Blogia
mQh

obligados a matar por cuotas


[Ned Parker] Miembros de una unidad del ejército norteamericano en Iraq dicen que fueron presionados por sus superiores para producir más muertes.
Bagdad, Iraq. Ahí estaban finalmente, curtidos soldados de combate, con orden de arraigo en una base militar lejos de los palmares, canales y esteros donde merodeaban antes.
Pero al menos por un instante esta semana, fueron todavía los Demonios Pintados, la unidad de elite de francotiradores que infundían miedo en el llamado Triángulo de la Muerte al sur de Bagdad. Eso no se los podían quitar: no disolviéndolos, como había hecho el ejército, y ni siquiera con los juicios por homicidio de tres de sus miembros en el Campamento de la Victoria.
Rodearon al sargento Evan Vela, cuya vista preliminar por cargos de homicidio empezó el domingo en la mañana. Vela, un corpulento hombre de 23 años, los abrazó calurosamente, sonriendo y riendo. No se parecía en nada al hombre que se había quebrado en el estrado de los testigos algunos antes, en el juicio de otro francotirador. Entonces había dicho con una voz apenas audible que había disparado dos veces a bocajarro contra un iraquí detenido, impactándolo en la cabeza, según dijo por órdenes del sargento segundo Michael A. Hensley, el comandante de los Demonios Pintados.
Entrevistas y transcripciones judiciales demuestran que la unidad de francotiradores de trece hombres estaba operando con órdenes de causar un alto número de bajas, una medida de la época de la Guerra de Vietnam que el Pentágono había desautorizado oficialmente para esta guerra. Los documentos describen a una unidad de francotiradores cuyas definiciones de lo correcto e incorrecto eran borrosas: gracias a Hensley, si se ha de creer a los procuradores del ejército; gracias al ejército, si se ha de creer a los acusados.
La principal línea de defensa para Vela y Hensley es impactante: En su celo para que los francotiradores reportasen más muertes, oficiales del Primer Batallón del Regimiento de Infantería 501 implementaron presuntamente un programa en el cual se abandonaban armas como ‘cebo', permitiendo que los francotiradores mataran a cualquiera que se acercara a recogerlas. Eso, dicen los abogados de la defensa, condujo a una relajación de las reglas de combate que ahora el ejército dice que es equivalente a homicidio.
El Pentágono ha rechazado las acusaciones sobre la colocación del ‘cebo' y está tratando los tres juicios como casos aislados de soldados renegados.
"No sé lo lejos que llega este programa de provocaciones en la cadena de mando. Sé que el gobierno está tratando de reducirlo al más bajo nivel posible", dijo el abogado de Vela, James Culp.
"Nuestro gobierno está pidiendo a nuestros soldados y marines que tomen decisiones morales en las condiciones más horrorosas que se pueda imaginar", agregó Culp. "Cuando al gobierno no le gustan los resultados, aíslan y denigran a los soldados mientras ellos mismos se ocultan detrás de autorizaciones, clasificaciones y expectativas poco razonables".
Cuando Hensley se unió a los exploradores del ejército en marzo, lo precedió su reputación: Había sido francotirador en Afganistán. En 2002 ganó un torneo de tiro del ejército.
Mide un metro 92, es musculoso, y llegó con la cabeza rapada y tatuajes de dragones y otros símbolos. Los soldados dijeron que a Hensley se lo quiere o se lo odia. No hay término medio. En palabras de sus soldados, "el tipo era cien por cien del ejército". Nadie más se acercaba tanto. Si sus hombres cargaban 45 kilos en sus mochilas, el cargaba noventa. Ese era el sargento Hensley.
"Sabes, si estabas en un pantano y lo veías avanzando apenas por ese terrible terreno, seguro decías: ‘Dios mío, ese tío está loco. ¿Qué pasa con él?'", dijo el especialista Joshua Michaud en la vista inicial de Hensley en julio.
La policía iraquí empezó a llamar ‘Demonios Pintados' a los francotiradores debido al modo en que Hensley usaba maquillaje de camuflaje trazando rayas de tigre en su cara.
"Es el tipo de hombre sobre los que se hacen películas. Sabes, el tipo que es simplemente tan bueno en su trabajo que no lo puedes eludir", agregó Michaud.
