ha volcado hacia los niños.
"A medida que aumentan nuestras operaciones, al_Qaeda en Iraq y otros han empezado a utilizar a más menores de edad en la lucha contra nosotros, y en el proceso hemos detenido a más jóvenes", dijo Stone.
Dijo que los niños son combatientes efectivos porque son fácilmente influenciados, no sienten temor del mismo modo que los adultos y no llaman la atención de las fuerzas norteamericanas.
Otra causa del aumento de las detenciones puede ser que las fuerzas estadounidenses están simplemente entrando en contacto con más niños debido al aumento del nivel de tropas y que las presiones económicas pueden haber empujado a algunas familias iraquíes hacia los militantes.
Stone dijo que algunos niños han contado a los interrogadores que sus padres les alentaban a hacer el trabajo sucio de los militantes porque los extremistas tienen mucho dinero.
Los insurgentes pagan normalmente a los niños entre doscientos a trescientos dólares por colocar una bomba, lo que es suficiente para mantener a una familia durante dos o tres meses, dicen sus instructores iraquíes en un centro de rehabilitación norteamericano.
Cerca del 85 por ciento de los niños detenidos son sunníes y la mayor parte de ellos viven en regiones dominadas por los árabes sunníes al oeste y norte del país. En estas comunidades de profunda miseria y convulsionadas por la violencia, los hombres con dinero e influencia son los que poseen los arsenales más grandes. Son los modelos que tienen los niños.
El aumento de los niños combatientes hará que el conflicto devenga todavía más espeluznante, dijo Peter W. Singer, un experto en niños combatientes de la Brookings Institution.
Dijo que los líderes militantes a menudo tratan a los niños como mercaderías baratas, y la paz será más difícil de alcanzar debido a que los "empresarios de la guerra" cuentan ahora con una fuerza de combate establecida y flexible en sus comunidades.
Reportajes en sitios en la red describen a niños mártires como una inspiración, y al otro lado de la división sectaria, el clérigo radical musulmán chií, Muqtada Sáder, del Ejército Mahdi, también se fanfarronea de la participación de niños.
"Esto muestra que el Ejército Mahdi es un movimiento de resistencia popular contra los invasores. Viejos y jóvenes están ahora en el mismo campo de batalla", dijo al London Daily Telegraph el jeque Ahmad Shebani, portavoz de Sáder.
Los niños han sido detenidos en una amplia gama de circunstancias, y se cree que su participación en grupos insurgentes varía grandemente.
Aunque algunos de sus presuntos delitos incluyen secuestros y asesinatos, la inmensa mayoría de ellos están detenidos por colocar bombas en las calles a cambio de dinero, dijeron las autoridades.
El aumento de jóvenes combatientes agrava la brutalidad que ya ha obligado a cerrar a muchas escuelas, dejando a los niños heridos y hambrientos, y escenas de asesinatos de padres frente a sus hijos.
Para sus captores estadounidenses, el aparente aumento de niños combatientes confunde todavía más a amigos y enemigos en el campo de batalla, y provoca una renovada revisión de las políticas de detención militar y la falta de acceso judicial de los delincuentes juveniles bajo custodia.
Para recibir el flujo de niños, y romper el lazo con los militantes, se abrió aquí un nuevo establecimiento educacional el 13 de agosto.
Está a una parada de Camp Cropper, la zona de detención norteamericana donde los niños, de once a diecisiete años, viven separados de muchos de los 24 mil insurgentes bajo custodia norteamericana en Iraq.
El nuevo centro educacional reemplaza a la escuela de una habitación de Camp Cropper y puede acomodarlos a todos, excepto a cien que no pueden asistir porque están severamente incapacitados, enfermos, o son fanáticos.
Los estudiantes, de los cuales un cuarto son analfabetos, aprenden árabe e inglés básicos, matemáticas, geografía y ciencia en aulas en tiendas con aire-acondicionado. Apodada la Casa de la Sabiduría, las aulas están rodeadas de murallas de concreto coronadas con alambre de púa.
En las clases de civismo de todos los días, los niños estudian historia iraquí y las nuevas instituciones de gobierno. Un equipo de psiquiatras proporciona orientación. La biblioteca tendrá cuatro mil libros y ya tiene libros de texto en inglés, manuales de informática y una serie de las novelas de Harry Potter traducidas al árabe.
"Nos dimos cuenta pronto", dijo Stone durante una entrevista en el nuevo local, "que la mayoría de estos jóvenes son no solamente víctimas de al_Qaeda en Iraq, sino también de su propio analfabetismo. Como no saben leer ni escribir, tampoco pueden encontrar trabajo, y los jóvenes desempleados son también jóvenes enrabiados, susceptibles ante los astutos argumentos de los extremistas".
En la sala A5, un periodista del Times fue admitido para que observara a los niños, pero sin dejarle que hiciera preguntas. Un maestro iraquí con pantalones caquis y gafas de sol encaramadas en su gorra de béisbol dirigía una lección sobre de árabe para unos treinta niños.
