cheyre, torturador devoto
[Edgar González Ruiz] Chile. Cheyre: con Dios y con Pinochet.
Juan Emilio Cheyre, ex colaborador de Pinochet y ex jefe del ejército chileno, es uno de los más fervientes apóstoles de la llamada ‘evangelización del ejército'. Su pasado de torturador contrasta con sus piadosos exhortos de hoy en día y con su falsa actitud de partidario de la democracia.
"Es muy difícil concebir a la profesión militar en Occidente, y especialmente en América Latina y en nuestro país, desligada de su vínculo casi natural con la fe en Cristo Jesús y en su Madre, la Santísima Virgen María, quien es, además, la Patrona y Generala de las FF.AA. de Chile, venerada bajo la advocación de Virgen del Carmen"
Esto señaló el general chileno Juan Emilio Cheyre, quien era entonces comandante en jefe del Ejército, en una ponencia publicada en agosto de 2004 en la revista Servicio, de la Conferencia Episcopal de Chile.
Por las mismas fechas, al cumplirse el aniversario del nombramiento de Pinochet como comandante en jefe del ejército, se celebró una misa en la que "se rezó por él" y se reconocieron sus logros. Pinochet, según la asombrosa declaración oficial de Cheyre, merecía homenajes porque dirigió un "ejército victorioso que logró la paz".
Militar acusado de crímenes a la vez que político oportunista y ferviente católico, Cheyre inició su carrera militar en la época de Pinochet, hasta convertirse 30 años después en un supuesto reformador del ejército chileno, que se dignó aceptar que la dictadura cometió excesos, pero sin condenar al principal responsable de ellos.
A pesar de sus actitudes hipócritas de supuesto partidario de la democratización y de sus declaraciones santurronas, existen denuncias sobre la participación de Cheyre en graves violaciones a los derechos humanos, que el militar ha esquivado con el apoyo de los gobernantes en turno, incluyendo a Michele Bachelet.
Hay quien se deja deslumbrar por algunos rasgos del currículo de Cheyre, porque tiene una maestría en Ciencias Políticas y un doctorado en la Universidad Complutense de España; se le menciona como un "intelectual" en el Ejército, domina el ingles y francés, y es experto en esgrima, natación, esquí y paracaidismo militar.
Pero la historia registra otros casos de criminales de guerra que no por ello dejan de tener cierta educación y méritos académicos.
Cheyre ingresó a la Escuela Militar en 1963 y, entre 1977 y 1979, fue alumno de la Academia de Guerra del Ejército. Egresó como oficial del Estado Mayor. Fue, además, profesor de la Academia de Guerra en Historia Militar y Táctica y Operaciones. Posee, también,
En 1981, Cheyre fue enviado a Sudáfrica a proseguir estudios. Sudáfrica vivía el apartheid y la brutal represión a la población negra. Las relaciones con Chile eran óptimas y la nación africana facilitaba a oficiales chilenos y agentes de servicios represivos, preparación y cobertura para actividades secretas. No pocos agentes de la DINA y CNI se "especializaron" allá. (www.memoriaviva.com/culpables/criminales%20c/cheyre_juan_emilio.htm).
En 1987, Pinochet lo designó intendente de Atacama. También estuvo al mando de unidades militares como los regimientos de Rancagua y Copiapó. Además, de director de la Academia de Guerra y comandante del Comando de Institutos Militares.
En la década de los 90, Cheyre fue agregado militar en España y en diciembre de 2000 pasó al Estado Mayor. Permaneció en Londres durante el juicio a Pinochet, asumiendo "el control de permanente monitoreo de la salud de Pinochet". De 2002 a 2006 fue comandante en jefe del ejército chileno.
Cheyre proviene de una familia militar, pues su padre fue el general Emilio Cheyre Toutin, quien se desempeñó como director de la Escuela Militar, y de Inteligencia.