Pero los hombres reconocieron en sus testimonios que conocían el lado oscuro de Hensley. Poco después de Navidad, su ex compañero de cuarto en Ft. Richardson, Alaska, murió en un atentado con bomba en Bagdad. Unos meses después su novia se suicidó. Si sintió pena, no lo demostró. Les dijo que se ocuparía de eso cuando se marcharan de Iraq. Ahora, dijo, quería que vivieran.
Había una cuestión moral planeando sobre el equipo de francotiradores antes de que llegara Hensley, dijeron sus miembros. Si les habían autorizado a dejar materiales para montar bombas y otros accesorios, y luego ocultarse a esperar que alguien se acercara a recogerlos para matarlo, ¿no podían igualmente colocar los accesorios después de haber matado a alguien?
El sargento primero Steve Kipling, el predecesor de Hensley, había ampliado la pregunta, recordó el sargento Anthony Murphy. "Él dijo: ‘¿Deberíamos hacerlo, qué piensas? ¿Deberíamos hacer que el cuerpo se viera más ‘culpable'?'"
La respuesta en el código de conducta militar norteamericano es un inequívoco no.
Pero los comandantes estaban insatisfechos con los resultados de los francotiradores, y les presionaban para mejorar esos resultados, dijeron miembros de la unidad.
"Estuvieron enfadados con los exploradores y francotiradores hasta marzo", dijo Murphy en una declaración ante el tribunal en julio. "Parece que pensaban: ‘¿Qué estáis haciendo tan mal allá? ¿Qué pasa?'" Las instrucciones para los francotiradores en los pantanos parecían implicar que estaba bien si las reglas de combate se interpretaban de manera amplia, especialmente en cuanto al uso de fuerza letal cuando estaban siendo atacados, dijeron los soldados. "Teníamos que encontrar un modo de eliminar a los tipos malos de la manera correcta y sin embargo seguir desempeñando correctamente nuestras funciones militares", dijo Michaud. "Pero si lo estiramos un poquito más, sabes: ‘Hey, ¿te sentiste amenazado?' De eso se trataba: ‘Sí, me sentí amenazado'. Entonces está bien'".
Con Hensley, la tasa de bajas causadas por la unidad de francotiradores aumentó. En los cinco meses y medio previos a su llegada, sólo se había registrado una baja causada por los francotiradores. En la primera misión de Hensley, la unidad mató a cinco iraquíes. Los soldados atribuyeron el éxito a su formación y práctica. También tenía una estrecha relación con el sargento mayor, uno de los altos oficiales enrolados en el batallón, dijeron los soldados. Los abogados de la defensa dicen que la práctica de la provocación la propuso el sargento mayor y el comandante del batallón, si no autoridades todavía más arriba.
Pero la creciente tasa de bajas provocó más control. Después de que dos especialistas de la unidad de francotiradores fueran sorprendidos durmiendo durante la guardia, alertaron a los oficiales del ejército sobre lo que sospechaban que era el programa de provocaciones.
La unidad de francotiradores fue investigada por tres incidentes. Hensley está acusado del asesinato de un hombre desarmado el 14 de abril y de ordenar al especialista Jorge G. Sandoval Jr., el 27 de abril, que matara a un hombre desarmado que estaba cortando el césped con una guadaña. Ambos Hensley y Vela son acusados por el asesinato el 11 de mayo de un iraquí que había dado casualmente con la posición de los francotiradores.
Los cargos de homicidio contra Sandoval fueron retirados la semana pasada. Fue condenado por mala conducta, por plantar una cuerda de detonador en el cuerpo del hombre con la guadaña.
La unidad -y todavía se consideran una unidad- está enfadada por lo que les ocurrió. Acusan a otros. El sargento Richard Hand, que estaba en la misión del 11 de mayo durante la cual Vela mató al iraquí, arremetió contra los fiscales y el comando del ejército durante su testimonio en julio. Criticó a los oficiales por no entender la vida de los equipos de francotiradores, que sobreviven en el campo iraquí gracias a su ingenio.
"Si no has estado nunca al otro lado de la alambrada, realmente no tienes base, no tienes base para juzgar lo que hago o dejo de hacer. No has estado nunca en una situación de vida o muerte, en la que tienes que depender del tipo que está a tu lado", dijo Hand.
"En mi opinión, la gente que se queda atrás no están participando mentalmente en la partida. No han estado nunca allá".

ned.parker@latimes.com

7 de octubre de 2007
5 de octubre de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
rss


0 comentarios