recuerdo del che
Como un personaje de London.
En ‘El último lector' (Anagrama), Ricardo Piglia analiza la tensión entre el acto de leer y la acción política en el Che. "Hay una escena en la vida de Ernesto Guevara –señala Piglia– sobre la que Cortázar ha llamado la atención: el pequeño grupo de desembarco del Granma ha sido sorprendido y Guevara, herido, pensando que muere, recuerda un relato que ha leído. Escribe Guevara, en los ‘Pasajes de la guerra revolucionaria': ‘Inmediatamente me puse a pensar en la mejor manera de morir en ese minuto en el que parecía todo perdido. Recordé un viejo cuento de Jack London, donde el protagonista apoyado en el tronco de un árbol se dispone a acabar con dignidad su vida, al saberse condenado a muerte, por congelación, en las zonas heladas de Alaska. Es la única imagen que recuerdo'." El cuento de London, comenta Piglia, es ‘Hacer un fuego'. Hacia el final del ensayo, el escritor evoca otra escena que funciona casi como una alegoría, antes de que el Che fuera asesinado en La Higuera. "La única que tiene con él una actitud caritativa es la maestra del lugar, Julia Cortés, que le lleva un plato de guiso que está cocinando la madre. Cuando entra, está el Che tirado, herido en el piso del aula. Entonces –y esto es lo último que dice Guevara, sus últimas palabras–, Guevara le señala a la maestra una frase que está escrita en la pizarra y le dice que está mal escrita, que tiene un error. Él, con su énfasis en la perfección, le dice: ‘Le falta el acento'. Hace esta pequeña recomendación a la maestra, la pedagogía siempre, hasta el último momento." La frase escrita en la pizarra de la escuela era: "Yo sé leer". Para Piglia, que ésa haya sido la frase, "que al final de su vida lo último que registre sea una frase que tiene que ver con la lectura, es como un oráculo, una cristalización casi perfecta".
"Murió con dignidad, como el personaje del cuento de London –concluye Piglia–. O, mejor, murió con dignidad, como un personaje de una novela de educación perdido en la historia."
"Murió con dignidad, como el personaje del cuento de London –concluye Piglia–. O, mejor, murió con dignidad, como un personaje de una novela de educación perdido en la historia."
8 de octubre de 2007
©página 12
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