Está casado con María Isabel Forestier, hija del general retirado y ex vice comandante en jefe y ex ministro de Defensa de Pinochet, Carlos Forestier Haensgen. Forestier fue responsable del campo de prisioneros de Pisagua y ha sido acusado de violaciones a los derechos humanos, concretamente de fusilamientos y desapariciones, además de otros actos represivos. Además, ha sido socio de Manuel Contreras Sepúlveda -el ex director de la DINA- en una empresa de seguridad.
Cheyre es hijo de la dictadura de Pinochet, a quien apoyó en el plebiscito de 1988 en los siguientes términos: "El triunfo del SI (es decir, de la continuidad de Pinochet en el poder) debiera ser una constante en todos los sectores. (...) Una victoria del NO es una hipótesis no factible. Los chilenos no somos locos".
Más aún, se han formulado contra él graves acusaciones de violaciones a los derechos humanos, en actos represivos y su participación en tareas de exhumación de víctimas, en 1978.
En 1985, Cheyre se negó a entregarle a un juez la lista de oficiales sospechosos del asesinato de Paulina Aguirre Tobar (del MIR). También se le menciona en relación con la muerte de dos menores en 1973, en Coquimbo.
El 26 de diciembre del 99, el ex oficial de ejército Pedro Rodríguez Bustos, inculpó a Cheyre, como uno de los oficiales que remataron a 15 presos, luego del golpe militar, que fueron sacados de la cárcel de La Serena, y cuyos restos fueron trasladados en un camión del regimiento hasta el cementerio municipal, donde fueron inhumados en la fosa común y tapados con cal.
Es muy probable la complicidad de Cheyre en atrocidades como el asesinato de Bernardo Lederman Konoyoica (argentino) y María del Rosario Avalos Castañeda (mexicana), a quien un informante acusó de portar armas y explosivos con los que pretendían abandonar el país. El matrimonio se encontraba en la ciudad de Vicuña y fueron ejecutados por oficiales del regimiento Arica, al mando del capitán Polanco. Ante la opinión pública se manejó la versión de que se habían suicidado, pero los hechos fuero del conocimiento del comandante del regimiento, Ariosto Lapostol, cuyo ayudante era el teniente Juan Emilio Cheyre.
Otra acusación contra Cheyre se refiere al asesinato de dos niños en la IV Región, de 8 y 9 años de edad respectivamente, en diciembre de 1973. Los menores fueron fusilados por una patrulla militar que custodiaba unos gaseoductos en una población del sector La Herradura, habitada por funcionarios de Impuestos Internos.
Asimismo, Cheyre colaboró en imponer condenas abusivas a disidentes que finalmente fueron asesinados por los militares. "Cuatro días antes de ser asesinado en la cancha de tiro del regimiento Arica, el 12 de octubre de 1973 un Consejo de Guerra dictó una sentencia de 20 años de presidio en contra del secretario regional de la Central Única de Trabajadores y militante del MAPU, Carlos Alcayaga Varela, acusado de guardar material explosivo en su casa de Vicuña. El Consejo lo presidió el comandante Ariosto Lapostol, y lo integraron además el comandante Oscar Arraigada, el mayor Tomás Manríquez, el capitán Mario Vargas Maguiles, el teniente Juan Emilio Cheyre Espinoza, y los auditores Francisco Alvarez y Florencio Bonilla". (Jorge Escalante Hidalgo ‘La misión era matar. El juicio a la Caravana Pinochet-Arellano', Editorial LOM, 2000).
Luego del nombramiento de Cheyre como jefe del Ejército, la revista Punto Final publicó un testimonio de una de sus víctimas de 1973:
"6/X/1973 a la hora de almuerzo llegó usted, sr. Cheyre, acompañado de Polanco, Ojeda, más un piquete de soldados. Destruyeron la puerta y todo lo que había a su paso, enseres de casa; con yataganes rompieron el living, los libros de mi pequeña biblioteca fueron quemados, el patio se llenó de hoyos ¿Qué buscaban usted y los suyos? ¡Armas!