"¿Quién quiere leer?", preguntó. Algunos alzaron sus manos.
El maestro escogió a un niño de la fila de atrás con su pelo alisado hacia atrás y le pidió que eligiera una historia.
El niño hojeó cuidadosamente el libro, quedándose finalmente con una historia sobre un narrador que encuentra a un gato encerrado y maltratado y decide alimentarlo, darle de beber y soltarlo.
"Gira sobre la libertad", dijo el niño.
Los niños estaban en una sala decorada con sus dibujos de tiza de casas, flores y palmeras. Una bandera iraquí estaba pegada a un tabique de madera contrachapeada, y una pila de esteras para orar estaba pulcramente colocada sobre una silla de plástico blanca.
El edificio extiende los esfuerzos de rehabilitación en campos de detención previos para los niños de la cárcel de Abu Ghraib en Bagdad, donde la Cruz Roja se quejó de que los niños sufrían tratos injustamente severos, y de Camp Iguana de Bahía Guantánamo, Cuba, donde sólo niños menores de dieciséis son separados de los adultos. Abu Ghraib fue entregada posteriormente al gobierno iraquí, y los detenidos fueron trasladados a Camp Cropper.
"Fundando este tipo de establecimiento", dijo Singer, "deja en claro al pueblo americano y al mundo que no estamos hacienda nada malo contra estos niños... Pero decir a estos detenidos que los vamos a tratar bien y que leerán Harry Potter no encuentra eco en alguien que dice: ‘Quiero morir matándote'".
Algunos de los niños escriben el nombre de un líder militante en sus uniformes de internos, diciendo a los gendarmes que es el nombre de un familiar o de alguien querido, dijo Kareem, un iraquí-estadounidense que actúa como orientador de los niños y que pidió que no mencionáramos su nombre.
Los detenidos adultos tratan de instigar a los menores escribiéndoles notas que lanzan con piedras sobre las murallas contra sus dormitorios o llamándolos. Les dicen que los maestros y gendarmes son infieles que están tratando de convertirlos al cristianismo, dijo Kareem.
Los choques entre sectas provocan la segregación entre los detenidos chiíes y sunníes en los dormitorios, pero todavía estudian, juegan y comen juntos.
En diciembre, los gendarmes de Camp Cropper sofocaron un motín cuando unos 240 niños arrancaron los inodoros del suelo y lanzaron piedras y pedazos de cemento, dijo el teniente primero Rob Glenn, el administrador de la educación de los jóvenes.
Stone reconoció que los niños detenidos en Camp Cropper incluyen un creciente número de extremistas islámicos fanáticos, y dijo que le preocupaba que pudieran influir sobre los jóvenes, algunos de los cuales dicen que cometieron sus presuntos crímenes bajo coerción.
El mes pasado, por ejemplo, los soldados pararon a un niño de trece años que llevaba una bomba casera en su bicicleta. El niño contó a los interrogadores que militantes de al_Qaeda en Iraq habían secuestrado a su madre y hermana y obligado a hacer el trabajo sucio, dijo el coronel Paul Funk, comandante de la Primera Brigada del Ejército, de la Primera División de Caballería.
En esos casos, los militares a menudo preguntan al líder tribal del niños si acaso cree que ha sido obligado y si el líder asumirá la responsabilidad de sus acciones futuras. En este caso, el jeque dijo que el niño era un delincuente, así que lo detuvimos, dijo Funk.
Hicham Hassan, portavoz de la Cruz Roja y supervisor de los centros de detención estadounidenses, dijo que su agencia había presentado una queja formal a los militares a propósito de la denegación de acceso a un abogado y a tribunales. Los militares mantienen a los niños hasta un año antes de liberarlos o de transferirlos al sistema judicial iraquí para que sean juzgados.
El uso de niños de parte de los militantes tiene algunos precedentes en el régimen de Saddam Hussein, que utilizó la organización Ashbal Saddam -los Cachorros de León de Saddam- como una fuerza paramilitar de niños de entre diez y quince años que nutría a las unidades de feyadines dirigidas por su hijo Uday.
Los restos de los fedayines conforman una de las fuerzas insurgentes que están peleando hoy, y en el menos tres ciudades iraquíes, los niños también atacaron a las tropas norteamericanas durante la invasión de 2003.
Stone cree que del mismo modo que los niños pueden ser formados para convertirse en militantes, pueden ser rehabilitados. El general de división, que es cristiano, les lee del Corán todos los días para ayudarse en sus intentos de dar a los niños las herramientas para poner en duda su adoctrinamiento militante.
Algunos signos indican que si se aísla a los niños de los extremistas, se pueden hacer algunos progresos.
Dibujos tempranos de algunos de los niños mostraban imágenes de hombres enmascarados derrotando a los soldados iraquíes. En dibujos posteriores, los perdedores eran los hombres enmascarados.

zavis@latimes.com
garrett.therolf@latimes.com

Mohammed Rasheed contribuyó a este reportaje.

27 de agosto de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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