No las encontró y su odio llegó al paroxismo: los golpes arreciaron para mi esposo y yo. Sus insultos de "maraca", "puta", "concha de tu madre", aún resuenan en mis oídos, como el llanto aterrorizado de mis pequeños hijos.
Atada de manos con la vista vendada fui llevada al Regimiento Arica. Su comandante: Ariosto Lapostol Orrego. Fui arrojada a una celda de castigo de donde era sacada para ir a las sesiones de tortura. Otras mujeres también sufrieron violaciones, golpes, aplicación de electricidad en dedos de manos, pies, pezones, vagina. Sin alimentos y agua bebía la que se acumulaba en los rincones con orina y restos de fecas.
Usted dio orden para que se me fusilara en vista que no delataba a nadie y de armas nada sabía. El falso fusilamiento se efectuó. Esposada, con la vista vendada se me trasladaba a la cárcel de mujeres, cuando alguien dio la orden de detenernos, "suelten sus manos -dijo- y ustedes atrás", acarició mi rostro, tomó una de mis manos y en ella colocó un mensaje. Dijo: señora yo no he participado en esto, los nombres escritos ahí no los olvide nunca: Juan Emilio Cheyre, Polanco, Ojeda, Osvaldo Pinchetti (alias el Profesor Destino). Usted ha sido torturada un mes.
En Buen Pastor (cárcel) fui recluida durante un mes en celda de castigo. Esta me parecía lujosa pues contaba con cama, lavamanos y bacinica. Los soldados venían a buscarme para los interrogatorios y tortura siempre con la vista vendada.
Al levantárseme la incomunicación me encontré con mis hijas pequeñas Natacha de 1 año 9 meses; Yelena, 3 años 6 meses, ellas compartieron mi reclusión durante tres años.
Sr. Cheyre: ¿estos nombres no le sugieren nada: Vásquez, Matamala, Rodríguez (padre e hijo), Santoni, Lederman (matrimonio argentino-mexicano), Bernardo Cortez, estudiante de la U. de Chile, Daniel Acuña Sepúlveda. Su casa de la parcela fue destruida por usted y sus sicarios, su hijo salvó por milagro; él estaba viejo, enfermo; atado a su cama fue dinamitado. Me acuso de haber recogido los restos de él esparcidos por suelo y murallas.
El dictador Pinochet hizo muy bien al premiarlo con una estadía en Europa. Usted había hecho su trabajo a cabalidad.
Sr. Cheyre: "Gracias"
El expediente criminal de Cheyre es extenso, pues incluye los raptos y torturas de jóvenes socialistas y comunistas a fines de los 80, cuando él era teniente coronel y Jefe de Plaza e Intendente de la III Región.
El entonces, teniente coronel Juan Emilio Cheyre, señaló por esos días que los detenidos "estaban premunidos con elementos explosivos, cadenas, miguelitos y gran cantidad de material subversivo, dirigido a alterar el orden y la tranquilidad en el desarrollo del plebiscito, que obedece a una planificación destinada a producir un levantamiento poblacional".
Más aún, Cheyre ocultó las detenciones incluso ante el Obispo local, Fernando Ariztía, y dictó la orden de aprehensión sólo días después de que los jóvenes estaban siendo torturados, en momentos en que él asumía todas las responsabilidades de la zona por encontrarse el país en período electoral. Finalmente, todos los detenidos fueron dejados en libertad por falta de méritos.
El profesor Walter Araya, uno de los torturados, ya conocía a Cheyre, pues en abril del 88 se había entrevistado con él tras las protestas lideradas por los estudiantes durante la visita de Pinochet a la ciudad en abril de 1988. De ese hecho recuerda con claridad la actitud del militar: "El tipo se echó para atrás, con los pies arriba del escritorio de la Intendencia, para conversar con nosotros como dirigentes estudiantiles, demostrando todo su desprecio hacia las personas y las instituciones. Su prepotencia nos dejó muy en claro su conformación fascista. Es un verdadero fascista.
Después, el 11 de septiembre, hicimos una marcha como homenaje a los asesinados por la Caravana de la Muerte en Copiapó, la que fue reprimida con ferocidad por orden del mismo Intendente. Y finalmente, un día antes del plebiscito, comenzaron los secuestros. El 4 cae el primero, que fue fuertemente torturado, y luego comienzan a ser detenidos todos los integrantes del Comité Regional y Local de las Juventudes Comunistas. A mi casa llegan a buscarme el viernes 7, por la noche…"
En 1991, Cheyre decía amenazante que "cada una de las ofensas que se intenta hacer al general Pinochet constituye una ofensa al ejército" (Punto Final. Edición 515).
Una década después, adoptaría una pose hipócrita de militar de mentalidad abierta y progresista, amigo de la democracia y hasta de los derechos humanos. Hasta algunos le considerarán un crítico de la dictadura, pero en realidad nunca rompió su afinidad con personajes como Pinochet.
A la muerte de este, el 10 de diciembre del 2006, Cheyre hizo llegar sus condolencias a la institución castrense y también a la familia, a través de su padre confesor.
En conversación con Radio Cooperativa, el ex comandante en jefe del Ejército agregó que "es un momento en que debemos tener respeto por la persona y por su familia".
Días antes, había acudido al Hospital Militar a visitar a su amigo Pinochet, ocasión en que fue abucheado por un grupo de histéricas pinochetistas, quienes le gritaron "ladrón, vendido", a la vez que arrojaron monedas sobre su auto.
Ciertamente, a los partidarios más duros del dictador, Cheyre debe haberles parecido un traidor y un colaboracionista, siendo en realidad un personaje sin escrúpulos morales, orientado a su propio beneficio, además de un hipócrita consumado.
Prueba de ello es el contraste que existe entre los dramáticos relatos de las víctimas de Cheyre, arriba citados, y los pronunciamientos religiosos del personaje, quien en la ponencia mencionada al principio de este relato implora: "Créanme que la fe ha sido muy necesaria para desempeñar mi cargo".
La ponencia, titulada ‘Fe y compromiso en el servicio público en un Chile multicultural', fue presentada en el encuentro ‘Consensos de fe y diferencias políticas en un Chile multicultural', organizado por la Comisión Nacional de Laicos de la Conferencia Episcopal de Chile, en conjunto con el Área de Laicado del Arzobispado de Santiago, se realizó el 12 de junio de 2004 en Santiago de Chile.
Plantea el célebre torturador que en el Ejército de Chile "la fe religiosa, los valores morales y la adhesión a principios éticos son elementos espirituales altamente apreciados por todo su personal".
Recuerda el jefe castrense que, desde el inicio hasta el término de la carrera militar –y en las honras fúnebres al morir– la vida militar está signada con la presencia, auxilio y fortaleza que brinda la fe cristiana. "Dios está presente desde la bendición de las armas en las escuelas matrices de oficiales y suboficiales, hasta el Juramento a la Bandera que todos debemos prestar. Nuestros capellanes recorren las unidades y reparticiones velando por la salud espiritual de los hombres y mujeres de la institución, sus familias y las personas que prestan servicio doméstico en sus casas. A toda esta gran familia se extiende la jurisdicción del Obispado Castrense de Chile, el primero en América en ser establecido, en 1910, mediante un Concordato entre Chile y la Santa Sede".
Según Cheyre, "Mandar lo he considerado –y así se nos inculca– un privilegio y un deber. Darse a los demás en el servicio diario. Preocuparse por todos y por todo. Ser un instrumento de los que obedecen", señala.
Y agrega: "Pero declararse católico observante no es fácil para quienes ocupamos cargos públicos. Nos obliga y condiciona permanentemente nuestro actuar, incluso si éste significa la incomprensión de compañeros de armas o de importantes sectores de la sociedad. ¿Cómo imitar a Cristo Jesús –la gran tarea de todo cristiano– si estamos disponibles para la mentira o para la supervivencia del odio? De ahí que una de mis primeras intervenciones al asumir fuese una concerniente a la Verdad: ¡La verdad, aunque duela, siempre la verdad; porque libera y trae paz a los espíritus!"
"Es muy difícil concebir a la profesión militar en Occidente, y especialmente en América Latina y en nuestro país, desligada de su vínculo casi natural con la fe en Cristo Jesús y en su Madre, la Santísima Virgen María, quien es, además, la Patrona y Generala de las FF.AA. de Chile, venerada bajo la advocación de Virgen del Carmen"
Esto señaló el general chileno Juan Emilio Cheyre, quien era entonces comandante en jefe del Ejército, en una ponencia publicada en agosto de 2004 en la revista Servicio, de la Conferencia Episcopal de Chile.
Por las mismas fechas, al cumplirse el aniversario del nombramiento de Pinochet como comandante en jefe del ejército, se celebró una misa en la que "se rezó por él" y se reconocieron sus logros. Pinochet, según la asombrosa declaración oficial de Cheyre, merecía homenajes porque dirigió un "ejército victorioso que logró la paz".
Militar acusado de crímenes a la vez que político oportunista y ferviente católico, Cheyre inició su carrera militar en la época de Pinochet, hasta convertirse 30 años después en un supuesto reformador del ejército chileno, que se dignó aceptar que la dictadura cometió excesos, pero sin condenar al principal responsable de ellos.
A pesar de sus actitudes hipócritas de supuesto partidario de la democratización y de sus declaraciones santurronas, existen denuncias sobre la participación de Cheyre en graves violaciones a los derechos humanos, que el militar ha esquivado con el apoyo de los gobernantes en turno, incluyendo a Michele Bachelet.
Hay quien se deja deslumbrar por algunos rasgos del currículo de Cheyre, porque tiene una maestría en Ciencias Políticas y un doctorado en la Universidad Complutense de España; se le menciona como un "intelectual" en el Ejército, domina el ingles y francés, y es experto en esgrima, natación, esquí y paracaidismo militar.
Pero la historia registra otros casos de criminales de guerra que no por ello dejan de tener cierta educación y méritos académicos.
Cheyre ingresó a la Escuela Militar en 1963 y, entre 1977 y 1979, fue alumno de la Academia de Guerra del Ejército. Egresó como oficial del Estado Mayor. Fue, además, profesor de la Academia de Guerra en Historia Militar y Táctica y Operaciones. Posee, también,
En 1981, Cheyre fue enviado a Sudáfrica a proseguir estudios. Sudáfrica vivía el apartheid y la brutal represión a la población negra. Las relaciones con Chile eran óptimas y la nación africana facilitaba a oficiales chilenos y agentes de servicios represivos, preparación y cobertura para actividades secretas. No pocos agentes de la DINA y CNI se "especializaron" allá. (www.memoriaviva.com/culpables/criminales%20c/cheyre_juan_emilio.htm).
En 1987, Pinochet lo designó intendente de Atacama. También estuvo al mando de unidades militares como los regimientos de Rancagua y Copiapó. Además, de director de la Academia de Guerra y comandante del Comando de Institutos Militares.
En la década de los 90, Cheyre fue agregado militar en España y en diciembre de 2000 pasó al Estado Mayor. Permaneció en Londres durante el juicio a Pinochet, asumiendo "el control de permanente monitoreo de la salud de Pinochet". De 2002 a 2006 fue comandante en jefe del ejército chileno.
Cheyre proviene de una familia militar, pues su padre fue el general Emilio Cheyre Toutin, quien se desempeñó como director de la Escuela Militar, y de Inteligencia.
Está casado con María Isabel Forestier, hija del general retirado y ex vice comandante en jefe y ex ministro de Defensa de Pinochet, Carlos Forestier Haensgen. Forestier fue responsable del campo de prisioneros de Pisagua y ha sido acusado de violaciones a los derechos humanos, concretamente de fusilamientos y desapariciones, además de otros actos represivos. Además, ha sido socio de Manuel Contreras Sepúlveda -el ex director de la DINA- en una empresa de seguridad.
Cheyre es hijo de la dictadura de Pinochet, a quien apoyó en el plebiscito de 1988 en los siguientes términos: "El triunfo del SI (es decir, de la continuidad de Pinochet en el poder) debiera ser una constante en todos los sectores. (...) Una victoria del NO es una hipótesis no factible. Los chilenos no somos locos".
Más aún, se han formulado contra él graves acusaciones de violaciones a los derechos humanos, en actos represivos y su participación en tareas de exhumación de víctimas, en 1978.
En 1985, Cheyre se negó a entregarle a un juez la lista de oficiales sospechosos del asesinato de Paulina Aguirre Tobar (del MIR). También se le menciona en relación con la muerte de dos menores en 1973, en Coquimbo.
El 26 de diciembre del 99, el ex oficial de ejército Pedro Rodríguez Bustos, inculpó a Cheyre, como uno de los oficiales que remataron a 15 presos, luego del golpe militar, que fueron sacados de la cárcel de La Serena, y cuyos restos fueron trasladados en un camión del regimiento hasta el cementerio municipal, donde fueron inhumados en la fosa común y tapados con cal.
Es muy probable la complicidad de Cheyre en atrocidades como el asesinato de Bernardo Lederman Konoyoica (argentino) y María del Rosario Avalos Castañeda (mexicana), a quien un informante acusó de portar armas y explosivos con los que pretendían abandonar el país. El matrimonio se encontraba en la ciudad de Vicuña y fueron ejecutados por oficiales del regimiento Arica, al mando del capitán Polanco. Ante la opinión pública se manejó la versión de que se habían suicidado, pero los hechos fuero del conocimiento del comandante del regimiento, Ariosto Lapostol, cuyo ayudante era el teniente Juan Emilio Cheyre.
Otra acusación contra Cheyre se refiere al asesinato de dos niños en la IV Región, de 8 y 9 años de edad respectivamente, en diciembre de 1973. Los menores fueron fusilados por una patrulla militar que custodiaba unos gaseoductos en una población del sector La Herradura, habitada por funcionarios de Impuestos Internos.
Asimismo, Cheyre colaboró en imponer condenas abusivas a disidentes que finalmente fueron asesinados por los militares. "Cuatro días antes de ser asesinado en la cancha de tiro del regimiento Arica, el 12 de octubre de 1973 un Consejo de Guerra dictó una sentencia de 20 años de presidio en contra del secretario regional de la Central Única de Trabajadores y militante del MAPU, Carlos Alcayaga Varela, acusado de guardar material explosivo en su casa de Vicuña. El Consejo lo presidió el comandante Ariosto Lapostol, y lo integraron además el comandante Oscar Arraigada, el mayor Tomás Manríquez, el capitán Mario Vargas Maguiles, el teniente Juan Emilio Cheyre Espinoza, y los auditores Francisco Alvarez y Florencio Bonilla". (Jorge Escalante Hidalgo ‘La misión era matar. El juicio a la Caravana Pinochet-Arellano', Editorial LOM, 2000).
Luego del nombramiento de Cheyre como jefe del Ejército, la revista Punto Final publicó un testimonio de una de sus víctimas de 1973:
"6/X/1973 a la hora de almuerzo llegó usted, sr. Cheyre, acompañado de Polanco, Ojeda, más un piquete de soldados. Destruyeron la puerta y todo lo que había a su paso, enseres de casa; con yataganes rompieron el living, los libros de mi pequeña biblioteca fueron quemados, el patio se llenó de hoyos ¿Qué buscaban usted y los suyos? ¡Armas!
No las encontró y su odio llegó al paroxismo: los golpes arreciaron para mi esposo y yo. Sus insultos de "maraca", "puta", "concha de tu madre", aún resuenan en mis oídos, como el llanto aterrorizado de mis pequeños hijos.
Atada de manos con la vista vendada fui llevada al Regimiento Arica. Su comandante: Ariosto Lapostol Orrego. Fui arrojada a una celda de castigo de donde era sacada para ir a las sesiones de tortura. Otras mujeres también sufrieron violaciones, golpes, aplicación de electricidad en dedos de manos, pies, pezones, vagina. Sin alimentos y agua bebía la que se acumulaba en los rincones con orina y restos de fecas.
Usted dio orden para que se me fusilara en vista que no delataba a nadie y de armas nada sabía. El falso fusilamiento se efectuó. Esposada, con la vista vendada se me trasladaba a la cárcel de mujeres, cuando alguien dio la orden de detenernos, "suelten sus manos -dijo- y ustedes atrás", acarició mi rostro, tomó una de mis manos y en ella colocó un mensaje. Dijo: señora yo no he participado en esto, los nombres escritos ahí no los olvide nunca: Juan Emilio Cheyre, Polanco, Ojeda, Osvaldo Pinchetti (alias el Profesor Destino). Usted ha sido torturada un mes.
En Buen Pastor (cárcel) fui recluida durante un mes en celda de castigo. Esta me parecía lujosa pues contaba con cama, lavamanos y bacinica. Los soldados venían a buscarme para los interrogatorios y tortura siempre con la vista vendada.
Al levantárseme la incomunicación me encontré con mis hijas pequeñas Natacha de 1 año 9 meses; Yelena, 3 años 6 meses, ellas compartieron mi reclusión durante tres años.
Sr. Cheyre: ¿estos nombres no le sugieren nada: Vásquez, Matamala, Rodríguez (padre e hijo), Santoni, Lederman (matrimonio argentino-mexicano), Bernardo Cortez, estudiante de la U. de Chile, Daniel Acuña Sepúlveda. Su casa de la parcela fue destruida por usted y sus sicarios, su hijo salvó por milagro; él estaba viejo, enfermo; atado a su cama fue dinamitado. Me acuso de haber recogido los restos de él esparcidos por suelo y murallas.
El dictador Pinochet hizo muy bien al premiarlo con una estadía en Europa. Usted había hecho su trabajo a cabalidad.
Sr. Cheyre: "Gracias"
El expediente criminal de Cheyre es extenso, pues incluye los raptos y torturas de jóvenes socialistas y comunistas a fines de los 80, cuando él era teniente coronel y Jefe de Plaza e Intendente de la III Región.
El entonces, teniente coronel Juan Emilio Cheyre, señaló por esos días que los detenidos "estaban premunidos con elementos explosivos, cadenas, miguelitos y gran cantidad de material subversivo, dirigido a alterar el orden y la tranquilidad en el desarrollo del plebiscito, que obedece a una planificación destinada a producir un levantamiento poblacional".
Más aún, Cheyre ocultó las detenciones incluso ante el Obispo local, Fernando Ariztía, y dictó la orden de aprehensión sólo días después de que los jóvenes estaban siendo torturados, en momentos en que él asumía todas las responsabilidades de la zona por encontrarse el país en período electoral. Finalmente, todos los detenidos fueron dejados en libertad por falta de méritos.
El profesor Walter Araya, uno de los torturados, ya conocía a Cheyre, pues en abril del 88 se había entrevistado con él tras las protestas lideradas por los estudiantes durante la visita de Pinochet a la ciudad en abril de 1988. De ese hecho recuerda con claridad la actitud del militar: "El tipo se echó para atrás, con los pies arriba del escritorio de la Intendencia, para conversar con nosotros como dirigentes estudiantiles, demostrando todo su desprecio hacia las personas y las instituciones. Su prepotencia nos dejó muy en claro su conformación fascista. Es un verdadero fascista.
Después, el 11 de septiembre, hicimos una marcha como homenaje a los asesinados por la Caravana de la Muerte en Copiapó, la que fue reprimida con ferocidad por orden del mismo Intendente. Y finalmente, un día antes del plebiscito, comenzaron los secuestros. El 4 cae el primero, que fue fuertemente torturado, y luego comienzan a ser detenidos todos los integrantes del Comité Regional y Local de las Juventudes Comunistas. A mi casa llegan a buscarme el viernes 7, por la noche…"
En 1991, Cheyre decía amenazante que "cada una de las ofensas que se intenta hacer al general Pinochet constituye una ofensa al ejército" (Punto Final. Edición 515).
Una década después, adoptaría una pose hipócrita de militar de mentalidad abierta y progresista, amigo de la democracia y hasta de los derechos humanos. Hasta algunos le considerarán un crítico de la dictadura, pero en realidad nunca rompió su afinidad con personajes como Pinochet.
A la muerte de este, el 10 de diciembre del 2006, Cheyre hizo llegar sus condolencias a la institución castrense y también a la familia, a través de su padre confesor.
En conversación con Radio Cooperativa, el ex comandante en jefe del Ejército agregó que "es un momento en que debemos tener respeto por la persona y por su familia".
Días antes, había acudido al Hospital Militar a visitar a su amigo Pinochet, ocasión en que fue abucheado por un grupo de histéricas pinochetistas, quienes le gritaron "ladrón, vendido", a la vez que arrojaron monedas sobre su auto.
Ciertamente, a los partidarios más duros del dictador, Cheyre debe haberles parecido un traidor y un colaboracionista, siendo en realidad un personaje sin escrúpulos morales, orientado a su propio beneficio, además de un hipócrita consumado.
Prueba de ello es el contraste que existe entre los dramáticos relatos de las víctimas de Cheyre, arriba citados, y los pronunciamientos religiosos del personaje, quien en la ponencia mencionada al principio de este relato implora: "Créanme que la fe ha sido muy necesaria para desempeñar mi cargo".
La ponencia, titulada ‘Fe y compromiso en el servicio público en un Chile multicultural', fue presentada en el encuentro ‘Consensos de fe y diferencias políticas en un Chile multicultural', organizado por la Comisión Nacional de Laicos de la Conferencia Episcopal de Chile, en conjunto con el Área de Laicado del Arzobispado de Santiago, se realizó el 12 de junio de 2004 en Santiago de Chile.
Plantea el célebre torturador que en el Ejército de Chile "la fe religiosa, los valores morales y la adhesión a principios éticos son elementos espirituales altamente apreciados por todo su personal".
Recuerda el jefe castrense que, desde el inicio hasta el término de la carrera militar –y en las honras fúnebres al morir– la vida militar está signada con la presencia, auxilio y fortaleza que brinda la fe cristiana. "Dios está presente desde la bendición de las armas en las escuelas matrices de oficiales y suboficiales, hasta el Juramento a la Bandera que todos debemos prestar. Nuestros capellanes recorren las unidades y reparticiones velando por la salud espiritual de los hombres y mujeres de la institución, sus familias y las personas que prestan servicio doméstico en sus casas. A toda esta gran familia se extiende la jurisdicción del Obispado Castrense de Chile, el primero en América en ser establecido, en 1910, mediante un Concordato entre Chile y la Santa Sede".
Según Cheyre, "Mandar lo he considerado –y así se nos inculca– un privilegio y un deber. Darse a los demás en el servicio diario. Preocuparse por todos y por todo. Ser un instrumento de los que obedecen", señala.
Y agrega: "Pero declararse católico observante no es fácil para quienes ocupamos cargos públicos. Nos obliga y condiciona permanentemente nuestro actuar, incluso si éste significa la incomprensión de compañeros de armas o de importantes sectores de la sociedad. ¿Cómo imitar a Cristo Jesús –la gran tarea de todo cristiano– si estamos disponibles para la mentira o para la supervivencia del odio? De ahí que una de mis primeras intervenciones al asumir fuese una concerniente a la Verdad: ¡La verdad, aunque duela, siempre la verdad; porque libera y trae paz a los espíritus!"
8 de septiembre de 2007
14 de agosto de 2007
©kaos en la red
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Leonardo Stumpff -